Mensaje 54
Lectura bíblica: Is. 61:1-3; 63:1-6, 9; 64:1; 65:17-25; 66:15, 22
Oración: Señor, cuánto te agradecemos por Tu misericordia y gracia manifestada al traernos aquí hoy. Señor, Tú sabes lo que necesitamos. Te damos gracias por habernos permitido considerar todos los puntos referentes a Ti como el Cristo todo-inclusivo revelado en Isaías. Esta noche te damos gracias por habernos traído al último mensaje. Señor, bendícenos como lo hiciste en el pasado. Confiamos en Ti, en Tu misericordia, en Tu bendición, en Tus palabras, en Tu hablar e, incluso, en que somos un espíritu contigo. Permanece con nosotros y habla en nuestro hablar. Derrota al enemigo y bendice a todos los asistentes. Gracias. Amén.
En este mensaje queremos ver dos aspectos del Cristo-todo inclusivo como Siervo de Jehová. Primero, Él es el Ungido de Jehová. Éste es un término muy precioso en el Antiguo Testamento. Segundo, Él es el Ángel de la presencia de Jehová. Algunos podrían pensar que no es correcto decir “el Ángel de la presencia de Jehová”; tal vez preferirían hablar del “Ángel en la presencia de Jehová”. Pero el texto de las Escrituras dice: “el Ángel de Su presencia” (Is. 63:9).
El capítulo más notable referente al Ángel de Jehová es Éxodo 3. El Ángel de Jehová fue quien acompañó a todo el linaje de Israel en su salida de Egipto así como en su peregrinaje por el desierto hasta su entrada en la buena tierra. Después, encontramos a este Ángel de Jehová en Zacarías 1. Él es quien cabalga sobre un caballo bermejo y padece sufrimientos con el pueblo sufriente de Dios a fin de poder servirle. El Ángel de Jehová sirvió a los hijos de Israel durante toda su travesía de cuarenta años en el desierto. En Éxodo 14 podemos ver que Él llevaba la delantera en la vanguardia; y cuando el ejército egipcio perseguía a Israel, el Ángel estuvo en la retaguardia (v. 19). Él protegió personalmente a Israel del ejército egipcio. Ese Ángel de Jehová era el Señor Jesús.
El último ítem del Cristo todo-inclusivo en el libro de Isaías es el Ángel de (no en) la presencia de Jehová. El hecho de que Él es el Ángel de la presencia de Jehová significa que Él es la presencia de Jehová. La preposición de indica aposición. Si yo estoy con usted, esto quiere decir que usted y yo somos dos personas; pero si yo soy de usted, esto hace de nosotros uno. Un esposo podría decir que él es de su esposa. Esto quiere decir que él y su esposa son uno. La expresión en la presencia implica dos personas; la expresión de la presencia significa una sola persona. El Ángel de Jehová es simplemente la presencia misma de Jehová. Si yo digo: “la vida en Cristo”, esto significa que la vida y Cristo son dos cosas. Si digo: “la vida de Cristo”, esto significa que la vida es Cristo. El Ángel de la presencia de Jehová significa que este ángel es la presencia de Jehová.
El Ángel de Jehová, desde Éxodo 3 hasta Isaías y Zacarías, estuvo siempre con Israel. Con frecuencia, Él acompañó a Israel en sus sufrimientos. Zacarías 1 presenta la visión de un hombre quien, como Ángel de Jehová, cabalga sobre un caballo bermejo y está de pie entre los mirtos que había en la hondonada del valle (vs. 7-17). Los mirtos representan al pueblo humillado de Israel en su cautiverio. Cristo, como Ángel de Jehová, estaba de pie entre aquellos mirtos que había en la hondonada del valle. Esto significa que Él permaneció de manera prevaleciente entre el Israel que estaba cautivo en las partes más bajas del valle en su humillación.
