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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Jeremías»
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Mensaje 22

EL PECADO QUE ISRAEL COMETE CONTRA JEHOVÁ Y EL CASTIGO QUE JEHOVÁ INFLIGE A ISRAEL

(13)

EL CAUTIVERIO DE JUDÁ Y LA REACCIÓN DE JUDÁ CON RESPECTO A JEREMÍAS

  Lectura bíblica: Jer. 24; Jer. 25; Jer. 26

  En este mensaje consideraremos Jeremías 24—26, una sección que trata sobre el cautiverio de Judá y sobre la reacción de Judá con respecto a Jeremías.

I. EL CAUTIVERIO DE JUDÁ

  El cautiverio de Judá es descrito en los capítulos 24 y 25.

A. La visión de Jeremías en la que ve dos cestas de higos

  En el capítulo 24 Jeremías recibió una visión de dos cestas de higos. La higuera es el símbolo nacional de Israel. A los ojos de Dios, el pueblo de Israel es una higuera. La higuera que el Señor Jesús maldijo (Mt. 21:18-22) estaba llena de hojas pero no tenía fruto, lo cual significa que en aquel tiempo la nación de Israel estaba llena de cosas que eran meramente una exhibición externa pero no tenía nada que pudiera satisfacer a Dios. Por tanto, Él maldijo a la higuera estéril.

1. Puestas delante del templo de Jehová

  Jeremías dice que Jehová le mostró dos cestas de higos que fueron puestas delante del templo de Jehová (Jer. 24:1a). Ambas cestas de higos fueron presentadas a Dios frente al templo.

2. Después que Nabucodonosor, rey de Babilonia, destierra al rey, a los príncipes, a los artesanos y a los herreros exiliándolos en Babilonia

  Jeremías recibió esta visión después que Nabucodonosor, rey de Babilonia, había desterrado a Jeconías, hijo de Joacim, rey de Judá, a los príncipes de Judá, a los artesanos y a los herreros exiliándolos en Babilonia (v. 1b).

3. Una cesta tenía higos muy buenos

  “Una cesta tenía higos muy buenos, como los primeros higos maduros” (v. 2a). Esta cesta de higos buenos representa a los israelitas a quienes el Dios de Israel envió de la Tierra Santa a la tierra de los caldeos (vs. 2-7).

a. Jehová los mirará para bien

  “Así dice Jehová, el Dios de Israel: Como a estos higos buenos, así miraré a los desterrados de Judá, a los cuales he echado de este lugar a la tierra de los caldeos, para bien” (v. 5). Tal vez podríamos pensar que Jehová no consideraría a los desterrados; sin embargo, aquí se nos dice que Él los miraría para bien.

b. Jehová pondrá Sus ojos sobre ellos para bien

  Según el versículo 6, Jehová dijo que Él pondrá Sus ojos sobre ellos para bien y que los hará volver a la Tierra Santa, los edificará y no los derribará, y que los plantará y no los arrancará.

c. Jehová les dará un corazón para que le conozcan

  Jehová también les prometió darles un corazón para que le conozcan, que Él es Jehová. Ellos serán Su pueblo, y Él será su Dios, pues se volverán a Él de todo corazón (v. 7).

4. La otra cesta tenía higos muy malos

  “La otra cesta tenía higos muy malos, que de podridos no se podían comer” (v. 2b). Esta cesta de higos representa a Sedequías rey de Judá, a sus príncipes, al remanente de Jerusalén que quedó en la Tierra Santa y a quienes moraban en la tierra de Egipto (vs. 8-10). Quienes moraban en Egipto eran aquellos que habían escapado de la Tierra Santa a Egipto buscando su propia seguridad.

a. Jehová los pondrá como aquellos higos malos

  Respecto a Sedequías, sus príncipes, el remanente de Jerusalén que quedó en la Tierra Santa y los que fueron a morar en Egipto, Jehová dijo que los pondría como aquellos higos malos (v. 8).

