Mensaje 63
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Lectura bíblica: Hch. 24:1-27
En este mensaje llegamos a Hechos 24:1-27, en donde vemos que Pablo fue acusado por un abogado de parte de los judíos (Hch. 24:1-9); luego vemos la defensa que presentó el apóstol ante Félix (Hch. 24:10-21), y finalmente vemos que éste político injusto lo puso bajo custodia (Hch. 24:22-27).
Leamos Hechos 24:1: “Cinco días después, descendió el sumo sacerdote Ananías con algunos de los ancianos y cierto orador llamado Tértulo, y comparecieron ante el gobernador contra Pablo”. El orador Tértulo era un defensor, un abogado que conocía los procedimientos legales romanos.
Los versículos 2-4 agregan: “Y cuando éste fue llamado, Tértulo comenzó a acusarle, diciendo: Como debido a ti gozamos de gran paz, y muchas reformas son realizadas en beneficio de esta nación por tu prudencia, oh excelentísimo Félix, lo recibimos en todo y en todas partes con toda gratitud. Pero por no importunarte más, te ruego que nos oigas brevemente conforme a tu clemencia”. Lo dicho por Tértulo demuestran su vileza y carencia de toda norma de ética.
En 24:5, Tértulo dijo acerca de Pablo: “Porque hemos hallado que este hombre es una plaga, y promotor de insurrecciones entre todos los judíos por toda la tierra habitada, y cabecilla de la secta de los nazarenos”. Esta fue una triple acusación. Primero, Tértulo acusó a Pablo de ser una plaga. Una plaga está llena de “gérmenes” malignos, pero Pablo estaba lleno de gérmenes positivos: los gérmenes del Cristo resucitado, a quien el apóstol impartía en los demás para propagar a Cristo. Todos debemos ser esta clase de “plaga”.
En segundo lugar, Tértulo calificó a Pablo de promotor de insurrecciones. Lo acusó de promover insurrecciones entre todos los judíos por toda la tierra habitada.
En tercer lugar, él alegaba que Pablo era cabecilla de la secta de los nazarenos. Lo dicho por Tértulo indica que los judíos llamaban nazarenos a los creyentes del Señor Jesús. En el capítulo trece de Hechos, los creyentes fueron llamados cristianos por primera vez en Antioquía. Los cristianos son hombres de Cristo, aquellos que viven a Cristo. En este pasaje, el defensor de los judíos le puso otro apodo a los creyentes: nazarenos. Este apodo indica que los creyentes eran considerados seguidores de Jesús el nazareno.
En 24:10 Pablo presenta su defensa ante Félix: “Habiéndole hecho señal el gobernador a Pablo para que hablase, éste respondió: Porque sé que desde muchos años eres juez de esta nación, con buen ánimo haré mi defensa”. Nuevamente vemos que Pablo enfrentó a sus oponentes en forma diferente de como lo hacía Cristo. El tuvo que elaborar una defensa y actuar con mucha sabiduría, a fin de salvar su vida de manos de sus perseguidores, y así cumplir el curso de su ministerio.
En los versículos 11-14, Pablo añade: “Como tú puedes cerciorarte, no hace más de doce días que subí a adorar a Jerusalén; y no me hallaron disputando con ninguno, ni amotinando a la multitud; ni en el templo, ni en las sinagogas, ni en la ciudad; ni te pueden probar las cosas de que ahora me acusan. Pero esto te confieso, que según el Camino que ellos llaman secta, así sirvo al Dios de mis padres, creyendo todas las cosas que en la ley y en los profetas están escritas”. En este pasaje Pablo llama Camino a lo que los opositores judíos llamaban secta. Como hemos indicado, el Camino que se menciona varias veces en el libro de Hechos (9:2; 18:25-26; 19:9, 23; 22:4), denota la plena salvación del Señor en la economía neotestamentaria de Dios.
