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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Isaías»
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Mensaje 31

CRISTO COMO EL SIERVO DE JEHOVÁ

(10)

EL MINISTERIO DEL UNGIDO DE JEHOVÁ, CRISTO COMO SIERVO DE JEHOVÁ, RESULTA EN LA RESTAURACIÓN DE ISRAEL

  Lectura bíblica: Is. 61; Is. 62; Is. 63; Ap. 14:17-20; 19:11-16, 19-21

  Isaías 61—63 revela que el ministerio del Ungido de Jehová, Cristo como Siervo de Jehová, resulta en la restauración de Israel. En este mensaje consideraremos estos tres capítulos.

I. EL MINISTERIO DEL UNGIDO DE JEHOVÁ, CRISTO COMO SIERVO DE JEHOVÁ

  Cristo, como Siervo de Jehová, es el Ungido de Jehová. Cristo es el equivalente de la palabra hebrea Mesías, que significa “el ungido”. Hoy en día nuestro Cristo es el Ungido y también Aquel que unge, quien nos unge consigo mismo como ungüento. Primero, Él fue ungido por Dios y con Dios; y después, por medio de Su muerte y resurrección, Él llegó a ser el ungüento para ungir a otros. Por tanto, Su ministerio para con nosotros es un ministerio de unción. Con el tiempo, el ministerio de Cristo, el Ungido de Jehová, redundará en la restauración de Israel, Su pueblo elegido.

  La historia de Israel es principalmente una historia trágica, si bien hubo tiempos gloriosos como, por ejemplo, el tiempo en que se edificó el templo bajo el liderazgo de Salomón. El templo fue destruido por los babilonios, y las vasijas que se utilizaban para el servicio a Dios en el templo fueron llevadas a Babilonia. Desde entonces hasta el presente, Israel no ha podido ser una nación completamente libre. Por tanto, Israel tiene necesidad de la restauración.

  La venida de Cristo consta de dos partes y dos tiempos. En Su primera venida, Cristo vino a ministrar, a impartir, Su propio ser en Sus seguidores. De este modo, Él llevó a cabo el ministerio neotestamentario para impartir al Dios Triuno en los discípulos bajo Su ministerio, discípulos que en su mayoría eran judíos. Este ministerio en la primera venida de Cristo estableció un firme fundamento para Su segunda venida. Cuando Él venga la segunda vez, Él vendrá principalmente de una manera externa a fin de rescatar a Israel de sus circunstancias y traer su restauración. Esta restauración será expandida a fin de incluir todas las cosas creadas por Dios. Este período de restauración durará un milenio, durante el reino de mil años.

  El ministerio del Ungido de Jehová es descrito en Isaías 61:1-3. El versículo 1 dice: “El Espíritu del Señor Jehová está sobre Mí, / por cuanto me ha ungido Jehová / para traer buenas nuevas a los afligidos; / me ha enviado para vendar a los quebrantados de corazón, / para proclamar libertad a los cautivos, / y a los atados apertura de los ojos”. Tal como lo indica Lucas 4:16-21, esto hace referencia a Cristo en Su primera venida. El ministerio del Señor en Su primera venida fue un ministerio de gracia, no de venganza, lo cual se menciona en Isaías 61:2.

  Cuando el Señor vino la primera vez, Él fue concebido por obra del Espíritu Santo y en Su constitución intrínseca la esencia del Espíritu Santo fue añadida a Su humanidad para hacer de Él un Dios-hombre. Después, Él vivió treinta años como hombre en esa esencia del Espíritu. A los treinta años de edad salió a cumplir Su ministerio. Entonces, Él fue bautizado en agua y, de inmediato, el Espíritu Santo descendió sobre Él económicamente (Lc. 3:21-22). Antes de aquel tiempo, Él ya estaba constituido del Espíritu esencialmente, pero a fin de llevar a cabo la economía de Dios, era necesario que el Espíritu económicamente lo fortaleciera y lo invistiera de autoridad para ser el Siervo de Dios que ministra a Dios mismo a Su pueblo escogido. Éste es el significado de las palabras: “El Espíritu del Señor Jehová está sobre Mí”.

  Cristo, como Siervo de Jehová, trajo buenas nuevas a los afligidos, vendó a los quebrantados de corazón, proclamó libertad a los cautivos y abrió los ojos de los ciegos (físicamente y espiritualmente) y proclamó el año aceptable de Jehová (Is. 61:2a), que es el año del jubileo. Por tanto, Él trajo el verdadero jubileo.

  A continuación, el versículo 2b declara que el Ungido también proclamará “el día de venganza del Dios nuestro”. Esto hace referencia a la segunda venida del Señor, pues en Su primera venida Él no llevó a cabo venganza alguna. En Su segunda venida, Él vengará a Israel, proclamando la venganza de Dios.

