Mensaje 41
Lectura bíblica: Is. 16:5; 24:23; 26:3-4; 17:10; 30:20-21, 30:29; 19:20
En este mensaje queremos ver cuatro ítems más del Cristo todo-inclusivo en el libro de Isaías: el Rey que reina en la tienda de David, la Roca eterna, el Salvador: un Defensor, y el Maestro.
Según Isaías 16:5, el Cristo todo-inclusivo es el Rey que reina en la tienda de David. Podríamos preguntarnos qué relación existe entre este aspecto de Cristo y nosotros, puesto que Cristo reinará como rey en la tienda de David en la era venidera durante la restauración de la nación de Israel. Sin embargo, debemos comprender que también podemos disfrutar a Cristo como Aquel que reina en la tienda de David durante la era de la gracia.
Los Evangelios muestran que Cristo está estrechamente vinculado a David. El Evangelio de Lucas fue escrito, por supuesto, por Lucas, un gentil, y básicamente estaba dirigido a los gentiles. Pero Lucas relata que el ángel le dijo a María que a Aquel que sería concebido en su vientre le sería dado “el trono de David Su padre” (1:32). Aquel a quien María daría a luz sería un descendiente de David y heredaría el trono de David. ¿Qué relación guarda esto con los creyentes neotestamentarios? Tenemos que darnos cuenta de que, según Hebreos 6:5, la era de la gracia, la era del Nuevo Testamento, es un anticipo de la era venidera. De hecho, la era de la gracia es una miniatura de la era venidera, y la era venidera es la consumación de la era de la gracia. No estamos todavía en la era venidera, la era del reino; pero la era de la gracia, en la cual estamos, es una miniatura de la era del reino. Por tanto, aquello de lo cual disfrutamos hoy nos permite gustar por anticipado del reino venidero en la era de la restauración.
La sanidad divina forma parte de la restauración en la era venidera, pero hoy en día, en la era de la gracia, también podemos disfrutar de la sanidad divina y recibir tal sanidad. Esto constituye un anticipo de los poderes del siglo venidero. Por ser aquellos que fuimos salvos por gracia, disfrutamos a Cristo en la era de la gracia, que es una miniatura de la era venidera.
Por tanto, hoy en día debemos comprender que Cristo es nuestro Rey. Él no solamente reina en nuestros corazones, sino también en la tienda de David. En el Antiguo Testamento, cuando la tienda de David fue establecida, cuando el reino de David estuvo plenamente establecido, ello fue de gran consuelo y gozo para los israelitas. En la era venidera, cuando Cristo reine en la tienda de David, ello será un consuelo aun mayor para Israel. El reinado de Cristo en la tienda de David significa consuelo, aliento y restauración. Hoy en día disfrutamos a Cristo como rey no solamente al reinar Él en nuestros corazones, sino también en la tienda de David. Que Él reine en nosotros en la tienda de David significa que Él reina en nosotros con un reino.
Isaías 16:5 dice: “Entonces será establecido en benevolencia amorosa un trono, / sobre el cual, en la tienda de David, / Él se sentará en verdad, / juzgando y buscando lo justo, / y apresurando la justicia”. El trono de Cristo será establecido en benevolencia amorosa. Benevolencia amorosa quiere decir tierno afecto. Todos nosotros podemos acudir a Su trono porque allí hay benevolencia amorosa.
Cristo está sentado sobre Su trono en verdad. La verdad aquí significa veracidad y fidelidad. Cristo no solamente es amoroso y bondadoso, sino que también es veraz y fiel. Él es digno. Como Aquel que está sentado sobre el trono en la tienda de David, Él es el verdadero David. Él juzga y busca lo justo. Juzgar es regular y corregir a fin de establecer la paz. Cristo es el único Juez en todo el universo. En nuestro ser natural, no tratamos a los demás justamente. Los esposos no tratan a sus esposas justamente, ni tampoco las esposas tratan a los esposos justamente. Pero Cristo es perfectamente justo con todos y busca lo justo en todos Sus juicios. Él también es Aquel que apresura la justicia.
Isaías 16:5 muestra que con Cristo hay benevolencia amorosa, veracidad, fidelidad, equidad y justicia. Hoy en día Cristo reina en nosotros en la tienda de David, con lo cual establece Su reino con benevolencia amorosa, veracidad, fidelidad, equidad y justicia. Si estamos sujetos a Su gobierno, Su reinado, seremos iguales a Él en cuanto a estas virtudes.
