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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Isaías»
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Mensaje 43

UNA CORONA DE GLORIA Y UNA DIADEMA DE HERMOSURA; UNA PIEDRA PUESTA POR FUNDAMENTO, PIEDRA PROBADA Y PRECIOSA PIEDRA ANGULAR; Y UN REY COMO REFUGIO, ABRIGO, CORRIENTES DE AGUAS Y SOMBRA DE GRAN PEÑA

  Lectura bíblica: Is. 28:5, 16; 32:1-2; 33:22; Ro. 9:33; Mt. 21:42; Hch. 4:11-12; Sal. 118:22-24, 26; Mt. 23:39

  Éste es el último mensaje sobre la primera sección de Isaías con respecto al Cristo todo-inclusivo. El libro de Isaías puede dividirse en dos secciones. La primera sección está compuesta por los primeros treinta y nueve capítulos, y la segunda sección está compuesta por los siguientes veintisiete capítulos, del capítulo 40 al 66. Esto es similar a la división que existe entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. El Antiguo Testamento tiene treinta y nueve libros, y el Nuevo Testamento tiene veintisiete libros. Al final de la primera sección de Isaías, del capítulo 36 al 39, encontramos el relato sobre Ezequías. Por tanto, este último mensaje sobre la primera parte de Isaías abarcará los aspectos del Cristo todo-inclusivo presentados hasta el capítulo 35. En el siguiente mensaje comenzaremos a ver los aspectos de Cristo presentados en el capítulo 40, que es el primer capítulo de la segunda sección de Isaías.

  En este mensaje queremos ver a Cristo como corona, piedra y Rey. Él es una corona de gloria y una diadema de hermosura; Él es una piedra puesta por fundamento, piedra probada y preciosa piedra angular; y Él es un Rey en calidad de hombre como refugio, abrigo, corrientes de aguas y sombra de gran peña. Estos ítems de Cristo serán plenamente cumplidos en la era de la restauración, después que Dios haya concluido Sus medidas gubernamentales con respecto a Israel.

  Hoy en día la nación de Israel está confinada a una estrecha faja de tierra que bordea con el mar Mediterráneo. Si no fuera porque Dios, en Su soberanía, dispuso que una nación como Estados Unidos protegiera a Israel, Israel se encontraría más disminuido aún. La crisis reciente en el Medio Oriente fue dispuesta por Dios en Su soberanía a fin de que Israel fuese elevado y los países árabes, enemigos de Israel, fuesen abatidos. Aunque Israel fue elevado, todavía padece sufrimientos. Sin embargo, llegará el día en que Israel será plenamente restaurado. El hito que marcará ese día será la segunda venida de Cristo en Su gloria.

  Deuteronomio 11:24 habla sobre los límites del territorio de Israel: “Todo lugar que pise la planta de vuestro pie será vuestro: desde el desierto y el Líbano, desde el río, el río Éufrates, hasta el mar que está más lejos será vuestro territorio”. El mar que está más lejos es el mar Mediterráneo. El territorio de Israel se extenderá desde el mar Mediterráneo hasta el Éufrates, que está en Irak. Hoy en día las naciones debaten sobre qué territorio debe pertenecer a Israel y qué territorio debe pertenecer a los palestinos. Pero el Señor estableció los límites de la tierra de Israel en Deuteronomio, y Él prometió que exterminaría y expulsaría a quienes poseyeran esas tierras (Éx. 23:23, 28, 31). No importa lo que las naciones del mundo sientan referente a Israel. Lo que el Señor sienta sobre la situación de Israel y lo que Él haya decidido al respecto, es lo único que importa.

