Mensaje 24
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Lectura bíblica: Is. 46; Is. 47; Is. 48; Jn. 6:38; Mt. 3:17; Is. 45:3-4
En este mensaje consideraremos los capítulos del 46 al 48. En estos capítulos, Cristo, el Siervo de Jehová, es tipificado por Ciro como aquel que libera de Babilonia a los cautivos pertenecientes a Jehová, miembros del amado Israel.
Según 46:1-2 y 5-7, los ídolos de Babilonia eran impotentes e inútiles y no podían compararse con Jehová; más aún, los ídolos eran una carga para Israel en su cautiverio inminente. Al respecto, Isaías 46:1 y 2 dicen: “Se ha postrado Bel; Nebo se doblega; / sus ídolos están puestos sobre bestias y sobre vacas; / las cosas que lleváis son pesadas, / una carga para la bestia fatigada. / Se han doblegado y a una se han postrado; / no pueden escaparse de la carga, / sino que ellos mismos han ido en cautiverio”. Bel era uno de los dioses de los babilonios, que algunos suponen equivalga al nombre babilónico de Baal.
En lugar de ser de alguna ayuda para el pueblo de Israel, los ídolos eran una carga pesada para ellos, pues la gente tenía que cargarlos. Cuando Israel fue hecho prisionero por los babilonios, el pueblo de Dios se rehusó a dejar a sus ídolos y tuvo que cargarlos desde la buena tierra hasta Babilonia. En estos versículos, Isaías, hablando burlonamente, parecía decir: “Ustedes, pueblo de Israel, han hecho ídolos para ustedes mismos, pero ellos no hacen nada por ustedes. Un día, ustedes serán capturados y tendrán que llevar sus ídolos consigo como quien lleva una pesada carga al cautiverio”.
Todo lo que reemplace a Dios u ocupe la posición de Dios en nuestra vida es un ídolo que se convierte en una carga para la persona que adora dicho ídolo. Hoy en día la sociedad humana alienta a las personas a hacer para sí ídolos. Cierta persona, la educación o una posición elevada en una empresa, todos pueden convertirse en un ídolo para nosotros. A la postre, ningún ídolo nos ayudará, sino que se convertirá en una pesada carga que tendremos que llevar.
Únicamente Jehová es Dios y únicamente Él puede salvar. Al respecto, 46:9 dice: “Acordaos de las cosas anteriores ya pasadas, / que Yo soy Dios, y no hay ningún otro; / Yo soy Dios, y no hay nadie como Yo”. Únicamente después de caer cautivos en Babilonia comprendió el pueblo de Israel que sólo Jehová es Dios. Este cautiverio les demostró que todo ídolo es impotente, inútil e incapaz de hacer nada, y que sólo Jehová, el Dios a quienes sus padres adoraban, es el verdadero Dios. Solamente Él puede salvar.
El versículo 11 dice que Jehová es Aquel que llama “desde el oriente a un ave de rapiña, / y de tierra lejana a un varón que sea Mi consejero. / Sí, Yo hablé; sin duda Yo haré que suceda. / Yo propuse; ciertamente lo haré”. Este hombre que venía como ave de rapiña desde tierra lejana era Ciro (que tipifica a Cristo) para ser el consejero de Jehová (quien llevaría a cabo lo determinado por Jehová, Jn. 6:38). Ciro fue un “ave de rapiña” llamado por Dios para subyugar a las naciones.
El capítulo 46 también nos revela el amor de Jehová hacia Israel, un pueblo duro de corazón (vs. 3-4). Sin importarle lo malo que era el pueblo de Israel, Dios seguía amándolo. Los versículos 12 y 13 dicen: “Escuchadme, oh duros de corazón, / que estáis lejos de la justicia. / Haré que se acerque Mi justicia, no está lejos; / Mi salvación no se demorará; / en Sion daré salvación, / y a Israel daré Mi gloria”.
En 47:1-6 vemos que Jehová juzga a Babilonia por causa de Israel. El versículo 4 es la declaración del profeta: “Nuestro Redentor, Jehová de los ejércitos es Su nombre, / el Santo de Israel”. Según el versículo 8, Babilonia es una mujer amadora de deleites, que dice en su corazón: “Yo soy, y fuera de mí no hay nadie más; / no moraré como viuda, / ni sabré de pérdida de hijos”. Pero el versículo 9 dice que dos cosas vendrán sobre Babilonia de repente, en un mismo día: pérdida de hijos y viudez. Esto vendrá sobre ella a pesar de la multitud de sus hechicerías, a pesar del gran poder de sus encantamientos. Los versículos 14 y 15 proceden a decir: “He aquí, son como hojarasca; / fuego los consume; / no pueden librarse / del poder de la llama. / No queda brasa para calentarse / ni lumbre ante la cual sentarse. / Así te serán aquellos con quienes has trabajado, / los que han negociado contigo desde tu juventud; / cada uno errará por su camino; / no habrá quien te salve”. Todo esto hará que Babilonia se convierta en nada y que nada le aproveche.
En el capítulo 48 el profeta Isaías se vale de ciertas expresiones extraordinarias para describir a Israel. Israel hace mención del Dios de Israel, pero no en verdad ni en justicia (v. 1). El versículo 4 afirma que Israel es obstinado, y el versículo 8 indica que Jehová sabía que Israel obraría con mucha perfidia. En el versículo 5 Jehová dice: “Te las anuncié desde hace tiempo; / antes de que acontecieran te las hice oír, / no sea que dijeras: Mi ídolo las hizo, / y mi imagen tallada y mi imagen de fundición mandaron estas cosas”.
