Mensaje 18
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En este mensaje hablaremos del reposo sabático (He. 4:9). ¿En qué consiste el reposo sabático? Como dije anteriormente, a lo largo de los siglos ha sido difícil para los cristianos entender lo que significa la buena tierra de Canaán. Del mismo modo, los cristianos tampoco han podido entender adecuadamente en qué consiste el reposo sabático revelado en He. 4. Algunos dicen que el reposo sabático en este capítulo se refiere al milenio. Afirman que el reino milenario, que durará mil años (Ap. 20:4), será el séptimo periodo de mil años y que los primeros seis mil años transcurren desde el tiempo de la creación de Adán hasta el tiempo del regreso del Señor. Esta idea se basa en el hecho de que a los ojos del Señor mil años son como un día (2 P. 3:8). Según aquellos que sostienen esta idea, seis días equivalen a seis mil años, y el séptimo día corresponde al séptimo periodo de mil años, que será el reposo sabático durante el milenio. Nunca estuve satisfecho con esta interpretación. Afirmar que el reposo sabático mencionado en 4:9 sencillamente se refiere al reino milenario, no es muy exacto; es sólo parcialmente correcto.
A fin de entender correctamente lo que significa el reposo sabático, debemos estudiar la primera vez que este asunto se menciona en la Biblia. La primera vez que la Biblia menciona el sábado es inmediatamente después de la creación del hombre (Gn. 2:2-3). Muchos cristianos consideran este asunto de forma muy superficial y lo único que ven es que el sábado correspondía al séptimo día, el día en que Dios descansó después de concluir Su labor de creación. Si bien esto es correcto, debemos estudiar el contenido de este pasaje. ¿Por qué no descansó Dios en el quinto día? Quizá algunos digan que no descansó en el quinto día porque aún no había finalizado Su labor. Esto es cierto, pero ¿qué le faltaba a Dios? Es muy importante que veamos esto.
Conforme a la narración de Génesis 1, Dios creó todas las cosas por medio de Su palabra, llamando las cosas que no son como existentes. No obstante, la creación del hombre no se efectuó de la misma manera. Dios no creó al hombre simplemente exclamando: “Sea el hombre”, para que la humanidad llegase a existir. No, más bien, Dios hizo al hombre del polvo de la tierra (2:7). Ninguna otra cosa fue hecha con una sustancia material. Cuando Dios quiso que existiera la luz, Él dijo: “Sea la luz”, y fue la luz. Sin embargo, la creación del hombre fue completamente distinta. Cuando Dios creó al hombre, Él no llamó las cosas que no son como si existiesen. En lugar de ello, vemos que primero hubo una conferencia entre las Personas de la Deidad (1:26), y luego Dios usó cierto material, el polvo de la tierra, para crear al hombre. Si el hombre no hubiera sido creado en el sexto día, Dios no habría podido reposar en el séptimo día, aun cuando todo lo demás ya hubiera sido creado. En realidad, lo que hizo que Dios descansara no fue la finalización de la labor, sino la creación del hombre. Después de que Dios creó al hombre, Él se sintió satisfecho y pudo descansar.
¿Cómo podemos demostrar esto? Observando que en todos los días de la creación, con excepción del segundo día, Dios vio lo que había hecho y dijo que era bueno. Pero al final del sexto día, después de que el hombre había sido creado, Dios vio todo lo que había hecho y dijo que era bueno “en gran manera” (v. 31). Al decir que todo era “bueno en gran manera”, quiso decir que se sentía satisfecho. Así que, al final del sexto día, al ver que el hombre tenía Su imagen para expresarle y que se le había encomendado Su autoridad para representarle, Dios se sintió satisfecho y dijo que esto era “bueno en gran manera”.