I. UNA CORONA DE GLORIA Y UNA DIADEMA DE HERMOSURA

  Isaías 28:5 dice: “En aquel día Jehová de los ejércitos / será por corona de gloria y diadema de hermosura al remanente de Su pueblo”. En este versículo Cristo es revelado como una corona de gloria y una diadema de hermosura. Debemos considerar la diferencia que existe entre una corona y una diadema. Podríamos pensar que ambas expresiones se refieren a una misma cosa, pero estos ítems no están en aposición en el versículo 5. Están separados por una conjunción: corona de gloria y diadema de hermosura. Ésta es la manera maravillosa en que Isaías escribió este versículo. Una corona es como un sombrero o turbante, mientras que una diadema viene a ser la parte más hermosa y gloriosa de una corona. Es aquella banda que ciñe la cabeza. En términos generales, una corona representa gloria, pero la belleza de dicha corona se halla en su diadema, la cual suele estar llena de joyas y piedras preciosas. La diadema es la hermosura de la corona gloriosa.

  Cristo será por corona de gloria y diadema de hermosura al remanente de Israel, el pueblo escogido de Dios, en la era de la restauración, después que hayan concluido las medidas disciplinarias que Él tomará con respecto a Su pueblo. Cristo será la glorificación del pueblo escogido de Dios. La gloria y la hermosura son dos cosas distintas. Algo podría ser muy glorioso, pero no tan hermoso. Cristo será por gloria y hermosura a Su pueblo elegido.

  Debemos recordar que la era de la gracia es una miniatura y un anticipo de la era venidera de restauración. Hoy en día disfrutamos de un anticipo de Cristo como nuestra corona y diadema. Lamentablemente, a muchos no les parece que sea glorioso decir a los demás que son cristianos. Algunos cristianos pueden hablar sobre otras personas y asuntos de manera gloriosa, pero cuando abordan el tema referente a Cristo, se sienten avergonzados. Eso no está bien. Cuando hablemos sobre Cristo y cuando le digamos a la gente que somos cristianos, debemos considerar que Cristo es nuestra corona y diadema, nuestra gloria y hermosura.

  Yo experimenté a Cristo de este modo hace unos cincuenta años cuando Japón invadió China y fui encarcelado por el ejército japonés. Por un lado, ellos me humillaron, me juzgaron y me torturaron; por otro, me respetaban y me estimaban porque me conducía como cristiano. Pablo dijo en el libro de Filipenses, mientras estaba encarcelado en Roma, que su anhelo y esperanza era que en nada fuese avergonzado, sino que magnificase a Cristo (1:20). Pablo magnificó a Cristo a tal grado que incluso algunos miembros de la casa del César se hicieron creyentes de Cristo (4:22). Según la experiencia de Pablo, él poseía a Cristo como su corona con una diadema. Debemos considerar que ser cristianos es algo glorioso. Si somos derrotados, nos sentimos avergonzados, pero si nos arrepentimos y recibimos la impartición de Cristo de manera fresca, nos sentimos llenos de gloria.

II. UNA PIEDRA PUESTA POR FUNDAMENTO, PIEDRA PROBADA Y PRECIOSA PIEDRA ANGULAR

  Isaías 28:16 dice: “Por tanto, así dice / el Señor Jehová: / He aquí, pongo en Sion por fundamento una piedra, / piedra probada, / preciosa piedra angular que pongo por fundamento firmemente asentado; / el que crea no se apresurará a huir”. Cristo, quien es nuestra gloria y hermosura, también es una piedra en muchos aspectos. Él es una piedra puesta por Dios en Sion.

  Esta piedra es un fundamento firmemente establecido para el edificio de Dios en Israel. Hoy en día podemos disfrutar a Cristo como tal fundamento firmemente establecido. En el caso de la gente mundana que no cree en Cristo, todas las cosas se desvanecen. Esto se debe a que ellos no poseen a Cristo como roca, fundamento, sobre el cual afirmarse. Por ser cristianos, poseemos a Cristo como corona sobre nuestras cabezas y como roca bajo nuestros pies. Esta roca está firmemente establecida con miras al edificio de Dios entre Su pueblo.

