Mensaje 23
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Lectura bíblica: Is. 43; Is. 45; Hch. 2:17a; Jn. 10:11; He. 10:7; Jn. 5:30b; Neh. 2:5-6; Esd. 1:2-3; Jn. 2:19; Is. 42:1a; Lc. 4:18c; Ap. 1:5a
En este mensaje veremos que del capítulo 43 al 45 Cristo, el Siervo de Jehová, es tipificado por Ciro, el rey de Persia, quien fue el pastor provisto por Jehová y aquel que cumplió todos los deseos de Jehová.
En Isaías 43 encontramos las palabras de consuelo y aliento de Jehová para Israel.
En el versículo 1 Jehová le dice a Israel que no tema. Este versículo dice: “Ahora pues, así dice Jehová, / que te creó, oh Jacob, y que te formó, oh Israel: / No temas, porque Yo te redimí; / te llamé por tu nombre; Mío eres tú”.
A continuación, los versículos 2 y 3 dicen: “Cuando pases por las aguas, Yo estaré contigo; / y si por los ríos, no te anegarán. / Cuando andes por el fuego, no te quemarás, / ni la llama te consumirá. / Porque Yo soy Jehová tu Dios, / el Santo de Israel, tu Salvador”. El versículo 4 continúa diciendo que a los ojos de Jehová, Israel es precioso y honorable. Ser precioso atañe al valor que algo tiene, y ser honorable atañe a su posición o condición. Por ser el pueblo de Dios, nosotros debemos ser tanto preciosos como honorables.
Isaías 43:5-7 dice: “No temas, porque Yo estoy contigo; / del oriente traeré tu descendencia, / y del occidente te recogeré. / Diré al norte: Entrégalos, / y al sur: No los retengas. / Trae de lejos a Mis hijos, / y a Mis hijas de los confines de la tierra, / a todo el que es llamado por Mi nombre, / a quien he creado, formado y hecho para gloria Mía”. Del oriente significa del río, y del occidente significa del mar. Del este, del oeste, del norte y del sur, Dios reunirá a los israelitas que estaban dispersos.
En 41:8 Israel es llamado el siervo de Dios. Israel es el siervo de Dios en el sentido de que cumple con el deseo de Dios en Su economía, el cual consiste en obtener una expresión corporativa de Dios para Su gloria. Dios desea obtener tal expresión corporativa a fin de que Él sea glorificado. Ésta es la razón por la cual 43:7 dice que Dios creó, formó e hizo a Israel para gloria Suya. La gloria de Dios puede ser expresada únicamente por un grupo de personas. Israel es el siervo de Dios en el sentido de que cumple el propósito de Dios de obtener una expresión corporativa para gloria Suya.
Ciro era también un siervo de Dios. Debido a que Ciro fue usado por Dios e hizo muchas cosas para Dios, él era un siervo de Dios. Dios necesitaba de alguien que derrotara a Babilonia, Su enemigo, que había capturado a Su pueblo y destruido el templo. Ciro fue usado por Dios para doblegar a Babilonia. Después de enseñorearse de Babilonia, Ciro, según el deseo de Dios y después que se cumplieron los setenta años del cautiverio de Israel, proclamó la liberación de Israel del cautiverio. Ciro también promulgó un decreto que permitía a los judíos reedificar el templo en Jerusalén (Esd. 1:2-3). Al hacer estas cosas, Ciro ciertamente fue uno con Cristo como siervo de Jehová. Estos tres asuntos —la derrota de Babilonia, la liberación de Israel y el decreto referente a la reedificación del templo— fueron asuntos de gran importancia para el cumplimiento de la economía de Dios en aquel tiempo. Estos tres asuntos también son tipos, que representan: la derrota de Satanás efectuada por Cristo, la liberación de los creyentes del cautiverio y la edificación de la iglesia como templo de Dios.
