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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Isaías»
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Mensaje 13

LA VISIÓN DE LA ECONOMÍA DE DIOS QUE ESTÁ ESCONDIDA EN LA PROFECÍA DE ISAÍAS

  Lectura bíblica: Is. 22:19-25; Ro. 6:6; 11:17; Jn. 15:5; Gá. 2:20; Col. 2:16-17

  En este mensaje quisiera hablarles sobre algo que reviste crucial importancia: la visión de la economía de Dios que está escondida en los primeros veintitrés capítulos de la profecía de Isaías. Ahora que ya abordamos los primeros veintitrés capítulos de Isaías, quisiera hacer una pregunta: ¿Cuál es el asunto principal abarcado en estos capítulos? Planteando esta misma pregunta de otro modo: ¿Han visto la visión de la economía de Dios oculta en estos capítulos? Mi carga en este mensaje es que todos podamos ver esta visión.

TRES ASUNTOS IMPORTANTES

El perdón de los pecados

  Hay una serie de asuntos importantes que son abarcados en Isaías 1—23. Por ejemplo, en 1:18 se nos habla acerca de ser limpios de nuestros pecados: “Venid ahora, y razonemos juntos, / dice Jehová: / Aunque vuestros pecados sean como la escarlata, / quedarán tan blancos como la nieve; / aunque sean rojos como el carmesí, / quedarán como la lana”. Esto se relaciona con lo dicho en 38:17: “Has echado tras Tus espaldas / todos mis pecados”. Dios nos ha perdonado nuestros pecados y los ha echado tras Sus espaldas. Aunque el perdón de pecados es algo maravilloso, esto no constituye la economía de Dios que está escondida en la profecía de Isaías.

La señal de la virgen que concibe y da a luz un hijo

  Otro asunto de gran importancia es la señal mencionada en Isaías 7:14, la señal de la virgen que concibe y da a luz un hijo. Este versículo dice: “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí, la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel”. Esta señal abarca no solamente el pasado y el presente, sino también la eternidad. Los sesenta y seis libros de la Biblia hallan su consumación en la Nueva Jerusalén (Ap. 21—22), y la Nueva Jerusalén es la suma total de Emanuel. La señal de Emanuel halla su consumación en la Nueva Jerusalén: la totalidad de Dios con nosotros.

Recibir y disfrutar a Dios como nuestra salvación

  Un tercer asunto importante se encuentra en el capítulo 12 de Isaías. Este capítulo nos muestra cómo recibir a Dios mismo como nuestra salvación y disfrutarle como tal. La manera en que disfrutamos a Dios como nuestra salvación, sacando aguas con regocijo de los manantiales de salvación, consiste en alabar al Señor, invocar Su nombre, clamar y dar gritos resonantes (vs. 3-4, 6). Sin embargo, es posible disfrutar a Dios como nuestra salvación y, aun así, no ver la visión de la economía de Dios que está escondida en los primeros veintitrés capítulos del libro de Isaías.

TODA PERSONA Y COSA ES “DESPEDIDA” POR DIOS Y REEMPLAZADA CON CRISTO

  El contenido de los primeros doce capítulos de Isaías es el Cristo todo-inclusivo. Esta sección de Isaías comienza con la degradación del pueblo de Dios y concluye con el disfrute de Dios como nuestra salvación. Si la profecía de Isaías concluyera con el capítulo 12, tal vez podría parecernos suficiente. Por supuesto, este libro es mucho más largo, y los siguientes once capítulos tratan sobre el juicio de Dios.