La manera en que estudiamos la Biblia se halla grandemente influenciada por el bagaje religioso que traemos. Aun antes de empezar a leer la Biblia, ya teníamos nuestras propias ideas de ella. Estos conceptos resultan dañinos. Antes de que pudiéramos ver los “colores” de la Biblia, ya nos habíamos puesto lentes de un determinado color. Como resultado, no pudimos ver los verdaderos colores de las Escrituras. Debemos, por tanto, despojarnos de esos “lentes” y estudiar la Biblia con toda pureza. Es por eso que recalco, una y otra vez, que debemos regresar a la palabra pura de Dios y volverla a leer y estudiar. Debemos olvidarnos de lo que escuchamos en el pasado sobre Génesis 1. Si usted vuelve a leer Génesis 1 y 2, descubrirá que Dios reposó en el séptimo día, no principalmente porque hubiera concluido Su labor, sino porque había obtenido lo que deseaba. Lo que Dios deseaba no era terminar Su labor; más bien, lo que deseaba era que la humanidad le expresara y representara aquí en la tierra. Éste es el anhelo de Su corazón. Siempre y cuando Dios obtenga esto, Él quedará satisfecho. Lo que satisface Su corazón es que el hombre lo exprese y represente aquí en la tierra. Después de que Dios obtuvo esto, Él reposó en el séptimo día.
Después que el hombre fue dañado por la caída, este reposo se perdió. Ahora pues, es apropiado examinar Juan 5, que nos relata el caso del hombre paralítico que fue sanado por Jesús. Juan 5:9 dice: “Al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era sábado aquel día”. Al sanar a este hombre que estaba incapacitado físicamente, el Señor hizo algo que, de acuerdo con los preceptos judíos, no era permitido hacer el sábado. Esto hizo que los judíos persiguieran al Señor Jesús. El versículo 16 dice: “Por esta causa los judíos perseguían a Jesús, y procuraban matarle, porque hacía estas cosas en el día de sábado”. En el día de sábado ellos procuraban matar a Jesús. ¿Creen ustedes que alguien que procura matar a una persona pueda estar en reposo? ¿Piensan que todos esos judíos que perseguían a Jesús tenían reposo en sus corazones? Yo no lo creo. En el versículo 17 vemos la respuesta que dio el Señor Jesús a los judíos: “Mi Padre hasta ahora trabaja, y Yo también trabajo”. El Señor parecía decirles: “Vosotros guardáis el sábado, pero Mi Padre aún trabaja. El descanso sabático que Él obtuvo en el séptimo día se perdió debido al daño que se produjo en el hombre. Mientras el hombre no haya sido recobrado, Mi Padre seguirá trabajando. Observad a este pobre hombre; él se encuentra perdido y ha sido perjudicado, arruinado y corrompido por el enemigo de Dios. ¿Cómo podría Mi Padre hallar reposo? Quizás vosotros, de acuerdo con vuestras tradiciones, descanséis; pero no habéis hallado el verdadero reposo. Vosotros habláis de guardar el sábado, pero en realidad no conocéis el verdadero significado del sábado. Vosotros no tenéis reposo, ¿no es así? Pues tampoco Mi Padre tiene reposo. Por eso Mi Padre todavía trabaja, y Yo también trabajo. Es por eso que estoy aquí. Yo he venido a realizar Mi labor. ¿No sabéis que el reposo sabático se perdió? ¿No sabéis que el reposo sabático en el cual Dios se encontraba satisfecho se perdió y fue destruido por el enemigo de Dios? ¿Acaso no sabéis que Dios perdió lo que había obtenido? Es por eso que Mi Padre todavía trabaja. Desde Génesis 3, Mi Padre no ha cesado de trabajar debido a que el hombre que lo satisfacía fue dañado”. ¡Cuánto necesitamos estar impresionados con el verdadero significado del sábado! El significado del sábado es que Dios está satisfecho con el hombre cuando éste le expresa y le representa. Cuando haya una situación en la cual el hombre exprese a Dios y lo represente, ese día será sábado para Dios.
Ahora debemos retomar el tema de la buena tierra. ¿Por qué la buena tierra representaba el reposo? ¿Acaso los hijos de Israel reposaron en la buena tierra? Desde el primer día que entraron en ella, tuvieron que luchar continuamente. Entonces, ¿por qué Dios llama a esa tierra el reposo, como lo hizo en Deuteronomio 12:9? De una manera muy superficial, la gente dice que la buena tierra de Canaán fue llamada el reposo porque allí el pueblo se estableció e hizo su morada. Éste es un concepto más bien natural y superficial. La tierra constituía tal reposo porque era allí que el templo podía ser edificado. Con el templo, Dios podía ser expresado y representado. Siempre que Dios pueda ser expresado y representado, hay satisfacción tanto para Dios como para el hombre, y en esto consiste el verdadero reposo.
