Mensaje 84
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En este mensaje seguiremos dedicando nuestra atención a las dos columnas del templo. Vimos que cuando Jacob estuvo por primera vez en Bet-el, erigió como columna la piedra que había usado de almohada y la llamó la casa de Dios (Gn. 28:18, 22). Hemos hecho notar repetidas veces que casi todo el contenido del libro de Génesis consta de semillas que se desarrollan en los siguientes libros de la Biblia. El pleno desarrollo de la semilla de las columnas se halla en Ap. 3:12, donde el Señor Jesús dice: “Al que venza, Yo lo haré columna en el templo de mi Dios”. Entre Génesis y Apocalipsis, hay muchos pasajes de la Palabra acerca de las columnas. Cada vez que se mencionan las dos columnas del templo, vemos más detalles acerca de ellas. Ninguna porción de la Palabra describe todos los aspectos de las columnas.
Los cristianos de hoy se preocupan muy poco por el edificio de Dios, el cual cumple la economía de Dios. La mayoría de los cristianos descuida eso, pero la Biblia lo subraya claramente. Si deseamos conocer el edificio según la Biblia, primero debemos ver la columna, pues ésta es una pancarta del edificio de Dios. Si vemos lo que es la columna y decidimos llegar a ser columnas, estamos en el camino del edificio de Dios. La columna es tan crucial que la Biblia la menciona repetidas veces. Por no entender el edificio de Dios, la mayoría de los cristianos no presta atención a estas porciones de la Escritura que mencionan la columna; mas por la misericordia del Señor, hemos recibido una profunda impresión de lo que es la columna, hasta el punto de no poder alejarnos de este tema. La Biblia no derrocha palabras. Por lo tanto, todo lo que revela tiene significado y es crucial para nosotros. Debemos considerar cuidadosamente lo que es la columna y cómo podemos convertirnos en una columna, porque en estos postreros tiempos, Dios está completando Su edificio.
Ahora quisiera hacer hincapié en tres aspectos positivos y dos aspectos negativos de las columnas mencionadas en el mensaje anterior. Los tres aspectos positivos son el bronce, el lirio y las granadas. Las columnas mismas fueron hechas de bronce. Sobre los capiteles se encontraban los lirios, y alrededor de los capiteles se encontraban las granadas. Dudo que a algún diseñador humano se le hubiera ocurrido combinar estas cosas. Sin embargo, ¡cuán crucial y significativo es todo esto para nosotros! El bronce representa la muerte bajo el juicio. Todos debemos someternos al juicio, y darnos cuenta de que no servimos para nada más que para ser crucificados (Gá. 2:20). Además, todos fuimos sepultados en el bautismo (Ro. 6:4). Por tanto, somos un pueblo que está bajo el juicio de muerte. Pero después de la muerte viene la resurrección, y el lirio crece sobre nosotros en resurrección. Las granadas rodean los capiteles y representan la expresión de las riquezas de la vida. Por consiguiente, en las columnas vemos la muerte, la resurrección y la expresión de vida. Alabado sea el Señor porque muchos de nosotros podemos testificar que día tras día somos el bronce que cultiva los lirios y expresa las granadas. ¿Acaso no es usted una persona así? De no serlo, usted no está calificado para ser una columna y no tendrá nada que ver con el edificio de Dios.
Los dos aspectos negativos de las columnas son las trenzas (a manera de red) y las coronas a manera de cadenillas. Las trenzas a manera de red y las coronas a manera de cadenilla representan la situación complicada y confusa. Las trenzas son una malla compuesta de varas entrecruzadas. Esto indica que en nuestra experiencia, a diario somos crucificados. Al pasar por eso, somos asidos por una cadena. A menudo, nosotros los hermanos nos encontramos bajo la cruz de nuestras queridas esposas. Aunque deseemos escapar, somos asidos por las cadenas y no podemos huir. Podemos ser despedazados, pero ningún pedazo puede escapar. Las hermanas pueden dar testimonio de lo mismo en relación con sus maridos. En la vida de iglesia, algunos dicen que no pueden soportar ser crucificados por los ancianos. Sin embargo, las cadenas también están allí. En la vida de iglesia, tenemos tanto las redes como las cadenas. Alabado sea el Señor por estas dos cosas negativas, porque el bronce, el lirio y las granadas sólo pueden ser conectados entre sí por ellas.
