Mensaje 67
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Lectura bíblica: Hch. 26:1-32; Ef. 2:14-16; 3:8, 17; Fil. 3:4-8; Col. 3:10-11; He. 10:14, 18; Hch. 21:20, 23-24
En Hechos 26:1-29, Pablo se defiende ante Agripa. Luego, en Hechos 26:30-32, vemos el juicio que emite Agripa. Antes de llegar a 26:1-32, quisiera añadir algo más en cuanto a la carga que expresó Pablo en cuatro de sus epístolas: Efesios, Filipenses, Colosenses y Hebreos.
En los capítulos del veintiuno al veintiséis de Hechos, vemos que Pablo pasó por muchos sufrimientos, pruebas y situaciones adversas. Las epístolas que él escribió durante este periodo —Efesios, Filipenses, Colosenses y Hebreos— expresan lo que había en su corazón.
Como hemos indicado, Pablo escribió las cartas de Efesios, Colosenses y Filipenses durante su primer encarcelamiento en Roma. La Epístola a los Hebreos probablemente fue escrita después de este encarcelamiento. No debemos pensar que estas epístolas fueran escritas de forma casual. Por el contrario, se escribieron después de un largo período de consideración y preparación. Pienso que los dos años que Pablo estuvo custodiado en Cesarea le sirvieron de preparación. Creo que cuanto más observaba él la condición de la religión judía, de la política romana y de la iglesia, comparándola con lo que había recibido del Señor, más sentía la carga de escribir la revelación que había recibido. Ya que no tuvo la oportunidad de decir lo que había en su corazón, es lógico suponer que él deseaba encontrar un tiempo y un ambiente propicio para poner por escrito la revelación de la economía neotestamentaria de Dios. Seguramente esperaba tener la oportunidad de escribir todo lo que había visto del Señor en cuanto a Su economía divina, y después poder enviar sus escritos a las iglesias, donde serían preservados.
Le damos gracias al Señor por haberle concedido a Pablo el tiempo y el lugar para escribir las Epístolas de Efesios, Filipenses, Colosenses y Hebreos, y por permitir que estas cuatro epístolas estén hoy en día en nuestras manos. En estos cuatro libros, encontramos muchos puntos cruciales en cuanto al cambio o traslado dispensacional que hemos subrayado en estos mensajes. Este traslado es de gran importancia.
En Efesios 2:14-16, Pablo declara: “Porque El mismo es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno y derribó la pared intermedia de separación, la enemistad, aboliendo en Su carne la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en Sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo Cuerpo, habiendo dado muerte en ella a la enemistad”. Este versículo declara que en la cruz, Cristo abolió todas las ordenanzas. Indudablemente, esto incluye la circuncisión, la abstención de ciertos alimentos y el día de sábado.
Sin embargo, aunque Cristo ya había abolido estas ordenanzas, vemos que Jacobo en Hechos 21 aún se empeñaba en promoverlas. Ciertamente el voto nazareo formaba parte de las ordenanzas que Cristo había abolido en la cruz. ¿No cree usted que cuando Cristo abolió las ordenanzas, incluyó también las que estaban relacionadas con los votos judíos? Si entendemos correctamente Efesios 2 y Hechos 21, veremos que lo que hizo Jacobo iba en contra de lo que Cristo había efectuado en la cruz. Pese a que Cristo había puesto fin a todas las ordenanzas, Jacobo aún se empeñaba en conservarlas y en promoverlas.
Podríamos decir que la abolición de las ordenanzas tiene que ver con el aspecto negativo de la revelación de Efesios, pero por el lado positivo, Pablo habla en esta epístola de las riquezas inescrutables de Cristo: “A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar a los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo” (3:8). Sin embargo, lo que por ahora queremos recalcar es que Pablo declaró en Efesios que Cristo abolió en la cruz todas las ordenanzas judías del Antiguo Testamento.
En Filipenses 3, vemos que Pablo estimaba como pérdida todas las cosas del judaísmo. A pesar de que él era “hebreo, hijo de hebreos” y en cuanto a la ley, “fariseo” (v. 5), testificó: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo”. (vs. 7-8). Pablo estaba consciente de que a los ojos de Dios, en cuanto a lo que la economía neotestamentaria se refiere, todas las cosas del judaísmo eran pérdida. Sus palabras en Filipenses 3 manifiestan la visión que tenía. Sin embargo, pese a que el apóstol Pablo consideraba todo lo del judaísmo como pérdida, Jacobo, para su propia vergüenza, seguía promoviéndolas.
