Mensaje 26
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Lectura bíblica: Is. 51; Is. 52; 53:1-2
Todo lo relatado entre el capítulo 41 y el capítulo 66 trata sobre Cristo como Siervo de Jehová, por lo cual debe ser entendido en su conjunto. En este mensaje examinaremos los capítulos 51 y 52.
En 51:1—52:12 vemos a Cristo como Siervo de Jehová en relación con las medidas que Jehová amorosamente tomó con respecto a Su amado Israel.
El llamado hecho por Jehová a Israel se basa en el llamado que Él hizo a su padre Abraham; por tanto, es un llamado firme. Al respecto, Isaías 51:1-2 dice: “Escuchadme, los que seguís la justicia, / los que buscáis a Jehová, / mirad a la roca de la cual fuisteis cortados, / y al hueco de la cantera de donde fuisteis excavados. / Mirad a Abraham, vuestro padre, / y a Sara, que con dolores os dio a luz; / porque cuando no era más que uno solo lo llamé, / lo bendije y lo multipliqué”. Aquí, la palabra roca no se refiere a Dios, sino a Abraham, quien era el origen de Israel.
Con base en Su llamado a Israel, Jehová visitó a Sion. “Porque Jehová ha consolado a Sion; / ha consolado todos sus lugares desolados, / y ha convertido su desierto en Edén / y su yermo en huerto de Jehová. / Se hallará en ella alegría y gozo, / acción de gracias y voces de cántico” (v. 3).
Los versículos del 4 al 8 hablan sobre la justicia y salvación de Jehová para Israel.
En primer lugar, Jehová le dijo a Su pueblo que lo escuchara: “Escuchadme, oh pueblo Mío; / prestadme oído, oh nación Mía; / porque de Mí saldrá la instrucción, / y pondré Mi juicio para luz de los pueblos” (v. 4). El juicio de Dios es luz. Por tanto, si recibimos Su juicio, tenemos Su luz; de otro modo, estamos en tinieblas.
En el versículo 5, Jehová procede a hablar de Su justicia y salvación. “Cercana está Mi justicia, ha salido Mi salvación, / y Mis brazos juzgarán a los pueblos; / a Mí me esperarán las costas”.
La salvación y la justicia siempre van juntas. Esto es lo que claramente indica el versículo 6, donde Jehová dice: “Alzad a los cielos vuestros ojos / y mirad abajo a la tierra, / porque los cielos se desvanecerán como el humo, / y la tierra se desgastará como una vestidura, / y de la misma manera morirán los que moran allí; / pero Mi salvación será para siempre, / y Mi justicia no será abolida”.
En los versículos 7 y 8 Jehová dirige unas palabras a los que conocen justicia, en cuyo corazón está guardada Su instrucción. Él les dice: “No temáis afrenta de hombre / ni os aterroricéis por sus ultrajes. / Porque como a vestidura los comerá la polilla, / y como a lana los comerá el gusano; / pero Mi justicia será para siempre, / y Mi salvación de generación en generación”.
En 51:9-16 vemos el brazo de Jehová en favor de Israel. Como Isaías 53:1-2 lo indica, el brazo de Jehová es Cristo, el Siervo de Jehová. Por tanto, el brazo de Jehová en favor de Israel es, en realidad, Cristo en favor de Israel. En 51:9a se ofrece una oración pidiendo que el brazo de Jehová sea despertado y se vista de fortaleza. Por causa del brazo de Jehová, volverán los rescatados de Israel y vendrán a Sion con grito resonante, y habrá gozo eterno sobre sus cabezas. Echarán mano de la alegría y del gozo, y huirán la tristeza y el gemido (v. 11). Más aún, pronto será libertado el doblegado (esto es, en cadenas, que denota a los cautivos), y no morirá en la fosa (esto es, la cárcel) ni le faltará su pan (mientras retornan los cautivos que fueron libertados, vs. 14-16).
En Isaías 51:17-23 vemos que Jehová alienta a Jerusalén. Los versículos del 17 al 20 hablan sobre la ira de Jehová y Su reprensión en el pasado. Pero del versículo 21 al 23 se nos dice que, ahora, Jehová aboga por ella.
Isaías 52:1-6 nos dice que Jehová alienta a Sion.
En Isaías 52:7-10 encontramos las buenas nuevas que Jehová trae a Sion y a Jerusalén. Los versículos 7 y 8 dicen: “Cuán hermosos son sobre los montes / los pies del que trae buenas nuevas, / del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, / del que anuncia salvación; / del que dice a Sion: ¡Tu Dios reina! / ¡Voz de tus centinelas! Alzan la voz, / juntamente dan un grito resonante, / porque cuando Jehová restaure a Sion / lo verán con sus propios ojos”. La primera parte del versículo 7 es citada por Pablo en Romanos 10:15. Después, Isaías 52:9 y 10 proceden a decir: “Prorrumpid, juntamente dad un grito resonante, / oh lugares desolados de Jerusalén, / porque Jehová ha consolado a Su pueblo, / a Jerusalén ha redimido. / Jehová ha desnudado Su santo brazo / ante los ojos de todas las naciones, / y todos los confines de la tierra verán / la salvación de nuestro Dios”.
Los versículos 11 y 12 revelan que estos capítulos con respecto a Cristo como Siervo de Jehová están relacionados con la salida de Israel de Babilonia. El versículo 11 dice: “¡Apartaos! ¡Apartaos! ¡Salid de allí! [Babilonia] / ¡No toquéis cosa inmunda! / ¡Salid de en medio de ella! ¡Limpiaos, / los que lleváis las vasijas de Jehová!”. Esta palabra sobre las vasijas de Jehová indica que las vasijas del templo, que habían sido llevadas a Babilonia, serían traídas de regreso a Jerusalén. A continuación, el versículo 12 dice: “Porque no saldréis apresurados / ni iréis huyendo; / porque Jehová irá delante de vosotros, / y vuestra retaguardia será el Dios de Israel”.