Poco después de ser salvo, supe que había sido crucificado juntamente con Cristo. Pero no sabía cómo esta crucifixión podía aplicarse a mí de un modo práctico. Es aplicada por el trenzado, las redes. Sin las redes y las cadenas, el ser juntamente crucificados con Cristo y tener Su vida en nosotros no pasaría de ser una doctrina. Podemos conocer la doctrina de que fuimos crucificados juntamente con Cristo y recitar Gálatas 2:20 continuamente, y aún así descubrir que tal cosa no nos aprovecha. Yo lo hice repetidas veces pero sin éxito. Repetí las palabras: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”. Más tarde, experimenté la red y las cadenas en la vida de iglesia. Por medio de estas dos cosas negativas, la crucifixión y la resurrección de Cristo han sido aplicadas de manera práctica a mi vida. Finalmente, las tres cosas positivas y las dos negativas forman una sola unidad. Tenemos el bronce, los lirios y las granadas, unidos por el trenzado y las cadenas. Los cinco artículos se unen en la columna.
Aparte de todos los puntos abarcados en el mensaje anterior, abordaremos otros nueve puntos en este mensaje. Dios, Su palabra y la obra que El hace en nosotros, no son nada sencillo.
Encima de los capiteles que estaban sobre las columnas había dos tazones (2 Cr. 4:12; 2 R. 25:17). Cada tazón, incluyendo la red, medía dos codos de altura (véase la definición más adelante). ¿Qué significa esto? Los tazones son redondos. (Darby traduce esta palabra hebrea “globos”.) Sobre cada capitel se hallaban dos tazones, uno encima del otro. Alrededor de los capiteles había “cadenillas como collares”, o “cadenillas al cuello” (2 Cr. 3:16 según la versión de Darby), que dividían el capitel en dos secciones. La primera sección era la base. En 1 Reyes 7:16 se afirma que los capiteles medían cinco codos de altura, pero en 2 Reyes 25:17 se dice que medían tres codos de altura. La razón es que los tres codos son la altura sólo de la base del capitel, y los cinco codos la altura del capitel completo. En otras palabras, la base medía tres codos y los tazones dos. Aquí, el número tres no representa al Dios Triuno, sino el proceso de resurrección. En la Biblia dos números representan la resurrección: el tres y el ocho. El tres representa el proceso de resurrección, y el ocho denota el primer día de una nueva semana y se refiere a la frescura de la resurrección, el nuevo comienzo en resurrección. Los tres codos de la base del capitel están estrechamente relacionados con la red y las cadenas. Esto demuestra que la red y las cadenas conducen al proceso de resurrección. Además, el número dos, la altura de los dos tazones, representa el testimonio. Los dos codos de los dos tazones que estaban encima de los dos capiteles de las dos columnas representan el testimonio de vivir como un lirio y de expresar las riquezas de la vida.
Si usted lee todos los pasajes que tratan de las dos columnas, se dará cuenta de que los tazones se componen de las redes, las cadenas, los tazones mismos, los lirios y las granadas. Estas no están en la base del capitel, sino sobre las cadenas que rodean los tazones. Las redes cubren los tazones; las cadenas los rodean; las granadas están sobre las cadenas, y los lirios crecen sobre las redes. Todas estas cosas en conjunto forman el tazón. Si usted compara esto con su experiencia, se dará cuenta que por medio de la crucifixión efectuada por la red y por medio de la restricción de la cadena, usted vive como un lirio que expresa las riquezas de la vida de Cristo. Este es un testimonio vivo que procede del proceso de resurrección.
En nuestros hogares estamos en las redes y somos retenidos por las cadenas. Lo mismo sucede con los hermanos y las hermanas en la iglesia. Los que sirven en la oficina administrativa indudablemente han experimentado allí la red y las cadenas. Ciertamente en la oficina hay muchas redes y muchas cadenas. No obstante, junto con las redes y las cadenas vienen los tres días. Todos aquellos que sirven en la oficina administrativa están en el camino de tres días, es decir, están en el proceso de resurrección.
