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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Jeremías»
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Mensaje 15

EL PECADO QUE ISRAEL COMETE CONTRA JEHOVÁ Y EL CASTIGO QUE JEHOVÁ INFLIGE A ISRAEL

(8)

LA COMISIÓN ADICIONAL QUE JEHOVÁ LE DA A JEREMÍAS Y SU DECLARACIÓN ADICIONAL CON RESPECTO A LOS PECADOS DE JUDÁ

(1)

  Lectura bíblica: Jer. 15:10-21; Jer. 16; Jer. 17:1-27

  En este mensaje comenzaremos a considerar la comisión adicional que Jehová le da a Jeremías y Su declaración adicional con respecto a los pecados de Judá.

I. LA COMISIÓN ADICIONAL QUE JEHOVÁ LE DA A JEREMÍAS

  La comisión adicional que Jehová le da a Jeremías es abarcada en 15:10—16:9.

A. El pesar de Jeremías y el aliento y fortaleza que Jehová le infunde

  En 15:10-14 vemos el pesar de Jeremías así como el aliento y fortaleza que Jehová le infunde. En estos versículos hay tres interlocutores: Jeremías, su madre y Dios. Jeremías estaba desilusionado y le dijo a su madre: “¡Ay de mí, madre mía!, porque tú me diste a luz / como hombre de contienda y hombre de discordia para toda la tierra. / Nunca he dado en préstamo con interés, / ni me han dado en préstamo a mí; / sin embargo, todos me maldicen” (v. 10). Ciertamente ninguna madre estaría contenta al escuchar tales palabras de su hijo. Mientras que la madre de Jeremías permaneció en silencio, Dios intervino para decirle algo a Jeremías.

  Siento que es muy significativo que mientras Jeremías le hablaba a su madre, Dios intervino para hablarle. Esto indica que Dios siempre estaba con Jeremías. A todo lugar que Jeremías iba, Dios estaba allí con él. Siempre que Jeremías hablaba, Dios estaba presente para participar en la conversación. Dios estaba con Jeremías incluso cuando él, sintiéndose desilusionado, le hablaba a su madre. Probablemente su madre estuvo muy feliz al ver cómo Dios le habló a su hijo para infundirle aliento y fuerzas.

  Al hablarle a Jeremías, Dios no le habló como el Ser Divino, como el Poderoso, sino casi como si Él fuera un ser humano, pues le habló de una manera muy humana y personal. Según el relato de este libro, Dios, al tratar con Su pueblo, con frecuencia les habló de este modo. Por ejemplo, cuando Él se dirigió a Israel considerándola Su esposa apóstata y le rogó amorosamente que volviera, Él le habló de una manera muy humana.

  Después que Jeremías le dijo a su madre que todos le maldecían, Jehová intervino y le dijo: “Sin duda te libraré por tu propio bien; / ciertamente haré que el enemigo te haga súplica / en tiempo de desgracia y en tiempo de angustia. / ¿Puede alguno quebrar el hierro, / el hierro del norte, o el bronce? / Tus riquezas y tus tesoros / entregaré al saqueo sin ningún precio, / y eso por todos tus pecados, / y dentro de todas tus fronteras; / haré que tus enemigos los lleven / a una tierra que no conoces; / porque fuego se ha encendido en Mi furor, / que arderá contra vosotros” (vs. 11-14). Debemos prestar atención al uso de tus y vosotros en los versículos 13 y 14. En el versículo 13 Dios se refiere a “tus riquezas” y a “tus tesoros”. ¿A quién pertenecen estas riquezas y tesoros? Deben ser las riquezas y los tesoros de Israel. Sin embargo, Dios no le dijo estas palabras directamente a Israel, sino a Jeremías. Ciertamente, el uso del posesivo tus aquí denota a aquel a quien Dios se dirige. Esto quiere decir que Dios consideraba que el profeta era uno con Israel. Las riquezas y los tesoros de Israel también eran las riquezas y los tesoros de Jeremías. Esto indica que Dios consideraba a toda la nación de Israel como una sola entidad. Debido a que Jeremías formaba parte de esta entidad, cuando las riquezas y los tesoros de Israel fueron dados a sus enemigos, también Jeremías empobreció. Las riquezas y los tesoros de Israel, que también eran de Jeremías, serían llevados a una tierra que ellos desconocían. El fuego del furor de Dios se había encendido y ardería contra ellos. Jeremías también estaba incluido en este asunto.

  Aquí no solamente tenemos tres interlocutores —Jeremías, su madre y Jehová—, sino también un cuarto interlocutor: Israel. La palabra de Dios estaba dirigida a Jeremías, pero al hablarle a Jeremías Él incluyó a los hijos de Israel junto con Jeremías. Al hablarle a Jeremías y a Israel, Dios les habló como si Él fuese un ser humano hablando a otros seres humanos. Él les habló como uno de los cuatro interlocutores que participaban en esta conversación.

