Mensaje 34
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Lectura bíblica: Jer. 46; Jer. 47
Después de escribir acerca de Israel, el pueblo escogido de Dios, Jeremías escribió otros seis capítulos, del capítulo 46 al 51, con respecto al juicio de Jehová sobre las naciones involucradas con Israel. Las naciones no podían evitar involucrarse con Israel, e Israel no podía evitar tener contacto con las naciones. En este mensaje consideraremos los capítulos 46 y 47.
En el capítulo 46 vemos el castigo de Jehová y Su juicio sobre Egipto.
En el Antiguo Testamento, Egipto, que simbólica o poéticamente es llamado Rahab (Is. 51:9-10; Sal. 87:4), tipifica al mundo en lo referido a ganarse el sustento y obtener disfrute, lo cual Satanás usa para ocupar y usurpar al pueblo que Dios escogió con miras a Su economía (Gn. 12:10; 41:57—42:3; Nm. 11:4-6). El nombre Rahab se refiere a un monstruo, un gran animal marino. Esto indica que Dios considera a Egipto como un monstruo, como un animal marino horrible y pavoroso.
El pueblo de Israel, como pueblo elegido por Dios, descendió a Egipto donde fue usurpado y esclavizado por Faraón, el rey de Egipto (Éx. 1:1, 11-14), quien tipifica a Satanás como príncipe del mundo (Jn. 12:31).
Debido a que el mundo tiene muchos aspectos, el Antiguo Testamento se vale de las naciones para tipificar el mundo en sus diversos aspectos. El primero de estos tipos es Egipto. Egipto tipifica al mundo en el aspecto relacionado con ganarse el sustento y obtener disfrute, y Faraón, el gobernante de Egipto, tipifica a Satanás, el príncipe de este mundo.
Jehová libertó al pueblo de Israel de la esclavitud y tiranía egipcia y los llevó a la buena tierra (Éx. 3:7-8).
El pueblo de Israel era frecuentemente tentado a regresar a Egipto en contra de la voluntad de Jehová cuando ellos estaban débiles o se encontraban en problemas (Is. 30:1-3; 31:1-3; Jer. 43:4-7). Debido a que Israel estuvo en Egipto por más de cuatrocientos años, estaba acostumbrado a las maneras y costumbres egipcias y gustaba de la comida egipcia (Nm. 11:4-6). Por tanto, siempre que los hijos de Israel tenían problemas o estaban débiles, ellos deseaban regresar a Egipto y tomar a Egipto como su refugio.
Cuando los caldeos estaban sitiando a Jerusalén y oyeron que el ejército de Faraón había salido de Egipto para ayudar a Judá, ellos se retiraron de Jerusalén. Después, el ejército de Faraón regresó a Egipto, y los caldeos retornaron a Jerusalén y combatieron contra ella para finalmente tomarla y prenderle fuego (Jer. 37:5-8). Ésta es una señal que nos muestra que no debemos poner nuestra confianza en el mundo, donde el hombre gana su sustento y obtiene disfrute.
El ejército de Faraón Necao, rey de Egipto, invadió Babilonia y acampó a orillas del Éufrates; sin embargo, fue derrotado por Nabucodonosor, rey de Babilonia, en el cuarto año de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá (46:2). Los egipcios fueron contundentemente derrotados y retornaron a su propia tierra.
Egipto subió como el río Nilo, cuyas aguas se levantan para cubrir la tierra (vs. 7-8). Pero aquel día pertenecía al Señor Jehová de los ejércitos, día de venganza para vengarse de Sus adversarios, pues hay un sacrificio para el Señor Jehová de los ejércitos en la tierra del norte junto al río Éufrates. Los egipcios fueron heridos de tal modo que incluso si recurrieran a muchas medicinas, no habría curación para ellos (vs. 9-11).
El Rey, cuyo nombre es Jehová de los ejércitos, hirió la tierra de Egipto y derribó su ejército por medio de Nabucodonosor, rey de Babilonia, quien fue un tábano del norte que vino sobre Egipto, novilla hermosa. Jehová, el Dios de Israel, castigó a Amón (el dios que más honra recibía en Egipto), a Faraón, a Egipto y a sus dioses y reyes, incluso a Faraón y a quienes confiaban en él, por la mano de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y la mano de sus siervos. Después, ella sería habitada como en los días de antaño (vs. 13-26; 43:10-13; 44:11-30; cfr. Is. 19:1-18).
Jeremías 46:27-28 contiene palabras de consuelo para Israel. Estos versículos dicen: “Pero tú no temas, oh siervo Mío Jacob, / ni desmayes, oh Israel. / Porque he aquí Yo te salvaré de lejos, / a ti y a tu descendencia de la tierra de cautividad; / volverá Jacob, estará quieto / y tranquilo, y nadie le espantará. / Tú, oh siervo Mío Jacob, no temas, declara Jehová, / porque contigo estoy; / pues acabaré con todas las naciones / a las cuales te he arrojado; / pero no te destruiré del todo, / sino que te corregiré con medida; / y de ninguna manera te dejaré sin castigo”. Jeremías proclamó el juicio de Dios sobre Egipto debido a que Israel dependía de Egipto, con lo cual ofendía a Dios. También Israel padeció ese juicio; por tanto, Jeremías le dio a Israel estas palabras de consuelo, diciéndoles que Dios vendría a visitarlos y llevarlos de regreso a su tierra. Estas palabras se cumplirán en el tiempo de la restauración venidera, en el reino de mil años.
El capítulo 47 trata sobre el castigo de Jehová y Su juicio sobre los filisteos.
Los filisteos conformaban una nación llamada Filistea (Éx. 15:14). Los filisteos tipifican al mundo que es cercano a los intereses de Dios sobre la tierra y que ataca y daña el testimonio de Dios en la tierra. En el Antiguo Testamento los filisteos vinieron varias veces a perturbar a Israel.
Los filisteos estaban localizados junto a la nación de Israel.
En tiempos de los jueces, Jehová entregó a Israel en manos de los filisteos por cuarenta años (Jue. 13:1; 14:4).
En cierta ocasión los filisteos incluso atacaron el Arca de Dios y la capturaron (1 S. 4:3-11).
En tiempos de Saúl, los filisteos reunieron su ejército para combatir contra Judá, y David mató a su campeón: Goliat (1 S. 17:1, 4, 45-49).
Jeremías 47:2 dice que Jehová destruiría a los filisteos por medio del ejército de Nabucodonosor, rey de Babilonia, quien se levantó como aguas que suben del norte para inundar la tierra y todo lo que la llena, la ciudad y los que moran en ella (cfr. Is. 14:29-31; Zac. 9:6b).
En este mensaje hemos considerado los dos aspectos del mundo tipificados, respectivamente, por Egipto y por Filistea. Alrededor de la iglesia, tipificada por el pueblo de Israel, está el mundo egipcio y el mundo filisteo. El mundo egipcio ejerce atracción sobre los que están en la iglesia en lo referido a ganarse el sustento y procurar obtener el disfrute mundano. Estas cosas hacen que las personas de la iglesia sean distraídas de la economía de Dios y de Dios mismo como fuente de aguas vivas. El aspecto del mundo tipificado por Filistea constantemente se opone y turba al pueblo de Dios y a la iglesia y obstaculiza la economía de Dios.