Finalmente, Él pisará el gran lagar en Armagedón. Isaías 63 hace referencia a Armagedón. Aquel lagar se extenderá desde Bosra de Edom (vs. 1-6) hasta Armagedón (Ap. 16:16), una distancia de mil seiscientos estadios, es decir, ciento ochenta y dos millas (Ap. 14:20). El Ángel de Jehová, el Jesús que retorna, pisará aquel gran lagar. Si no fuera por Isaías, no sabríamos que Aquel que pisará el gran lagar será el Ángel de la presencia de Jehová.
El Ungido de Jehová y el Ángel de la presencia de Jehová son los dos últimos ítems de lo que el Cristo todo-inclusivo es para Israel en Isaías. Si bien la expresión el Ungido de Jehová es un término muy dulce para el pueblo de Dios, la expresión el Ángel de la presencia de Jehová es un término mayormente aplicado con relación a los enemigos del pueblo de Dios. Primero, Él se enfrentó a Faraón y al ejército egipcio. Él protegía al pueblo de Dios tanto en la vanguardia como en la retaguardia. Incluso en Zacarías Él es presentado como el Ángel protector, Aquel que estaba montado sobre un caballo bermejo. Isaías concluye su visión del Cristo todo-inclusivo con estos dos ítems: uno de ellos muy dulce para los elegidos de Dios, y el otro muy poderoso contra los enemigos de los elegidos de Dios.
El último enemigo de Israel será el anticristo junto con todas las naciones que lo acompañarán. Apocalipsis 19 dice que el anticristo reunirá a todos los malignos de la tierra para formar sus ejércitos a fin de destruir a Israel. Incluso actualmente ya existen muchas naciones árabes que quisieran destruir a Israel. El último en liderar una especie de conspiración contra Israel a fin de destruirlo será el anticristo con sus aliados, las naciones. Pero el Ángel de Jehová combatirá contra él, lo derrotará y lo echará directamente en el lago de fuego. El Ángel de Jehová es el propio Señor Jesús como la presencia del Dios Triuno. Él vendrá a derrotar al anticristo y sus ejércitos.
Isaías 61:1-3 es una profecía con respecto a Cristo como Ungido de Jehová.
Esta profecía respecto a Cristo como Ungido de Jehová se cumplió a manera de anticipo en la primera venida de Cristo. En el Antiguo Testamento no es posible ver las dos venidas de Cristo claramente distinguidas. Únicamente se nos muestra que Cristo vendrá. Las dos venidas de Cristo son comparables a las cumbres de dos montes en una cordillera. Al ser contempladas a cierta distancia, parecen formar parte de una misma cumbre; pero al acercarnos, se pueden distinguir como dos cumbres distintas separadas por un gran valle o llanura. La profecía con respecto a la venida de Cristo en Isaías 61 tiene, en realidad, dos aspectos.
En el Nuevo Testamento, la cumbre que corresponde a la primera venida del Señor es mencionada en Lucas 4. Lucas 4 dice que el Señor entró en una sinagoga un día de Sábado. Se le dio el rollo del profeta Isaías, y Él leyó los primeros versículos de Isaías 61. Después, enrollando el libro, lo devolvió al asistente, se sentó y dijo: “Hoy se ha cumplido esta Escritura en vuestros oídos” (v. 21). Todos estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de Su boca (v. 22).
En Lucas 4 encontramos un relato con respecto a la primera “cumbre” de la profecía contenida en Isaías 61:1-3. Pero en Isaías 61 vemos solamente una cumbre, y no dos. Los últimos veintisiete capítulos de Isaías, del capítulo 40 al 66, hablan sobre la venida de Cristo. Isaías nos dijo que la venida del Señor traería el tiempo de la restauración, la restauración de Israel. Pero al abordar Isaías 40—66 hoy en día, a la luz del Nuevo Testamento, podemos ver allí las dos venidas de Cristo.