B. Jeremías suplica el cuidado de Jehová, y Jehová le responde con una comisión adicional

  Jeremías respondió al hablar de Jehová suplicando Su cuidado: “Oh Jehová, Tú lo sabes; / acuérdate de mí, visítame / y véngame de mis perseguidores. / No dejes que prevalezca Tu longanimidad para con ellos, de modo que me arrebaten; / sabe que por amor de Ti sufro oprobio” (v. 15). Al decir: “Tú lo sabes” en su súplica, Jeremías parecía recordarle a Dios respecto de su situación. La súplica de Jeremías indica que independientemente de cuán fuerte y espiritual haya sido él, todavía era humano. Al pedirle a Dios que lo recordase y lo visitase, él parecía decirle: “Oh Jehová, no te olvides de mí. No me abandones. Necesito que te acuerdes de mí, que me visites y que me vengues de todos aquellos que me persiguen por causa Tuya”.

  En particular, Jeremías oró pidiendo que, en Su longanimidad, Jehová no permitiera que él fuese arrebatado. Jeremías parece decir: “Jehová, Tú eres un Dios que puede ser longánimo por tiempo prolongado. Te pido que en Tu longanimidad no permitas que mis perseguidores me maten. Tú eres bondadoso y compasivo, y podrías permitir que mis perseguidores sigan cometiendo maldades por mucho tiempo. Te pido que durante el tiempo de Tu longanimidad no permitas que mis perseguidores me quiten la vida”.

  El siguiente versículo (v. 16) es bastante inusual y pareciera no encajar aquí. En este versículo Jeremías dice: “Fueron halladas Tus palabras, y yo las comí; / y Tu palabra me fue / por alegría y por gozo de mi corazón, / pues por Tu nombre soy llamado, / oh Jehová, Dios de los ejércitos”. Conforme a toda la revelación contenida en la Santa Biblia, las palabras de Dios son buen alimento para nosotros, y es necesario que las comamos. Cuando comemos las palabras de Dios, Su palabra se convierte en la alegría y el gozo de nuestro corazón.

  En este versículo Jeremías no solamente dice que él halló las palabras de Dios y las comió, sino también que él fue llamado por el nombre de Jehová. La frase en hebreo traducida: “Por Tu nombre soy llamado”, también podría traducirse: “Tu nombre es invocado sobre mí”. En ambos casos, Jeremías estaba diciendo que él pertenecía a Jehová y se encontraba bajo Su nombre.

  En el versículo 17 Jeremías continúa diciendo: “No me senté en la asamblea de burlones ni exulté; / a causa de Tu mano me senté solo, / porque me llenaste de indignación”. Aquí la palabra burlones no denota menospreciadores, sino aquellos que se burlan de otros regocijándose a la ligera. Tales burlones probablemente se burlaban de Jeremías, quien no exultaba ni estaba feliz; más aún, debido a que la mano de Jehová estaba sobre Jeremías, él se sentó solo. La mano de Jehová lo constriñó y lo mantuvo abajo para que se sentase quietamente y soportase las burlas. Aunque Jeremías se mantuvo quieto, él estaba lleno de indignación; le fue imposible tener gozo o alegrarse.

  El versículo 17 describe el sufrimiento de Jeremías. Debido a su sufrimiento y desilusión, él le había dicho a su madre: “¡Ay de mí!”. Ella permaneció callada, pero Jehová le habló a Jeremías para infundirle aliento y fuerzas. Con base en la respuesta de Jeremías no podría decir si él aceptó o rechazó el aliento ofrecido por Dios. Tal parece que Dios habló de una manera según Su sentir y que Jeremías respondió de otro modo según su sentir. Jeremías parecía decirle a Jehová: “No estoy feliz ni me gozo. Estoy sufriendo y estoy lleno de indignación porque Tu mano está sobre mí”.

  El versículo 18 continúa diciendo: “¿Por qué es perpetuo mi dolor, / y mi llaga incurable, que no admite curación? / ¿Serás para mí como arroyo engañoso? / ¿como aguas que fallan?”. La palabra hebrea traducida que fallan literalmente significa “no son confiables”. Jeremías había sido herido, lesionado, y presentaba su queja a Dios preguntándole si Él sería como arroyo engañoso o como aguas que fallan.

  En los versículos del 19 al 21 tenemos la respuesta de Jehová a las quejas de Jeremías. En Su respuesta, Él le dio a Jeremías una comisión adicional. El versículo 19 dice: “Por tanto, así dice Jehová: / Si tú vuelves, Yo te restauraré; / estarás delante de Mí; / y si sacas lo precioso de entre lo que no tiene valor alguno, / serás como Mi boca; / se volverán a ti, / mas tú no te volverás a ellos”. El uso de la segunda persona singular te, tú, y ti aquí podría ser indicación adicional de que Dios consideraba que Jeremías era uno con Israel. Ciertamente Israel necesitaba retornar a Dios y ser restaurado por Él. Además, podríamos decir que Jeremías, quien estaba bastante desilusionado, también necesitaba retornar a Dios a fin de ser restaurado por Él. Dios le dijo a Jeremías que si retornaba a Él, sería restaurado y estaría delante de Él.

