Mensaje 14
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Lectura bíblica: Is. 24; Is. 25; Is. 26; Is. 27
Este mensaje y el mensaje siguiente abarcarán cuatro asuntos principales: la reacción de Jehová ante la degradación de Israel, Su reacción ante las acciones excesivas de las naciones contra Israel, Israel se vuelve a Jehová e Israel retorna a la Tierra Santa con miras a la restauración.
Isaías 24:5 habla sobre la degradación de Israel.
La tierra estaba contaminada bajo el peso de sus habitantes, porque ellos transgredieron leyes, violaron estatutos y quebrantaron el pacto eterno. Aquí las leyes son principios rectores, y los estatutos son ordenanzas que acarrean juicio.
En 24:16b y 20b vemos que los infieles obraban sin fidelidad, incluso sin ninguna fidelidad. El peso de las transgresiones agobiaba mucho a la tierra.
En el capítulo 24 también vemos la reacción de Jehová ante la degradación de Israel.
Jehová devasta la tierra y la arrasa; Él trastorna su faz y dispersa a sus habitantes (vs. 1, 4). Esto significa que Él hace que la tierra en la que habita Israel esté sumida en el caos.
Según el versículo 6, una maldición devora la tierra, y los habitantes de ella son tenidos por culpables. Por tanto, los habitantes de la tierra fueron quemados, y quedaron pocos hombres.
La ciudad del caos ha sido derribada, y toda casa ha sido cerrada para que nadie entre. La ciudad quedó desolada, y la puerta fue aplastada hasta quedar en ruinas (vs. 10, 12). Esto indica que la ciudad entera ha sido destruida.
Tiemblan los cimientos de la tierra. La tierra estalla en pedazos, es dividida por completo, es sacudida violentamente y se tambalea como un borracho y oscila como una choza (vs. 18b-20a).
El vino nuevo se lamenta, la vid languidece, y todos los de corazón alegre suspiran (v. 7). La alegría de los panderos cesa, el ruido de los que exultan para y la alegría de la lira cesa (v. 8). Los hombres ya no beben vino con canción, y el licor es amargo para los que lo beben (v. 9). Se oye en las calles clamor por el vino, todo el gozo está oscurecido, y ya se apartó la alegría de la tierra (v. 11).
En el universo, en la relación que existe entre Dios y el hombre, Dios siempre hace algo primero; después, el hombre reacciona ante lo que Dios hace, y entonces Dios interviene en reacción a la reacción humana. Esto es, en cierta manera, como un ciclo, como un intercambio de palabras entre marido y mujer. El esposo le dice algo a la esposa, y la esposa reacciona ante ello. Después, el esposo reacciona ante la reacción de la esposa. Un intercambio similar de palabras con frecuencia tiene lugar entre Dios y el hombre. Dios podría decirnos que debemos amarle, y quizás nosotros le respondamos diciéndole que no podemos amarle. Entonces Dios tal vez nos diga que Él será la fuerza que necesitamos para amarle, pero nosotros quizás contestemos que no sabemos cómo aplicar esta fuerza. Este ciclo de acción y reacción podrá cesar únicamente cuando nos demos cuenta de que nosotros no somos la cabeza. Nosotros no somos quienes tienen derecho a decir sí o no. En esto consiste la sujeción.
Debido a que Israel se había tornado rebelde, Dios usó a Asiria para disciplinarlos. Pero las acciones que Asiria tomó en contra de Israel fueron excesivas; ellos se extralimitaron, sobrepasando los límites puestos por Dios.
Las naciones supusieron ser otros señores de Israel, además de Jehová, y se enseñorearon de Israel (26:13a). Al suponer que ellos eran los señores y actuar como si fueran el amo, las naciones se extralimitaron.
Con respecto a Israel, las naciones fueron como el leviatán, la serpiente huidiza y tortuosa, y como el dragón (o monstruo) que está en el mar (27:1).
Jehová castigará al ejército de lo alto en lo alto, y a los reyes de la tierra en la tierra (24:21). Aquí ejército de lo alto se refiere a Satanás y sus ángeles en el aire. La reacción de Jehová consistirá en tomar medidas tanto con respecto al ejército de Satanás en el aire como con respecto a los reyes en la tierra. Ellos serán reunidos como prisioneros congregados en un calabozo y serán encerrados en la cárcel. Después de muchos días, ellos serán castigados (v. 22).
Jehová convirtió la ciudad de las naciones en montón de escombros, y el pueblo fortificado, en ruinas (25:2a). A causa de la reacción de Jehová, el palacio de los extranjeros ya no es ciudad en absoluto; nunca será reedificado. Por tanto, glorificará a Jehová un pueblo fuerte; le temerán las ciudades de naciones temibles (vs. 2b-3).
En 25:10b-12 vemos que Moab será trillado en su mismo sitio por Jehová, como es trillada la paja en el agua del muladar. Moab extenderá sus brazos en medio del agua, como las extiende el nadador para nadar; pero Jehová abatirá su soberbia y las tretas de sus manos. Jehová abatirá la fortificación inaccesible de sus muros, la humillará, y la echará a tierra, hasta el polvo.
Según 26:5 y 6, Jehová abatió a los que moraban en lo alto, en la ciudad sublime. Él la humilla hasta el suelo; la echa al polvo. Esta ciudad será pisoteada por los pies del pobre y los pasos de los débiles.
Isaías 26:14 nos dice que Jehová visitó y destruyó a quienes suponían ser señores de Israel. Él hizo perecer todo recuerdo de ellos.
Isaías 26:21 dice que Jehová sale de Su lugar para castigar a los habitantes de la tierra por su iniquidad. La tierra revelará la sangre derramada en ella, y no encubrirá ya más a sus muertos.
Finalmente, 27:1 revela que en Su reacción ante las acciones excesivas de las naciones contra Israel, Jehová castigará con Su espada dura, grande y poderosa, al leviatán, la serpiente huidiza y tortuosa. Además, Él matará al dragón (o monstruo) que está en el mar.
