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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Jeremías»
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Mensaje 31

EL PECADO QUE ISRAEL COMETE CONTRA JEHOVÁ Y EL CASTIGO QUE JEHOVÁ INFLIGE A ISRAEL

(21)

ISRAEL SE OBSTINA EN PECAR CONTRA JEHOVÁ, Y JEREMÍAS SE MANTIENE FIRME EN CUANTO A HABLAR POR JEHOVÁ

(4)

  Lectura bíblica: Jer. 42; Jer. 43; Jer. 44

  En este mensaje continuaremos considerando la obstinación de Israel en pecar contra Jehová y la firmeza de Jeremías en cuanto a hablar por Jehová después de la caída de Jerusalén. En particular, abordaremos aspectos adicionales de la historia del remanente de Judá desde Gedalías hasta Johanán (40:7—44:30).

5. La deshonestidad del remanente y sus líderes al pedirle a Jeremías que ore por ellos

  Jeremías 42:1—43:7 revela la deshonestidad del remanente y sus líderes al pedirle a Jeremías que orase por ellos después de la caída de Jerusalén.

a. Todos los capitanes de las tropas, con Johanán, Jezanías y todo el pueblo le ruegan a Jeremías que ore por ellos

  En 42:1-3 todos los capitanes de las tropas, con Johanán, Jezanías y todo el pueblo, desde el menor hasta el mayor, le rogaron al profeta Jeremías que orase por ellos con respecto al camino que debían seguir y lo que debían hacer. Jeremías les dijo que él oraría a Jehová su Dios conforme a las palabras de ellos y que lo que Jehová responda él se los diría sin reservarse nada (v. 4). Entonces le dijeron a Jeremías: “Que Jehová sea contra nosotros testigo verdadero y fiel, si no hacemos conforme a toda palabra con la cual Jehová tu Dios te envíe a nosotros. Sea bueno, sea malo, escucharemos la voz de Jehová nuestro Dios, a quien te enviamos, para que, escuchando la voz de Jehová nuestro Dios, nos vaya bien” (vs. 5-6).

b. Vino a ellos palabra de Jehová por medio de Jeremías

  Jeremías no se apresuró a hablar, sino que esperó diez días. Después de diez días vino a ellos palabra de Jehová por medio de Jeremías, diciéndoles que si ellos se quedaban en esta tierra, Él los edificaría y no los derribaría, los plantaría y no los arrancaría (vs. 7-10). También se les dijo que no debían temer al rey de Babilonia, pues Jehová estaba con ellos para salvarlos y librarlos de su mano. Jehová habría de mostrarles compasiones para que el rey de Babilonia tuviera compasión de ellos y les hiciera regresar a su propia tierra (vs. 11-12). Sin embargo, si no se quedaban en esta tierra y se rehusaban a escuchar la voz de Jehová su Dios, pero se iban a tierra de Egipto para morar allí, entonces les alcanzaría la espada en Egipto, y el hambre les seguiría de cerca, y ellos morirían en Egipto (vs. 13-16). La ira de Jehová sería derramada sobre ellos cuando se fueran a Egipto, y vendrían a ser una imprecación, un asombro, una maldición y un oprobio, y no verían más esta tierra que dejaban (vs. 17-22).

c. Azarías, Johanán y todos los varones soberbios acusan a Jeremías de hablar falsedad

  Cuando Jeremías acabó de hablar, Azarías, Johanán y todos los varones soberbios le dijeron: “Hablas falsedad; no te ha enviado Jehová nuestro Dios para decir: No iréis a Egipto para peregrinar allí” (43:2). Ellos procedieron a decir que Baruc lo había incitado contra ellos para entregarlos en manos de los caldeos a fin de que ellos los matasen o los llevasen al destierro a Babilonia. Así que Johanán, todos los capitanes de las tropas y todo el pueblo no escucharon la voz de Jehová para quedarse en la tierra de Judá, sino que Johanán y todos los capitanes de las tropas tomaron a todo el remanente de Judá y entraron en la tierra de Egipto llegando hasta Tafnes (vs. 3-7).