En Colosenses 3:10 y 11, Pablo habla del nuevo hombre: “Y vestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno, donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro, escita, esclavo ni libre; sino que Cristo es el todo, y en todos”. En estos versículos vemos que sólo el nuevo hombre puede contener a Cristo. La palabra “todos” del versículo 11 se refiere a todos los miembros que componen el nuevo hombre. Cristo es todos los miembros del nuevo hombre y está en todos ellos. El es el todo en el nuevo hombre. ¡Qué revelación! Según estas palabras de Pablo, no queda ningún lugar para el judaísmo.
El libro de Hebreos revela que Cristo lo es todo. Cristo es Dios y también hombre, y es superior a Moisés, Josué y Aarón. El es nuestro Sumo sacerdote, quien como única ofrenda, reemplazó todas las ofrendas del Antiguo Testamento. La única ofrenda que Dios desea es Cristo; todas las ofrendas del Antiguo Testamento son simplemente tipos de El, quien es la única ofrenda. Con la venida de Cristo, todas las demás ofrendas debían terminar; de hecho, ya han sido abolidas y reemplazadas. Al respecto, Hebreos 10:14 declara: “Con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados”, y el versículo 18 agrega: “Pues donde hay perdón de éstos, no hay más ofrenda por el pecado”. Aparte de esto, el antiguo pacto fue reemplazado en su totalidad por el nuevo pacto. Por consiguiente, todos los elementos del Antiguo Testamento perdieron vigencia.
Les sugiero que comparen la revelación presentada en Efesios, Filipenses, Colosenses y Hebreos, con las palabras de Jacobo en Hechos 21. En 21:20 Jacobo dijo a Pablo: “Ya ves, hermano, cuántos millares de judíos hay que han creído; y todos son celosos por la ley”, y después le pidió a Pablo que pagara los gastos de los cuatro hombres que habían hecho voto nazareo: “Tenemos aquí cuatro hombres que tienen obligación de cumplir voto. Tómalos contigo, purifícate con ellos, y paga sus gastos para que se rasuren la cabeza; y todos comprenderán que no hay nada de lo que se les informó acerca de ti, sino que tú también andas ordenadamente, guardando la ley” (vs. 23-24). ¡Qué contraste vemos entre las palabras de Jacobo y la revelación que Pablo presentó acerca de la economía neotestamentaria de Dios! Esto muestra claramente la situación en que se hallaba Pablo en estos capítulos de Hechos.
¿Qué tipo de mensajes escuchó usted sobre Efesios antes de venir al recobro del Señor? El versículo favorito de los que promueven la predicación del evangelio es Efesios 2:8, el cual declara que por gracia hemos sido salvos por medio de la fe. Además, abundan mensajes sobre Efesios 5:22-25, con respecto a la sumisión de las esposas para con sus maridos y del amor de los éstos para con ellas. A menudo se citan estos versículos en las bodas, pero ¿había oído usted alguna vez que en la cruz, Cristo abolió todas las ordenanzas, y en especial las diferencias raciales? Sin embargo, ¿quién predica esto hoy en día? Por el contrario, en la actualidad se fomentan las diferencias raciales, manteniendo así una separación entre las razas. Esto demuestra que muchos usan inapropiadamente la Epístola de Efesios, pues escogen ciertos versículos, sin tomar en cuenta la economía neotestamentaria de Dios. No han visto que dicha economía es el corazón mismo de Efesios.
En Efesios 2 Pablo afirmó que, por el lado negativo, las ordenanzas ya habían sido abolidas y, por el lado positivo, en Efesios 3 declaró que predicaba las riquezas inescrutables de Cristo a fin de que El hiciera Su hogar en nuestros corazones (vs. 8, 17). ¿Alguna vez escuchó usted un mensaje sobre este asunto, antes de venir a la vida de iglesia? Un gran número de santos de entre los que antes asistieron a escuelas y seminarios bíblicos pueden testificar que jamás oyeron que el Cristo inescrutablemente rico desea hacer Su hogar en nuestros corazones. ¡Cuan lamentable es la situación actual con respecto a la revelación tan profunda que se presenta en la Epístola a los Efesios!
