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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Isaías»
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Mensaje 42

LO QUE CRISTO ES COMO MAYORDOMO EN LA CASA DE DIOS, TIPIFICADO POR ELIAQUIM

  Lectura bíblica: Is. 22:15, 20-24; Ap. 3:7

  En este mensaje queremos ver lo que Cristo es como Mayordomo en la casa de Dios, tipificado por Eliaquim. Eliaquim es uno de los tipos más todo-inclusivos de Cristo. Este tipo es visto en solamente cinco versículos de Isaías 22, los versículos del 20 al 24. Pese a ser tan breve, este pasaje de la Palabra es muy difícil de entender e interpretar.

  El tipo presentado en estos versículos revela seis aspectos de Cristo. Primero, Él es el Mayordomo en la casa de Dios. Segundo, Él es el Padre como Fuente y Suministrador para el pueblo de Dios. En una casa, el padre siempre es la fuente de esa familia y el suministrador. Tercero, Cristo es tipificado como Aquel que tiene la llave. En Apocalipsis 3:7, el Señor Jesús se refirió a Sí mismo como Aquel que tiene la llave de David. La casa es el lugar donde uno guarda todas sus cosas preciosas. La casa en la cual se guarda todo lo precioso es la casa del tesoro. Isaías 39:2 relata cómo Ezequías le mostró a los visitantes de Babilonia la casa de su tesoro, que literalmente significa “la casa de sus cosas preciosas”. La casa de David era la casa del tesoro. Ezequías abrió esta casa del tesoro para mostrar a los visitantes de Babilonia las riquezas de la casa de David. Cristo es Aquel que posee la llave de la casa de David.

  Cuarto, Cristo es visto como una clavija, un clavo, que está hincado en lugar seguro. Zacarías 10:4 y Esdras 9:8 son otros dos versículos en los cuales se hace referencia a esta clavija o clavo. Quinto, Cristo es un trono de gloria para la casa de Su Padre. Sexto, Cristo es Aquel de quien cuelga toda la gloria de la casa de Su Padre. Todo el pueblo que forma la casa de Dios cuelga de Él, y dicho pueblo es asemejado a vasos.

  Podemos afirmar que en el Antiguo Testamento ya se hizo referencia a todo cuanto está en el Nuevo Testamento con respecto a Cristo. En principio, esto es verdad. Pero también debemos comprender que hay muchos detalles en el Antiguo Testamento que no pueden ser hallados en el Nuevo Testamento. El Nuevo Testamento no nos dice que Cristo es una clavija, un clavo, y ningún versículo del Nuevo Testamento nos dice directamente que Cristo es el trono. El Nuevo Testamento nos dice que Cristo es un esclavo, un siervo de Dios, pero no nos dice directamente que Cristo es un mayordomo. El Nuevo Testamento nos dice que nosotros, los creyentes, somos mayordomos (1 P. 4:10), pero no usa la palabra mayordomo directamente en referencia a Cristo. Un siervo podría no ser un mayordomo, pero un mayordomo ciertamente es un siervo.

  En tiempos antiguos, una gran familia se valía de un mayordomo para repartir las riquezas de la casa a todos los miembros de la misma. El libro de Génesis relata que José era tal mayordomo de la casa de Faraón a fin de distribuir las riquezas de esta casa. Isaías 22 habla de Sebna como mayordomo sobre la casa del rey, la casa real, la familia real. Todos los tesoros estaban en la casa del rey, y la llave de esta casa estaba en sus manos. A la postre, Sebna fue reemplazado por Eliaquim, un tipo de Cristo como Mayordomo en la casa de Dios. El relato del Nuevo Testamento no contiene tantos detalles con respecto a Cristo. Debemos ver cuán rico es el Cristo todo-inclusivo. Él no solamente es el Mayordomo y el Padre, sino también la clavija y Aquel que tiene la llave. Él también es un trono de gloria y Aquel de quien cuelga toda la gloria de la casa de Su Padre.

  La comunión brindada en este mensaje para señalar los aspectos de Cristo en el tipo de Eliaquim nos muestra que necesitamos la exposición e interpretación de la Biblia. Sin la exposición e interpretación apropiadas de la Biblia, no podríamos entenderla. Darby, Scofield y Newberry reconocieron, todos ellos, que Eliaquim era un verdadero tipo de Cristo. Hoy en día nosotros estamos apoyados en los hombros de los maestros de la Biblia que nos precedieron a fin de que podamos ver más de las riquezas del Cristo todo-inclusivo y profundizar en ellas.

