Mensaje 26
Lectura bíblica: Jer. 31:31-34
En este mensaje quisiera decir algo más sobre el nuevo pacto enfocándome en la ley interna como el centro, la centralidad, del nuevo pacto.
Según el principio rector de la Biblia, un pacto jamás debe ser anulado. Esto es especialmente cierto en el caso de un pacto promulgado por Dios mismo. Así como el sol, la luna y las estrellas, el nuevo pacto permanecerá para siempre (31:35-37; 32:40; 33:20-26).
El centro, la centralidad, del nuevo pacto es la ley interna de vida. Jeremías 31:33a dice: “Éste es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, declara Jehová: Pondré Mi ley en sus partes internas, y sobre su corazón la escribiré”. Esta ley no es una ley externa, sino una ley interna. En su esencia, esta ley se refiere a la vida divina, y la vida divina no es otra cosa que el Espíritu vivificante, el Cristo todo-inclusivo y el Dios procesado y consumado. Estos tres son uno solo. El Espíritu vivificante es la realidad y realización del Cristo todo-inclusivo, y el Cristo todo-inclusivo es la corporificación del Dios consumado. Por tanto, esta ley interna, que permanece en nuestro ser todo el tiempo, nos recuerda que el propio Dios Triuno procesado y consumado —el Espíritu, el Hijo y el Padre— está con nosotros todo el tiempo. Podríamos decir que la ley está con nosotros. Pero esta ley es la vida divina, y la vida divina es el Dios Triuno procesado y consumado, a saber: la fuente maravillosa que es el Padre, el elemento maravilloso que es el Hijo y la excelente esencia que es el Espíritu. Éste es el centro, el contenido y la realidad del nuevo pacto.
Al considerar la esencia de la ley interna de vida, vemos que esta ley tiene otro aspecto, esto es, su función. Esta ley cumple una función. La función de la ley interna se refiere a la capacidad divina. En esta ley opera la capacidad divina, y la capacidad divina es todopoderosa. Esta capacidad divina lo puede hacer todo en nosotros para el cumplimiento del propósito de Dios. No hay nada positivo relacionado con la realización de la economía de Dios que esta capacidad divina no pueda hacer. Según su vida, la ley del nuevo pacto es el Dios Triuno, y según su función, dicha ley es la capacidad divina.
La capacidad divina de la ley interna de vida hace posible vivir a Dios. Esta capacidad también puede hacer que los creyentes en Cristo sean constituidos con Dios. Debido a que los creyentes son constituidos con Dios, ellos, como pueblo corporativo, son la expresión de Dios. Aunque los creyentes son constituidos con Dios, todavía hay una distinción entre ellos y Dios. Dios sigue siendo Dios con la Deidad, y nosotros, los creyentes, somos hechos iguales a Dios en vida y naturaleza mas no en la Deidad. Esto significa que con excepción de la Deidad, somos exactamente iguales a Dios. Puesto que somos iguales a Dios en vida y naturaleza, llegamos a ser Su aumento, Su agrandamiento, al ser Su plenitud a fin de expresarle. Éste es el aspecto más elevado de la capacidad propia de la ley interna de vida.
Otro aspecto de esta capacidad se relaciona con el Cuerpo de Cristo. Además de hacer que seamos constituidos con Dios, la capacidad propia de la ley interna nos hace constituyentes del Cuerpo de Cristo (1 Co. 12:13; Ef. 5:30). Esto significa que la vida divina posee la capacidad de hacer de nosotros el Cuerpo de Cristo; más aún, esta capacidad posee todas las habilidades de todas las funciones del Cuerpo. Espero que seamos profundamente impresionados con la centralidad y la función de la ley interna de vida.
La línea central de la revelación divina revela la economía de Dios con Su impartición. La impartición de Dios consiste simplemente en ponerse Él mismo dentro de nosotros como ley interna de vida. Por un lado, tenemos la vida divina, que es el Dios Triuno; por otro, tenemos la capacidad divina. Por esta capacidad tenemos la habilidad no solamente de conocer a Dios, sino también de vivir a Dios e, incluso, ser constituidos con Dios. ¡Qué capacidad! Además, esta capacidad puede constituirnos en miembros del Cuerpo de Cristo, lo cual incluye toda clase de funciones: la función de los apóstoles, de los profetas, de los evangelistas y de los pastores y maestros —las coyunturas del rico suministro— y la función propia de cada parte del Cuerpo en su medida (Ef. 4:11, 16). En esencia, la ley interna de vida es Dios en Cristo como Espíritu; y en función, esta ley tiene la capacidad de constituirnos con Dios y de constituirnos en miembros del Cuerpo de Cristo que desempeñan toda clase de funciones, toda clase de habilidades. Estoy feliz, incluso entusiasmado, de ver que esta ley opera en los santos en el recobro del Señor. ¡Aleluya por esta maravillosa ley de vida!