El reposo sabático mencionado en 4:9, es Cristo como nuestro reposo, tipificado por la buena tierra de Canaán (Dt. 12:9; He. 4:8). Cristo es nuestro reposo en tres etapas. En la era de la iglesia, como el Cristo celestial, como Aquel que expresó, representó y satisfizo a Dios y que ahora reposa de Su obra y está sentado a la diestra de Dios en los cielos, Él es el reposo para nosotros en nuestro espíritu (Mt. 11:28-29). En el reino milenario, después de que Satanás sea quitado de esta tierra (Ap. 20:1-3), Dios será expresado y representado por Cristo y los santos vencedores, los cuales le traerán satisfacción. Entonces, Cristo con el reino será el reposo de una manera más plena para los santos vencedores, quienes serán Sus correyes (Ap. 20:4, 6), y quienes participarán de Su reposo y lo disfrutarán. En el cielo nuevo y la tierra nueva, después de que todos los enemigos, incluyendo la muerte, el último enemigo, hayan sido sujetos a Él (1 Co. 15:24-27), Dios será expresado y representado plenamente por medio de todos Sus redimidos en Cristo, y así quedará completamente satisfecho. Entonces Cristo, Aquel que tiene la victoria sobre todas las cosas, en medio de tal situación gloriosa, será el reposo en plenitud para todos los redimidos de Dios por la eternidad. El reposo sabático mencionado en 4:9, y tipificado por el reposo de la buena tierra de Canaán, abarca sólo las primeras dos etapas de Cristo como nuestro reposo; no incluye la tercera etapa. El reposo en las primeras dos etapas es un premio para los que le buscan diligentemente, quienes no sólo han sido redimidos, sino que también le han disfrutado en una manera plena, llegando a ser así los vencedores. En cambio, el reposo en la tercera etapa no es un premio, sino la porción completa asignada a todos los redimidos. Por lo tanto, en las primeras dos etapas, y especialmente en la segunda, Cristo como nuestro reposo es el reposo sabático mencionado aquí, el reposo que queda para que nosotros diligentemente lo busquemos y entremos en él. En la segunda etapa Cristo tomará posesión de toda la tierra como Su herencia (Sal. 2:8; He. 2:5-6), haciéndola Su reino por mil años (Ap. 11:15). Todos los vencedores que le hayan seguido y disfrutado como su reposo en la primera etapa, tendrán parte en Su reino en el milenio (Ap. 20:4, 6; 2 Ti. 2:12). Además, ellos heredarán la tierra (Mt. 5:5; Sal. 37:11), donde algunos tendrán autoridad sobre diez ciudades y otros sobre cinco (Lc. 19:17, 19), y participarán del gozo de su Señor (Mt. 25:21, 23). Éste será el reposo del reino, tipificado por el reposo que consiste en entrar en la buena tierra de Canaán. El reposo de la buena tierra era la meta de todos los hijos de Israel, quienes habían sido redimidos y liberados de Egipto; de igual manera, el reposo del reino venidero es la meta de los creyentes neotestamentarios, quienes han sido redimidos y salvos del mundo. Ahora todos vamos en camino a esa meta.
Cuando Dios reposó el séptimo día, Adán también reposó. De la misma manera, cuando Dios no halla descanso, el hombre tampoco lo encuentra. En Juan 4 el Señor Jesús estaba trabajando porque tenía hambre. Además, tanto Él como la mujer samaritana estaban sedientos. ¿Vemos algún reposo allí? No, no había reposo porque el hombre aún no había sido ganado por Dios para que le expresara y le representara. Es solamente cuando el hombre es ganado por Dios para expresarle y representarle, que Dios y el hombre pueden encontrar reposo. Si hoy, en la vida de iglesia, todos los hermanos y hermanas eligen su propio camino y ninguno sigue el camino de Dios, no habrá reposo, aún si nos reunimos de una manera muy activa. Cuando esto sucede, no hay una manifestación de la maravillosa vida de iglesia. La vida de iglesia es una vida en la que Dios gana al hombre para que éste le exprese y represente en la tierra. Cuando esto suceda, todos tendremos reposo, pues Dios estará satisfecho al ver que Él es expresado y representado por un grupo de seres humanos. Una vez que esto suceda en la tierra, muchos ángeles en el cielo se regocijarán por la satisfacción de Dios. ¿Cómo sabemos cuándo Dios está satisfecho y en reposo? Lo sabemos porque nuestro espíritu está satisfecho. Ahora ya sabemos en qué consiste realmente el reposo sabático: es la satisfacción que tiene Dios con el hombre cuando gana al hombre para que éste le exprese y represente en la tierra. Siempre que esto ocurre, eso es el sábado, y tanto Dios como el hombre se sienten satisfechos y en reposo. En esto consiste el reposo sabático.