Los lirios aparecen encima de los tazones al tercer día. No significa nada que seamos muy amables y humildes, pues el lirio no es nada de eso; tales cosas son parte de nuestra vida natural. Cuanto más experimentamos la crucifixión, más crece el lirio en el tercer día. Todos los hermanos desean tener una esposa amable, y todas las hermanas anhelan un marido agradable. No obstante, por muy amables que seamos, no somos lirios. El lirio sólo crece en el tercer día en medio de las redes y las cadenas. Cuando lleguemos al tercer día en las situaciones complicadas y confusas, crecerá el lirio. Entonces también tendremos las granadas, la expresión de las riquezas de la vida. Esto es lo que significa el tazón: gloria, hermosura, adorno y corona. Este es un testimonio. Espero que el Espíritu le hable a usted en más detalle.
Ya fuimos juzgados y debemos juzgarnos a nosotros mismos bajo el juicio de Dios. Resulta fácil ser columna de bronce y decir: “Yo soy corrupto, soy un ser caído, pecador, y no sirvo para otra cosa que la muerte”. Pero es muy difícil experimentar los tres días del proceso de resurrección en medio de la crucifixión que efectúan las redes y la limitación que producen las cadenas. Pero cuanto más estamos en las redes y las cadenas, más estamos en los tres días, más crece el lirio y más granadas expresamos. Entonces nos convertimos en un testimonio vivo no de algo natural, sino del proceso de resurrección que se da bajo la crucifixión de las redes y la restricción de las cadenas. No hay ninguna escapatoria. Debemos permanecer en las redes y en las cadenas. Es exactamente como estar sepultados durante tres días y salir mediante el proceso de resurrección. Mientras pasamos por esta experiencia, el lirio crece y las granadas brotan. Cada columna debe llevar el testimonio de vivir por la fe, a fin de expresar las riquezas de Cristo por medio del proceso de resurrección, bajo la crucifixión de las redes y la restricción de las cadenas. El bronce de las dos columnas que están en frente del templo indica que estamos bajo el juicio de muerte, el cual nos introduce en el proceso de resurrección, representado por la altura de tres codos que tiene la base de los capiteles. El proceso de resurrección nos pasa por las redes y las cadenas para hacer crecer el lirio y producir las granadas a fin de expresar un testimonio. Así la columna asume la responsabilidad, representada por los cinco codos, que es la altura total de los capiteles.
Los tazones que había sobre los capiteles no eran cuadrados, sino redondos. La redondez significa que vivir por la fe en Dios y asumir responsabilidades en medio de todas las complicaciones no es algo estricto sino flexible. Cuando vivimos en el espíritu, nada es estricto. Por el contrario, somos flexibles en toda situación. Tanto los jóvenes como los viejos son legalistas. Los viejos tienen su viejo método legalista, y los jóvenes tienen su nuevo método legalista. Por esta razón no me gusta dar muchas instrucciones durante un entrenamiento. Si lo hago, todos los jóvenes tomarán las instrucciones como una novedad legalista. Casi todos los cristianos son cuadrados, es decir, son legalistas. Si no somos cuadrados, entonces somos triangulares o hasta pentagonales. Algunas hermanas de edad avanzada disfrutan cenar y acostarse a una hora exacta. Este legalismo ha dado muerte a muchos jóvenes. Es bueno ser regulado, pero por el bien de los demás, uno debe ser flexible. Algunos ancianos son muy cuadrados. Sin embargo, otros son tan redondos que se convierten en diplomáticos. Un político no tiene lados. Debemos ser redondos, pero no debemos serlo diplomáticamente. Los que sirven en la oficina administrativa [de la iglesia] deben ser redondos. Si usted es cuadrado en su servicio, matará a todos los demás. En lugar de ser cuadrado, usted debe ser flexible y adaptarse a cualquier situación. Es así como debemos comportarnos en nuestra vida diaria. Mientras estamos en medio de las redes y las cadenas, debemos ser flexibles.