El capítulo 48 también revela las sabias consideraciones de Jehová en Sus tratos con Israel. En Sus tratos con Israel, Él actuó con sabiduría. Del versículo 9 al 11 Jehová dice: “Por amor de Mi nombre diferiré Mi ira, / y por causa de Mi alabanza la reprimiré a favor tuyo / para no exterminarte. / He aquí, te he refinado, pero no como plata; / te he probado en el horno de la aflicción. / Por amor Mío, sí, por amor Mío, lo haré, / pues, ¿cómo ha de ser profanado Mi nombre? / Y Mi gloria no la daré a otro”.
Otro asunto revelado en este capítulo es el amor de Jehová por Ciro y cómo se vale de él para cumplir Su deleite, esto es, subyugar a Babilonia y hacer que sean liberados los cautivos de Israel.
En los versículos 12 y 13 Jehová hace una declaración con respecto a Sí mismo. Él dice: “Yo soy Aquél, Yo soy el Primero, / y también soy el Postrero. / Sí, Mi mano puso los cimientos de la tierra, / y Mi mano derecha desplegó los cielos; / al llamarles Yo, / se presentan a una”.
A continuación, los versículos 14 y 15 dicen: “¡Juntaos todos vosotros, y oíd! / ¿Quién hay entre ellos que haya anunciado estas cosas? / Aquel a quien Jehová ama cumplirá el deleite de Él / contra Babilonia, y el brazo de Jehová estará sobre los caldeos. / Yo, Yo he hablado; sí, Yo le he llamado; / le he traído, y será prosperado su camino”. La persona mencionada en estos versículos hace referencia a Ciro en 44:28 y 45:1, quien tipifica a Cristo, el Siervo de Jehová (Mt. 3:17). Ciro cumplirá el deleite de Jehová contra Babilonia, que simboliza la Iglesia Católica Romana. Fue por amor que Dios se valió de un rey gentil para subyugar a Babilonia y liberar a los cautivos de Israel.
Isaías 48:16b dice: “Y ahora el Señor Jehová / me ha enviado a mí y a Su Espíritu”. Aquí, me ha enviado se refiere al profeta Isaías, que tipifica a Cristo.
El capítulo 48 también dice que Jehová condujo a Israel a salir de Babilonia. Tal como señalamos, Babilonia simboliza a la Iglesia Católica Romana. Los versículos 20 y 21 dicen: “¡Salid de Babilonia! / ¡Huid de los caldeos! / Con voz de gritos proclamad esto, / hacedlo oír, / enviadlo hasta los confines de la tierra; / decid: Jehová ha redimido / a Su siervo Jacob. / Y no tuvieron sed / cuando los condujo por los lugares secos; / les hizo brotar agua / de la roca; / hendió la roca, / y corrieron las aguas”. El versículo 22 concluye este capítulo diciendo que no hay paz para los malvados. Aquí los malvados probablemente hace referencia a los babilonios.
En la Biblia, Babilonia no solamente denota una nación, sino también una religión. Por tanto, en Apocalipsis 17 y 18 Babilonia tiene dos aspectos: el aspecto religioso, representado por la Iglesia Católica Romana, y el aspecto material y físico, representado por la ciudad de Roma, la capital del reino del anticristo.
Según la historia, Roma conquistó a Israel tanto militar como políticamente aproximadamente el año 40 a. C. A los ojos de Dios, Roma era la verdadera Babilonia, la cual le impedía a Dios llevar a cabo Su economía. Fue Roma la que puso a Cristo en la cruz. Sin embargo, en Su resurrección, Cristo venció tal impedimento, y la iglesia fue producida. Para el tercer siglo, la iglesia había llegado a ser una entidad muy prevaleciente en el poder de la resurrección. Entonces, en el cuarto siglo, el emperador Constantino el Grande aprovechó la disensión que existía entre los líderes de la iglesia en ese tiempo, y en el año 325 d. C. presidió el Concilio de Nicea. Ese concilio publicó el Credo de Nicea, que es usado por el catolicismo y muchas de las denominaciones más importantes. Lo que hizo Constantino el Grande abrió el camino para la formación del romanismo, el cual consiste en la mezcla de la política con la religión. El romanismo es, por tanto, producto de que la política invadió la religión y del “matrimonio” de la religión con la política de manera pecaminosa. A la postre, la Iglesia Romana se convirtió en una ramera (Ap. 17:5), la Iglesia Católica Romana. Para el año 590 a. C., el sistema papal ya había sido plenamente establecido, y Babilonia había tomado forma de forma completa y consumada tanto en el aspecto político como religioso.
Cuando Israel salió de Babilonia en tiempos de Esdras, ellos salieron de la Babilonia política, pero no de la Babilonia religiosa, pues en aquel entonces no había una Babilonia religiosa. El cautiverio de Israel en Babilonia tipifica el cautiverio de los cristianos de hoy en la Babilonia religiosa. En términos de la religión, la mayoría de los cristianos son cautivos en Babilonia. En la Babilonia religiosa, lo más notable es la adoración a los ídolos. Esto es especialmente cierto en el caso del catolicismo. Hoy en día, para que nosotros seamos el pueblo de Dios, es necesario que salgamos de Babilonia en estos dos aspectos.