En el versículo 14, Pablo testificó que según el Camino que los opositores llamaban secta, él servía al Dios de sus padres. La palabra griega traducida “sirvo” significa literalmente “sirvo como sacerdote”. Pablo servía a Dios conforme a la manera de la economía neotestamentaria. Por tanto, su manera de servir difería de los demás judíos.
En el versículo 14 Pablo también afirma que creía en todo lo que estaba escrito en la ley y en los profetas. Al decir esto declaraba que él actuaba conforme al Antiguo Testamento, el cual se compone de la ley y los profetas. De este modo, demostró que era una persona que se conducía conforme a las Escrituras.
En 24:15 Pablo habla de la resurrección: “Teniendo esperanza en Dios, la cual ellos también abrigan, de que ha de haber una resurrección, tanto de los justos como de los injustos”. La resurrección de los justos ocurrirá antes del milenio, al regreso del Señor (1 Co. 15:23; 1 Ts. 4:16). Esta será la resurrección de vida (Jn. 5:28-29a, Dn. 12:2), la cual es la resurrección de los creyentes salvos, y ocurrirá antes del milenio. Cuando el Señor regrese, los creyentes que hayan muerto resucitarán para disfrutar de la vida eterna. Por lo tanto, a esta resurrección se le llama la resurrección de vida. Además de esto, ésta será la resurrección de recompensa (Lc. 14:14), en la que Dios recompensará a los santos (Ap. 11:18), al regreso del Señor (1 Co. 4:5).
La resurrección de los justos, que es la resurrección de vida, incluye también la primera o mejor resurrección (Ap. 20:4-6). Apocalipsis 20:5-6 hablan de la primera o mejor resurrección. La primera resurrección es la mejor resurrección. No solamente es la resurrección de vida, sino también la resurrección de recompensa, la superresurección, es decir, la resurrección sobresaliente, la cual procuraba alcanzar el apóstol Pablo (Fil. 3:11), la resurrección del reinado como recompensa para los vencedores, la cual los capacita para reinar como correyes de Cristo en el reino milenario (Ap. 20:4, 6). Los vencedores resucitados, tales como el hijo varón, mencionado en Apocalipsis 12:5, y los mártires tardíos mencionados en Apocalipsis 15:2, no serán los únicos que participarán de las bendiciones de la primera resurrección (Ap. 20:6), ya que también los vencedores vivos que fueron arrebatados, tales como las primicias en Apocalipsis 14:1-5 participarán de ellas.
En Filipenses 3:11 Pablo llama la primera resurrección o resurrección sobresaliente, la superresurrección: “Si en alguna manera llegase a la superresurrección de entre los muertos”. La superresurrección, la resurrección sobresaliente, será un premio para los santos vencedores. Todos los creyentes que hayan muerto en Cristo tendrán parte en la resurrección de los muertos cuando el Señor regrese (1 Ts. 4:16; 1 Co. 15:52). Pero los santos vencedores participarán de una porción adicional, una porción sobresaliente, de esa resurrección. Esto es a lo que Hebreos 11:35 llama “una mejor resurrección”.
Llegar a la superresurrección indica que todo nuestro ser ha sido resucitado poco a poco y continuamente. Dios primero resucitó nuestro espíritu, el cual estaba en una condición de muerte (Jn. 5:25; Ef. 2:5-6); y luego de ahí prosigue a resucitar nuestra alma (Ro. 8:6) y nuestro cuerpo mortal (Ro. 8:11), hasta que todo nuestro ser —espíritu, alma y cuerpo— sea completamente resucitado y rescatado de nuestro viejo ser mediante Su vida y con ella. Este es un proceso en vida que tenemos que pasar, y una carrera que precisamos correr, hasta llegar a tal resurrección, la superresurrección, lo cual será nuestro premio. Así que, la superresurrección debe ser la meta y destino de nuestra vida cristiana. Podemos alcanzar esta meta solamente al ser configurados a la muerte de Cristo (Fil. 3:10), esto es, al llevar una vida crucificada. En la muerte de Cristo somos procesados en resurrección siendo trasladados de la antigua creación a la nueva.
