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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Jeremías»
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Mensaje 16

EL PECADO QUE ISRAEL COMETE CONTRA JEHOVÁ Y EL CASTIGO QUE JEHOVÁ INFLIGE A ISRAEL

(9)

LA COMISIÓN ADICIONAL QUE JEHOVÁ LE DA A JEREMÍAS Y SU DECLARACIÓN ADICIONAL CON RESPECTO A LOS PECADOS DE JUDÁ

(2)

  Lectura bíblica: Jer. 15:10-21; Jer. 16; Jer. 17:1-27

  En este mensaje continuaremos considerando la comisión adicional que Jehová le da a Jeremías y Su declaración adicional con respecto a los pecados de Judá.

II. LA DECLARACIÓN ADICIONAL HECHA POR JEHOVÁ CON RESPECTO A LOS PECADOS DE JUDÁ (QUE ES ISRAEL)

  Esta declaración adicional con respecto a los pecados de Judá (que es Israel) está en 16:10—17:27.

A. Las indagaciones de Israel respecto a sus pecados, los cuales causaron que Jehová los visitara trayendo sobre ellos grandes males, y la respuesta que Jehová les da

  En 16:10-18 se nos relatan las indagaciones de Israel con respecto a sus pecados, los cuales causaron que Jehová los visitara trayendo sobre ellos grandes males, y también se relata la respuesta que Jehová les dio. El pueblo preguntaba por qué Jehová había pronunciado contra ellos tan grande mal, y cuál era su iniquidad y su pecado contra Jehová. Cuando ellos indagasen de este modo, Jeremías debía decirles que sus padres abandonaron a Dios y fueron en pos de otros dioses, y que ellos habían hecho más mal que sus padres. Por tanto, Jehová los arrojaría lejos de esta tierra a una tierra que no conocían (vs. 10-13).

  Al responder a las indagaciones del pueblo, Jehová también les hizo una promesa con respecto a su restauración. “Por tanto, he aquí, vienen días, declara Jehová, en que no se dirá más: Vive Jehová, que hizo subir a los hijos de Israel sacándolos de la tierra de Egipto, sino: Vive Jehová, que hizo subir a los hijos de Israel sacándolos de la tierra del norte y de todas las tierras adonde los había arrojado; porque Yo los haré volver a su tierra, la cual di a sus padres” (vs. 14-15). Jehová haría esto después de haberles pagado doble por su iniquidad y su pecado, pues ellos habían profanado Su tierra y habían llenado Su heredad con sus abominaciones (v. 18).

  La conversación presentada en estos versículos es muy humana. El pueblo indagó de Dios en una manera muy humana, y Él les respondió también de una manera muy humana. En Su respuesta, Él explicó la razón por la cual tan grandes males, calamidades, les habían sobrevenido y les prometió llevarlos de regreso a su tierra. Él incluso enviaría “pescadores” para pescarlos y “cazadores” para cazarlos a fin de reunirlos y restaurarlos.

B. Jeremías alaba a Jehová, y Jehová reconoce su alabanza

  Los versículos del 19 al 21 hablan de la alabanza de Jeremías a Jehová y del reconocimiento que Jehová hace de su alabanza. En su alabanza Jeremías dijo: “Oh Jehová, fuerza mía y fortaleza mía, / refugio mío en el día de la angustia, / a Ti vienen naciones / desde los confines de la tierra y dicen: / Ciertamente nuestros padres heredaron falsedad / y vanidad, en lo cual no hay provecho. / ¿Hará acaso el hombre dioses para sí, / aunque no son dioses?” (vs. 19-20). Al alabar a Jehová, Jeremías se dirigió a Él de una manera muy humana. Al reconocer la alabanza de Jeremías, Jehová dijo: “Por tanto, ahora les hago saber; / en este momento les hago conocer / Mi mano y Mi poder, / y sabrán que Mi nombre es Jehová” (v. 21). El hablar de Jehová aquí también fue muy humano. La conversación relatada en estos versículos es muy parecida a una conversación entre dos seres humanos.