I. EL MAYORDOMO EN LA CASA DE DIOS, EN CUYAS MANOS ESTÁ LA AUTORIDAD ADMINISTRATIVA

  Eliaquim tipifica a Cristo como Mayordomo en la casa de Dios (Is. 22:15, 21a). Cristo es el verdadero mayordomo de la casa de Dios, la familia divina. La casa de Dios es la casa más grande del universo, la cual incluye a todos los creyentes a lo largo de las eras. En esta vasta familia divina, Cristo es el único Mayordomo. Él cuida de la familia de Dios en todo aspecto a fin de servirnos.

  Su servicio es una especie de gobierno, o reinado, que Él ejerce. Al servir, Él ejerce Su señorío, Su autoridad administrativa. Cuando somos servidos por Cristo, estamos sujetos a Su gobierno. Él nos gobierna y nos rige al cuidar de nosotros. Cuanto más Él cuida de nosotros, más estamos sujetos a Su autoridad, a Su administración. Cuando yo fui salvo, inicialmente no tomaba en cuenta el reinado que Cristo ejercía sobre mí en Su gobierno divino. Pero cuanto más avanzaba con el Señor y le disfrutaba, más era cautivado por Él. Cuanto más le disfrutaba, más sujeto estaba a Su gobierno.

  A fines de la década del sesenta y comienzos de los años setenta, en Elden Hall en Los Ángeles, un número de hippies fue salvo y vino a la vida de iglesia. A medida que ellos avanzaban con el Señor y le disfrutaban, eran traídos bajo el gobierno del Señor. Gradualmente, a medida que estos jóvenes eran traídos bajo la autoridad divina, ellos dejaban de ceñirse el cabello con una cinta, se afeitaban y comenzaban a usar medias y zapatos. La mayoría de los jóvenes anhelan libertad. Yo también era así de joven, pero el Señor me salvó. Cuanto más oraba a Él, más le disfrutaba, y cuanto más le disfrutaba, más era restringido por Él. Entonces yo experimentaba, y todavía sigo experimentando, Su gobierno en mi interior. Cuando un mayordomo sirve a los niños de cierta familia, también los gobierna. De manera similar, mientras Cristo como Mayordomo nos sirve en la casa de Dios, Él nos gobierna. Cristo es el Mayordomo de Dios que cuida de los hijos de Dios.

II. EL PADRE COMO FUENTE Y SUMINISTRADOR PARA EL PUEBLO DE DIOS

  Isaías 22:21b dice que Eliaquim, quien tipifica a Cristo, llegará a ser padre para los habitantes de Jerusalén y para la casa de Judá. Cristo es un Padre para nosotros. Como Padre, Él es nuestra Fuente y Suministrador. Cuanto más avanzamos como hijos de Dios, más comprendemos que nuestro Salvador, Cristo, es nuestra Fuente y nuestro Suministrador. Todo procede de Él. Él nos suministra y sustenta físicamente, psicológicamente y espiritualmente en todo aspecto. Si nos hace falta entendimiento y sabiduría, debemos invocarle, volver nuestra mirada a Él y esperar en Él. Entonces, Él será nuestro entendimiento y sabiduría. No debiéramos confiar en nuestro propio entendimiento y sabiduría con respecto a ciertas situaciones o personas. Debemos volver nuestra mirada a Cristo en todo de modo que Él pueda ser nuestro entendimiento y sabiduría. Hoy en día Cristo es un Padre como Fuente y Suministrador que nos sustenta en todas las cosas y de todos los modos posibles.

III. AQUEL SOBRE CUYOS HOMBROS ESTÁ PUESTA LA LLAVE DE LA CASA DE DIOS

  Según es tipificado por Eliaquim, el Cristo todo-inclusivo es también Aquel sobre cuyos hombros fue puesta (Is. 22:22; Ap. 3:7) la llave de (la casa del tesoro de) la casa de Dios (tipificada por la casa de David con miras a la edificación del reino de Dios). La casa de David tenía por finalidad el establecimiento del reino de David, y la casa de Dios tiene por finalidad el establecimiento del reino de Dios. En 2 Samuel 7:16 se nos indica que la casa de David tenía como propósito el reino de David. Hoy en día la casa de Dios tiene como propósito el reino de Dios. La iglesia es la casa de Dios (1 Ti. 3:15), y la iglesia también es el reino de Dios (Mt. 16:18-19; Ro. 14:17). El reino de Dios no es evidente hoy en día debido a que la casa de Dios todavía no ha sido edificada de manera prevaleciente y adecuada. Cuando la iglesia como casa de Dios haya sido adecuadamente edificada, entonces se manifestará como reino de Dios.

