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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Habacuc»
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Mensaje 2

CRISTO COMO EL FACTOR QUE VINCULA MIQUEAS, JONÁS Y HABACUC Y LA BIBLIA COMO LA REVELACIÓN DIVINA DADA POR EL HABLAR DE DIOS A TRAVÉS DEL HOMBRE

  Lectura bíblica: Mi. 5:2; Jon. 1:17; Hab. 2:4

  En el mensaje anterior abordamos las palabras de introducción, el primer diálogo entre el profeta y Jehová, y la primera parte del segundo diálogo entre ellos, y en el siguiente mensaje abordaremos la segunda parte de este segundo diálogo así como el cántico del profeta a Jehová. En este mensaje, el cual es una inserción, siento la carga de decir algo con respecto a dos asuntos: Cristo como el factor que vincula los libros de Miqueas, Jonás y Habacuc, y la Biblia como la revelación divina dada por el hablar de Dios a través del hombre.

CRISTO COMO EL FACTOR QUE VINCULA MIQUEAS, JONÁS Y HABACUC

  Aparentemente, los libros de Miqueas, Jonás y Habacuc están separados y no hay nada que los vincule entre sí. Sin embargo, si profundizamos en el contenido intrínseco de estos tres libros, veremos que existe un factor que los vincula, y este factor vinculante es Cristo.

El origen de Cristo y Su nacimiento

  Miqueas 5:2 dice: “Tú, oh Belén Efrata, / tan pequeña entre los millares de Judá, / de ti me saldrá / Aquel que será Gobernante en Israel; / y Sus salidas son desde tiempos antiguos, / desde los días de la eternidad”. Aquí vemos que Cristo es el Eterno; Su origen radica en la eternidad. Pero un día, Él nació como hombre en Belén. Por tanto, aquí tenemos el origen de Cristo y Su nacimiento.

La muerte y resurrección de Cristo

  Jonás 1:17 dice: “Jehová tenía dispuesto un gran pez para que se tragara a Jonás; y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches”. Aquí, Jonás tipifica a Cristo, quien murió y estuvo en el corazón de la tierra por tres días y tres noches, y que después fue resucitado (Mt. 12:40-41). Por tanto, en el tipo de Jonás, vemos la muerte y resurrección de Cristo.

El justo vive por su fe

  En el libro de Jonás, la salvación de Jehová fue traída a la ciudad más malvada de los gentiles mediante la predicación del profeta. Hoy en día, la salvación provista por Dios ha llegado a nosotros mediante la predicación del evangelio. Hemos recibido y aplicado la salvación de Dios por medio de la fe. Esto es mencionado en el único versículo de oro del libro de Habacuc, 2:4: “El justo por su fe vivirá”. Es por la fe que recibimos la salvación que fue preparada, completada y consumada mediante la venida de Cristo; y como resultado de ello, ahora somos creyentes que constituyen el Cuerpo de Cristo. A la postre, aquellos creyentes que son los vencedores estarán con Cristo cuando Él venga a derrotar a Sus enemigos y establecer Su reino sobre la tierra.

La necesidad de ver algo intrínseco

  Con base en lo dicho anteriormente podemos ver que Cristo mismo es el factor vinculante en los Profetas Menores. Hemos visto Su origen, Su nacimiento, Su muerte y Su resurrección. También hemos visto que mediante Su salida después de Su resurrección, la salvación completa de Dios ha llegado a nosotros y la hemos recibido por medio de la fe.

  Mientras nosotros podemos ver a Cristo como el factor que vincula, la gente del mundo únicamente puede ver el factor que consume (las langostas) y el factor de sufrimiento (Israel). Durante veintisiete siglos Israel ha padecido bajo el efecto de las langostas con su cortar, pulular, lamer y consumir (Jl. 1:4). Los periódicos están llenos de informes acerca de las langostas e Israel. Debemos ver algo más que lo presentado en los periódicos. Debemos ver algo que es intrínseco. Esto quiere decir que debemos ver que Cristo, el Eterno, ha salido en Su encarnación, Su crucifixión y Su resurrección, y que Su salida continúa hoy en día a medida que más creyentes son añadidos a Él. Podríamos comparar Su salida al movimiento de un tren que hace varias paradas a fin de que más bienes puedan ser cargados en el tren. Cristo es el “tren”, y nosotros somos los “bienes” que están en Él. A la postre, este tren con sus bienes llegará a su destino.

LA BIBLIA COMO LA REVELACIÓN DIVINA DADA POR EL HABLAR DE DIOS A TRAVÉS DEL HOMBRE

  La Biblia es la revelación divina dada por el hablar de Dios. Al respecto, debemos comprender que no es fácil para Dios hablarle a los seres humanos directamente. En el Antiguo Testamento la encarnación todavía no había tenido lugar; sin embargo, Dios conocía Su intención de hacerse hombre. Su encarnación fue el primer paso de todas Sus salidas, y Dios ya anticipaba esto con expectativa. El principio acorde con la revelación divina es que Dios no hará nada directamente, sino que hará todas las cosas a través del hombre, con el hombre y en el hombre.