En tipología, el reposo sabático era la buena tierra. Sin embargo, los hijos de Israel no hicieron realidad este reposo cuando entraron en la buena tierra. Fue por eso que el salmista profetizó de aquel reposo sabático que queda para el pueblo de Dios (Sal. 95:7-11). El libro de Hebreos cita el salmo 95 en lo referente al reposo. ¿En qué consiste el reposo sabático? En principio, se refiere a aquella situación en la que el hombre ha sido ganado por Dios para expresarle y representarle. Esta situación sólo se presentó cuando la iglesia llegó a existir.
En un sentido positivo, la vida apropiada de iglesia es el reposo sabático de Dios. Ahora podemos entender por qué el libro de Hebreos amonesta a los creyentes a no perder tal reposo, diciéndoles que se esforzaran diligentemente por entrar en él. ¿Cuál es este reposo sabático? Es la vida apropiada de iglesia. El escritor de Hebreos parecía decirles: “Oh creyentes hebreos, no retrocedáis volviendo a guardar el antiguo sábado, pues ése ya pasó. En los salmos Dios profetizó acerca de otro día, del reposo sabático que queda para nosotros”. Si leemos detenidamente los capítulos 3 y 4 de Hebreos, descubriremos la promesa del reposo sabático que queda para el pueblo de Dios. Estos dos capítulos hablan de otro día cuando dicen “hoy” (3:7, 13, 15; 4:7). Este “hoy”, es el reposo sabático prometido que aún queda para nosotros. El escritor parecía decir: “Creyentes hebreos, no seáis insensatos. Él reposo sabático que Dios observó en Génesis 2 quedó anulado y no volverá a establecerse. Pero en Salmos, Dios señaló otro día, al que llamó ‘hoy’. Éste es el reposo sabático que queda para vosotros. Debéis entrar en él”.
¿Qué es este reposo sabático? En primer lugar, es la vida de iglesia. Debemos entrar en la vida de iglesia para que Dios pueda ser expresado y representado en la tierra hoy, y así Él pueda hallar reposo y satisfacción. Cuando esto ocurra, Dios y nosotros obtendremos nuestro reposo sabático. Si no practicamos la vida de iglesia apropiadamente, no entraremos en este reposo. Sin embargo, más adelante veremos que aún esto no agota el significado que el reposo sabático tiene en Hebreos.
En Mateo 11:28-29 el Señor dijo: “Venid a Mí todos los que trabajáis arduamente y estáis cargados, y Yo os haré descansar. Tomad sobre vosotros Mi yugo, y aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas”. Muchos cristianos entienden este versículo de una manera muy superficial, pensando que esto quiere decir que cada vez que se encuentren agobiados podrán hallar consuelo al acudir al Señor Jesús. Puede ser que sea así la primera vez que usted acuda al Señor, pero no le sucederá lo mismo todas las veces. Si usted toma al Señor como su reposo únicamente conforme a su propio concepto natural y egoísta, llegará el momento en que el Señor apartará Su rostro de usted. Son muchos los cristianos que han experimentado esta clase de consuelo al comienzo de su vida cristiana, y que después se dan cuenta de que esto no funciona. ¿Por qué? Porque Cristo es nuestra vida y nuestro reposo no simplemente para nuestro disfrute personal, sino más bien para la edificación de la casa de Dios. Es cierto que si deseamos disfrutar a Cristo como nuestro reposo, debemos venir a Él. ¿Pero dónde está Él? ¿Adónde debemos ir para encontrarnos con Él? Debemos ir a la iglesia. El reposo, que es Cristo mismo, se encuentra en la iglesia. ¿Por qué este reposo se encuentra en la iglesia? Porque en la iglesia Dios es expresado y representado, y dondequiera que Dios es expresado y representado, allí se encuentra el reposo sabático. Si usted no cree esto, haga la prueba de seguir su propio camino y luego ore para que Cristo lo consuele. Si usted permanece alejado de la iglesia, posiblemente descubrirá que ni siquiera es capaz de orar.
