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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Jacobo»
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Mensaje 5

LAS VIRTUDES PRÁCTICAS DE LA PERFECCIÓN CRISTIANA

(5)

  Lectura bíblica: Jac. 1:18, 21, 25-27; Hch. 21:17-26

  Hemos señalado que necesitamos tener una perspectiva equilibrada de la Epístola de Jacobo. Por un lado, esta epístola es útil por cuanto recalca la perfección cristiana práctica; por otro, nos sirve de advertencia al mostrarnos que es posible que un hombre sea muy piadoso y, al mismo tiempo, carezca de claridad en cuanto a la economía neotestamentaria de Dios.

LO QUE DICE JACOBO EN CUANTO A LA ECONOMÍA NEOTESTAMENTARIA DE DIOS

  En 1:26 y 27 Jacobo dice: “Si alguno se cree religioso, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana. La religión pura e incontaminada delante de nuestro Dios y Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo”. Estos versículos, en los cuales Jacobo habla de la religión, muestran que lo que Jacobo escribe en cuanto a la economía neotestamentaria de Dios no es tan sobresaliente como lo que escriben Pablo, Pedro y Juan. Pablo se centra en el hecho de que Cristo vive y es formado en nosotros (Gá. 2:20; 4:19), y de que Cristo es magnificado en nosotros y expresado en nuestro vivir (Fil. 1:20-21), para que nosotros, quienes conformamos la iglesia, Su Cuerpo, lleguemos a ser Su plenitud, Su expresión (Ef. 1:22-23). Pedro recalca el hecho de que Dios nos regeneró por medio de la resurrección de Cristo (1 P. 1:3), haciéndonos así participantes de Su naturaleza divina, a fin de que llevemos una vida de piedad (2 P. 1:3-7) y seamos edificados como casa espiritual para expresar Sus virtudes (1 P. 2:5, 9). Juan recalca la vida eterna, la cual nos ha sido dada para que tengamos comunión con el Dios Triuno (1 Jn. 1:2-3), y el nacimiento divino, el cual introduce en nosotros la vida divina como simiente divina para que llevemos una vida semejante a la de Dios (2:29; 3:9; 4:17) y seamos la iglesia, un candelero, que es portador del testimonio de Jesús (Ap. 1:9, 11-12) y tendrá su consumación en la Nueva Jerusalén para expresar a Dios por la eternidad (21:2-3, 10-11). Espero que todos los santos, especialmente los jóvenes, estudien este resumen de los escritos de Pablo, Pedro y Juan en cuanto a la economía neotestamentaria de Dios y profundicen en cada asunto.

  ¿Qué dice Jacobo en su epístola en cuanto a la economía neotestamentaria de Dios? Entre las características del Nuevo Testamento, Jacobo recalca únicamente que Dios nos engendró (1:18), la perfecta ley de la libertad (v. 25), el Espíritu que mora en nosotros (4:5) y habla muy poco acerca de la iglesia (5:14). No menciona que Cristo es nuestra vida ni que la iglesia es la expresión de Cristo, que son las dos características más sobresalientes y dispensacionales del Nuevo Testamento. Hablar de estos asuntos con respecto a la Epístola de Jacobo es tener una perspectiva imparcial y equilibrada.

LA RELIGIÓN PURA

  Jacobo, según su epístola, debe de haber sido una persona muy religiosa. En 1:27 él usa la palabra religión en un sentido positivo cuando habla de “la religión pura e incontaminada delante de nuestro Dios y Padre”. Jacobo dice además que la religión pura consiste en visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y en guardarse sin mancha del mundo. Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones es actuar conforme al amoroso corazón de Dios, y guardarse sin mancha del mundo es conducirse conforme a la naturaleza santa de Dios. Sin duda, ésta es una religión muy buena, quizás la mejor, una religión que es conforme al corazón y a la naturaleza de Dios. No obstante, pese a que Jacobo escribió tales palabras acerca de la religión pura, él no tenía una visión clara acerca de la economía neotestamentaria de Dios. Éste es un asunto que debe ser recalcado una y otra vez.

LA NECESIDAD DE TENER EQUILIBRIO EN LA VIDA CRISTIANA

  En nuestra vida cristiana debemos mantener un equilibrio entre la perfección cristiana práctica y la economía neotestamentaria de Dios. El hecho de que el cuerpo humano tenga dos hombros, dos brazos, dos manos, dos piernas y dos pies indica que hay equilibrio en lo que Dios ha creado. No debemos ser cristianos desequilibrados. Tanto la economía de Dios como nuestra perfección cristiana práctica deben servir para equilibrarnos. En lo que he escrito acerca de la Epístola de Jacobo me he esforzado por presentar una perspectiva equilibrada al señalar que la Epístola de Jacobo, por un lado, nos habla de la perfección cristiana práctica, y por otro, nos da la advertencia de que es posible que una persona sea piadosa y no tenga una visión clara de la economía neotestamentaria de Dios.