  El versículo 2 también indica que en Su segunda venida Cristo viene “para consolar a todos los que hacen duelo”. El versículo 3 continúa: “Para conceder a quienes hacen duelo en Sion / que se les dé tocado en lugar de cenizas, / óleo de alegría en lugar de luto, / manto de alabanza en lugar del espíritu abatido, / a fin de que sean llamados terebintos de justicia, / plantío de Jehová, para que Él sea glorificado”. Aquí las cenizas representan oprobio, y el tocado representa gloria. Según Hebreos 1:9 el óleo de alegría es el Espíritu. En lugar de luto, el Israel restaurado tendrá el Espíritu como óleo de alegría. Además, en lugar del espíritu abatido, habrá un manto de alabanza. Como resultado de ello, los de Israel serán llamados terebintos de justicia, plantío de Jehová, para que Él sea glorificado.

  La primera parte de Isaías 61:1-3 hace referencia al ministerio del Señor en Su primera venida (vs. 1-2a), y la segunda parte hace referencia a la restauración de Israel en Su segunda venida (vs. 2b-3). Por tanto, este pasaje de la Palabra implica tanto la primera venida de Cristo como Su segunda venida. En la profecía de Isaías, las dos venidas del Señor son como las cumbres de dos montes que, al ser contemplados a cierta distancia, parecen formar parte de una misma cumbre. Por esta razón, Isaías vio la primera venida de Cristo y Su segunda venida como si fueran una sola.

II. RESULTA EN LA RESTAURACIÓN DE ISRAEL

  Las dos venidas del Señor traen la restauración de Israel (61:4—63:19). La primera venida del Señor guarda estrecha relación con Su segunda venida. Sin el fundamento puesto en Su primera venida, sería imposible que Su segunda venida tuviera lugar. Con base en lo que Él hizo en Su primera venida, la segunda venida de Cristo redundará en la restauración de Israel.

  En Su primera venida, el Señor Jesús obtuvo Sus primeros discípulos, tales como Pedro, Juan y Jacobo, de entre los judíos. Ellos llegaron a ser Sus creyentes, pero esto no quiere decir que ellos perdieron su estatus judío, pues en el reino milenario los primeros doce apóstoles se sentarán en doce tronos como gobernantes para juzgar a las doce tribus de Israel (Mt. 19:28). En aquel tiempo, ellos no serán los apóstoles de la iglesia, sino que el Señor les restituirá su estatus judío para que reinen, como gobernantes, sobre Israel. Tanto Cristo como Sus doce apóstoles aparentemente desecharon a Israel y establecieron la iglesia. Sin embargo, en la restauración, cuando el Señor retorne en Su segunda venida, Él primero recibirá el trono de David Su padre (Lc. 1:32), y después regirá sobre los gentiles (Ro. 15:12). Sus doce apóstoles serán Sus ayudantes para regir sobre la nación de Israel. Esto nos muestra la relación que existe entre aquello que fue realizado por Cristo en Su primera venida y lo que Él hará en Su segunda venida.

  A los ojos de Dios, las dos venidas del Señor son dos aspectos de la única venida de Cristo. En cierto sentido, la venida de Cristo a la tierra todavía no ha concluido. Él comenzó a venir a la humanidad hace dos mil años. Puesto que Su única venida aún no ha finalizado, continuará con el segundo aspecto de Su venida. Cuando el segundo aspecto de Su venida se lleve a cabo, la totalidad de Su venida procedente de Dios a la humanidad habrá alcanzado su consumación. Hoy en día Su venida todavía no ha concluido, sino que Él está en el camino. Por tanto, la única venida de Cristo consta de dos secciones. La primera sección tuvo lugar hace dos mil años, y la segunda sección se llevará a cabo en el futuro. Así pues, en las profecías del Antiguo Testamento, la venida de Cristo era vista como las cumbres de dos montes que, al ser contemplados a cierta distancia, parecen formar parte de una misma cordillera. Al presente, nos encontramos en el “valle” que se encuentra entre esas dos cumbres.

A. Los del pueblo de Israel son los sacerdotes de Jehová, y los gentiles son los obreros al servicio de Israel

  En la restauración, los del pueblo de Israel serán los sacerdotes de Jehová, los ministros de su Dios, y los gentiles serán los obreros al servicio de Israel (Is. 61:4-9).

B. Israel exulta en su Dios

  Los versículos 10 y 11 dicen: “En gran manera me regocijaré en Jehová, / mi alma exultará en mi Dios, / porque me ha vestido con vestiduras de salvación, / me ha envuelto con manto de justicia; / soy como el novio que lleva el tocado del sacerdote, / y como la novia que se adorna con sus joyas. / Porque como la tierra produce su retoño, / y como el huerto hace brotar lo sembrado en ella, / así el Señor Jehová hará brotar justicia y alabanza / delante de todas las naciones”. Estos versículos indican que Israel exultará en Jehová su Dios con el disfrute de Su salvación y justicia. Israel comprenderá que la justicia de Dios ha traído Su salvación.