Isaías 24:23 confirma que cuando Cristo reine en la tienda de David durante la era de la restauración, será Jehová de los ejércitos quien reine porque Cristo es Jehová de los ejércitos. Cuando Cristo reine como Jehová de los ejércitos en Sion y en Jerusalén, la luna se abochornará y el sol se avergonzará; porque Jehová de los ejércitos reinará en el monte Sion y en Jerusalén, y Su gloria estará delante de Sus ancianos. Cuando Cristo reine durante el milenio, aun las cosas más brillantes “se avergonzarán”. Pero incluso hoy en día podemos disfrutar del reinado de Cristo en nosotros a manera de anticipo de Su reinado en la era venidera.
Todo ser humano que es ajeno a Cristo no tiene en qué confiar, pero nosotros tenemos al Señor como Roca eterna en quien debemos confiar. Isaías 17:10 dice: “Porque te has olvidado del Dios de tu salvación, / y no te has acordado de la Roca de tu baluarte. / Por tanto, siembras plantas de delicias / y las plantas junto con esquejes en honor a un dios ajeno”. Cristo es el Dios de nuestra salvación. De hecho, Él mismo es nuestra salvación. Él es la Roca de baluarte para Su pueblo a fin de que éste lo recuerde como su salvación. Si olvidamos a Cristo como nuestro Dios, seremos como aquellos que siembran plantas dedicadas a un dios ajeno. Tenemos que orar: “Señor, jamás queremos sembrar plantas dedicadas a un dios ajeno. Siempre queremos recordarte”. Por ser la Roca de nuestro baluarte, Cristo es el Dios de nuestra salvación, en quien debemos confiar.
Él también es la Roca de Israel a fin de que Su pueblo le contacte como Aquel que es el gozo de ellos. Isaías 30:29 dice: “Vosotros tendréis cántico, / como en la noche en que se santifica la fiesta, / y alegría de corazón, como cuando uno marcha al son de la flauta / para ir al monte de Jehová, a la Roca de Israel”. Aunque este versículo describe la era venidera de la restauración, disfrutamos un anticipo de esto en las reuniones de la iglesia y del ministerio. Nosotros celebramos banquete en el Señor y con Él y cantamos en el Señor y para Él. Tenemos alegría de corazón, como cuando uno marcha al son de la flauta para ir al monte de Jehová, a la Roca de Israel. Hoy en día, cuando venimos a las reuniones, debemos hacerlo con alegría en nuestro corazón, “como cuando uno marcha al son de la flauta / para ir al monte de Jehová”.
Isaías 19:20 revela que Cristo también es el Salvador, un Defensor, el cual es Poderoso, especialmente para Egipto, es decir, para los gentiles. Hoy en día nosotros, como gentiles, disfrutamos a Cristo como nuestro Salvador y como nuestro poderoso Defensor. Él no solamente nos salva de muchas maneras, sino que también nos defiende en tiempos de necesidad.
Cristo no solamente es el Rey, la Roca y el Salvador, un Defensor, sino que también es el Maestro. Isaías 30:20 y 21 dice: “Aunque el Señor os ha dado / pan de adversidad y agua de opresión, / tu Maestro nunca más se esconderá en una esquina, / sino que tus ojos verán a tu Maestro. / Y tus oídos oirán una palabra detrás de ti, diciendo: / Éste es el camino, andad por él, / ya sea que vayáis a la derecha o a la izquierda”. En la era del Antiguo Testamento, Cristo se escondió a Sí mismo en un misterio, pero en la era de la restauración, Él se manifestará a Israel. Hoy en día, en la era neotestamentaria de la gracia, Cristo se ha manifestado a nosotros. Todos podemos verlo internamente en nuestro espíritu. Él ya no se esconde en una esquina. Podemos escuchar Su palabra en el camino, indicándonos cuándo voltear a la derecha o a la izquierda. Tenemos tal Maestro que ya no se esconderá de Su pueblo en una esquina, sino que siempre instruirá a Su pueblo para que voltee a la derecha o a la izquierda en la encrucijada.
Estos cuatro ítems de Cristo —el Rey que reina en la tienda de David, la Roca eterna, el Salvador que nos defiende y el Maestro— muestran lo que Él será para nosotros en la era venidera. Pero hoy en día, en la era de la gracia, ya le disfrutamos en estos cuatro aspectos a manera de anticipo. Cristo es nuestro Rey, nuestra Roca eterna, nuestro Salvador como poderoso Defensor y nuestro Maestro. Él nos enseña todos los días. Él ya no se esconde. Siempre que llegamos a una encrucijada, Él está allí en la esquina, indicándonos si debemos voltear a la derecha o a la izquierda. Debemos valorar el libro de Isaías, porque en él podemos ver muchos ítems del Cristo todo-inclusivo.