  Es muy posible que a Jacobo, debido a su religión y a su perfección cristiana práctica, se le considerara una columna de la iglesia en Jerusalén, junto con Pedro y Juan, e incluso la columna principal (Gá. 2:9). Sin embargo, él no tenía una revelación clara de la economía neotestamentaria de Dios en Cristo, sino que aún se encontraba bajo la influencia de la vieja religión judaica, cuyos rudimentos consistían en adorar a Dios con ceremonias y llevar una vida en el temor a Dios. Esto se comprueba por lo que él dice en 2:2-11 y por lo que expresó en Hechos 21:20-24.

LA SITUACIÓN NARRADA EN EL CAPÍTULO VEINTIUNO DE HECHOS

  Consideremos ahora la situación que se narra en Hechos 21. El versículo 18 dice: “Y al día siguiente Pablo entró con nosotros a ver a Jacobo, y se hallaban reunidos todos los ancianos”. Después de saludarlos, Pablo les “contó una por una las cosas que Dios había hecho entre los gentiles por medio de su ministerio” (v. 19). Cuando ellos escucharon este informe, “glorificaron a Dios, y le dijeron: Ya ves, hermano, cuántos millares de judíos hay que han creído; y todos son celosos por la ley”. La palabra griega traducida “millares” realmente significa “miríadas, decenas de millares”. Este versículo nos muestra que Jacobo, quien tomó la iniciativa para hablarle a Pablo de los millares de judíos que habían creído y eran celosos por la ley, había creído en el Señor Jesús, pero todavía predicaba y enseñaba la ley de Moisés. Había sido salvo por gracia, pero seguía guardando la ley. ¿Qué encontramos aquí en Hechos 21? ¿La dispensación de la ley o la dispensación de la gracia? Lo que encontramos en este capítulo es una mixtura, y Dios no estaba dispuesto a tolerar lo que confunde la dispensación de la ley con la dispensación de la gracia.

  Para evaluar el libro de Jacobo, tenemos que usar una balanza celestial, en la cual pongamos lo que Jacobo escribió acerca de la perfección cristiana práctica en un platillo y lo que dijo en Hechos 21 en el otro platillo. Es sólo cuando consideramos ambas cosas que podemos tener una perspectiva equilibrada de Jacobo. Por ejemplo, si solamente tuviéramos el capítulo 1 de Jacobo y no el capítulo 21 de Hechos, probablemente estimaríamos demasiado el libro de Jacobo. Pero si también tenemos en cuenta Hechos 21, nuestra perspectiva será más equilibrada.

  He consultado algunos buenos libros que hablan sobre la Epístola de Jacobo, pero en los comentarios que hacen acerca de Jacobo, ninguno de ellos se refiere a Hechos 21. Por lo tanto, deseo recalcar el hecho de que para tener una perspectiva equilibrada de Jacobo, debemos considerar su epístola a la luz de lo ocurrido en Hechos 21. Cuando leemos este capítulo, podemos entender por qué Jacobo dirige su epístola a las doce tribus y también por qué en el capítulo 2 usa el término sinagoga. El hecho de que Jacobo hable de las doce tribus y de la sinagoga indica que él había confundido las cosas del judaísmo con los asuntos de la vida cristiana que son conforme a la economía neotestamentaria de Dios. Las propias palabras de Jacobo hacen alusión a tal confusión y mixtura.

  En Hechos 21 Jacobo aconseja a Pablo, y aun le ruega, que vaya al templo con los que tenían obligación de cumplir voto: “Haz, pues, esto que te decimos: Tenemos aquí cuatro hombres que tienen obligación de cumplir voto. Tómalos contigo, purifícate con ellos, y paga sus gastos para que se rasuren la cabeza; y todos comprenderán que no hay nada de lo que se les informó acerca de ti, sino que tú también andas ordenadamente, guardando la ley” (vs. 23-24). Para entonces Pablo ya había escrito los libros de Romanos y Gálatas, en los cuales afirma que la ley había sido anulada. Con todo, él actuó según lo que Jacobo le sugería.

