Mensaje 14
(7)
Lectura bíblica: Jer. 14:1-22; 15:1-9
En este mensaje consideraremos el castigo que Jehová inflige a Israel con una sequía.
Que Jehová castigara a Israel con una sequía era una maldición que le sobrevino a Israel por haber quebrantado el pacto de Jehová. En Deuteronomio 11:17 Moisés le advirtió al pueblo de Israel que si ellos se apartaban de Jehová y servían a otros dioses, la ira de Jehová se encendería contra ellos y Él les cerraría los cielos para que no haya lluvia. Deuteronomio 28:23 se refiere a esta maldición diciendo: “Tu cielo, que está sobre tu cabeza, será de bronce, y la tierra, que está debajo de ti, de hierro”.
La maldición de la sequía consistió en que cesara el suministro celestial de Dios para la tierra. Esto tuvo lugar durante el tiempo de Elías (1 R. 17:1) y sucederá nuevamente en el futuro (Ap. 11:6a; Zac. 14:18).
Deuteronomio 11:14 y 15 dicen: “Yo daré a vuestra tierra la lluvia a su tiempo, la temprana y la tardía, para que recojas tu grano, tu vino nuevo y tu aceite fresco. Daré también hierba en tu campo para tus ganados; y comerás y te saciarás”. Estos versículos hablan de que Dios da la lluvia para el nutrimento de Su pueblo. Es Él quien da “tanto la lluvia temprana como la lluvia tardía, en su tiempo, que guarda para nosotros las semanas señaladas de la cosecha” (Jer. 5:24). Sin embargo, como maldición a causa de que Israel quebrantó el pacto de Jehová, “los aguaceros han sido detenidos, / y faltaron las lluvias de primavera” (3:3). Esto quiere decir que, como castigo, el nutrimento de Dios para su pueblo fue interrumpido.
En 14:1-6 tenemos el mensaje de Jehová con respecto a la sequía dado al Israel castigado (en realidad, Judá) por intermedio del profeta Jeremías. Dios le pidió a Jeremías que le dijera a Su pueblo que Él les enviaría una sequía, y en estos versículos tenemos la descripción que hace Jeremías de los sufrimientos de Israel durante este tiempo de sequía.
Según el versículo 2, Judá está de duelo, y sus puertas languidecen. Vestidos de negro hacen duelo en la tierra, y sube el clamor de Jerusalén.
Los nobles, los de la clase alta, envían a sus siervos por agua. Los siervos llegan a las cisternas y no hallan agua. Ellos vuelven con sus vasijas vacías, se avergüenzan, se confunden y cubren sus cabezas (v. 3).
No ha llovido en la tierra. A causa del suelo que está agrietado porque no ha llovido, tienen vergüenza los labradores y se cubren la cabeza (v. 4).
Aun la cierva en el campo pare y abandona su cría, porque no hay hierba (v. 5).
Los asnos salvajes se ponen en las alturas peladas. Ellos aspiran el viento como chacales, y desfallecen sus ojos, porque no hay vegetación (v. 6).
En 14:7—15:9 tenemos la intercesión del profeta Jeremías.
En su intercesión, Jeremías confiesa que ellos pecaron contra Jehová. Sus iniquidades testifican contra ellos, y sus apostasías son muchas. No obstante, él ora pidiendo que Jehová actúe por amor de Su nombre (14:7). Después, Jeremías continúa su intercesión diciendo: “Oh Esperanza de Israel, / Salvador suyo en tiempo de angustia, / ¿Por qué serás Tú como peregrino en la tierra, / como caminante que se retira para pasar la noche? / ¿Por qué has de ser como hombre atónito, / como hombre valiente que no puede salvar? / Sin embargo, Tú estás en medio nuestro, oh Jehová, / y nosotros somos llamados por Tu nombre; / no nos desampares” (vs. 8-9).
Jeremías intercedió por Israel, pero Jehová se rehusó a escuchar la intercesión del profeta. En lugar de aceptar al pueblo, Él les dijo que habría de acordarse de la iniquidad de ellos y castigaría sus pecados (v. 10). A continuación, Jehová le dijo a Jeremías: “No ores por el bienestar de este pueblo. Cuando ayunen, Yo no escucharé su clamor; cuando ofrezcan holocausto y ofrenda de harina, no los aceptaré, sino que los consumiré con espada, con hambre y con peste” (vs. 11-12).