Hoy existe sólo una buena tierra: la vida de iglesia. La iglesia hoy en día es la buena tierra porque en ella Dios tiene Su morada que le expresa y representa. El trono de Dios, el reino de Dios y el gobierno de Dios, se hallan en la iglesia. Así pues, es en la iglesia que Dios es satisfecho. Si Él no encuentra Su satisfacción en la iglesia, ¿dónde más puede hallarla? Dios solamente puede sentirse satisfecho cuando se cumple una condición: cuando hay un grupo de personas que ha sido ganado por Él para expresarle y representarle. Los ángeles no tienen tal privilegio porque ellos no fueron ordenados para expresar y representar a Dios. Pero nosotros sí hemos sido destinados y comisionados para expresarle y representarle. Por consiguiente, Dios encuentra Su reposo y satisfacción en la iglesia.
Aunque muchos cristianos han sido verdaderamente salvos, no todos ellos participan de la vida de iglesia. De igual manera, muchos de los hijos de Israel fueron salvos cuando celebraron la Pascua. Ellos untaron la sangre en los dinteles de sus casas, comieron del cordero, salieron de Egipto, cruzaron el mar Rojo y fueron salvos. Pero ¿cuántos de ellos entraron en el reposo? Muy pocos. De igual manera, aunque hay muchos cristianos verdaderos, que realmente han sido salvos, son muy pocos los están en la vida de iglesia. ¿Cree usted que todos los cristianos están en la buena tierra? No, muchos todavía andan vagando en el desierto, e incluso otros permanecen en Egipto, en prácticas mundanas tales como ir al cine. Ya que ellos creyeron en el Señor Jesús, no podemos decir que no sean salvos. No obstante, permanecen en Egipto o en el desierto, y no en la buena tierra. Debemos ser diligentes y seguir adelante hasta entrar en el reposo. ¿Dónde está nuestro reposo hoy? Está en la vida de iglesia.
Dios no es el único que desea obtener el reposo en la vida de iglesia. Muchas personas que todavía no han creído vagan insatisfechos con la vida que llevan. Es por eso que necesitamos tener una vida de iglesia apropiada y elevada, una vida de iglesia que pueda ser el evangelio elevado para los sedientos. Esto no se logra celebrando servicios de adoración los domingos a las once de la mañana, sino al practicar la vida de iglesia apropiada en la cual Dios y el hombre son satisfechos. Cuando los hambrientos y sedientos acuden a tal vida de iglesia, descubrirán que era exactamente eso lo que estaban buscando y anhelando, e inmediatamente entrarán en el reposo sabático. Hoy todos los creyentes también deberían estar empeñados en entrar en este reposo. Sin embargo, el libro de Hebreos está cerrado para la mayoría de los cristianos, y ninguno se atreve a estudiarlo. Es preciso que todos nosotros comprendamos que el libro de Hebreos forma parte del evangelio completo. Permítanme compartirles lo que está en mi corazón: yo deseo animar a todos los jóvenes a ir a las universidades a predicar el evangelio según el libro de Hebreos. Es necesario que vayan y prediquen este evangelio elevado que produce la vida humana apropiada.
Cuando yo predicaba el evangelio hace años, mis mensajes favoritos trataban acerca del propósito de la vida humana, de la vanidad y del beber de la fuente de la vida. El día de año nuevo de 1932, compartí sobre el tema de la vanidad. Después de predicar durante sólo veinte minutos, muchos se pusieron de pie aun antes de que les invitara a hacerlo, porque había tocado lo profundo de sus sentimientos; ellos tuvieron el sentir de estar llevando una vida vana, es decir, percibieron la vanidad que había en su ser. Aunque no hablé mucho sobre el pecado, al final todos se arrepintieron de su pecado. ¡Oh, debemos ir a los sedientos y a los hambrientos, y predicar el evangelio elevado de la vida de iglesia, el cual puede satisfacer el hambre y la sed en sus vidas! La vida de iglesia debe ser hoy el reposo sabático, la buena tierra que fluye leche y miel.