Mensaje 8
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Lectura bíblica: Jer. 5; Jer. 6
En este mensaje consideraremos los capítulos 5 y 6 de Jeremías. En el capítulo 5 tenemos la queja adicional y detallada hecha por Jehová, el Marido, en contra de la maldad de Israel; y en el capítulo 6 vemos Su determinación con respecto a corregir a Su esposa.
En Jeremías 2—4 tenemos la queja que Jehová el Marido hace en contra de la apostasía de Israel la esposa: su fornicación espiritual, esto es, que ella hiciera ídolos y los adorara. Al hacer esto, Israel quebrantó los primeros cuatro mandamientos de la ley (Éx. 20:1-11), que tratan sobre su relación con Dios. Los primeros tres mandamientos requieren del hombre que no tenga ídolos, sino que tenga únicamente a Dios (vs. 3-7); el cuarto mandamiento requiere del hombre que obtenga satisfacción y descanso únicamente en Dios y en todo cuanto Dios ha logrado para el hombre (vs. 8-11). El capítulo 5 de Jeremías es la queja adicional y detallada que Jehová el Marido hace contra Israel la esposa, a causa de su maldad. Los detalles respecto a su maldad muestran que ella también quebrantó los últimos cinco mandamientos de la ley (Éx. 20:13-17), que tratan sobre las relaciones humanas. Estos mandamientos se refieren al asesinato, el adulterio, el hurto, la mentira y el codiciar.
Como sacerdote, Jeremías conocía muy bien la ley. Él conocía los Diez Mandamientos y escribió sobre la maldad y pecaminosidad de Israel conforme a la secuencia de los Diez Mandamientos.
“Recorred las calles de Jerusalén, / mirad ahora e informaos, / buscad en sus plazas abiertas / a ver si halláis un solo hombre, / si hay alguno, que haga lo justo, / que busque fidelidad; / y Yo la perdonaré” (Jer. 5:1). Aquí tenemos un resumen de la queja de Jehová: nadie hace lo justo ni busca fidelidad. No había fidelidad entre ellos.
El versículo 3 pone al descubierto la actitud de Israel hacia la corrección de Dios: “Los heriste, / mas ellos no se retorcían de dolor; / los consumiste, / mas rehusaron recibir corrección. / Endurecieron sus rostros más que la piedra; / rehusaron convertirse”. Aun cuando ellos eran pecaminosos, no estaban dispuestos a recibir la corrección de Dios.
“Ciertamente éstos sí conocen el camino de Jehová, / las ordenanzas de su Dios. / Pero todos ellos a una han quebrado el yugo / y se han quitado las ataduras” (v. 5). En la ley no solamente están los Diez Mandamientos, sino también muchas ordenanzas, preceptos del Dios justo y de la justa ley. Israel conocía estas ordenanzas, pero no estaba dispuesto a obedecerlas.
“Cuando Yo los sacié, cometieron adulterio, / y fueron en tropel a casa de las rameras. / Como caballos bien alimentados andan errantes, / cada cual relinchando tras la mujer de su prójimo” (vs. 7-8). Esto indica que el pueblo era adúltero, sumamente pecaminoso. Los visitantes a la casa de las rameras eran como una tropa, como un ejército.
Israel no temblaba ante Jehová, quien ha puesto arena por límite al mar (v. 22); más bien, ellos tenían un corazón obstinado y rebelde, y se habían desviado e ido (v. 23).
“Porque entre Mi pueblo se hallan malvados; / agazapados como pajareros están al acecho; / ponen trampa, / atrapan hombres” (v. 26). Estos malvados ponían una “red” para cazar su presa. Esto no solamente implica mentir, sino también hurtar y ser codiciosos. Ellos ciertamente eran transgresores.
“Como jaula llena de pájaros, / así están sus casas llenas de engaño; / por eso se han hecho grandes y ricos” (v. 27). Esto se refiere a sus ganancias obtenidas al engañar a otros. Sus casas estaban llenas de lo que ellos habían obtenido mediante engaños.