  Hoy Cristo tiene la llave de esta casa, este reino. Isaías 22:22 dice que Jehová pondría la llave de la casa de David sobre los hombros de Eliaquim. No se nos dice que Eliaquim posee la llave, sino que ésta es puesta sobre su hombro. Dicha expresión indica que esta llave es una gran llave. Una pequeña llave es meramente sostenida por alguien en su mano, pero no es puesta sobre su hombro. La llave que Dios ha puesto sobre el hombro de Cristo es una gran llave. Una llave tan grande indica que la puerta que esta llave abre es grande y pesada. Tal puerta representa una fortaleza que protege y guarda los tesoros de la casa de Dios.

  La llave sirve para guardar los tesoros de la casa de Dios. Actualmente, los tesoros en la casa de Dios son todas las riquezas de Cristo. En 1962, al inicio de mi ministerio en los Estados Unidos, mis mensajes trataban mayormente sobre el disfrute de las riquezas de Cristo. Después, tuve el sentir que debía avanzar en el ministerio a fin de abrir el Nuevo Testamento a los santos. Por tanto, en 1974 dimos comienzo al estudio-vida del Nuevo Testamento. Aparentemente, hubo un cambio en cuanto al tema de mis mensajes, esto es, del disfrute de las riquezas de Cristo a una exposición del Nuevo Testamento libro por libro. Pero muchos entre nosotros pueden testificar que dicha exposición de la Palabra está llena de las riquezas del Cristo todo-inclusivo.

  El himno #253 en Himnos habla sobre la experiencia de Cristo en contraste con todo lo demás. Este himno habla de las cosas que reemplazan a Cristo, tal como la ley de letras, la filosofía y la religión. Todas estas cosas son verdaderamente “Sebnas” que reemplazan a Cristo. Según Isaías 22, Sebna fue “despedido” y reemplazado con Eliaquim como mayordomo sobre la casa del rey. Darby dijo que Sebna tipifica a un Cristo falso; él debe ser quitado y reemplazado por Cristo. Cristo no debiera ser reemplazado por nosotros. En lugar de ello, nosotros debiéramos ser reemplazados por Cristo. Todos nosotros somos “Sebnas” que debemos ser quitados y reemplazados por el verdadero Eliaquim. En la economía de Dios, Cristo, nuestro Eliaquim, debe reemplazar todo y a todos. Debemos cantar Himnos, #253 teniendo esto en cuenta. Este himno dice:

  1. No la ley de letras
    Quiere darnos Dios,
    Sino el Cristo vivo
    Para salvación.
    No son las doctrinas
    Sino es Cristo quien
    Liberarnos puede
    Del caído ser.

  2. No pueden los ritos,
    Lograr avivar
    El espíritu o el
    Alma transformar;
    Cristo nos da vida
    Como Espíritu,
    Para que expresemos
    Su vida y virtud.

  3. Ni filosofía
    Ni la instrucción,
    Pueden conformarnos
    Al Hijo de Dios;
    Sólo Cristo mismo
    Terminando el yo,
    Nos hace Sus miembros,
    En resurrección.

  4. No las religiones,
    Ni la cristiandad,
    Llevarán a cabo
    Su divino plan;
    Pero Cristo como el
    Todo en mi ser
    A Dios satisface
    Y le da placer.

  5. Dones y funciones
    Que el Señor nos da,
    Nunca a nuestro Cristo
    Pueden reemplazar;
    ¡Sea el todo en todos
    Cristo en nuestro ser!
    ¡Sólo Cristo mismo
    En cualquier hacer!

  No debiéramos permitir que nada ni nadie, incluyéndonos a nosotros mismos, reemplace a Cristo. Debemos ser reemplazados por Cristo. Él mismo tiene que serlo todo en nosotros y para nosotros.