En el versículo 13 el profeta oró con respecto a los falsos profetas diciendo: “¡Ah, Señor Jehová! He aquí que los profetas les dicen: No veréis espada ni tendréis hambre, porque Yo os daré paz segura en este lugar”. Al responder la oración de Jeremías, Jehová dijo que los profetas profetizaban falsamente en Su nombre, que ellos profetizaban visión falsa, que ellos mismos serían consumidos por la espada y el hambre, y que el pueblo a quien profetizan sería tirado en las calles de Jerusalén a causa del hambre y la espada (vs. 14-16).
Los versículos 17 y 18 revelan la reacción del profeta, quien era uno con Jehová que castigaba a Su pueblo.
En el versículo 17 Jehová le dijo al profeta: “Les hablarás esta palabra: / Derramen mis ojos lágrimas / noche y día, y no cesen; / porque de gran quebrantamiento es quebrantada la virgen hija de mi pueblo, / de llaga muy dolorosa”. Aquí vemos que Jehová y el profeta estaban unidos como uno solo. Al mostrar conmiseración por el pueblo de Dios, el profeta era uno con el Dios que castigaba a dicho pueblo. Por un lado, Dios los castigaba; por otro, Dios todavía sentía conmiseración, y el profeta era uno con Él en ser conmiserativo.
En el versículo 18 tenemos lo dicho por el profeta. “Si salgo al campo, / he aquí, muertos a espada; / y si entro en la ciudad, / he aquí, enfermos de hambre. / Porque tanto el profeta como el sacerdote / andarán vagando en tierra que no conocen”. Esto indica que el profeta sentía que no había lugar donde pudiera quedarse. Él no sabía a dónde ir.
En los versículos del 19 al 22 consta la intercesión adicional del profeta. El versículo 21 dice: “Por amor de Tu nombre, no nos desdeñes; / no deshonres Tu trono de gloria; / acuérdate, y no anules Tu pacto con nosotros”. Estas palabras indican que la intercesión de Jeremías se basó en el nombre de Jehová, en Su trono de gloria y en Su pacto. Después, el versículo 22 dice: “¿Hay entre las vanidades de las naciones quienes hagan llover? / ¿o en los cielos quienes den aguaceros? / ¿No eres Tú, oh Jehová nuestro Dios? / En Ti, pues, esperamos, / porque Tú has hecho todas estas cosas”. Aquí vemos que la intercesión de Jeremías se basó también en el poder de Jehová para bendecir a Su pueblo; más aún, este versículo indica que la intercesión del profeta era acompañada por el hecho de que Su pueblo esperaba en Dios.
Jeremías 15:1-4 da la respuesta de Jehová a la intercesión del profeta en la que imploraba misericordia. Jehová le dijo a Jeremías: “Aunque Moisés y Samuel se pusieran delante de Mí, no se volvería Mi alma hacia este pueblo. Échalos de Mi presencia, y que se vayan” (v. 1). Dios estaba tan disgustado con Israel que deseaba que fuesen echados de Su presencia. Si ellos le preguntasen al profeta adónde deberían ir, él debía decirles: “Así dice Jehová: / Los destinados a la muerte, a la muerte; / los destinados a la espada, a la espada; / los destinados al hambre, al hambre; / y los destinados al cautiverio, al cautiverio” (v. 2). Jehová procedió a decir que Él habría de visitarlos con cuatro clases de castigo: la espada para matar, los perros para despedazar, y las aves del cielo y las bestias de la tierra para devorar y destruir (v. 3). Finalmente, Él dijo que haría de ellos motivo de horror para todos los reinos de la tierra, a causa de Manasés, hijo de Ezequías, rey de Judá, por lo que hizo en Jerusalén (v. 4).
Los versículos del 5 al 9 son un relato que muestra al Jehová que castiga suspirando por Su pueblo castigado. El versículo 6 es de particular interés: “Tú me has abandonado, / declara Jehová. / Sigues retrocediendo, / y he extendido Mi mano contra ti / y te he destruido; / estoy cansado de arrepentirme”. Una y otra vez Dios había determinado castigar a Israel, pero se había arrepentido. Ahora, Él le decía a Jeremías que estaba cansado de arrepentirse y ya no se arrepentiría. Esto muestra cuán malvado se había hecho Israel y cuán paciente era Dios con ellos.