Por ejemplo, Isaías 40 habla de la gloria de Jehová que es revelada (v. 5) y del Señor Jehová que viene con poder (v. 10). Esto se refiere a la aparición de Jesús. Tal manifestación ciertamente no corresponde a Su segunda venida, sino a Su primera venida anunciada por Juan el Bautista (vs. 3-5; Lc. 3:4-6). Los capítulos que siguen a Isaías 40 contienen muchos versículos que hablan sobre la venida de Cristo. Isaías 53 dice que el Señor viene como planta tierna, como raíz de tierra seca (v. 2) y como varón de dolores (v. 3). Esto ciertamente se refiere a Su primera venida. Hoy en día nosotros sabemos estas cosas, pero en tiempos antiguos no se pensaba de ese modo. Incluso dudo que el propio Isaías sabía esto. Ellos únicamente sabían que el Mesías vendría. Para ellos, había solamente una venida. Pero en realidad el Mesías, el Ungido de Jehová, vendría dos veces. La primera vez sería para dar inicio a la era de la gracia, y la segunda vez, para dar inicio a la era de la restauración.
La era de la gracia es un anticipo de la era de la restauración. Hebreos 6 dice que la era de la gracia es un anticipo de los poderes del siglo venidero (v. 5). Hoy en día podemos gustar de los poderes del siglo venidero, la era de la restauración. Esta era venidera es la era del reino, la era del milenio. En la era de la gracia nos encontramos avanzando hacia la siguiente era, la era de la restauración, la era del reino. Lo que gustamos hoy es el anticipo de lo que gustaremos de manera plena en el tiempo de la restauración. El primer cumplimiento de la profecía con respecto a la venida de Cristo es un anticipo, mientras que el segundo cumplimiento será el disfrute pleno.
La profecía respecto a Cristo como Ungido de Jehová se cumplió a manera de anticipo en la primera venida de Cristo con miras a introducir la era de la gracia como año aceptable de Jehová (Lc. 4:16-22a), lo cual resulta en que la iglesia sea producida. En el Antiguo Testamento, la iglesia estaba oculta. La iglesia estaba escondida entre las dos cumbres de la venida de Cristo. Después que el Señor leyó Isaías 61:1-2, se sentó y dijo: “Hoy se ha cumplido esta Escritura en vuestros oídos” (Lc. 4:21). Eso quería decir que puesto que el Señor estaba allí, ése era el año aceptable de Jehová; pero esto era solamente un anticipo. El año aceptable de Jehová vendrá en toda su plenitud cuando Cristo venga por segunda vez.
La profecía respecto a Cristo como Ungido de Jehová en Isaías 61:1-3 se cumplirá de manera completa en la segunda venida de Cristo, con miras a la restauración de Israel, a fin de traer los cielos nuevos y la tierra nueva. La era de la restauración introducirá los cielos nuevos y la tierra nueva.
Isaías 61:1a dice: “El Espíritu del Señor Jehová está sobre Mí”. El Espíritu del Señor Jehová estaba sobre Cristo en Su primera venida y estará sobre Él en Su segunda venida. Cuando el Señor Jesús venga por segunda vez, tendrá especial significado que sea el Espíritu del Señor Jehová el que esté sobre Él; por ello, aquí Isaías específicamente añadió la palabra Señor. No es solamente el Espíritu de Jehová, sino el Espíritu del Señor Jehová. Tal Espíritu estará sobre Jesús en Su venida.
Jehová ungió a Cristo (Is. 61:1b; Mt. 3:16). Él ungió a Cristo en Su primera venida. Cuando Cristo fue bautizado, Él salió de las aguas, y el Espíritu de Dios vino sobre Él corporificado en forma de una paloma (Lc. 3:21-22). Hoy en día el Espíritu no está sobre nosotros como una figura visible. Pero el día del bautismo de Jesús, el Espíritu vino sobre Él corporificado en forma de una paloma. Aquello fue en extremo notable. La venida del Espíritu sobre Jesús después de Su bautismo constituyó el cumplimiento de Isaías 61:1 y ocurrió con el propósito de ungir al Rey y presentarlo como tal a Su pueblo. Aquel Espíritu que ungió al Señor continuará operando en Su segunda venida.