  Cristo tiene una gran llave que abre la casa del tesoro donde están todas Sus riquezas. Cuando Él abre la casa del tesoro, nadie la cierra. Cuando Él cierra la casa del tesoro, nadie la abre. Cristo es Aquel que puede abrirnos todas las riquezas de Dios corporificadas en Él. Él también puede cerrar la puerta que da acceso a estas riquezas. A veces experimentamos que la puerta a los tesoros divinos nos es abierta de modo que somos inundados con dichas riquezas. Pero es posible que otras veces hagamos algo que ofenda al Señor. Entonces, tenemos la sensación de que la puerta está cerrada y que hemos dejado de recibir las riquezas. El cerrar y abrir la puerta tiene una sola finalidad: el disfrute de las riquezas de Cristo como tesoro.

  Creo que la aplicación directa de Isaías 22:22 es ésta: Cristo tiene la llave que controla la puerta de la casa del tesoro de Dios, donde están las riquezas de Dios en Cristo para nuestro disfrute. Hemos experimentado tanto el hecho de que Él nos abre el acceso a estas riquezas así como también que Él cierra el acceso a dichas riquezas. Cuando Él cierra el acceso a estas riquezas, sentimos que nos secamos o que hay cierta escasez en nuestro interior. Nuestra experiencia indica que Cristo es Aquel que tiene la llave que da acceso a todas Sus riquezas.

IV. AQUEL A QUIEN DIOS HINCA COMO CLAVIJA (UN CLAVO) EN LUGAR SEGURO (LOS CIELOS, DONDE CRISTO FUE EXALTADO)

  Cristo es Aquel a quien Dios hincó como clavija, un clavo, en lugar seguro (Is. 22:23a). En tipología, el lugar seguro tipifica el tercer cielo (cfr. 2 Co. 12:2b). Cristo fue levantado de entre los muertos y exaltado al tercer cielo, donde está Dios. En realidad, ser exaltado al tercer cielo equivale a ser exaltado a Dios el Padre, debido a que el Padre está en el tercer cielo. En Lucas 15:18 el Señor Jesús, al relatarnos la historia del hijo pródigo, dice: “Padre, he pecado contra el cielo y ante ti”. La expresión contra el cielo equivale a ante ti (Dios el Padre). Pecar contra el cielo es pecar ante Dios porque Dios el Padre está en el cielo (Mt. 6:9). El cielo, refiriéndose a los cielos, es el lugar seguro donde está Dios el Padre.

  Si no tuviéramos el libro de Isaías, no sabríamos que cuando Dios exaltó a Cristo, Dios lo hincó como clavija en el lugar en que Él mismo está, es decir, los cielos. Hoy, Cristo está en los cielos como clavija hincada en Dios. Él es la clavija de la cual todos nosotros colgamos. A veces, cuando me encontraba en un avión viajando a otra ciudad, el diablo me inyectaba el pensamiento de que el avión en el que estaba volando caería. Mi respuesta ante tal pensamiento era: “En realidad, yo no estoy en este avión, sino que estoy en Cristo”. En otras palabras, yo no colgaba de dicho avión, sino de Cristo. Cristo es la clavija de la cual cuelgo. Las hermanas podrían pensar que cuelgan de sus esposos, pero ellas deben darse cuenta de que sus esposos no son “clavijas” buenas ni confiables. La mejor clavija es Cristo, quien ha sido hincado en Dios en los lugares celestiales.

V. UN TRONO DE GLORIA (LA GLORIA DE LA AUTORIDAD ADMINISTRATIVA) PARA LA CASA DE SU PADRE

  Cristo, como clavija, llegará a ser un trono de gloria para la casa de Su Padre (Is. 22:23b). En hebreo, la palabra que aquí se tradujo gloria significa tanto honra como gloria. Cristo es un trono de honra, un trono de gloria. Según Isaías 22:24, la gloria es los hijos de Dios como prole y posteridad de Dios, y estos hijos de Dios son los vasos de Cristo, los cuales cuelgan de Él como clavija. El hecho de que Cristo sea un trono de gloria para la casa de Su Padre es producto de que Su pueblo, conformado por Sus vasos, cuelgue de Él como clavija a fin de contenerlo y ministrarlo a los demás. Estas personas, los hijos de Dios, son la gloria de Cristo. Con la gloria hay un trono, y este trono en realidad es Cristo. El trono representa la autoridad administrativa y el reino. Cristo, en Su autoridad administrativa, es el trono que gobierna todo dentro de la casa de Dios.