b. Jehová los dará por terror y por mal a todos los reinos de la tierra

  Jehová dijo que los daría por terror y por mal a todos los reinos de la tierra, a fin de que sean oprobio, proverbio, refrán y maldición en todos los lugares adonde Él los arrojará (v. 9). Aquí refrán indica burlarse, y proverbio significa una expresión formal de escarnio. A causa del juicio de Dios, ellos serían puestos en una condición tan miserable que las naciones se burlarían de ellos y los escarnecerían.

c. Jehová enviará sobre ellos espada, hambre y peste

  Finalmente, Jehová prometió que Él enviaría sobre ellos espada, hambre y peste, hasta que fueran exterminados de la tierra que Él les había dado a ellos y a sus padres (v. 10).

B. La profecía de Jeremías con respecto a todo el pueblo de Judá

  En el capítulo 25 vemos la profecía de Jeremías con respecto a todo el pueblo de Judá.

1. A partir del año trece de Josías hijo de Amón, rey de Judá

  La profecía de Jeremías en este capítulo comenzó a partir del año trece de Josías hijo de Amón, rey de Judá. Los versículos del 1 al 3 dicen: “Palabra que vino a Jeremías acerca de todo el pueblo de Judá en el año cuarto de Joacim hijo de Josías, rey de Judá (es decir, el año primero de Nabucadrezar, rey de Babilonia), la cual habló el profeta Jeremías a todo el pueblo de Judá y a todos los habitantes de Jerusalén, diciendo: Desde el año trece de Josías hijo de Amón, rey de Judá, hasta este día, en estos veintitrés años ha venido a mí palabra de Jehová, y os he hablado, madrugando para hablar, pero no habéis escuchado”. Nabucodonosor subió al poder como rey en el año 607 a. C. y el siguiente año atacó a Judá, conquistando a Jerusalén y llevando cautivos a un número de personas. En su profecía, Jeremías le anunció al pueblo los males, las calamidades, que les sobrevendrían, y les aconsejó arrepentirse y volverse a Dios.

  Mientras leemos el libro de Jeremías debemos recordar que este libro no fue escrito conforme a la secuencia histórica; más bien, Jeremías, inspirado por el Espíritu, escribió un libro que es una composición de historia, profecía y autobiografía. Sin embargo, aun cuando este libro no sigue una secuencia histórica, con frecuencia comunica una secuencia espiritual.

2. Jehová envía desde el norte a Nabucodonosor, el rey de Babilonia, para que ataque a Israel, e Israel sirve al rey de Babilonia por setenta años

  La profecía de Jeremías con respecto a todo el pueblo de Judá incluye tres cosas. Primero, del versículo 3 al 11 Jeremías profetizó que debido a que Israel no escuchó a los profetas para volverse de su camino de maldad, Jehová habría de enviar desde el norte a Nabucodonosor, el rey de Babilonia, para que ataque a Israel y la convierta en asombro, en siseo y en oprobio eterno. Jeremías también profetizó que Israel serviría al rey de Babilonia por setenta años.

3. Jehová castiga al rey de Babilonia y convierte a la nación de Babilonia en desolación eterna

  Segundo, Jeremías profetizó que después de setenta años Jehová castigaría al rey de Babilonia y convertiría a la nación de Babilonia en desolación eterna (vs. 12-14).

4. Jehová castiga a todas las naciones de la tierra

  Finalmente, aquí Jeremías profetizó que Jehová también castigaría a todas las naciones de la tierra comenzando por Israel, hasta que todos los habitantes de la tierra sean muertos por Jehová (vs. 15-38).

II. LA REACCIÓN DE JUDÁ CON RESPECTO A JEREMÍAS

  En Jeremías 26 consta la reacción del pueblo de Judá a la profecía dada por Jeremías en cuanto al destino de ellos.

A. La profecía de Jeremías

  En los primeros siete versículos del capítulo 26 consta la profecía de Jeremías.