Hemos visto que en Hechos 24:15 Pablo afirma que habrá una resurrección tanto de justos como de injustos. La resurrección de los injustos ocurrirá después del milenio (Ap. 20:5). Esta será la resurrección de juicio (Jn. 5:29), de vergüenza y confusión perpetua (Dn. 12:2b), y será para el juicio de la perdición eterna que vendrá sobre los injustos (Ap. 20:5, 12). Todos los incrédulos que hayan muerto resucitarán después de los mil años y serán juzgados en el gran trono blanco (Ap. 20:11-15). De ahí que, esta resurrección es llamada la resurrección de juicio. En Apocalipsis 20:12, las palabras “de pie” indican que los muertos serán resucitados. Esta es la resurrección de los incrédulos, la resurrección para juicio, que se llevará a cabo después del milenio. Era con relación a este juicio que el apóstol amonestó al injusto Félix en Hechos 24:25.
Todos los que no hayan sido salvos estarán en la resurrección de juicio. Puesto que serán condenados a perdición eterna, su resurrección será de vergüenza y confusión perpetua. Pablo mostró sabiduría al mencionar esta resurrección como advertencia para Félix. Las palabras de Pablo implican que Félix debía prepararse para encarar tal resurrección venidera, la resurrección de juicio. Como veremos, más adelante Pablo le habló directamente a Félix acerca del juicio venidero.
En 24:16, Pablo le dijo a Félix: “Y por esto procuro tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres”. Pablo había dicho las mismas palabras cuando presentó su defensa ante el sanedrín, donde dijo: “Yo me he comportado con toda buena conciencia delante de Dios hasta el día de hoy” (23:1). Hemos visto que el hecho de que Pablo se comportara con toda buena conciencia delante de Dios, representaba un regreso definitivo del hombre caído a Dios. Pablo dijo esto para justificarse ante los que le acusaban de ser una persona inicua e irresponsable. Su testimonio en 23:1 y 24:16, en el que hace referencia a su conciencia, muestra su alto nivel de moralidad, el cual contrastaba con la hipocresía de los judíos fanáticos, y con la corrupción de los políticos romanos. En este capítulo de Hechos veremos más acerca de la corrupción de los políticos romanos.
En Hechos 24:22 y 23, leemos: “Entonces Félix, estando bien informado en lo referente al Camino, les aplazó, diciendo: Cuando descienda el tribuno Lisias, acabaré de decidir vuestro asunto. Y mandó al centurión que se custodiase a Pablo, pero que se le concediese alguna libertad, y que no impidiese a ninguno de los suyos servirle o venir a él”. La palabra griega traducida “libertad” en el versículo 23 significa también alivio o comodidad.
Leamos el versículo 24: “Algunos días después, viniendo Félix con Drusila, su mujer, que era judía, llamó a Pablo, y le oyó acerca de la fe en Cristo Jesús”. Drusila era hija del rey Herodes Agripa. Félix, quien se enamoró de ella, la persuadió que abandonara a su esposo y se casara con él. Esto puso en evidencia la intemperancia y la corrupción de Félix, un político romano. Ciertamente él era una persona inmoral y carente de dominio propio.
Leamos el versículo 25: “Pero al disertar Pablo acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se espantó, y dijo: Ahora vete; pero cuando tenga oportunidad te llamaré”. La palabra griega traducida “disertar” significa literalmente decirlo todo, hablar (en un tono de argumento o exhortación), disputar, al igual que en 17:2 y 18:4, 19.
El apóstol, dándose cuenta de lo injusto (vs. 26-27) e intemperante que era Felix, disertó acerca de la justicia y el dominio propio, es decir, del dominio de las pasiones y de los deseos, especialmente de los deseos sexuales. El juicio venidero tiene que ver con la resurrección de los injustos, de lo cual predicó el apóstol en el versículo 15. Pablo también disertó con Félix acerca del juicio venidero, lo cual fue una advertencia para éste. Por esa razón Félix se espantó.