Es fácil para nosotros percatarnos de que Ciro era uno con Cristo como siervo de Dios, pero es difícil darnos cuenta de esto con respecto a Israel. Por tanto, debemos ver que aparte de Israel, Ciro no podría haber hecho nada como siervo de Dios. Por ejemplo, Ciro liberó a los cautivos, pero ¿quiénes eran los cautivos? Los cautivos eran los del pueblo de Israel, el pueblo que habría de ser usado por Dios a fin de expresarlo de manera corporativa para Su glorificación. En este sentido Israel era uno con Cristo como siervo de Dios. El siervo de Jehová es una entidad corporativa, e Israel, habiendo sido liberado por Ciro, formaba parte de este siervo corporativo.
El punto que deseamos recalcar es que en la economía de Dios, Cristo lo es todo. Él es quien libera, lo cual está tipificado por Ciro, y Él también es aquel que es liberado, tipificado por Israel. En términos de la tipología, Ciro —el que libera— e Israel —el que es liberado— forman parte de Cristo, quien es la realidad de todas las cosas en el mover de Dios, la centralidad y universalidad de la gran rueda del mover de Dios.
Hoy en día la iglesia es el testimonio de Dios en el sentido de ser uno con Cristo como testimonio de Dios. Al ser tal testimonio, la iglesia sirve a Dios. Por este motivo, todos los elegidos de Dios pueden ser considerados siervos de Dios juntamente con Cristo para la expresión de la gloria de Dios. El propósito de nuestro servicio es glorificar a Dios. El servicio más elevado que podemos rendirle a Dios es expresar Su gloria.
Los versículos 10 y 11 dicen: “Vosotros sois Mis testigos, declara Jehová, / y Mi siervo a quien he escogido, / para que me conozcáis y creáis, / y entendáis que Yo soy Aquél. / Antes de Mí no fue formado ningún Dios, / ni después de Mí lo habrá. / Yo, Yo soy Jehová, / y fuera de Mí no hay Salvador”. ¿Cómo se puede demostrar que sólo Jehová es Dios? Esto puede ser demostrado únicamente por un grupo de personas que sean testigos de Dios. Aquellos que son testigos de Dios son también Sus siervos. Cristo es el Testigo de Dios y Su Siervo. Hoy en día nosotros, el pueblo de la iglesia, somos uno con Cristo en calidad de testigos y siervos de Dios.
El versículo 14 dice que por causa de Israel Dios envió a Babilonia, y a todos ellos hará “descender como fugitivos”. Después, del versículo 18 al 21, Jehová le dice a Israel que no se acuerde de las cosas anteriores ni considere las cosas antiguas. Él quería que Israel se olvidara de los setenta años que pasó en Babilonia y supiera que Dios estaba a punto de hacer cosa nueva: “He aquí, Yo hago cosa nueva; / pronto saldrá a luz; / ¿no la conocéis? / Aun abriré camino en el desierto, / ríos en el yermo [...] / Este pueblo he formado para Mí mismo; / anunciará Mi alabanza” (vs. 19, 21).
En los versículos 22 y 23a Jehová le dice a Israel que ellos no le habían invocado, sino que de Él se habían cansado. Ellos no le habían traído oveja de sus holocaustos ni le habían honrado con sus sacrificios. Ciertamente le habían abrumado con sus pecados y le habían cansado con sus iniquidades (v. 24b). No obstante, en el versículo 25 Jehová declara: “Yo, Yo soy quien borro tus transgresiones por amor de Mí mismo, / y no me acordaré de tus pecados”.
Isaías 44 contiene las palabras con las que Jehová pastorea a Su siervo Israel.
Los versículos del 1 al 4 hablan sobre la restauración de Israel. Jehová, el que formó a Israel desde el vientre, le dice a Israel que no tema. Después, procede a decirle: “Porque Yo derramaré aguas sobre la tierra sedienta, / y torrentes sobre la tierra seca; / Mi Espíritu derramaré sobre tu descendencia [Hch. 2:17a], / y Mi bendición sobre tu prole. / Brotarán entre la hierba, / como álamos junto a las corrientes de las aguas” (Is. 44:3-4).