1. Al principio del reinado de Joacim

  Las palabras de esta profecía fueron dadas a Jeremías al principio del reinado de Joacim hijo de Josías, rey de Judá (v. 1).

2. En el atrio de la casa de Jehová

  Jehová ordenó a Jeremías ponerse en el atrio de la casa de Jehová y hablar a todas las ciudades de Judá, que vinieron a adorar en la casa de Jehová (v. 2). Cuando el pueblo viniera a adorar en el templo, Jeremías debía valerse de tal oportunidad para profetizar a ellos.

3. Aconseja al pueblo de Judá que escuche sus palabras y se vuelva de su mal camino

  Jeremías aconsejó al pueblo de Judá, incluyendo a los sacerdotes y profetas, que escuche sus palabras y se vuelva de su mal camino (vs. 3-7). De otro modo, Jehová haría que el templo fuese como Silo (7:12-14; 1 S. 4:10-11) y que la ciudad de Jerusalén fuese maldición para todas las naciones de la tierra. Si Israel no escuchaba, se arrepentía y se volvía, entonces su destino sería como el de Silo, la cual fue derrotada y destruida, y se convertiría en maldición para las naciones.

B. Los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo le echaron mano a Jeremías

  Los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo le echaron mano a Jeremías diciendo: “¡De cierto morirás!” (Jer. 26:8-11).

C. Jeremías habla a todos los príncipes y a todo el pueblo

  Jeremías les respondió diciendo que Jehová le había enviado a profetizar contra esta casa y contra esta ciudad todas las palabras que habían oído. Después, les instó a enmendar sus caminos y sus obras y a escuchar la voz de Jehová su Dios, y entonces Jehová habría de arrepentirse del mal que había hablado contra ellos (vs. 12-13). Con respecto a sí mismo, Jeremías dijo: “En cuanto a mí, he aquí que estoy en vuestras manos; haced de mí lo que sea bueno y recto ante vuestros ojos. Sólo sabed de cierto que si me matáis, sangre inocente echaréis sobre vosotros, y sobre esta ciudad y sobre sus habitantes, porque en verdad Jehová me ha enviado a vosotros para hablar todas estas palabras en vuestros oídos” (vs. 14-15). La actitud de Jeremías aquí fue excelente.

D. Los príncipes y todo el pueblo hablan a los sacerdotes y a los profetas

  Los príncipes y todo el pueblo dijeron a los profetas y a los sacerdotes que Jeremías no merecía sentencia de muerte debido a que había hablado en el nombre de Jehová, el Dios de ellos (v. 16).

E. Algunos de los ancianos hablan a toda la asamblea del pueblo sobre cómo Ezequías y todo el pueblo de Judá habían escuchado la palabra del profeta Miqueas

  Algunos de los ancianos de la tierra se levantaron y hablaron a toda la asamblea del pueblo sobre cómo Ezequías, rey de Judá, y todo el pueblo de Judá habían escuchado la palabra del profeta Miqueas. Ezequías temió a Jehová y suplicó Su favor, por lo cual Jehová se arrepintió del mal que había hablado contra ellos (vs. 17-19a). Entonces los ancianos dijeron: “Mas vamos a echar sobre nosotros un gran mal” (v. 19b). Lo dicho por estos ancianos fue bastante bueno.

F. Urías profetiza en nombre de Jehová contra Jerusalén y contra esa tierra palabras semejantes a las de Jeremías

  Los versículos del 20 al 23 dicen que otro hombre llamado Urías profetizó en nombre de Jehová contra Jerusalén y contra esa tierra palabras semejantes a las de Jeremías. Las palabras de Urías confirmaron y fortalecieron las profecías de Jeremías. El rey Joacim había procurado matar a Urías, pero él huyó a Egipto; luego el rey envió hombres a Egipto para que trajeran a Urías al rey, después de lo cual el rey mató a Urías y echó su cuerpo en los sepulcros de la gente común. Esto pone en evidencia cuán malvado era el rey Joacim.

