Mensaje 38
Lectura bíblica: Jer. 46:1-28; Jer. 50; Jer. 51
En este mensaje quisiera decir algo más con respecto a las naciones en 46:1—51:64.
Jeremías es un libro acerca de la economía de Dios. En el estudio-vida de este libro no me interesan meramente los hechos históricos y su secuencia, sino el significado espiritual de los eventos históricos relatados en este libro. Una cosa es entender los eventos mismos, y otra muy distinta poder ver el significado espiritual de estos eventos. Es posible que conozcamos los eventos pero que no lleguemos a conocer su significado espiritual. No debemos leer las historias de la Biblia ni estudiar el texto bíblico sin obtener el conocimiento del significado espiritual de aquello que leemos o estudiamos. Por tanto, la carga que siento con respecto a los capítulos del 46 al 51 consiste en que veamos el significado espiritual del castigo de Jehová y Su juicio sobre las naciones que se involucraron con los elegidos de Dios, esto es, con Israel.
La secuencia en la que Jeremías abordó el tema del castigo de Dios sobre Israel y Su juicio sobre las naciones es muy significativa. Primero, Jeremías habló acerca del pecado de Israel y el correspondiente castigo de Jehová sobre Israel. Después, él habló acerca del castigo de Dios y Su juicio sobre las naciones que se involucraron con Israel. Al hablar sobre las naciones, él mencionó primero a Egipto (46:2-28) y por último a Babilonia (caps. 50—51). Esto indica que según la perspectiva de Dios, el mundo es primero egipcio y después babilónico. Sin embargo, según la secuencia histórica, Babilonia comenzó primero originándose en Babel (Gn. 10:8-10; 11:1-9). Dios llamó a Abraham a salir de Caldea, la tierra de Babel, y a entrar en la buena tierra. Pero más adelante, cuando Abraham se tornó débil, se desvió a Egipto.
Babel es el origen, la fuente, de la idolatría del hombre, de la rebelión del hombre contra Dios y de la exaltación humana del yo. Después que estas cosas comenzaron, el mundo se tornó egipcio, donde Egipto representa al mundo en lo referido a ganarse el sustento y obtener disfrute. En Babel, el hombre se rebeló contra Dios, adoró ídolos y exaltó el yo del hombre; pero en Babel no había manera de ganarse el sustento ni de obtener disfrute. Por tanto, según la secuencia en Génesis, Babel es mencionada primero y después Egipto. Durante el tiempo de hambruna, Egipto era prácticamente el único lugar que todavía tenía alimentos (Gn. 42:1-2). Egipto era el lugar de seguridad y disfrute.
El libro de Jeremías nos presenta un cuadro de la venida de Dios para castigar y juzgar a las naciones. Según este cuadro, la última nación en ser juzgada será Babilonia. Cuando Dios juzgue a Babilonia, Su juicio sobre las naciones se habrá completado.
El libro de Jeremías también nos muestra que el pueblo elegido de Dios, esto es, Israel, estuvo muy involucrado con las naciones. Esto es un tipo de nosotros, el pueblo elegido de Dios en el Nuevo Testamento, que estamos muy involucrados con el mundo en sus muchos aspectos. Las naciones descritas en los capítulos del 46 al 51 tipifican nueve diferentes aspectos del mundo. Hoy en día el mundo tiene incluso más aspectos. Jeremías nos presenta tal cuadro con la finalidad de que podamos llevar una vida de iglesia que no sea contaminada con los diferentes aspectos del mundo. Es imprescindible que sepamos cómo tener una clara separación del mundo y no estemos envueltos ni entremezclados con ninguno de sus aspectos. Dios vendrá a juzgar al mundo en todos sus aspectos y hará una clara distinción entre la iglesia, que son Sus elegidos, y todo aspecto del mundo.
Según Gálatas 6:16, nosotros somos el Israel actual. A nuestro alrededor encontramos diversas clases de aspectos del mundo. Debemos preguntarnos con cuál aspecto del mundo estamos involucrados. Tal vez estemos involucrados con el deseo de ayudar a otros por medio de esfuerzos humanitarios, o tal vez estemos ocupados con el disfrute de entretenimientos mundanos. En todo caso, nos encontramos lejos de Dios.
Babilonia fue la nación que destruyó a la nación de Israel, al pueblo de Israel, el templo de Dios, la santa ciudad de Dios y la tierra santa de Dios. Además, el ejército babilónico bajo Nabucodonosor se apoderó de las vasijas santas, que se usaban para servir a Dios en el templo. Otras personas consideraron tales vasijas como algo sagrado, santificado y separado para Dios, por lo cual no se atrevieron a tocarlas. Sin embargo, Nabucodonosor llevó gran parte de estas vasijas a Babilonia y las puso en el templo de su dios (Dn. 1:1-2). Esto insultó a Dios al máximo y fue la razón por la cual el veredicto de Dios sobre Babilonia es descrito como Su venganza (Jer. 50:15), la “venganza de Jehová, la venganza por Su templo” (51:11).
Babilonia fue la peor nación en cuanto a ofender a Dios, y su rey era uno con Satanás (Is. 14:4, 11-15). Por tanto, Babilonia es el enemigo número uno de Dios, por ser tanto el inicio como la conclusión del gobierno humano sobre la tierra. Babilonia será completamente condenada, castigada y juzgada por Dios. Dios juzgará a Babilonia al grado que nada de Babilonia permanecerá en el universo. Por tanto, cuando Dios destruya la restaurada Babilonia la Grande tanto en su aspecto religioso como político, Él habrá limpiado esta tierra de Su enemigo número uno, que se rebela contra Dios, exalta al hombre y adora ídolos.
Jeremías nos presenta la economía de Dios para que nos volvamos a nuestra fuente y origen: el Dios Triuno como fuente de aguas vivas (Jer. 2:13). Entonces le disfrutaremos y recibiremos Su impartición en nuestro ser para que sea llevada a cabo Su economía. De este modo, Dios podrá encargarse de mantener el mundo alejado de nosotros.
Hoy en día no debe haber nada babilónico en nuestra vida de iglesia. Debemos eliminar toda rebelión en contra de Dios, todo aquello que signifique exaltarnos a nosotros mismos y toda adoración de ídolos. Entonces seremos el pueblo elegido de Dios que está bajo Su impartición a fin de disfrutar al Señor. En lugar de disfrutar de Egipto como lugar bueno para vivir, disfrutaremos al Dios Triuno, y la vida de iglesia será nuestro vivir. En tal situación, seremos bendecidos por Dios.