Jehová, el Rey de Israel y su Redentor, es el Primero y el Postrero, y fuera de Él no hay Dios (v. 6). Israel es testigo de que Jehová es el único Dios. Al respecto, el versículo 8b dice: “Vosotros sois Mis testigos. ¿Hay otro Dios fuera de Mí? / ¿O hay otra Roca? No conozco ninguna”. Todos los que hacen ídolos son vacuidad, y de nada les aprovecharán las cosas en que se deleitan (v. 9).
Jehová formó a Israel, Su siervo, y Él no se olvidará de Israel (v. 21). Él ha borrado, como una densa nube, sus transgresiones, y como una nube, sus pecados. Por tanto, Jehová dice: “Vuélvete a Mí, porque Yo te he redimido. / Cantad de gozo, oh cielos, porque Jehová lo cumplió. / Gritad, oh profundidades de la tierra; / prorrumpid, oh montes, en canciones, / y el bosque y todo árbol que en él está; / porque Jehová ha redimido a Jacob, / y en Israel será glorificado” (vs. 22-23).
Jehová confirma la palabra de Su siervo y cumple el consejo de Sus mensajeros. Jehová también dice a Jerusalén: “Ella será habitada”, y a las ciudades de Judá: “Serán edificadas, y sus ruinas levantaré” (v. 26). Él dice a las profundidades: “Secaos, y tus ríos haré secar” (v. 27). Más aún, Jehová le dice a Ciro: “Es mi pastor”, indicando que Ciro es el pastor provisto por Dios para pastorear a Israel. Jehová también le dice a Ciro: “Cumplirá todos Mis deseos”. Ciro hará esto al decir de Jerusalén: “Ella será edificada”, y del templo: “Serán puestos sus cimientos” (v. 28). Estas palabras son gratas a los oídos de Dios.
Isaías 45 habla sobre aquel que es un siervo y testigo de Jehová.
En este capítulo un siervo de Jehová es levantado por Jehová en justicia (v. 13a); es llamado por Jehová (vs. 3b, 4b) y escogido por Él (42:1a) por amor de Su siervo Israel (45:4a); es ungido por Jehová (v. 1a) para sojuzgar a las naciones (vs. 1b-2), para edificar Jerusalén, la ciudad de Jehová (v. 13b; cfr. Neh. 2:5-6), y para soltar a los cautivos de Jehová procedentes de Israel ni por precio ni por recompensa (Is. 45:13c; Lc. 4:18c).
Un testigo de Jehová testifica del hecho que únicamente Jehová es “Jehová” y que fuera de Él “no hay ningún otro” (Is. 45:5a). Aparte de Jehová no hay otro Dios. Jehová es el único que “forma la luz y crea las tinieblas, / que hace la paz y crea el mal” (v. 7). Aquí mal hace referencia a la carencia de paz.
Isaías 45:8 dice: “Gotead, oh cielos, de arriba, / y las nubes destilen justicia; / ábrase la tierra / y produzca salvación y justicia; / háganse brotar juntamente; / Yo, Jehová, lo he creado”. ¿Qué significa decir que “las nubes destilen justicia”? Esto significa que el Espíritu fluirá a fin de que Cristo como justicia sea impartido a los pueblos de la tierra. Aquí la tierra significa los seres humanos. Por tanto, que la tierra se abra equivale a que las personas se abran. Por un lado, Dios hace que el Espíritu fluya desde los cielos para impartir a Cristo como justicia en las personas; por otro, Dios hace que las personas, en calidad de tierra, se abran y se produzca salvación y justicia, las cuales son el propio Cristo. En este versículo, por tanto, encontramos una descripción de cómo Dios lleva a cabo Su salvación. Dios lleva a cabo Su salvación al valerse de Su Espíritu para hacer descender a Cristo como justicia y al hacer que las personas se abran para recibir a Cristo como salvación y justicia.
Jehová es “un Dios que se esconde” (v. 15). Incluso hoy, Dios se esconde. Jehová es también el Salvador de Israel, el Salvador de aquellos que han “escapado de entre las naciones” (vs. 15, 20a). Sin embargo, los que hacen ídolos serán avergonzados y aun confundidos (v. 16).
En Isaías 45:20-25 hallamos la invitación amorosa de Jehová.