  Cristo es una piedra probada que ha pasado toda clase de prueba y es digno de toda confianza. Cristo, la roca, fue probado durante los treinta y tres años de Su vida humana. Desde que Él se hizo hombre fue sometido a diversas pruebas todos los días de Su vida sobre la tierra, y Él no manifestó deficiencia alguna. Él es perfecto, completo, sólido y fuerte. Él es plenamente apto para ser nuestro fundamento porque Él fue probado.

  Según Isaías 28:16, aquel que crea en esta piedra probada y digna de toda confianza “no se apresurará a huir”. En la versión King James, en inglés, esta expresión aparece como “shall not make haste” [no se apresurará]. Darby dice en una nota que esta expresión también podría traducirse: “No se apresurará con temor”. Esto también podría significar: “No se apresurará a causa del pánico”. Cristo es una piedra digna de toda confianza, y nosotros creemos en Él. No importa lo que nos suceda, no necesitamos apresurarnos ni dar cabida al pánico. Podemos estar en paz. La gente mundana, incluso los cristianos que no tienen suficiente confianza en el Señor, siempre están apurados, en pánico, cuando algo les sucede. En su apresuramiento, ellos no saben qué hacer.

  Quisiera compartir un poco más sobre cómo experimenté al Señor en calidad de piedra probada cuando el ejército invasor japonés me arrestó hace unos cincuenta años. Dos miembros de la policía militar japonesa vinieron al salón de reuniones para entrevistarse conmigo un lunes por la mañana. Yo apenas acababa de llegar al salón cuando ellos vinieron a buscarme, pues sabían que yo siempre venía al salón a trabajar desde las ocho de la mañana hasta el mediodía. Les di la bienvenida y los recibí en mi oficina, la cual estaba encima del salón de reuniones. En esos momentos no estuve apurado ni en pánico; más bien, mantuve la calma. Ellos me dijeron que querían que los acompañase a su cuartel. Acepté ir con ellos y les regalé una versión de bolsillo de la Biblia. Esa Biblia sería de gran ayuda para mí cuando me interrogaran más tarde. Mientras salía con ellos, le pedí a un hermano que estaba en el salón de reuniones que por favor le dijera a mi esposa que había ido al cuartel de la policía militar. Fui encarcelado por treinta días. Me interrogaron dos veces al día en sesiones de tres horas cada una. En todo momento estuve bajo sus amenazas.

  Un día, uno de ellos me preguntó por qué llamábamos nuestras conferencias “conferencias de avivamiento”. Le respondí que las llamábamos así porque nuestra iglesia hacía todas las cosas de acuerdo con la Biblia. Él me hizo esta pregunta porque ellos sospechaban que yo laboraba para el gobierno nacionalista que buscaba reavivar al pueblo chino. En China, en aquel entonces, los que estaban en el cristianismo designaban sus conferencias usando una palabra que significaba “esfuerzo”, pero únicamente nosotros usábamos la palabra “avivamiento”. Después que le dije que hacíamos todo de acuerdo con la Biblia, él me preguntó si la Biblia hablaba de avivamientos. Cuando le respondí que “sí”, él tomó la pequeña Biblia de bolsillo que le había regalado y me la lanzó diciéndome: “Muéstreme dónde”. Por la soberanía del Señor, abrí la Biblia justo en la página donde estaba Habacuc 3:2, en la que Habacuc ora diciendo: “Oh Jehová, aviva Tu obra / en medio de los años”.

  El libro de Habacuc es uno de los doce libros de los profetas menores en el Antiguo Testamento. Es difícil recordar el orden en que están dispuestos estos libros en la Biblia. Pero ese día yo abrí la Biblia en la misma página donde estaba ese versículo que habla de avivamiento. Para mí, fue un milagro que encontrara de inmediato este versículo y pudiera señalarle la palabra “aviva” a aquella persona. Esto le demostró que nuestra práctica concordaba con la Biblia. Si yo hubiera estado presuroso, podría haber olvidado completamente dónde estaba este versículo sobre el avivamiento y podría haber abierto la Biblia en otra sección. Esto es un testimonio de que “el que crea no se apresurará a huir”.

