Mensaje 15
Capítulos 21—31
(1)
Lectura bíblica: Job 21; Job 22
En este mensaje consideraremos las palabras de Job en el capítulo 21 y las palabras de Elifaz en el capítulo 22.
En 21:1-6 Job apaciguó a sus amigos con sus palabras. Primero, les dijo que ellos debían escuchar atentamente sus palabras y consolarse con ellas. Luego, les pidió que lo tolerasen y lo dejaran hablar y que, después, ellos podrían burlarse. Finalmente, les pregunta si acaso su queja estaba dirigida al hombre y si no les parecía que había suficiente motivo para que su espíritu se impacientara. Enseguida, Job dijo: “Miradme, espantaos / y poned la mano sobre la boca. / Incluso yo mismo, cuando me acuerdo, me perturbo, / y el horror se apodera de mi carne” (vs. 5-6). Al hablar así, Job no manifestó amabilidad alguna.
Al llegar a una conclusión con respecto a la prosperidad de los malvados (vs. 7-16), lo primero que Job hace notar es que los malvados viven muchos años y se hacen poderosos en riquezas (v. 7).
Job dijo que la descendencia de los malvados se multiplica y su prole lleva vidas felices y gozosas (vs. 8, 11-12).
Según Job, las casas de los malvados están a salvo de temor, y la vara de Dios no está sobre ellos (v. 9).
Job prosigue refiriéndose al ganado que pertenece a los malvados. Job dijo que sus toros engendran sin fallar y que sus vacas paren sin abortar (v. 10).
Job dijo luego que los malvados pasan sus días en prosperidad hasta que, en un momento, descienden al Seol (v. 13).
Job también les dijo a sus amigos que los malvados rechazan a Dios y no quieren conocer Sus caminos; más aún, los malvados no sirven al Dios todopoderoso ni hallan provecho en orar a Él (vs. 14-15).
Finalmente, Job llega a la conclusión que la prosperidad de los malvados no está en mano de ellos y que el consejo de los malvados está lejos de Dios (v. 16).
Creo que, en general, las conclusiones a las que Job llega con respecto a la prosperidad de los malvados eran correctas. Aquí, sus palabras no corresponden al principio del bien y del mal, pues él no sólo dijo que los impíos prosperan, sino que incluso su descendencia vive feliz. Nada de ello estaría regido por el principio del bien y del mal.
En los versículos del 17 al 34 Job hizo una serie de preguntas con respecto a la recompensa que Dios da a los malvados.
Job comenzó su serie de preguntas inquiriendo sobre cuántas veces la lámpara de los malvados se apaga, de modo que viene sobre ellos su calamidad, y Dios en Su ira les reparte dolores (v. 17).
Job continúa preguntando si los malvados llegan a ser como la paja delante del viento y como el tamo que arrebata la tormenta (v. 18). Job probablemente hubiese contestado su propia pregunta afirmando que los malvados no llegan a ser como la paja y el tamo.
Mientras que algunos dijeron que Dios guarda el castigo de la iniquidad de los malvados para sus hijos, Job dijo que Él debería darles su pago para que lo sepan (v. 19). A continuación, Job dice que los ojos de los malvados deberían ver su propia destrucción y que los malvados deberían beber de la ira del Todopoderoso. Después de preguntar si alguien pudiese enseñar a Dios conocimiento, siendo que Él juzga a los que están en las alturas, Job afirma que tanto aquellos que mueren en la plenitud de su vigor como aquellos que mueren en amargura de alma, ambos igualmente yacen en el polvo, y gusanos los cubren (vs. 20-26).
Al dirigirse a sus amigos, Job les dijo que él conocía sus pensamientos y sus designios para dañarlo cuando decían: “¿Dónde está la casa del príncipe? / ¿Dónde está la tienda de las moradas de los malvados?” (vs. 27-28). Luego, Job dijo que los que pasan por los caminos son evidencia de que el malvado es preservado en el día de la calamidad y es llevado a lugar seguro en el día de la ira desbordante. Después, Job les preguntó quién declarará en cara del malvado su camino y quién le dará el pago por lo que hizo. Según Job, cuando el malvado es llevado al sepulcro y se le vela en su tumba, los terrones del valle le son dulces; más aún, detrás de él desfilan todos los varones, y los que fueron delante de él son innumerables (vs. 29-33).
En el versículo 34 Job les preguntó a sus amigos por qué lo consolaban con vanidades, pues en sus respuestas no había nada más que falsedad. Éstas fueron las palabras finales de Job con respecto a la prosperidad y a la calamidad en la vida humana.
En el capítulo 22 vemos la lógica de Elifaz con respecto a la recompensa al bien y al mal.
Al acusar injustamente a Job (vs. 1-11), Elifaz le preguntó: “¿Podrá el hombre de poder ser útil a Dios? / No, sólo para sí mismo es útil el hombre perspicaz. / ¿Es de algún deleite al Todopoderoso que tú seas justo? / ¿O gana Él algo con que tú hagas perfectos tus caminos? / ¿Acaso te reprocha por temerlo, / o entra a juicio contigo? / ¿No es tu malicia grande, / y tus iniquidades no tienen fin?” (vs. 2-5). Luego, Elifaz acusó a Job de haber tomado prendas de sus hermanos sin causa, haber despojado de sus ropas a los desnudos, no haber dado de beber agua al fatigado, haberle negado pan al hambriento y haber enviado vacías a las viudas. Como resultado de ello, según la lógica de Elifaz, se tendieron lazos alrededor de Job, fue turbado por terror repentino y tinieblas, y abundancia de aguas lo cubría (vs. 6-11).
En los versículos del 12 al 20, el punto principal de las palabras de Elifaz es que los malvados que rechazaron a Dios son arrebatados antes de su tiempo y que el remanente de ellos es consumido por el fuego.
A continuación, Elifaz exhorta a Job a ponerse a buenas con Dios, hacer las paces con Él, ser instruido por Él y atesorar Sus palabras en su corazón. En los versículos del 21 al 30, el punto principal es que, según la lógica de Elifaz, el hombre justo que busca a Dios será bendecido y liberado por Dios.
La enseñanza de Elifaz puede parecer muy buena; sin embargo, la fuente de dicha enseñanza no es la revelación divina, sino la lógica humana. Además, esta enseñanza está basada en el principio del bien y del mal, que es el principio del árbol del conocimiento del bien y del mal.