  Dios procedió a decirle a Jeremías que si sacaba, esto es, pronunciaba, cosas preciosas de entre lo que no tiene valor, él sería como Su boca. Lo dicho por Jehová aquí con respecto a pronunciar cosas preciosas podría indicar que Él consideraba que algunas cosas dichas por Jeremías en los versículos anteriores no tenían valor alguno. Quizás Dios decía: “Jeremías, lo que acabas de decir no es precioso, sino que carece de todo valor. No puedes ser Mi boca si hablas cosas sin valor. Tienes que sacar lo precioso de entre lo que no tiene valor alguno; si haces esto, serás Mi portavoz, Mi profeta, para hablar por Mí y para impartir Mi palabra”. A continuación, Dios le dijo a Jeremías que si él fuese como Su boca, el pueblo de Israel se volvería a él; sin embargo, él no se volvería a ellos.

  En el versículo 20 Jehová le dijo a Jeremías que Él haría que él fuese como muro fortificado de bronce para el pueblo de Israel. Ellos pelearían contra él, pero no prevalecerían, pues Jehová estaría con él para salvarlo y librarlo. Él también le prometió que libraría a Jeremías de la mano de los malvados y lo redimiría de la mano de los que infunden terror (v. 21).

C. Las restricciones que Jehová le impuso a Jeremías con miras a Su comisión adicional

  En 16:1-9 vemos las restricciones que Jehová le impuso a Jeremías con miras a Su comisión adicional. Jehová le dijo: “No tomarás para ti mujer, ni tendrás hijos ni hijas en este lugar. Porque así dice Jehová acerca de los hijos y de las hijas que nazcan en este lugar, y de las madres que los den a luz y de los padres que los engendren en esta tierra: De muertes miserables morirán, y no serán llorados ni enterrados; serán como estiércol sobre la faz de la tierra; con espada y con hambre serán consumidos, y sus cadáveres servirán de comida para las aves del cielo y para las bestias de la tierra” (vs. 2-4). Debido a que éste sería el futuro y destino de aquella tierra, Jeremías no debía tomar esposa ni engendrar hijos. Si él hubiera tenido una esposa e hijos, ellos ciertamente habrían sufrido.

  Lo que Jehová le dijo a Jeremías respecto de no tener esposa ni hijos ciertamente constituía una restricción para él. Esto indica que si hemos de ser portavoces de Dios y hemos de hablar por Él, tenemos que estar bajo restricción. Tal vez los demás tengan la libertad de hacer ciertas cosas, pero nosotros no tendremos tal libertad.

  Los versículos del 5 al 9 nos detallan las restricciones adicionales que Dios impuso a Jeremías. Jeremías fue restringido en lo referente a hacer duelo y a celebrar banquete. Jehová le ordenó que no entrase en casa de duelo y que no llorase ni profiriera lamento a causa del pueblo de Israel, pues Dios era quien les había quitado Su paz, benevolencia amorosa y compasiones (v. 5). Tanto grandes como pequeños morirían en esta tierra; no serían enterrados ni los llorarían (v. 6). El pueblo no partiría pan por ellos en el duelo para consolarlos por sus muertos ni tampoco les darían a beber copa de consolación por su madre o su padre (v. 7). Con respecto a hacer banquete, Jehová le dijo a Jeremías: “No entrarás en casa de banquete para sentarte con ellos a comer y a beber. Porque así dice Jehová de los ejércitos, el Dios de Israel: Yo haré cesar en este lugar, delante de vuestros ojos y en vuestros días, la voz de alegría y la voz de gozo, la voz de novio y la voz de novia” (vs. 8-9). Esto revela que en lugar de gozo habría sufrimiento.

  En estos versículos Jehová le indicaba a Jeremías que, como portavoz de Dios, él padecería sufrimientos. A lo largo de las generaciones, aquellos que han sido usados por Dios para hablar por Él siempre han padecido sufrimientos. Ésta fue la situación en el caso del hermano Nee. Yo estuve con él durante muchos años y puedo testificar que él sufrió mucho. Difícilmente tuvo un día de paz, un día sin que él fuera malinterpretado, criticado o sufriera oposición. Debido a que él fue alguien que habló por Dios, sufrió muchas cosas de parte de muchas personas.

  Si no hablamos por Dios, quizás no enfrentemos problemas. Pero hablar por Dios nos traerá problemas. Cuanto más hablemos por Él, más problemas tendremos. Sin embargo, nuestro hablar por Dios no debe depender de nuestra elección. Por el contrario, nuestro hablar por Dios siempre debe depender de la revelación de Dios.

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