C. Sion irradia la justicia y manifiesta la salvación

  En la restauración, Sion irradiará la justicia y manifestará la salvación como corona de hermosura para Dios y Su deleite (62:1-5). Debido a que la justicia será impartida, transfundida, en los judíos durante la restauración, ellos irradiarán tal justicia. Además, ellos manifestarán la salvación como corona de hermosura para Dios y Su deleite. El resplandor de ellos será tal corona para Dios. Dios será embellecido, se alegrará y estará satisfecho con lo irradiado por Israel.

D. Jerusalén es establecida y puesta por alabanza en la tierra

  Jerusalén será establecida y puesta por alabanza en la tierra (vs. 6-9). Toda la tierra alabará a Jerusalén.

E. La salvación viene a la hija de Sion

  La salvación vendrá a la hija de Sion, y el pueblo será llamado pueblo santo, redimidos de Jehová (vs. 10-12).

F. El Ungido de Jehová viene a pisar el lagar a fin de salvar a Israel de las naciones

  El Ungido de Jehová vendrá a pisar el lagar a fin de salvar a Israel de las naciones (63:1-6; Ap. 14:17-20; 19:11-16, 19-21). La palabra lagar en Isaías 63:2 y en Apocalipsis 14:19-20 y 19:15 se refiere a la batalla en Armagedón. Isaías 61 y 62 nos muestran que Cristo retornará a fin de ser muchas cosas para Israel en un sentido positivo. Isaías 63 revela que a Su retorno, Cristo salvará a Israel de destrucción.

  Durante los últimos tres años y medio de esta era, el anticristo perseguirá al máximo a los judíos, con la intención de destruir completamente a Israel. Antes de ese tiempo, casi todo Israel será llevado de regreso a la Tierra Santa. Entonces, antes de la tribulación, el anticristo hará un pacto de paz de siete años con Israel a fin de que Israel obtenga su libertad. Pero después de los primeros tres años y medio, el anticristo cambiará de opinión y se opondrá a toda clase de religión, incluyendo el judaísmo y el catolicismo romano. Después de destruir el catolicismo, el anticristo tratará de destruir la religión judía. Al final de los últimos tres años y medio, el anticristo hará que los ejércitos de las naciones rodeen Jerusalén. En torno a Jerusalén como el centro, toda la región de Bosra hasta el monte Megido (Armagedón, Ap. 16:16) será ocupada por tales ejércitos. A Su retorno Cristo descenderá a Bosra, y comenzando desde allí Él pisará el lagar, con lo cual destruirá todos los ejércitos. De este modo, Él rescatará a Israel de la destrucción.

  Hemos recalcado el hecho de que la venida de Cristo consta de dos aspectos o secciones. La primera sección de Su venida tiene como resultado que la iglesia sea producida y edificada. Al final de la era de la iglesia, durante los últimos tres años y medio de esta era, Cristo dará continuación a Su venida.

  Esta continuación de Su venida constará de tres partes. Primero, según Apocalipsis 12 y 14, Cristo estará en los cielos para recibir en Su presencia a los vencedores que han sido arrebatados. Segundo, Cristo descenderá con Sus vencedores desde el tercer cielo a los aires. Mientras Él esté en los aires, el arrebatamiento de la mayoría de Sus creyentes tendrá lugar. Entonces, Él juzgará a todos los creyentes para determinar quién recibirá la recompensa del reino y quién padecerá disciplina y corrección durante la era del reino a fin de madurar. Mientras esté en los aires, Cristo también celebrará Su día de bodas, en la cual Él mismo será el Novio y los santos vencedores serán la novia (Ap. 19:7-9). Tercero, Cristo y Su novia recién casada —que es Su ejército— descenderán para destruir los ejércitos de la tierra. Avanzando desde Bosra y pasando por Jerusalén hasta llegar a Armagedón, Él pisará el lagar. Aquellos que “destruyen la tierra” (Ap. 11:18) y los que se oponen a Dios serán aniquilados, Israel será rescatado y Cristo establecerá Su trono en Jerusalén para juzgar a las naciones. Luego, Él establecerá Su reino para regir sobre Israel junto con los doce apóstoles como Sus ayudantes y también para regir sobre todas las naciones junto con los santos vencedores como Sus ayudantes.

G. Las benevolencias amorosas de Jehová hacia la casa de Israel

  Isaías 63:7-9 habla sobre las benevolencias amorosas de Jehová hacia la casa de Israel, otorgadas conforme a Sus compasiones y a la multitud de Sus benevolencias amorosas, al salvarlos por el Ángel de Su presencia.

H. Jehová regresa a Su pueblo rebelde

  Finalmente, según los versículos del 10 al 19, Jehová regresará a Su pueblo rebelde, el cual había contristado a Su Espíritu de santidad, volviendo a ellos como Padre y Redentor.

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