C. El pecado de Judá y sus consecuencias

  En 17:1-4 tenemos unas palabras respecto al pecado de Judá y sus consecuencias. El pecado de Judá está escrito con pluma de hierro; con punta de diamante está grabado en la tabla de su corazón y en los cuernos de sus altares. Dios entregará al saqueo sus riquezas y sus tesoros, y ellos mismos se desprenderán de su heredad. Jehová les hará servir a sus enemigos en tierra que no conocen debido a que ellos encendieron fuego en Su furor, el cual para siempre arderá.

D. La maldición de confiar en el hombre y la bendición de confiar en Jehová

  Jeremías 17:5-8 es una palabra sobre la maldición de confiar en el hombre y la bendición de confiar en Jehová. Con respecto a la bendición de confiar en Jehová, los versículos 7 y 8 dicen: “Bendito el varón que confía en Jehová, / y cuya confianza es Jehová. / Será como árbol trasplantado junto a las aguas, / que echa sus raíces junto a la corriente, / y no temerá cuando llegue el calor; / porque sus hojas estarán frondosas, / y en el año de la sequía no se inquietará / ni dejará de dar fruto”.

  Estos versículos pueden ser entendidos de dos maneras diferentes: conforme al entendimiento natural y conforme a la economía de Dios. Según nuestro entendimiento natural, estos versículos parecen indicar únicamente que si confiamos en Dios seremos bendecidos, principalmente bendecidos materialmente. Sin embargo, la revelación aquí incluye mucho más que esto. Conforme a la economía de Dios, aquel que confía en Dios es como árbol plantado junto a las aguas, las cuales representan a Dios mismo como fuente de aguas vivas (2:13a). Un árbol junto a un río crece al absorber todas las riquezas del agua. Éste es un cuadro de la impartición de Dios. A fin de recibir la impartición divina, nosotros, los árboles, tenemos que absorber a Dios, el agua.

  El pensamiento aquí es el mismo que en 1 Corintios 3:6, donde Pablo dice: “Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios”. El árbol es regado con agua para que absorba el agua, y absorber el agua es recibir la impartición de Dios. El árbol crece con Dios como el Suministrador y como el suministro. El suministro es las riquezas del Dios suministrador impartidas en nuestro ser en calidad de plantas, de modo que podamos crecer a la medida de Dios. Con el tiempo, las plantas y Dios, Dios y las plantas, llegan a ser uno, teniendo un mismo elemento, esencia, constitución intrínseca y apariencia.

  Jeremías 17:7 y 8 no tratan meramente sobre asuntos tan superficiales como confiar en Dios para obtener bendiciones materiales. En realidad, estos versículos se refieren a la economía de Dios llevada a cabo por medio de Su impartición. Dios es el agua viva que debe ser impartida en nosotros a fin de llegar a ser nuestro constituyente intrínseco. Todos tenemos que ver el significado crucial de absorber a Dios como agua viva de modo que podamos ser constituidos con Su elemento y esencia.

E. El corazón engañoso e incurable del hombre, y el escudriñar, probar y recompensar de Jehová

  Jeremías 17:9-11 trata sobre el corazón engañoso e incurable del hombre y sobre el escudriñar, el probar y el recompensar de Jehová. “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, / e incurable; / ¿quién lo conocerá? / Yo, Jehová, escudriño el corazón / y pruebo las partes internas, / para dar a cada uno según sus caminos, / según el fruto de sus obras. / Como perdiz que empolla lo que no puso, / es el que adquiere riquezas pero no con rectitud; / en la mitad de sus días éstas lo dejarán, / y en su postrimería será un insensato”. Incluso lo dicho aquí con respecto a cuán engañoso e incurable es el corazón del hombre guarda relación con la economía de Dios y Su impartición. Aunque el corazón del hombre es corrupto y engañoso y su condición es incurable, incluso tal corazón puede convertirse en una tabla en la cual Dios escribe Su ley. Al respecto, Jehová dice: “Pondré Mi ley en sus partes internas, y sobre su corazón la escribiré” (31:33). Esto revela que Dios tiene la manera de impartirse en el hombre. Una vez que Dios ha entrado en el hombre, Él se extenderá del espíritu del hombre a su corazón. Ésta es la manera de proceder de Dios, conforme a Su economía, al tratar con el corazón del hombre caído.