  Isaías 13—23 habla sobre el juicio de Jehová sobre las naciones, el cual incluye a Jerusalén, y sobre el fruto de tal juicio. Aquí Dios consideró a Israel igual que las naciones. La clave de esta sección de Isaías es el “despido” realizado por Dios y el reemplazo efectuado con Cristo. Al ejecutar Su juicio Dios desechó, o “despidió”, a todos y todo. Según Isaías, toda la disciplina y todos los juicios de Dios son formas de despedir. Todos los reyes de las naciones, incluyendo a los reyes de Babilonia y Asiria, fueron establecidos por Dios. Él los designó como reyes, o los contrató, y con el tiempo también los despidió. Ellos fueron designados por Él, pero demostraron no ser aptos y cometieron muchos errores. Por tanto, llegó el tiempo en que Dios intervino para despedirlos. Después de haberlos contratado y despedido, tienen que ser reemplazados. ¿Quién es su reemplazo? El reemplazo es Cristo, Emanuel.

  Dios no solamente despidió a los reyes de las naciones, sino que también despidió a Sebna, el mayordomo sobre la casa del rey (22:15), y lo reemplazó con Eliaquim, un tipo de Cristo (vs. 20-24; Ap. 3:7). Dios también despidió todos los utensilios y vasos, todos los tazones y los jarros (Is. 22:25).

  Lo que tenemos aquí es un cuadro que nos muestra que en el universo todo cuanto está en la casa de Dios y fuera de la casa de Dios debe ser despedido y reemplazado con Cristo. Las naciones, el mayordomo, y todos los tazones y los jarros en la casa del rey deben ser reemplazadas. Dios reemplazó a todos ellos con Emanuel. Él reemplazó a todos y a todo con Cristo. Ésta es la razón por la cual Cristo es revelado como un Padre, un Mayordomo, un trono de gloria y una clavija (un clavo) hincada en lugar seguro (una pared), de la cual cuelgan todos los utensilios y vasos: todas las cosas que pertenecen a Dios para ser disfrutadas por Su pueblo. Aquí vemos que Dios despide toda cosa y toda persona que no sea Cristo mismo.

  En estos mensajes sobre Isaías, es necesario que veamos no solamente la manera de disfrutar a Dios como nuestra salvación, sino también que hemos sido despedidos por Dios y reemplazados con Cristo. Dios nos creó para que fuésemos hombres, pero ahora Él nos ha despedido, nos ha desechado, en lo referente a ser hombres. Aunque fuimos despedidos, es posible que todavía procuremos mantener nuestro puesto como hombres y sigamos intentando ser hombres. Debemos ver que cuando Dios nos creó, Él nos contrató, y que cuando Él nos puso en la cruz, crucificándonos con Cristo, Él nos despidió. Todos nosotros hemos sido despedidos por Dios. Al respecto, Gálatas 2:20 dice: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”. Dios despidió a todos en la cruz, y Él reemplaza a todos con Cristo.

LA VERDADERA VIDA DE IGLESIA

  Después que Dios despide y reemplaza con Cristo a todo y a todos, primero ocurre la restauración del reino y después la restauración del cielo nuevo y la tierra nueva con miras a la Nueva Jerusalén. Eso será la verdadera vida de iglesia. La verdadera vida de iglesia es una vida en la cual todos los santos han sido despedidos y reemplazados con Cristo. Esto hará que Cristo lo sea todo en la iglesia. Ésta es la visión de la economía de Dios que está escondida en Isaías 1—23, y espero que todos podamos verla.

NO ES UN INTERCAMBIO, SINO UN REEMPLAZO

  En el cristianismo se recalca mucho que Cristo es nuestro sustituto, quien murió una muerte vicaria en la cruz, llevando sobre Sí el juicio que nosotros merecíamos. Aunque es verdad que en la revelación divina con respecto a la salvación de Dios, Cristo es nuestro sustituto, Él es más que solamente nuestro sustituto. Cristo se hace uno con nosotros y nos reemplaza. Esto es algo que va más allá de la muerte vicaria de Cristo en la cruz. Debido a que Cristo se unió con nosotros, haciéndose uno con nosotros, cuando Él murió en la cruz, nosotros morimos con Él y fuimos aniquilados (Ro. 6:6).