Sin duda alguna Félix era un político injusto. Como lo indica el versículo 26, él esperaba recibir dinero de Pablo. Buscaba ser sobornado, esto es, recibir dinero de forma injusta. Pablo, quien conocía sus intenciones, disertó con él acerca de la justicia.
Hemos visto que Félix también carecía de dominio propio. Debido a la concupiscencia desmedida de Félix, Pablo discurrió con él acerca del dominio propio, para poner en evidencia su condición pecaminosa.
Finalmente, en su disertación ante Félix, Pablo llegó al tema del juicio futuro para perdición. Al predicar a los gentiles, tanto Pedro en 10:42 como Pablo aquí y en 17:31, mencionan el juicio venidero de Dios. Cuando el Cristo resucitado vuelva, antes del milenio, El será el juez de los vivos en Su trono de gloria (Mt. 25:31-46). Esto se relaciona con Su segunda venida (2 Ti. 4:1). Y después del milenio, el Señor será el juez de los muertos en el gran trono blanco (Ap. 20:11-15).
Las palabras de Pablo a Félix fueron una advertencia muy seria. Félix se espantó pero no se conmovió, sino que despidiendo a Pablo, le dijo: “Ahora vete; pero cuando tenga oportunidad te llamaré” (v. 25).
Félix mandó llamar a Pablo muchas veces. Hechos 24:26 declara al respecto: “Esperando también al mismo tiempo que Pablo le diera dinero; por lo cual muchas veces lo hacía venir y hablaba con él”. Esto puso en evidencia la corrupción de este político romano. Cuando él mandaba llamar a Pablo, no tenía la intención de escuchar el evangelio, sino de recibir dinero.
El versículo 27 concluye: “Pero al cabo de dos años recibió Félix por sucesor a Porcio Festo; y queriendo Félix congraciarse con los judíos, dejó preso a Pablo”. Porcio Festo fue el sucesor de Félix como gobernador de Judea. El hecho de que Félix dejara preso a Pablo muestra una vez más la corrupción del sistema político romano.
Lucas no revela lo que hizo el apóstol en los dos años que estuvo en Cesarea. Quizás Pablo haya aprovechado ese tiempo para tener comunión con el Señor en cuanto a Su mover en la tierra. Si este es el caso, entonces esto tuvo mucha influencia en las epístolas que más tarde escribiría en Roma, durante el periodo de su apelación: Colosenses, Efesios y Filipenses, que son las más misteriosas, profundas y ricas en cuanto a revelación divina.
En estos capítulos de Hechos vemos un cuadro de hipocresía en la religión, y de corrupción en la política. ¡Cuánta hipocresía había en el judaísmo! Los judíos pretendían servir a Dios, complacerlo y glorificarlo, no obstante, hacían muchas cosas malignas. Estos capítulos ponen de manifiesto la maldad de los judíos. Ellos eran religiosos de una manera maligna, incluso al punto de querer matar a Pablo. Por una parte eran malignos y, por otra, pretendían adorar a Dios y complacerle. Esto demuestra cuánta hipocresía prevalecía en el judaísmo.
También vemos la corrupción y la injusticia de la política romana. Félix sabía muy bien que Pablo no había hecho nada indebido. De haber sido justo, habría liberado a Pablo, pero lo mantuvo bajo custodia por dos años sólo por congraciarse con los judíos, y porque esperaba recibir algún dinero de Pablo y sus amigos. Era por esta razón que permitía que sus amigos lo visitaran. Así, Pablo permaneció bajo custodia durante dos años, lo cual fue totalmente injusto. En el siguiente mensaje examinaremos lo que el apóstol Pablo probablemente hizo en estos años.