La Biblia en su totalidad presenta una revelación completa. Esta revelación nos muestra que Dios tiene una economía, un plan con muchos arreglos, a fin de ganar personas que sean regeneradas, santificadas, renovadas, transformadas y conformadas a la imagen de Dios para ser Su expresión corporativa con miras a que Él sea glorificado para siempre. Esta revelación incluye el hecho de que Dios tiene un enemigo: Satanás. Por ser el adversario de Dios, Satanás siempre rechaza a Dios, se le opone y hace todo lo que puede para impedir que Dios lleve a cabo Su economía. Esta oposición a la economía de Dios indica que hay una guerra que arrecia en este universo entre Dios y Satanás.
En la Biblia, el resultado de la obra de Satanás se llama Babilonia. A los ojos de Dios, todos los ataques llevados a cabo por las naciones proceden de una sola fuente: Babilonia. Babilonia significa división acompañada de confusión.
Babilonia primero se llamó Babel en Génesis 11, pero al final de la Biblia, Babel halla su consumación en Babilonia (Ap. 17—18). También vemos a Babilonia en la imagen descrita en Daniel 2. La cabeza de esa imagen es Nabucodonosor, lo cual indica que Nabucodonosor es la cabeza de Babilonia, y los diez dedos de los pies de aquella imagen son el anticristo con los diez reyes. Por tanto, el anticristo también formará parte de Babilonia.
En el Antiguo Testamento, Babilonia era una entidad principalmente política; pero esta Babilonia política también interfería en la adoración a Dios. Al invadir Jerusalén, Babilonia también destruyó el templo de Dios y se llevó las vasijas del templo (Dn. 1:1-2), que tipifican los modos y los medios mediante los cuales el pueblo de Dios disfruta a Cristo. Estas vasijas continuaron existiendo, pero fueron estropeadas. Más aún, Nabucodonosor, rey de Babilonia, capturó a todos los ilustres de Israel, incluyendo la familia real, y los obligó a adorar a su dios en Babilonia. Por tanto, la adoración de Dios fue dañada y estropeada por Babilonia. Esto nos muestra que la política babilónica va acompañada de la religión babilónica.
En el Nuevo Testamento, Babilonia es mencionada de manera enfática en el libro de Apocalipsis. El aspecto religioso es mencionado primero (Ap. 17), y después el aspecto político (Ap. 18). La Babilonia religiosa es revelada como “MISTERIO, BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA” (17:5). En Apocalipsis 2:20 ella está representada por Jezabel. En contraste con la Babilonia política, la Babilonia religiosa, es decir, la Iglesia Católica Romana apóstata, es muy misteriosa. Tiene a Dios, a Cristo y a Satanás. Lleva el nombre de que proclama a Dios y predica a Cristo como el Salvador; pero cuando sus miembros creen en tal predicación, ellos son iniciados en los secretos, los misterios y las profundidades de Satanás (v. 24) para adorar ídolos. La Iglesia apóstata romana predica a Dios, pero adora ídolos. Esto es hipocresía.
Al presente, la Babilonia política es menos prominente que la Babilonia religiosa. La Babilonia política está, en cierto modo, en un estado de reposo, mientras que la Babilonia religiosa florece. Por ejemplo, la Navidad, que es celebrada en todo el mundo, procede por completo de Babilonia. Podría parecernos que participar de las celebraciones navideñas carece de relevancia, pero todo cuanto forma parte de Babilonia es abominable a los ojos de Dios. El sistema de reuniones en la iglesia según el cual una sola persona da un mensaje mientras el resto se limita a escucharla, también forma parte de Babilonia. Este elemento babilónico no debe ser tolerado entre nosotros.
Dios ordenó a Sus elegidos en el Antiguo Testamento, a Israel, que saliera de Babilonia y se apartara completamente de ella (Is. 52:11). En el Nuevo Testamento, Dios también ordenó a Sus elegidos, la iglesia, que saliera de Babilonia (Ap. 18:4). Todos tenemos que preguntarnos a nosotros mismos si nos hemos limpiado completamente de la Babilonia actual. Estamos aquí para seguir a nuestro Cristo, quien es el Siervo de Jehová, y Él exige de nosotros que salgamos de Babilonia y seamos completamente limpios de Babilonia.
En Josué 6, los hijos de Israel obtuvieron la victoria sobre Jericó, pero al combatir contra Ai, fueron derrotados. Debido a que Acán conservó un manto babilónico (7:21), el pueblo de Dios sufrió una derrota. Todo lo babilónico da cabida a que Satanás derrote al pueblo de Dios. Por tanto, tenemos que repudiar todo cuanto sea babilónico. Si hemos de servir a Dios como Su pueblo puro, primero tenemos que ser completamente limpios de todas las cosas babilónicas.
En Isaías 52:13-15 leemos sobre la prosperidad de Cristo, el Siervo de Jehová, con relación al retorno del cautiverio por parte de Israel y a su restauración. El versículo 13 dice: “He aquí, Mi Siervo obrará con sabiduría y prosperará; / será exaltado y enaltecido, y será puesto muy en alto”. Según el versículo 14b, Su semblante fue desfigurado más que el de cualquier hombre, y Su figura más que la de los hijos de los hombres. Como se asombraron de Él muchos, así Él sorprenderá a muchas naciones. Los reyes cerrarán la boca por causa de Él, porque verán lo que nunca les fue contado, y contemplarán lo que jamás habían oído (vs. 14a, 15).