Jehová le ungió para realizar una serie de cosas. Primero, le ungió para traer las buenas nuevas, el evangelio, a los afligidos, a los que sufren (Is. 61:1c). Segundo, Él fue ungido para vendar a los quebrantados de corazón (v. 1d), y tercero, para proclamar libertad a los cautivos, y a los atados apertura de los ojos (v. 1e). Esto también puede significar libertad para los que están en prisión. Cuarto, Cristo fue ungido para proclamar el año aceptable de Jehová y el día de venganza del Dios nuestro (v. 2a). El año aceptable es para con el pueblo de Dios; el día de venganza es para con los enemigos del pueblo de Dios. Cuando Cristo venga nuevamente a Israel, ése será el año aceptable para ellos y también el día de la venganza de Dios sobre los enemigos del pueblo de Dios, el anticristo y sus seguidores. Quinto, Jehová ungió a Cristo para consolar a todos los que hacen duelo (v. 2b). Hacer duelo indica que uno sufre mucho. Al inicio de nuestro sufrimiento es posible que no hagamos duelo; pero después, hacemos duelo.
Sexto, Cristo fue ungido para conceder a quienes hacen duelo en Sion que se les dé tocado en lugar de cenizas, óleo de alegría en lugar de luto, manto de alabanza en lugar del espíritu abatido (v. 3a). Zacarías dice que cuando Cristo venga de nuevo, todos los israelitas dispersos habrán regresado a la tierra de sus ancestros. Dos tercios de ellos serán aniquilados por sus enemigos (13:8). Incluso hoy en día las naciones que rodean a Israel le aborrecen. La situación difícil en la que se ha encontrado Israel por los últimos veinte siglos es el cumplimiento de lo dicho por el Señor en Mateo. El Señor se lamentó con respecto a Jerusalén (Mt. 23:37) y profetizó la destrucción que le sobrevendría (24:2). Esta profecía se cumplió en el año 70 d. C. cuando Tito y el ejército romano destruyeron Jerusalén y el templo, sin dejar piedra sobre piedra. Desde entonces, los israelitas fueron despojados de la tierra de sus ancestros y fueron dispersados por todas las naciones durante mil novecientos años aproximadamente. Ellos estuvieron deambulando por muchos siglos, pero en 1948 volvieron a formar una nación. Diecinueve años después, en 1967, recuperaron Jerusalén y los Altos del Golán en la guerra de los Seis Días.
Hoy en día Israel se encuentra bajo presión internacional para renunciar a los territorios que reconquistó. Israel no hará esto. Todos los países árabes que rodean a Israel le aborrecen. En el futuro, el anticristo y sus ejércitos se esforzará al máximo por aniquilar al pueblo de Israel. Según Zacarías, dos tercios del pueblo de Israel será aniquilado y sólo un tercio quedará (13:8-9). Este tercio perderá la mitad de la ciudad de Jerusalén (14:2). Entonces el Señor retornará para combatir contra el anticristo y sus ejércitos y derrotarlos.
En aquel tiempo el Señor concederá algo a quienes hagan duelo en Sion. Ellos harán duelo porque habrán perdido a sus parientes. Pero cuando Cristo venga, Él les dará tocado en lugar de cenizas. Un tocado es como un turbante. Aquellos que harán duelo en Israel arrojarán cenizas sobre sí mismos, pero Cristo quitará las cenizas y les dará tocado, un turbante. Él también les dará óleo de alegría en lugar de luto, y manto de alabanza para alabar a Jehová en lugar del espíritu abatido. Todo esto también se aplica muy bien a nosotros, los creyentes de hoy en día. Antes de ser salvos, éramos como los que aquí se describen negativamente, pero el Señor se nos dio ricamente en calidad de todos los elementos anteriormente mencionados. Él también será todas estas cosas para Israel a Su retorno.