En 2 Crónicas 4:13 se afirma que había “cuatrocientas granadas en las dos redes, dos hileras de granadas en cada red, para que cubriesen las dos esferas de los capiteles que estaban encima de las columnas”. Había cuatrocientas granadas en las dos redes, con dos hileras en cada red para cubrir los dos tazones de los capiteles que estaban sobre las columnas. ¿Por qué no dice que había trescientas o quinientas granadas? El Señor Jesús dijo que nosotros podemos llevar fruto a treinta, a sesenta y a ciento por uno (Mt. 13:8). El incremento centuplicado es el más elevado. Por tanto, podemos expresar las riquezas de la vida al ciento por uno. Sabemos que el número cuatro nos representa a nosotros, los seres humanos. La expresión centuplicada de las riquezas de la vida está sobre las criaturas. El hecho de que las cuatrocientas granadas estuviesen acomodadas en dos hileras en cada una de las dos columnas indica un testimonio. Debemos ser fuertes, no simplemente en declarar que somos el testimonio de Jesús, sino en expresar ese testimonio en nuestro vivir. Necesitamos el testimonio de la experiencia de las riquezas de la vida de Cristo a cuatrocientos por uno. Podemos tener problemas en la vida de iglesia, en nuestro trabajo y en nuestra casa, pero también tenemos la vida del lirio, la cual en la Biblia representa una vida que confía en Dios. El Señor sabe que a diario tengo un problema tras otro. Si vivimos por nuestra propia cuenta, no podemos sobrellevar estos problemas. Pero somos lirios entre los espinos (Cnt. 2:2). Los espinos representan los problemas. Nuestra esposa, hijos, nietos, los ancianos y los colaboradores son “espinos”. Estoy rodeado de “espinos”, pero alabo el Señor porque todavía estoy vivo. Los espinos no me han matado. Estoy viviendo ahora, no como un gigante, sino como un lirio. No vivo por mi pericia, sino por fe en mi Dios. Soy simplemente un lirio entre los espinos. Cuanto más espinos haya, mejor, porque éstos proporcionan la oportunidad de expresar la vida del Señor. Somos distintos de la gente mundana, que no tiene un Dios en quien confiar.
Muchos cristianos que buscan del Señor anhelan una vida de iglesia que sea celestial en todos los aspectos. Quieren que todos los santos que están en esa vida celestial de iglesia sean ángeles. No estoy inventando esto; en realidad, he conocido personas así. Muchos de esos buscadores han andado de “iglesia” en “iglesia” buscando esa “iglesia” celestial. Si encuentran una, pronto descubren que esa “iglesia” celestial es la más terrenal. La manera de determinar si la iglesia es apropiada consiste básicamente en examinar la base en que se apoya, no en cuán celestial sea. Hoy en día, no existe en la tierra una iglesia angelical ni celestial. Poco después de entrar en la vida de iglesia, usted se encontrará en medio de “espinos” y dirá: “Yo pensaba que todos aquí eran ángeles. Pero ahora veo que muchos de ellos no son ángeles sino espinos. No puedo tolerar esto”. Aunque yo pueda ser un “espino” para usted, usted también puede serlo para mí. Nosotros somos “espinos” unos para otros pero también nos amamos los unos a los otros. Punzarnos unos a otros nos ayuda a crecer. En estos últimos tres años en Anaheim, hemos crecido al punzarnos mutuamente. Si toda la iglesia fuese afable y angélica, no habría ningún testimonio de las riquezas de la vida.
De las cien granadas, noventa y seis quedaban expuestas al aire libre (Jer. 52:23). Si cada hilera tenía cien granadas, ¿por qué Jeremías 52:23 habla repentinamente de noventa y seis granadas? El relato de Jeremías 52:23 trata de la destrucción de las columnas a manos del ejército babilonio, y por esta razón, algunos piensan que cuatro granadas en cada hilera de la cadena habían sido destruidas. Pero si uno lee este capítulo detenidamente, verá que ése no fue el caso. Algunas versiones traducen este versículo: “Había noventa y seis granadas en cada hilera”. Esta traducción es incorrecta. La expresión hebrea traducida “en cada hilera” debería traducirse “al aire”. Por tanto, este versículo debería decir: “Había noventa y seis granadas al aire; todas ellas eran ciento sobre la red alrededor”. Note que todas las granadas que había sobre la red sumaban ciento. Todas estaban allí, pero solamente noventa y seis estaban expuestas al aire. La palabra hebrea traducida “hilera” es ruaj, la cual se traduce por lo general espíritu, viento, aliento o aire. Ruaj denota algo real pero invisible. En otras versiones dice que había noventa y seis “granadas expuestas”, y añaden una nota marginal con la traducción literal “al viento”, que significa al aire.