6. La palabra de Jehová dada por intermedio de Jeremías con respecto al destino del remanente de Judá en Egipto

  Jeremías 43:8—44:14 relata la palabra de Jehová dada por intermedio de Jeremías con respecto al destino del remanente de Judá en Egipto.

a. Jehová le pide a Jeremías que tome piedras grandes y las esconda en la mezcla del enladrillado que está a la entrada de la casa de Faraón ante los ojos de los judíos

  Jehová le pidió a Jeremías que tomase piedras grandes y las escondiese en la mezcla del enladrillado que está a la entrada de la casa de Faraón, ante los ojos de los judíos (vs. 8-9). Jehová, el Dios de Israel, dijo que iba a enviar a Nabucodonosor rey de Babilonia y establecer su trono sobre estas piedras que Él había escondido y que Nabucodonosor extendería su dosel sobre ellas (v. 10). Él habría de venir y herir la tierra de Egipto; además, quemaría las casas de los dioses de Egipto y destrozaría las estelas de Bet-semes, que está en la tierra de Egipto (vs. 11-13).

b. El hablar adicional de Jehová al remanente de Judá por intermedio de Jeremías

  Jehová dijo más al remanente de Judá por intermedio de Jeremías añadiendo que Su ira y Su enojo habían sido derramados y ardido en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, las cuales se convirtieron en ruina y desolación debido a la maldad que hicieron para provocar la ira de Jehová al ir a quemar incienso para servir a otros dioses, rehusándose a escuchar a Sus siervos, los profetas (44:1-6). Ellos habían visto todas estas cosas que les sobrevinieron.

  Jehová, entonces, procedió a preguntarles por qué continuaban haciendo un mal tan grande contra sus almas provocándolo a ira con las obras de sus manos, quemando incienso a otros dioses en la tierra de Egipto, con lo cual sólo conseguirían ser exterminados y ser por maldición y oprobio entre todas las naciones de la tierra (vs. 7-8). Después les preguntó si ellos habían olvidado la maldad de sus padres, la maldad de los reyes de Judá y sus mujeres, así como su propia maldad y la de sus mujeres, maldad que hicieron en la tierra de Judá y en las calles de Jerusalén. Pues ellos no se habían mostrado contritos hasta ese día (vs. 9-10). Por tanto, Jehová, el Dios de Israel, pondría Su rostro contra ellos para mal, incluso para destruir a todo Judá. Más aún, Él tomaría el remanente de Judá, los cuales pusieron sus rostros para ir a la tierra de Egipto, de modo que todos ellos serían consumidos por espada y hambre en la tierra de Egipto. Él castigaría a quienes moraban en tierra de Egipto así como castigó a Jerusalén, esto es: con espada, con hambre y con peste (vs. 11-14).

7. La discusión suscitada entre una gran asamblea conformada por quienes sabían que sus mujeres habían quemado incienso a otros dioses así como por todas las mujeres allí presentes, y el profeta Jeremías

  Según 44:15-30 hubo una discusión entre una gran asamblea conformada por quienes sabían que sus mujeres habían quemado incienso a otros dioses así como por todas las mujeres allí presentes, y el profeta Jeremías.

a. Ellos respondieron a Jeremías que no escucharían la palabra que él les había hablado en nombre de Jehová

  Ellos respondieron a Jeremías diciéndole que no escucharían la palabra que él les había hablado en nombre de Jehová. En lugar de ello, ciertamente pondrían por obra toda palabra que había salido de sus bocas, quemando incienso a la reina del cielo y derramándole libaciones, como habían hecho ellos mismos, sus padres, sus reyes y sus príncipes en las calles de Jerusalén, pues tenían abundancia de alimentos, prosperaban y no veían mal alguno (vs. 15-17). Ellos continuaron diciendo que desde que habían dejado de quemar incienso a la reina del cielo y de derramarle libaciones, les había faltado todo y con espada y con hambre habían sido consumidos. Ellos habían hecho tortas a la reina del cielo y le habían derramado libaciones con el consentimiento de sus maridos (vs. 18-19).

b. Jeremías les responde que Jehová había recordado el incienso que habían quemado en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén

  Jeremías les respondió diciéndoles que Jehová había recordado el incienso que ellos habían quemado en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén (vs. 20-21). Jehová no pudo sufrirlo más; por tanto, su tierra se había convertido en desolación, en asombro y en maldición, sin habitantes. Fue debido a que ellos habían pecado contra Jehová que ese mal les aconteció (vs. 22-23).

  Jeremías les dijo además que Jehová, el Dios de Israel, había declarado que tanto ellos como sus mujeres habían hablado con sus bocas y con sus manos lo habían ejecutado, de modo que ellos efectivamente habrían de cumplir sus votos que hicieron de quemar incienso a la reina del cielo y de derramarle libaciones. Por tanto, Jehová dijo a todo Judá que moraba en tierra de Egipto que Él velaba sobre ellos para mal y no para bien, y que todos los hombres de Judá que estaban en tierra de Egipto serían consumidos con espada y con hambre hasta que llegasen a su fin. Todo el remanente de Judá que vino a la tierra de Egipto para peregrinar allí sabría cuál palabra sería confirmada, si la de Jehová o la de ellos. Él los castigaría en Egipto y entregaría a Faraón Hofra, rey de Egipto, en manos de sus enemigos, así como había entregado a Sedequías, rey de Judá, en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia (vs. 24-30).

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