En Filipenses 3 vimos que Pablo estimaba como pérdida todas las cosas religiosas. No obstante, son pocos los que hoy en día hablan de estos versículos de una manera apropiada. Por lo general, usan otros versículos para exhortar a los creyentes, diciéndoles que deben imitar al Señor Jesús y tener la misma manera de pensar que El tuvo.
En Colosenses 3, Pablo declaró que Cristo es el todo en el nuevo hombre. Este es un asunto que ha sido descuidado entre los cristianos de hoy. De hecho, ni siquiera es fácil decir cómo la mayoría de los creyentes aplica la Epístola a los Colosenses.
También a los cristianos les gusta citar Hebreos 13:8, donde dice: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”. De hecho, algunos lo han citado para refutar la verdad de que Cristo es hoy en día el Espíritu vivificante. Nosotros enseñamos, basándonos en las Escrituras, que Dios en Cristo se hizo hombre, y que luego, como hombre, es decir, como postrer Adán, El llegó a ser Espíritu vivificante en resurrección (1 Co. 15:45). Algunos nos han difamado diciendo que enseñamos que Cristo cambia continuamente, y citan Hebreos 13:8 para tratar de demostrar que Cristo no pudo hacerse el Espíritu vivificante en resurrección. Sin embargo, la manera en que citan este versículo muestra cuán deplorable es la situación actual del cristianismo.
La mayoría de los cristianos citan inapropiadamente las Epístolas de Efesios, Filipenses, Colosenses y Hebreos, pues pasan por alto la carga que Pablo tenía en estas epístolas, a saber, cumplir la economía neotestamentaria de Dios. En lugar de citar estas epístolas conforme a la intención del autor, escogen algunos versículos y los interpretan de una manera que promueve la situación degradada. Esto muestra la condición tan pobre de las así llamadas iglesias, la cual de hecho es peor que la que de Jerusalén en el tiempo de Hechos 21.
Hemos dicho que durante los años que Pablo estuvo custodiado en Cesarea, tuvo el tiempo suficiente para reflexionar sobre la condición de los judíos fanáticos, de los políticos romanos y de los creyentes de Jerusalén, y comparar dicha condición con la revelación que había recibido de parte del Señor. Así como Pablo, nosotros también debemos invertir tiempo para examinar la situación actual. Les animo a que examinen no sólo la situación política mundial, sino también la condición del judaísmo, del catolicismo y del protestantismo. Analicen cuál es la posición de los cristianos de hoy con respecto a la economía neotestamentaria de Dios. ¿No es verdad que, como Jacobo, muchos cristianos hoy hacen concesiones y fomentan lo que Dios ya desechó?
Asimismo, debemos examinarnos a nosotros mismos y ver dónde nos encontramos con respecto al cumplimiento de la economía neotestamentaria de Dios. ¿Qué es lo que ocupa nuestro corazón? ¿Hemos recibido la visión celestial de la economía divina? ¿Cómo pensamos llevarla a cabo? Debemos pasar tiempo delante del Señor y permitir que la carga de la economía neotestamentaria de Dios sea depositada en nosotros. Cuando esta carga nos ocupe completamente, nosotros, al igual que Pablo, debemos poner de nuestra parte para llevarla a cabo.
Damos gracias al Señor por las Epístolas de Efesios, Filipenses, Colosenses y Hebreos. Pablo escribió estas epístolas para que la economía neotestamentaria de Dios pudiera llevarse a cabo. Espero que todos nosotros, con la ayuda de los estudios-vida, nos empapemos de estas cuatro epístolas. Asimismo espero también que podamos recibir una clara visión de la situación actual y de la necesidad presente.
Como veremos en los capítulos veintisiete y veintiocho de Hechos, el viaje que hizo Pablo de Cesarea a Roma le tomó mucho tiempo. Hoy, en cambio, es muy fácil propagar la economía neotestamentaria de Dios. Por tanto, les animo a todos a que tomemos la carga de propagar la economía neotestamentaria de Dios y que la llevemos fielmente a cabo.