F. La oración de Jeremías en la que expresa su confianza en Jehová

  En 17:12-18 tenemos la oración de Jeremías en la que expresa su confianza en Jehová. Jeremías da inicio a su oración diciendo: “Trono de gloria, puesto en alto desde el principio, / es el lugar de nuestro santuario. / Tú eres la esperanza de Israel, oh Jehová; / todos los que te abandonan serán avergonzados” (vs. 12-13a). A continuación el versículo 13b afirma que quienes se aparten de Jehová serán escritos en el polvo, porque abandonaron a Jehová, la fuente de aguas vivas. Entonces Jeremías continúa su oración diciendo: “Sáname, oh Jehová, y quedaré sano; / sálvame, y seré salvo, / porque Tú eres mi alabanza. / He aquí, ellos me dicen: / ¿Dónde está la palabra de Jehová? / ¡Que venga ahora! / Mas yo no me he apresurado a dejar de ser pastor en pos de Ti, / ni he deseado día de desastre. / Tú sabes que lo que salió de mis labios / estaba ante Tu faz. / No me seas Tú por terror, / pues mi refugio eres Tú en el día malo. / Sean avergonzados los que me persiguen, pero no sea yo avergonzado; / sean atemorizados ellos, pero que no me atemorice yo. / Trae sobre ellos día malo / y quebrántalos con doble destrucción” (vs. 14-18). Tenemos que entender esta oración de confianza conforme a la economía e impartición de Dios. A fin de interpretar esta oración correctamente, debemos recibir en nuestro a ser al Dios que habla y se imparte.

G. La advertencia de Jehová con respecto a guardar Su Sábado

  En 17:19-27 tenemos la advertencia de Jehová con respecto a guardar Su Sábado. Dios le dijo a Jeremías que fuera y se pusiera a las puertas de Jerusalén y les dijera a todos los habitantes de Jerusalén que entraran por esas puertas que ellos debían prestar atención a sus almas y no llevar cargas en el día del Sábado. En el día del Sábado ellos no debían meter nada por las puertas de Jerusalén; tampoco debían sacar carga alguna de sus casas ni hacer trabajo alguno (vs. 19-22). Se les dijo que santificaran el día del Sábado, tal como Jehová había ordenado a sus padres, quienes no escucharon ni inclinaron su oído. Si los actuales habitantes escuchaban a Jehová y santificaban el día del Sábado, entonces los reyes y los príncipes que se sientan sobre el trono de David entrarían por las puertas de la ciudad, y la ciudad sería habitada para siempre (vs. 24-25). Sin embargo, si ellos no escuchaban a Jehová ni santificaban el día del Sábado, entonces Él encendería un fuego en las puertas de la ciudad, el cual consumiría los palacios de Jerusalén y no se apagaría (v. 27).

  El Sábado significa que Dios lo ha hecho todo, lo ha completado todo y lo ha preparado todo, y el hombre tiene que cesar toda su labor. Laborar durante el Sábado es profanarlo. Laborar en Sábado es un insulto a Dios y a lo que Él ha logrado. En lugar de laborar de tal modo, debemos tomar a Dios como nuestro disfrute, bebiendo de Él como fuente de aguas vivas. Santificar el Sábado de Dios es cesar nuestra labor y recibir lo que Dios hizo por nosotros.

  El Nuevo Testamento también está constituido principalmente de estos dos aspectos: recibir a Dios como agua viva para nuestro disfrute (Jn. 4:14; 7:38) y cesar nuestra labor. Dios lo ha logrado todo, y Él está listo para que nosotros entremos en Su eterno disfrute en la Nueva Jerusalén. En la Nueva Jerusalén no trabajaremos; únicamente beberemos, alabaremos, disfrutaremos y nos regocijaremos. En esto consiste la economía de Dios.

  En 16:10—17:27 Dios hizo una declaración adicional con respecto a los pecados de Judá. ¡Cuán maravilloso es que incluso en tal pasaje de la Palabra podemos ver algo con respecto a la economía de Dios!

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