  No debemos olvidar que somos creyentes en Cristo. Cristo es nuestro fundamento, y este fundamento ha sido debidamente probado. Él es digno de toda confianza, así que debemos confiar en Él. No debemos apresurarnos ni dar cabida al pánico. En mi estudio de este pasaje de la Palabra, un libro de consulta citaba un proverbio que afirmaba que el apresuramiento proviene del diablo. Cuando caemos en el apresuramiento, en el pánico, debemos recordar que esto proviene del diablo. No tenemos por qué estar en apresuramiento ya que Cristo, la piedra probada, es nuestro firme cimiento.

  Esta piedra es también una preciosa piedra angular que sirve para unir el edificio de Dios. Mientras que la piedra de fundamento sustenta todo el edificio, la piedra angular une dos secciones de un mismo edificio. El Nuevo Testamento nos dice, con base en Salmos 118:22-24, que Cristo es la principal piedra angular (Ro. 9:33; Mt. 21:42; Hch. 4:11-12; Ef. 2:20). Según el Nuevo Testamento, Cristo, la piedra angular, une dos muros, uno formado por los creyentes judíos y el otro formado por los creyentes gentiles. Debido a que Cristo tomó la delantera para unir a los judíos y gentiles, Él es la primera piedra angular. Incluso hoy no solamente somos sustentados por Él como piedra de fundamento, sino que también somos unidos por Él como nuestra piedra angular. Yo estoy unido a usted, y usted está unido a mí. Estamos juntamente unidos por Cristo. Sin Él, estaríamos separados y divididos el uno del otro. Al cristianismo de hoy le hace falta experimentar a Cristo como piedra angular que nos une. Debemos experimentar a Cristo como piedra probada y digna de confianza para que Él sea nuestro fundamento firmemente establecido que nos sustenta, y además debemos experimentarle como piedra angular que nos une. Esto tiene como resultado el edificio de Dios, el Cuerpo de Cristo.

  Este ítem de Cristo halla su cumplimiento como anticipo en la actual era de la gracia. En Romanos 9, al hablar sobre la justicia que proviene de la fe, Pablo citó Isaías 28:16 al decir que el que crea en esta piedra, Cristo, no será avergonzado (v. 33). Hoy podemos experimentar a Cristo como roca. Él es nuestra piedra angular, nuestra piedra de fundamento, nuestra piedra probada. En Él confiamos. El aspecto de Cristo como piedra tendrá su pleno cumplimiento durante la era venidera, la era de la restauración.

  Lo dicho por el Señor Jesús a los líderes judíos en Mateo 21:42 indica que ellos eran los edificadores, pero que carecían del discernimiento necesario para darse cuenta de que estaban rechazando la piedra angular del edificio de Dios, es decir, a Cristo. El Señor Jesús citó Salmos 118:22-23 al decir que la piedra que los edificadores rechazaron, Dios la había hecho cabeza del ángulo. Pedro citó las palabras del Señor en Hechos 4:11-12. En el versículo 11 él mencionó a Cristo como piedra angular, y en el versículo 12 indicó que hoy en día esta piedra angular es nuestro Salvador. Muy pocos cristianos saben que Jesucristo, su Salvador, es la piedra angular. Nuestro Salvador, Jesús, nos salva haciéndonos partícipes del edificio de Dios y nos une a dicho edificio.

  En la era de la restauración, todos estos ítems de Cristo serán plenamente cumplidos. Salmos 118:22-24 será cumplido definitivamente en el tiempo de la restauración, pues el versículo 26 de este salmo fue citado por el Señor en Mateo 23:38-39 cuando le dijo a los judíos: “He aquí vuestra casa os es dejada desierta. Porque os digo que desde ahora no me veréis más, hasta que digáis: ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”. Éste será el día de la restauración en la segunda venida del Señor, cuando todo el remanente de Israel se vuelva y crea en Cristo para ser salvo (Ro. 11:23, 26).