VI. AQUEL DE QUIEN CUELGA TODA LA GLORIA DE LA CASA DE SU PADRE

  Cristo es Aquel de quien cuelga toda la gloria de la casa de Su Padre: la prole y posteridad (los descendientes) del Padre, todos los vasos más pequeños, desde los tazones hasta los jarros (Is. 22:24). La gloria hace referencia a los descendientes de Dios, todo el pueblo de Dios. Los hijos son la gloria de los padres. Como hijos de Dios, somos Su prole y posteridad. Prole implica la segunda generación, y posteridad implica las posteriores generaciones. Algunos libros de consulta indican que prole es la misma palabra que se usa para retoño, y que posteridad es la misma palabra que se usa para crecimiento. Como hijos de Dios somos Sus retoños y Su crecimiento. Los hijos de Dios son Su prole y posteridad, y como tales, son la gloria de la casa de Dios. En Isaías 22:24 gloria está en aposición con prole y posteridad. Por ende, se refieren a la misma cosa.

  Más aún, prole y posteridad está en aposición con todos los vasos más pequeños, desde los tazones hasta los jarros. La gloria hace referencia a los hijos de Dios, y los hijos de Dios son estos vasos. Hoy en la casa de Dios, por un lado, somos hijos de Dios, y por otro, somos vasos. La palabra hebrea para tazones también puede ser traducida copas, y la palabra hebrea para jarros hace referencia a botellas más grandes y voluminosas, o cántaros. Algunos de los hijos de Dios son más pequeños, como copas, y otros son más grandes, como jarras, botellas voluminosas o cántaros. Ya sea que seamos copas pequeñas o botellas voluminosas, todos somos vasos.

  Los tazones o copas son vasijas pequeñas para contener agua, y las botellas voluminosas, cántaros o jarras son vasijas grandes para contener vino. El agua tipifica al Espíritu de Cristo, y el vino tipifica la vida divina. Esto significa que en la casa de Dios todos Sus hijos son vasos que contienen Su Espíritu en calidad de agua que aplaca la sed de la gente y Su vida en calidad de vino que anima a las personas para que se regocijen. Cuando fuimos salvos, recibimos a Cristo como agua viva. Después, ese agua se convirtió en vino para nosotros. Todos debiéramos ser llenos del agua divina y del vino divino.

  A veces estamos demasiado callados en las reuniones porque no estamos llenos de la vida divina. Debemos “embriagarnos” del vino divino, la vida de Dios. Debemos ser aquellas botellas voluminosas que están llenas de la vida de Dios como vino nuevo. Si estamos “embriagados” de este modo, no podremos permanecer callados. Más aún, algunos de nosotros están demasiado deprimidos. Si somos llenos del vino nuevo, seremos personas felices y entusiastas. Estaremos listos para escuchar las palabras del ministerio y para recibir la ayuda que nos provee el ministerio. El vino nuevo, en un sentido apropiado, hará que nos volvamos “locos”. Cuando todos estemos “locos” al ser llenos del vino nuevo, también disfrutaremos del derramamiento del Espíritu. Estaremos llenos de gozo y regocijo. Incluso quizás nos entusiasmemos tanto que saltemos delante del Señor.

  En lugar de ser llenos del vino divino hasta tal grado, es posible que meramente seamos personas simpáticas, amables y mesuradas. Ser simpático, amable y mesurado de este modo equivale a estar muerto. En lugar de ser miembros vivientes del Cuerpo de Cristo, es posible que estemos “requetemuertos”. Si nos sentimos muertos, debemos beber del agua viva y beber del vino nuevo. El agua viva aplacará nuestra sed, y el vino nuevo hará que seamos alegrados hasta regocijarnos.

  Isaías 22:24 indica que los vasos, que sirven para contener agua y vino, cuelgan de Cristo, la clavija. Esto implica que en la casa de Dios todas las riquezas del abundante suministro destinado a ser disfrutado por los hijos de Dios cuelgan de Cristo como clavija, lo que sostiene todo ello. Esto implica también que en la casa de Dios todos Sus hijos que cuelgan del Cristo todo-inclusivo y que son vasos que contienen las riquezas de Dios halladas en este Cristo, también deberán ser vasos que ministren Cristo a los demás. Por ser vasos, servimos para contener el agua viva y el vino nuevo para nuestro disfrute, y además, servimos para ministrar las riquezas de Cristo a los demás.

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