Había noventa y seis granadas expuestas y cuatro cubiertas. ¿Qué significa eso? Noventa y seis se compone de doce multiplicado por ocho. Doce representa el completamiento eterno, ocho representa la resurrección, y el aire representa el Espíritu. Por consiguiente, la expresión de las riquezas de la vida es eternamente completa en resurrección y en el Espíritu. Esta es la naturaleza y la atmósfera de la expresión de la vida. Nuestra expresión de las riquezas de la vida es el doce, es decir, es eterna; no es el siete, o sea que no es temporal. Además, también es el número ocho, que indica la frescura de la resurrección, y no el número tres, esto es, el proceso de resurrección. Este no es el proceso de la resurrección, sino la frescura, el inicio, el nuevo comienzo, de la resurrección. Es también estrictamente un asunto del Espíritu. El hecho de que noventa y seis granadas quedaran expuestas al aire significa que la expresión de las riquezas de vida se halla en la realidad del aire espiritual, el cual es invisible. Podemos percibirlo, pero no podemos tocarlo. En Juan 3:8 el Señor Jesús habló del viento y del Espíritu, diciendo: “El viento sopla donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu”. La regeneración que produce el Espíritu es semejante al movimiento del viento. El viento sopla y el Espíritu regenera. Nuestra expresión de las riquezas de la vida no sólo es eterna y está en la frescura de la resurrección, sino que también está en la atmósfera del Espíritu. Cuando la gente vea en nosotros la expresión de las riquezas de la vida, sentirá inmediatamente que está en el Espíritu y que allí hay un viento fresco, un aire despejado y una atmósfera fresca. Pero cuando entramos en una situación de muerte, nos sentimos ahogados. Cuando estamos en una situación llena de las expresiones de las riquezas de la vida, nos encontramos en una atmósfera espiritual y percibimos ese aire refrescante. Esto es lo que significa el hecho de que las noventa y seis granadas estuvieran expuestas al aire.
De cada cien granadas, cuatro estaban escondidas. La Biblia no desperdicia palabras; así que debe de haber alguna relación entre el significado de este versículo y nuestra experiencia. Solamente puedo entenderlo en mi experiencia. El hecho de que cuatro de cada cien granadas estuvieran escondidas indica que mientras nuestra expresión de las riquezas de vida es eterna, y están en la resurrección, en el Espíritu, nuestro ser natural, representado por el número cuatro, debe estar cubierto. Nuestra vida natural, nuestro ser natural, nuestro yo y nuestro ego deben ser totalmente escondidos. Yo he procurado descubrir cómo estas granadas quedaron escondidas, pero no lo he logrado. Es un misterio que sólo el Señor conoce. No obstante, si examinamos nuestra experiencia, diremos: “Amén”. Cuando se expresan las riquezas de Cristo, otros pueden ver la expresión eterna de las riquezas de la vida en resurrección y en la atmósfera del Espíritu, pero no ven nuestro hombre natural. ¡Cuán significativo es ver que nuestro ego está cubierto! Cada vez que el yo aparezca, un gran número cuatro estará allí, pero el noventa y seis se habrá ido. En lugar del aire, sólo estará la vida natural, el viejo hombre y el ego. Pero cuando desaparezca el número cuatro, tendremos las noventa y seis granadas, la rica expresión de la vida de Cristo al aire libre.
Dice en Jeremías 52:21: “Y su espesor era de 4 dedos, y eran huecas”. Cada columna era un cilindro hueco cuyas paredes tenían cuatro dedos de espesor y dentro de cada columna quedaba un gran vacío. Esto significa que el edificio de Dios corresponde a la criatura humana, representada por el número cuatro, llena del Espíritu. Indudablemente, la columna de bronce es el ser humano juzgado y condenado. Dentro de la criatura juzgada se encuentra un vacío que necesita llenarse de una realidad invisible. No debemos ser de lodo ni delgados ni llenos de arena, pues entonces no habría ningún hueco adentro. Debemos ser de bronce, tener cuatro dedos de espesor y ser huecos. Entonces nuestro vacío podrá ser lleno de la realidad, del Espíritu.