III. UN REY COMO REFUGIO, ABRIGO, CORRIENTES DE AGUAS Y SOMBRA DE GRAN PEÑA

  Cristo no solamente es una corona y una piedra, sino también un Rey (Is. 32:1-2; 33:22). Isaías revela que Cristo es un Rey que nos abastece, nos cuida y nos ampara. Cristo como Rey es Jehová, Dios, y también es un hombre. Nuestro Rey es muy humano e incluso humilde. El presidente de los Estados Unidos podría esforzarse por humillarse a fin de estar entre el pueblo, pero nadie puede compararse con el Señor Jesús. Él es un Rey, pero es muy humano y humilde.

  Isaías 32:1 dice: “He aquí, un Rey reinará conforme a la justicia, / y gobernantes gobernarán según el derecho”. Él no gobierna directamente por Sí mismo, sino indirectamente por medio de los que gobiernan según el derecho. Aquí es necesario considerar la diferencia que existe entre justicia y derecho. La justicia consiste en ser rectos, mientras que el derecho es la justicia acompañada de juicio. Si no hay juicio, no es posible que haya derecho. El derecho procede del juicio emitido conforme a la justicia de una persona, lo cual declara su justicia. Cuando se emite juicio con respecto a alguien conforme a lo que esta persona es y ha hecho, entonces ese veredicto, ese juicio, es el derecho. Por eso el derecho es establecido por los gobernantes que emiten juicio. Cristo reinará conforme a la justicia, y Él gobernará por medio de Sus ayudantes, los gobernantes, para juzgar al pueblo conforme al derecho. En toda la tierra hay carencia de justicia, y casi todos los gobiernos están deficientes en cuanto al derecho.

  Aquel que gobierna y reina por medio de los gobernantes conforme a justicia y derecho no solamente es Dios, sino también un hombre humilde. En Isaías 32:1 este Rey es un hombre, y este Rey-hombre es para nosotros refugio contra el viento (v. 2). El “viento” es algo que siempre nos sobreviene en el curso de nuestra vida humana. Los esposos tienen que admitir que sus esposas son fuente de mucho viento. Las esposas son como “viento que sopla” sobre sus esposos gran parte del tiempo. No es fácil ser un esposo apropiado porque el “viento” procedente de las esposas siempre está presente. Los esposos necesitan tomar a Jesús como su refugio contra el viento. Toda vez que el viento sopla, debemos correr a este hombre, tomándolo a Él como nuestro refugio. Entonces estaremos protegidos.

  Como hombre, Él también es abrigo contra la tempestad (v. 2). Ya vimos la diferencia que existe entre una corona y una diadema, y entre la justicia y el derecho. Ahora es necesario que veamos la diferencia que existe entre el viento y la tempestad. Independientemente de cuán fuerte sea el viento, por sí mismo no constituye una tempestad. Una tempestad es un disturbio, un tumulto; es algo mucho más intenso y más problemático que meramente un viento. Es mucho más difícil enfrentar una tempestad que el viento. El hombre Jesús no solamente es un refugio contra el viento, sino también un abrigo contra la tempestad. La tempestad, el disturbio, no puede molestarnos ni causarnos daño porque Él es nuestro abrigo. Debemos aprender a experimentar al Señor en estos aspectos. Especialmente en los últimos tres años he tenido que padecer los efectos de una tempestad. He tomado al Señor como abrigo contra esta tempestad.

  Este hombre es también corrientes de aguas en tierra seca (v. 2). Estas corrientes de aguas son nuestro suministro, consuelo y satisfacción. Hoy en día ¿qué circunstancias no representan tierra seca? ¿Qué matrimonio no es tierra seca? La vida matrimonial siempre termina por secar a las personas. Algunos esposos tienen una enorme capacidad para secar a sus esposas. Algunas esposas son iguales. Nuestros negocios y trabajos también son lugares muy secos. En estos lugares secos, necesitamos beber. En lugar de tomarnos una taza de café, debiéramos “tomar una taza de Jesús”. Entonces seremos regados en medio de un lugar seco. Cristo es para nosotros no solamente como un poco de agua, sino como corrientes de aguas. Nosotros, los cristianos, debiéramos poder testificar de esto.