El Señor hace todo esto para que los del pueblo de Israel sean llamados terebintos de justicia, plantío de Jehová, a fin de que Él sea glorificado (Is. 61:3b). Aunque muchos de ellos morirán, los que permanezcan serán como árboles de justicia en pleno crecimiento. Los terebintos, de acuerdo con mi estudio, son los mejores robles. El pueblo de Israel será el plantío de Jehová a fin de que Jehová sea glorificado. Esto ocurrirá en la segunda venida de Cristo, en la cual Él será el Ungido de Dios a fin de cuidar al pueblo de Dios que se encuentra disperso y padece tribulaciones.
A Su retorno, Cristo será alzado como bandera en torno a la cual será congregado el pueblo de Jehová que fue dispersado (Is. 62:10b). Para entonces, todo Israel regresará. Para ello, será necesario que vean una señal, una bandera, en torno a la cual todos ellos puedan reunirse. Cristo, el Ungido de Jehová, será aquella bandera en torno a la cual se congregarán.
Este Ungido de Jehová vendrá para rescatar a Sion. Sion era uno de los montes sobre los que Jerusalén estaba edificada, y dicho monte originalmente era llamado Moriah, donde Abraham ofreció a su hijo Isaac (Gn. 22:1-2). El templo fue edificado sobre el monte Moriah en Jerusalén (2 Cr. 3:1). Después, Moriah fue llamado Sion (Sal. 2:6; 48:2, 11; 74:2). El Señor será la salvación que vendrá a Sion a fin de rescatarla de la destrucción por parte del anticristo y de las naciones que estén con él (Is. 62:11b; Zac. 12:2-9). En tales circunstancias, el anticristo habrá capturado a la mitad de los pobladores de Jerusalén. Cristo, como Ungido de Jehová, vendrá a rescatarlos de la mano homicida del anticristo.
Cristo es el Ángel de la presencia de Jehová que toma medidas con respecto a las naciones (Is. 63:1-6, 9; 64:1; 65:17-25; 66:15, 22).
Él rasgará los cielos y vendrá a salvar a Israel, librándolo de las naciones (Is. 63:9; 64:1). Los cielos serán rasgados, y habrá una amplia apertura para que el Ángel de la presencia de Jehová aparezca viniendo a la tierra. Entonces, Él no se manifestará como planta tierna, sino como Aquel que es muy grande.
Él vendrá trayendo fuego consigo para juzgar a las naciones en toda la tierra con Su ardor (Is. 66:15-16a). Recientemente hubo un gran fuego, un gran incendio, en la ciudad de Oakland, California, y muchos perdieron sus casas. Pero cuando Cristo venga por segunda vez, toda la tierra será un gran incendio. Él vendrá trayendo fuego consigo para juzgar a las naciones con Su ardor.
Él también vendrá a pisar el gran lagar para destruir al anticristo junto con los malvados de las naciones en Armagedón (Is. 63:1-6; Ap. 16:12-16; 19:19-21). Al pisar el lagar, Él no realiza una cosecha positiva. Ésta es una cosecha negativa en la cual Dios juzga a los malvados.
Finalmente, cuando Cristo retorne Él dará inicio al tiempo de la restauración: el reino milenario, que dará lugar a los cielos nuevos y la tierra nueva (Is. 65:17-25; 66:22; Ap. 20:4-6). A Su retorno, Cristo hará que el mundo sea consumido por el fuego y pisará el gran lagar, donde estará incluido el anticristo. Al hacer estas dos cosas, Él limpiará toda la tierra. Entonces, Él establecerá el reino de Dios sobre la tierra, y ése será el tiempo de la restauración. Los judíos que retornen, habiéndose arrepentido, disfrutarán de tal restauración, y los cristianos vencedores estarán en la parte celestial del reino de los cielos. Los judíos permanecerán sobre la tierra para disfrutar de la creación de Dios, la cual había sido dañada pero que será restaurada por la segunda venida de Cristo. Tal restauración dará lugar a los cielos nuevos y la tierra nueva. Ésta es la mejor escatología.