Leemos en 2 Crónicas 3:15: “Delante de la casa hizo dos columnas de treinta y cinco codos de altura cada una, con sus capiteles encima, de cinco codos”. Las dos columnas tenían una altura combinada de treinta y cinco codos, y un codo estaba cubierto. En el mensaje anterior dije que cada tabla del tabernáculo medía un codo y medio de anchura. Estas tablas se medían una al lado de la otra, horizontalmente. Pero las columnas no sólo tenían un aspecto horizontal, sino también uno vertical. Las columnas se medían verticalmente, la una encima de la otra. Esto indica que el edificio de Dios no es solamente horizontal, sino también vertical, y una parte permanecía escondida. Dos hermanos pueden fácilmente mantenerse lado a lado, pero es difícil que un hermano esté por debajo de otro. También resulta difícil estar por encima de los demás. Si el edificio ha de ser fuerte, debe ser vertical. Cuanto más vertical sea, más espacio habrá. No sólo debemos permanecer lado a lado, sino también uno por encima de otro. Para permanecer lado a lado, no se necesita sacrificio ni tener ninguna parte cubierta. Pero si queremos permanecer verticalmente, alguna parte debe quedar cubierta.
En 1 Reyes 7:15 se afirma que cada columna medía dieciocho codos de altura, pero en 2 Crónicas 3:15 se indica que las dos columnas medían treinta y cinco codos de largo. Vemos que, según 2 Crónicas 3:15, falta un codo. Este codo seguramente quedaba cubierto y sacrificado. Un libro de consulta afirma que medio codo iba incrustado en cada uno de los pedestales. No estoy de acuerdo con esta explicación, porque la Biblia no menciona que las columnas tuvieran un pedestal ni una base. Otro libro afirma que se perdía un codo en la unión con el capitel. Creo que esta explicación es más válida. Esto significa que para mantenerse vertical, se necesita cierto sacrificio. Si usted analiza su experiencia, verá que no se requiere ningún sacrificio para estar lado a lado con otros. Pero si desea estar sometido a alguien, como la columna debajo del capitel, debe sacrificarse. Si usted nunca se sacrifica, nadie puede estar encima de usted. Usted se lo sacudirá de encima o se pondrá sobre dicha persona. Usted debe ceder y sacrificarse en parte para permitir que otros estén por encima de usted. Hermanas, ustedes deben sacrificarse para que alguien esté por encima de ustedes. Ustedes no sólo deben ser medidas en el aspecto horizontal sino también en el vertical. En el transcurso de los años, yo siempre he estado debajo de alguien. Estar debajo de otros significa sostenerlos y ser cubierto en parte por ellos. Al sacrificarnos así, podemos obtener el edificio vertical.
En 1 Reyes 7:17 leemos: “Había trenzas a manera de red, y unas coronas a manera de cadenas, para los capiteles que se habían de poner sobre las cabezas de las columnas; siete para cada capitel” (heb.). Aquí vemos que la red y las coronas que iban sobre los dos capiteles eran siete para cada uno. Esto indica que todas las complicaciones son temporales y no eternas. Toda crucifixión, todo quebrantamiento y toda opresión, es temporal, aunque es algo completo, pues es siete en número. Un día todo eso acabará, y ya no habrá ni redes ni coronas. En lugar de las redes y de una corona entretejida como cadena, tendremos una corona de oro.
Observe que en estas dos columnas el número tres está escondido. Esto indica que el Dios Triuno está escondido. El hecho de que las columnas midan doce codos de circunferencia y los capiteles cuatro codos de diámetro implica la presencia del número tres. El número tres, el Dios Triuno, es real pero invisible. El Dios Triuno es real en toda situación, pero está escondido.
El bronce, el lirio y las granadas, están sobre las dos columnas. Esto indica que la muerte, la resurrección y la expresión de la vida son un testimonio que está en el edificio de Dios. Hoy estamos aquí con este testimonio. Todos estos puntos son cruciales, y espero que ustedes dediquen tiempo a orar y a tener comunión acerca de ellos hasta que penetren en usted y se conviertan en Su experiencia. Entonces sabremos lo que es una columna y cómo podemos nosotros llegar a ser una columna.