“Sobrepasan en obras de maldad; / no juzgan la causa, / la causa del huérfano, sino que se hacen prósperos, / y el derecho de los menesterosos no juzgan” (v. 28). Ellos no juzgaron justamente los casos de las personas ordinarias, ni tampoco trataron a los huérfanos con justicia y conforme al derecho.
“Los profetas profetizan falsamente, / y los sacerdotes gobiernan por su propia autoridad; / y a Mi pueblo así le gusta” (v. 31). Los sacerdotes eran, en realidad, jueces, y debían haber juzgado los casos presentados por el pueblo en conformidad con la ley de Dios. Pero ellos juzgaron, gobernaron, por su propia autoridad, esto es, conforme a sus propias opiniones. Al pueblo así le gustaba. Esto podría indicar que el pueblo solía sobornar a los sacerdotes.
El capítulo 6 describe la determinación de Jehová, el Marido, con respecto a corregir a Su esposa.
Jehová dijo: “Del norte asoma el mal, / y una gran destrucción. / A la hermosa y delicada, / a la hija de Sion, destruiré” (6:1b-2). Aquí la expresión el mal se refiere a calamidades, y la palabra norte se refiere a Babilonia. Dios estaba a punto de enviar calamidades y destrucción procedentes del norte (vs. 22-26).
“Preparad guerra contra ella; / levantaos y subamos al mediodía / [...] Levantaos, subamos de noche / y destruyamos sus palacios” (vs. 4-5). En estos versículos Dios les habla a los babilonios. Él habría de usarlos para corregir a Israel.
“Recibe amonestación, oh Jerusalén, / no sea que se aparte de ti Mi deseo, / no sea que te convierta en desolación, / en tierra inhabitada” (v. 8). Esto indica que, por medio de los babilonios, el Marido haría de ella una desolación y tierra que ya no se puede habitar.
El enemigo exhaustivamente rebuscará como a vid al remanente de Israel; volverá a pasar su mano entre los sarmientos como vendimiador (v. 9). Las casas de Israel serán entregadas a otros, campos y mujeres a la vez; y el Marido extenderá Su mano sobre los habitantes de Israel (v. 12). Dios extenderá Su mano para disciplinarlos.
En el versículo 9 tenemos una figura literaria: una viña con sus vides. Según la ley de Dios, una vez que las uvas eran cosechadas, a nadie se le permitía recoger la rebusca, pues este remanente de la vendimia estaba destinado a los pobres. Sin embargo, los babilonios habrían de cosechar las “uvas” de la “viña” de Israel y, después, vendrían nuevamente para cosechar la rebusca de la viña de manera exhaustiva. Esto quiere decir que ellos vendrían más de una vez para llevar a la gente al cautiverio.
“Escucha, oh tierra; ahora Yo traigo mal / sobre este pueblo [...] / Ahora Yo pongo delante de este pueblo tropiezos, / y padres e hijos juntamente tropezarán contra ellos; / el vecino y su amigo perecerán” (vs. 19, 21). Por un lado, Jehová traerá sobre Israel el mal, calamidades; por otro, Él pondrá delante de ellos piedras de tropiezo a fin de que ellos tropiecen.
Este capítulo revela la determinación del Marido al reaccionar a las maldades cometidas por la esposa (vs. 6-7, 10, 13, 15, 19-21, 28-30). Las acciones de la esposa fueron malvadas, y el castigo de Dios fue Su reacción a estas maldades.
Al concluir este mensaje quisiera resumir de manera sencilla los capítulos del 2 al 6. En los capítulos 2—4 tenemos la principal queja que Jehová el Marido hace en contra de la apostasía de Su esposa, su fornicación espiritual, esto es: su idolatría, por la cual ella quebrantó los primeros cuatro mandamientos de la ley referentes a Dios. Los capítulos 5 y 6 son la queja menor que Jehová el Marido hace en contra de la malvada conducta de Su esposa, por la cual ella quebrantó los últimos cinco mandamientos de la ley referentes al hombre. Israel quebrantó los primeros cuatro mandamientos al adorar ídolos y los últimos cinco mandamientos al no hacer lo justo ni buscar fidelidad.