Trasladados de Adán a Cristo

  En el Antiguo Testamento no se ve claramente el asunto de que Dios está en el hombre, pero en el Nuevo Testamento, especialmente comenzando con el Evangelio de Juan, encontramos frases tales como: en Mí (14:20) y permaneced en Mí (15:4). Nosotros creemos en el Señor Jesús (3:16), y ahora estamos en Él. Antes de creer, estábamos fuera de Cristo; estábamos en Adán. Pero un día fuimos trasladados de Adán a Cristo, la corporificación del Dios Triuno. Ahora somos personas que están en Cristo. Lamentablemente, no muchos cristianos comprenden que los cristianos genuinos y vivientes son aquellos que de hecho y en términos prácticos están en Cristo. La importancia de estar en Cristo es recalcada por Pablo en sus Epístolas, donde, especialmente en Efesios, la breve frase en Cristo es usada con tanta frecuencia.

El fuerte énfasis en el Antiguo Testamento

  En el Antiguo Testamento es difícil encontrar un caso en el que se demuestre que el pueblo de Dios está conformado por aquellos que han sido trasladados al Dios Triuno. No obstante, en todos los libros de los profetas, siempre que hablan acerca de Cristo, esto constituye el punto importante, el fuerte énfasis, de ese libro. Por ejemplo, el fuerte énfasis en el libro de Joel no recae sobre el tema de las langostas, sino sobre el derramamiento del Espíritu consumado. En realidad, éste es el énfasis de todo el Antiguo Testamento, pues el derramamiento del Espíritu es la realización práctica de Cristo, quien es el Espíritu viviente, compuesto, consumado, vivificante y que mora en nuestro interior. Este Cristo es simplemente el Dios Triuno, que ha sido consumado a través de los procesos de la encarnación, el vivir humano, la muerte, la resurrección y la ascensión. Pero esto no es todo. Después de Su ascensión tiene lugar Su derramamiento, Su descenso, a fin de que Él more dentro del hombre y se mezcle con el hombre. Esta mezcla implica que somos santificados en nuestra manera de ser, somos renovados, somos transformados, somos conformados, llegamos a la madurez y somos glorificados. Finalmente, este mezclar nos hace uno con la persona divina del Dios Triuno procesado, cuya corporificación es Cristo y cuya realidad es el Espíritu. Hoy en día, el Espíritu es esta Persona todo-inclusiva que mora en nosotros, opera en nuestro ser, nos unge y se mezcla con nosotros.

El núcleo, la parte intrínseca, del Antiguo Testamento

  Cristo es revelado en el Antiguo Testamento por medio de los tipos, las profecías, los escritos históricos y los Salmos. Los tipos de Cristo, las profecías acerca de Cristo y los escritos históricos no necesitan ser purificados, pero tenemos que estudiar los Salmos de una manera purificadora. Entre los primeros cuarenta y un salmos, únicamente siete de ellos presentan una clara revelación de Cristo (Sal. 2, 8, 16, 22—24, 40). El salmo 1 es un buen salmo, pero es bueno conforme al concepto natural. Aun así, este salmo es necesario, pues sin él, ¿cómo podría ser manifestada toda la hermosura del salmo 2?

  Usemos un naranjo a manera de ilustración. Para poder crecer, una naranja no sólo necesita de su cáscara, sino de todo el árbol, con sus raíces, su tronco, sus ramas y sus hojas. Sin embargo, ninguna de estas cosas debe comerse. En realidad, para comer o beber lo único que necesitamos es el jugo de la naranja. Esta ilustración nos permite percatarnos de algo crucial en relación con disfrutar a Cristo, comer a Cristo. Para poder ver a Cristo en realidad tenemos necesidad de todos los ciento cincuenta salmos, pero para disfrutar a Cristo, para alimentarnos de Cristo, necesitamos venir a la revelación de Cristo contenida en el libro de los Salmos.

  La Biblia es el hablar divino, pero este hablar divino no es algo que ha venido directamente por medio de Dios mismo. Este hablar es dado por Dios a través del hombre. Por ejemplo, Dios le encargó a David hablar lo contenido en el salmo 2, pero debido a que David estaba lleno de sus propias opiniones y conceptos y debido a que él amaba la ley al máximo, él habló el salmo 1. David añadió algo de su propio bagaje. Al presente, cuando leemos la Biblia, tal vez lo hagamos sin saber cuál es el verdadero mensaje y qué es lo añadido por el hombre. Ésta podría ser nuestra situación al abordar los Profetas Menores. En estos libros encontramos algunos conceptos humanos. Cuando Jonás estaba molesto con Dios y argumentó con Dios, él expresó su propio concepto humano. El punto vital aquí consiste en que mientras toda la Biblia constituye la revelación divina, es el núcleo, la parte intrínseca, lo que es bueno para comer y beber de modo que nos nutra.

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