  Al respecto, los cristianos de la vida interior usaron el término intercambio en lugar de reemplazo, afirmando que ha ocurrido un intercambio de la vida de Cristo por nuestra vida. Sin embargo, si una cosa es intercambiada por otra, no hay lugar para que ambas se unan. La enseñanza sobre la vida intercambiada no se ajusta con precisión a la verdad. El reemplazo requiere que ocurra cierta unión, mientras que el intercambio anula nuestra unión con Cristo.

Una vida injertada

  En el Nuevo Testamento, el hecho de que Cristo nos reemplace está íntegramente relacionado con la vida injertada. Esta vida injertada es el aspecto sobresaliente de la salvación de Dios presentada en Juan 15. Cristo es la vid, y nosotros somos los pámpanos (v. 5). Nosotros, que éramos ramas del olivo silvestre, hemos sido injertados en Cristo (Ro. 11:17). Por tanto, estamos unidos con Cristo, y en esta unión Cristo nos reemplaza. Él nos reemplaza al vivir en nosotros, con nosotros, por nosotros y a través de nosotros. Vivimos, pero no nosotros, sino que Cristo vive en nosotros, y nosotros vivimos por la fe del Hijo de Dios. Esto indica que hay una unión con Cristo.

La lucha en torno a ser reemplazados

  En toda la Biblia, de Génesis a Apocalipsis, hay una lucha entre Dios y el hombre. El hombre quiere reemplazar a Dios. Al reaccionar ante Dios, el hombre trata de reemplazar a Dios, ponerlo a un lado, expulsarlo. Pero en Su reacción ante el hombre, Dios no pone a un lado al hombre ni lo expulsa; más bien, Él coloca al hombre en posición de ser aniquilado de modo que el hombre pueda vivir por otra persona: Cristo.

  Aunque Dios desea reemplazar al hombre, el hombre no está de acuerdo con esto, debido a que Satanás está detrás del hombre. Según Isaías 14:12-14, Satanás fue el primero que intentó reemplazar a Dios, expulsar a Dios y tomar el lugar de Dios, al elevar su trono y hacerse igual al Altísimo. Ahora Satanás está detrás del hombre, procurando poner a un lado a Dios y expulsarlo. Incluso cuando el hombre desea hacer algo para Dios, pone a un lado a Dios. Éste es un asunto crucial que todos debemos conocer.

Cristo llega a serlo todo

  Debido a la reacción del hombre, Dios, quien había contratado a todos, finalmente despidió a todos para poder reemplazarlos con Cristo. Cuando toda persona y cosa sea reemplazada con Cristo, entonces Cristo llegará a serlo todo. Por ejemplo, Él llega a ser para nosotros tanto el Renuevo de Jehová como el fruto de la tierra.

  En Isaías todo ha sido despedido, desechado por Dios, y luego este mismo Dios que despidió todas las cosas interviene a fin de reemplazarlo todo con Cristo. Éste es el concepto de Pablo en Colosenses 2:16 y 17: “Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o Sábados, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; mas el cuerpo es de Cristo”. Aquí Pablo dice que nuestro alimento y bebida, fiestas, lunas nuevas y Sábados, todos ellos son sombras de Cristo. Cristo, por tanto, reemplaza todas las cosas en la economía antiguotestamentaria de Dios.

  Dios puso todas las cosas en su lugar y luego las despidió. Él puso a todos los reyes en sus respectivos cargos, y después los despidió a todos e hizo de Cristo el único Rey. Sin embargo, el reinado de Cristo es un reinado corporativo, el cual incluye a Cristo y a todos los que son uno con Él. Del mismo modo, el sacerdocio es un asunto corporativo: Cristo es el Sumo Sacerdote, y nosotros somos uno con Él. De este modo, Dios reemplaza todas las cosas con Cristo, y nosotros somos unidos a Cristo. Por un lado, hemos sido despedidos; por otro, no somos expulsados, pues Cristo viene a vivir en nosotros, con nosotros, por nosotros y a través de nosotros. Éste es Emanuel que lo reemplaza todo y llega a serlo todo en la economía de Dios.

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