Primero, hay una invitación a volverse a Jehová para salvación. “Volved a Mí y sed salvos, / todos los confines de la tierra, / porque Yo soy Dios, y no hay ningún otro” (v. 22).
Toda rodilla se doblará ante Jehová, y toda lengua jurará (v. 23).
“Se dirá de Mí: Sólo en Jehová / hay justicia y fuerza. / A Él acudirán, / y todos los que contra Él arden de ira serán avergonzados” (v. 24). Aquí justicia se refiere a la salvación, y fuerza, a la vida. Esto quiere decir que en Jehová encontramos salvación y vida. Aquellos que acuden a Él serán salvos, pero quienes se le oponen serán avergonzados.
Según el versículo 25, en Jehová será justificada y se gloriará toda la descendencia de Israel. Aquí, ser justificados es ser salvos. En Jehová toda la descendencia de Israel será salva y se gloriará.
En los capítulos del 41 al 45, Isaías nos presenta una conclusión. En los primeros cuarenta capítulos, Isaías nos reveló —de manera escondida— la economía de Dios, la cual consiste en obtener un pueblo para que Cristo, la corporificación de Dios, pueda ser expresado como Aquel que lo es todo, a fin de que Él pueda ser la centralidad y universalidad de todas las cosas en la economía de Dios. Dios en Cristo y Cristo con Dios han llegado a este punto, esto es, que Cristo sea expresado como la centralidad y universalidad de Dios, al grado que Ciro, un rey gentil, ha llegado a ser uno con Cristo y que incluso el lastimoso Israel también ha llegado a ser uno con Él. Sin duda alguna, Isaías era uno con Dios. Por tanto, Ciro, Israel e Isaías fueron uno con Dios a fin de que Dios obtenga una expresión corporativa.
Todo aquel que es uno con Cristo, incluyéndonos a nosotros mismos, tipifica a Cristo, debido a que es parte de Cristo. Todos aquellos que forman parte de Cristo son tipo de Cristo, el Siervo de Dios, y también son siervos de Dios. Toda otra persona ha sido descartada, “despedida” y desechada por Dios. Los que somos uno con Cristo también hemos sido despedidos por Dios, pero a diferencia de los incrédulos, hemos sido reemplazados con Cristo para ser uno con Él; más aún, los que somos uno con Cristo hemos llegado a ser un gran Cristo corporativo. Este Cristo corporativo es igual a Cristo, el individuo, al ser el testimonio y siervo de Dios.
La economía de Dios consiste en hacer que Cristo sea procesado para cumplir con los propósitos divinos a fin de ser la centralidad y universalidad de la gran rueda del mover de la Trinidad Divina con miras a la impartición divina de Sí mismo en Sus elegidos. Tal impartición divina se halla implícita en todo el libro de Isaías. Por ejemplo, el niño que nos es nacido y el hijo que nos es dado (9:6) tiene por finalidad la impartición del Dios Triuno en Su pueblo escogido. Beber del agua de la salvación de Dios es recibir Su impartición (12:3). El banquete (25:6) —con Cristo como dosel (4:5-6) que cubre la situación en su totalidad— tiene por finalidad que las riquezas del Dios Triuno sean impartidas en aquellos que disfrutan a Cristo.
En el caso de Ezequías, del capítulo 36 al 39, no vemos nada relacionado con la impartición divina, pero vemos mucho de esta impartición en el capítulo 40. Cuando una persona se da cuenta de que ella no es nada, que está en proceso de marchitarse y desvanecerse, y que únicamente Dios lo es todo y únicamente Él permanece para siempre, entonces tal persona estará dispuesta a acudir a la palabra de Dios para ser regenerada. La regeneración efectuada por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (40:6-8) es fruto de la impartición de Dios en el hombre. La regeneración es, de hecho, una gran impartición. Nacimos de Adán para ser personas efímeras, pero fuimos regenerados para ser personas eternas. En la regeneración, el Dios Triuno se imparte en nosotros como vida para hacer de nosotros personas eternas. La regeneración es seguida por la transformación. Llegar a ser personas transformadas que se remontan con alas como las águilas (v. 31) también guarda relación con la impartición divina.