G. Jeremías es resguardado por Ahicam, hijo de Safán

  Bajo la soberanía de Dios, Jeremías fue resguardado por Ahicam, hijo de Safán (2 Cr. 34:20), y no fue entregado en manos del pueblo para que le dieran muerte (Jer. 26:24).

  El capítulo 26 indica que Jeremías fue objeto de muchas discusiones. Algunos querían matarlo, mientras que otros hablaron en contra de ello. A la postre, aun cuando el rey quería matarlo, Jeremías fue resguardado.

  Jeremías fue puesto en tal dilema que incluso llegó a maldecir el día de su nacimiento (20:14). Dios estaba resuelto a juzgar y castigar a Israel, pero todavía deseaba que Israel escuchase Su palabra, se arrepintiera y se volviera a Él. Pero Israel se rehusaba volver a Él y, en lugar de ello, el rey, los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo se volvieron cada vez peores. Ellos persiguieron a Jeremías y se burlaron de él, de modo que a Jeremías le pareció que le sería imposible seguir viviendo.

  Aunque Jeremías mismo fue resguardado, a causa de las diferentes opiniones que la gente tenía con respecto a Jeremías, no se pudo lograr nada que contribuyera a la realización del objetivo de Dios. Ya sea que la gente estuviera a favor o en contra de Jeremías, todas las opiniones tenían el mismo resultado: impedir que el propósito de Dios fuese realizado. Tanto los que estaban a favor de Jeremías como los que estaban en su contra fueron mantenidos alejados de la impartición de Dios. Ellos fueron distraídos de Dios mismo como fuente de aguas vivas (2:13). Las distracciones son estratagemas del diablo para impedir que el pueblo de Dios reciba la impartición divina.

  El propósito de Dios es llegar a serlo todo para Su pueblo escogido a fin de que ellos pongan su confianza en Él y dependan de Él para todo. Si ellos hacen esto, recibirán la impartición divina. Pero Satanás conoce la intención de Dios y la aborrece, por lo cual obstruye al pueblo de Dios mediante la adoración de ídolos. Según la enseñanza del Nuevo Testamento, detrás de todo ídolo hay un demonio (1 Co. 10:19-22). Por un lado, los ídolos son vanidad a los ojos de Dios; por otro, detrás de los ídolos están los demonios, los cuales son diabólicamente reales. Detrás de cada opinión también está un demonio. Ésta era la situación con respecto a las opiniones expresadas sobre si Jeremías debía vivir o morir. Según la escena espiritual, el panorama invisible, en el libro de Jeremías, había demonios detrás de los ídolos y también detrás de las ideas.

  El objetivo de Dios al enviar a Jeremías era traer a Israel de regreso, no a la opinión, enseñanza o instrucción correcta, sino traerlo de regreso directamente a Dios, quien es el origen, la fuente, de aguas vivas, a fin de que ellos pudieran recibir Su impartición. Pero todas las opiniones diferentes mantuvieron al pueblo de Dios alejado de Su impartición.

  Mi deseo al dar estos mensajes es que ustedes reciban algo que concuerde con la línea central de la revelación divina respecto a la impartición de Dios para el cumplimiento de Su economía. Mi objetivo en este estudio-vida no es formular una opinión o una enseñanza, sino infundirles la economía de Dios mediante Su impartición. Espero que ustedes vean la economía de Dios en el libro de Jeremías.

  Con frecuencia hemos dicho que Cristo es la centralidad y universalidad de la economía de Dios. Sin embargo, esto no debe ser un mero eslogan para nosotros; más bien, nuestro corazón debe ser conmovido por el centro de Dios, por la centralidad y universalidad de Cristo referente a la economía de Dios. Tenemos que ser conmovidos por este centro de modo que en todo libro y capítulo de la Biblia veamos a Cristo.

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