  Él también es como sombra de gran peña en tierra devastada (v. 2). Una tierra devastada es un desierto, pero no un desierto natural. Un desierto natural es aquel que no fue hecho por el hombre, pero una tierra devastada es aquella tierra que fue arruinada por el hombre. Debido a que esta tierra devastada es una tierra muy calurosa, existe la necesidad de sombra. Esta sombra en tierra calurosa es como el aire acondicionado de hoy. Necesitamos experimentar a Cristo como tal sombra a fin de que sea un dosel sobre nosotros. ¡Nuestro Cristo es maravilloso! Jesús, el hombre, es nuestro Rey, nuestro refugio, nuestro abrigo, nuestras corrientes de aguas y nuestra sombra. Él puede ser aplicado de manera práctica en nuestra vida diaria.

  Isaías 33:22 dice que Él es nuestro Juez, nuestro Legislador y nuestro Rey que nos salva. Al ejercer Su gobierno divino, Él es tal persona de tres aspectos. De manera similar, el gobierno de los Estados Unidos también está dividido en tres sectores. Este gobierno tiene tres ramas: la ejecutiva, la legislativa y la judicial. En el pasado, yo pensaba que los Estados Unidos había inventado esta maravillosa forma de gobierno en la que se equilibran estos tres poderes. A la postre, descubrí que según Isaías 33:22, Dios ya había puesto esto en práctica. Cristo como Rey es la rama ejecutiva del gobierno divino. Él también es el Legislador, la rama legislativa de este gobierno. Finalmente, Él es nuestro Juez y, como tal, es la rama judicial. Él posee estos tres aspectos a fin de ejercer Su gobierno divino para salvar a Su pueblo. En el gobierno de los Estados Unidos estos tres poderes están constantemente equilibrándose entre sí, pero muchas veces pelean uno contra el otro. El Señor Jesús, en cambio, al ejercer Su gobierno divino está perfectamente equilibrado en todo aspecto. Las tres secciones del gobierno divino son una sola persona. Nuestro Jesús es la rama ejecutiva, la rama legislativa y la rama judicial en Su gobierno divino.

  Todo cuanto está en la Biblia es muy superior a lo que el hombre pueda inventar. El sistema comunista ideado por Karl Marx se asemeja a la práctica bíblica mostrada en Hechos 2, según la cual los creyentes tenían todas las cosas en común (v. 44). Pero la historia ha mostrado que, en la práctica, el comunismo no funciona. En el Antiguo Testamento, Dios les mostró a los hijos de Israel cómo mantener un equilibrio con respecto a las riquezas, y Él hace también lo mismo, en términos espirituales, en el Nuevo Testamento (2 Co. 8:14-15); pero la humanidad caída no puede practicar esto en la carne. Nada que proceda de la cultura humana podrá superar lo que se menciona en la Biblia. Nada puede competir con la revelación divina hallada en la Biblia porque la Biblia fue escrita por nuestro Dios, el cual conoce todas las cosas.

  La Biblia nos muestra todas las riquezas del Cristo todo-inclusivo. Isaías dice que nuestro Salvador, Cristo, es un Rey que reina conforme a la justicia y gobierna según el derecho. Él es también un hombre como refugio, abrigo, corrientes de aguas y sombra. Más aún, Él es la rama judicial, legislativa y ejecutiva en Su gobierno divino. Él lo es todo. Además de todas estas cosas, Él es la piedra. Él es también nuestra gloria como corona y nuestra hermosura como diadema. ¡Él es nuestro maravilloso Cristo todo-inclusivo!

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