  Pablo había venido a Jerusalén, donde había sido establecida la primera iglesia. Según Hechos 21, él se encontraba reunido con Jacobo, quien era una columna de la iglesia, y con todos los ancianos. Sin duda, Pedro y Juan estaban presentes. Pablo dio un testimonio de cómo Dios lo había usado para trabajar entre los gentiles, y todos ellos glorificaron al Señor por ello. Pero luego añadieron que en Jerusalén había miríadas de creyentes que eran celosos por la ley. Es difícil de creer que Jacobo, un hombre reconocido por ser sumamente piadoso, pudiera haber expresado lo que le dijo al apóstol Pablo, y que lo exhortara a demostrar a los judíos que él seguía guardando la ley. Jacobo le dijo a Pablo que los judíos que eran celosos por la ley estaban informados en cuanto a él, que enseñaba a todos los judíos que estaban entre los gentiles a apostatar de Moisés, diciéndoles que no circuncidaran a sus hijos, ni anduvieran según las costumbres (v. 21). Andar según las costumbres equivalía a andar según las ordenanzas. Después de decir esto, Jacobo le pidió a Pablo que fuera con los cuatro hombres que tenían obligación de cumplir voto y se purificara con ellos. El voto que ellos habían hecho era probablemente el voto nazareo. Ellos ahora tenían que rasurarse la cabeza y ofrecer sacrificios cada día durante siete días.

  Cuando por primera vez leí este pasaje de la palabra años atrás, me costó trabajo creer que Pablo hubiera aceptado el consejo de Jacobo. Pero sí obedeció lo que le dijo Jacobo y fue al templo con los otros hombres y participó en aquel voto. Tal parece que Pablo no pudo escapar de la influencia de aquel ambiente de confusión y mixtura.

UNA POSIBLE RAZÓN PARA EL COMPORTAMIENTO QUE TUVO PABLO

  Pablo, sin embargo, puede haber tenido alguna razón para haber actuado como lo hizo. Si alguien lo hubiera cuestionado al respecto, quizás se habría referido a lo que dijo a los corintios: “Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley; a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley con respecto a Dios, sino dentro de la ley con respecto a Cristo), para ganar a los que están sin ley. Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho todo, para que de todos modos salve a algunos” (1 Co. 9:20-22). Además, Pablo podría haber dicho: “Cuando escribí los libros de Romanos y Gálatas, yo estaba con los gentiles, así que me comporté como gentil. Pero ahora, en Jerusalén, estoy con los judíos, y me comporto como judío”. Pero cualquiera que haya sido el caso, el hecho es que Pablo aceptó el consejo de Jacobo y se unió a aquellos que tenían obligación de cumplir voto.

  En Hechos 21:26-28 vemos que cuando estaban para cumplirse los siete días, ciertos judíos vieron a Pablo en el templo, alborotaron al pueblo y echaron mano de Pablo. Esto podría darnos a entender que el Señor no estaba de acuerdo con lo que Pablo había hecho y permitió que fuera arrestado. Más tarde, Pablo fue enviado a Roma para ser juzgado directamente por César Nerón. A pesar de que Pablo era un apóstol tan firme, seguía siendo humano y aceptó el consejo de los ancianos judaicos de Jerusalén. No obstante, Dios no estaba dispuesto a tolerar esta situación.

UNA MIXTURA DE LO NUEVO Y LO VIEJO

  La Biblia nos provee una base firme para afirmar que Jacobo no tenía claridad con respecto a la revelación de la economía neotestamentaria de Dios en Cristo. De hecho, Jacobo en cierto modo se había desviado de la economía de Dios. Como hemos señalado, él continuaba bajo la influencia de la vieja religión judaica. Sus palabras en Hechos 21 demuestran esto de forma clara y definitiva.

  Podríamos decir que la perspectiva de Jacobo era oscura, pues no hace distinción alguna entre la nueva economía de Dios y Su vieja dispensación. Esta oscuridad probablemente se deba a su profundo arraigo a la tradición y a la manera en que había sido educado. Esta tradición y educación fueron los factores que, junto con la simpatía que Jacobo sentía por el judaísmo, lo llevaron a sacrificar la nueva economía de Dios y a transigir en aceptar las cosas de la vieja dispensación. Esta transigencia produjo una mixtura que Dios no podía tolerar.

  El principio divino consiste en tener siempre presente la distinción entre las dispensaciones de Dios. En Hechos 21, incluso Pablo participó un poco en esta mixtura, debido al entorno, al “cielo nublado” que había en Jerusalén. El apego que el hombre tenga a las tradiciones y a los elementos de su formación siempre redunda en que lo nuevo se confunda con lo viejo. Es una vergüenza que un hombre temeroso de Dios como Jacobo hubiera tomado parte en semejante mixtura. Esto se escribió en las Escrituras, y ciertamente es justo hacerlo notar para que nos demos cuenta de lo necesario que es tener una visión clara de la economía neotestamentaria de Dios.

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