Mensaje 20
Capítulos 21—31
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Lectura bíblica: Job 26; Job 28
En este mensaje empezaremos a considerar las palabras finales que, desde el capítulo 26 al 28, Job dirige a sus amigos.
En 26:1-4, Job reprende a Bildad con sarcasmo, diciéndole: “¡Cómo le has ayudado al que no tiene poder! / ¡Cómo has salvado al brazo del que no tiene fuerzas! / ¡Cómo has aconsejado al que no tiene sabiduría, / y has declarado sano conocimiento en plenitud! / ¿A quién has dirigido tus palabras? / ¿Y de quién es el espíritu que de ti procede?”. Las palabras de Job ciertamente no fueron amigables. Sus tres amigos lo habían visitado con el propósito de consolarle y apoyarle, pero, a la postre, Job y sus amigos se vieron enfrascados en un debate, discutiendo e incluso peleando entre sí. Las palabras vertidas carecían de toda luz o realidad espiritual; más bien, tal hablar se ajustaba al principio correspondiente al árbol del conocimiento del bien y del mal. El conocimiento de los amigos de Job se limitaba a asuntos tales como ser buenos a fin de agradar a Dios y ser prosperados.
Después de reprender a Bildad, Job se dirigió a sus amigos hablándoles sobre el poder de Dios manifestado en Su creación. Aquí, nuevamente, sus palabras indican cierto complejo de superioridad. Del versículo 5 al 14 Job exhibió su conocimiento superior con respecto al ilimitado poder de Dios. Job dijo que el Seol está desnudo delante de Dios, que Dios cuelga la tierra sobre la nada, que Él extiende Su nube sobre la faz de Su trono, que con Su poder Él aquietó el mar y con Su entendimiento aplastó a Rahab (un monstruo marino mencionado en narraciones antiguas), y que por Su Espíritu los cielos llegaron a ser belleza. Luego, Job concluye diciendo: “He aquí, estas cosas son sólo los bordes de Sus caminos; / y ¡cuán leve es el susurro que hemos oído de Él! / Pero en cuanto al trueno de Su poder, ¿quién lo puede comprender?” (v. 14).
No era necesario que Job exhibiera su conocimiento superior ni que se dirigiera a sus amigos de esta manera. La conversación que tuvo Job con sus amigos no fue la clase de conversación que esperaríamos de amigos que se preocupan los unos por los otros. Ninguno de ellos sugirió orar y acudir al Señor.
Lo dicho por Job en 27:1-7 nos muestra que él se aferró obstinadamente a su propia justicia e integridad. Él declaró que mientras Dios viva y él tenga aliento, sus labios no hablarían iniquidad ni su lengua pronunciaría engaño. Después, les dijo a sus amigos: “¡Lejos esté de mí que yo os justifique!” (v. 5a). Aquí Job dice que él jamás admitiría que sus amigos estaban en lo correcto. Enseguida, Job hace una declaración enfática con respecto a su propia integridad y justicia: “Hasta que muera, no quitaré de mí mi integridad. / Me aferraré a mi justicia y no la cederé; / no me reprocha mi corazón por ninguno de mis días” (vs. 5b-6). Él concluye esta parte de su discurso refiriéndose a su enemigo: “Sea como el malvado mi enemigo, / y sea como el injusto el que se levanta contra mí” (v. 7). Job pensaba que, a diferencia de los demás, él jamás cometería injusticia.
En los versículos del 8 al 23, Job enseña con altanería a sus amigos respecto a la esperanza del impío. Primero, Job inquiere sobre cuál podría ser la esperanza del impío cuando Dios lo extermine, quitándole la vida sin prestar atención a su clamor. Luego Job, manifestando su complejo de superioridad, les dice a sus amigos: “Yo os enseñaré en cuanto a la mano de Dios; / no esconderé lo que se refiere al Todopoderoso” (v. 11). Después de esto, Job prosigue a instruir a sus amigos con respecto a la porción que el impío recibirá del Todopoderoso. En cuanto al impío, Job afirmó que si sus hijos fuesen multiplicados, serían para la espada, y que aquellos que hayan quedado, en muerte serían sepultados, y que el justo sería quien vista sus prendas y el inocente quien reparta su plata; además, Job dijo que terrores como aguas se apoderarían del impío, que Dios descargaría contra él sin perdonar y que los hombres sisearían hasta echarlo de su propio lugar.
No había necesidad de que Job dijese algo así. Tales palabras carecían de luz, vida, amor o bondad. En el mejor de los casos, esta enseñanza podría ser considerada como una advertencia. Sin embargo, ninguno de sus amigos necesitaba tal enseñanza; ellos ya sabían estas cosas y hasta hubiesen podido enseñar al respecto. No obstante, debido a su complejo de superioridad, Job enseñó con altanería a sus amigos.
En el capítulo 28, Job exhibió su conocimiento presuntuoso con respecto a la manera de hallar sabiduría y entendimiento. Job preguntó dos veces dónde podía hallarse la sabiduría y el lugar del entendimiento (vs. 12, 20). Después, él dijo que era Dios, Aquel que mira hasta los confines de la tierra y contempla todo cuanto hay bajo los cielos, el que conocía dónde está el lugar de la sabiduría y cuál es el camino para llegar a ella (vs. 23-24). Por tanto, Dios le dijo al hombre: “He aquí que el temor del Señor, eso es la sabiduría, / y el apartarse del mal, el entendimiento” (v. 28). Con certeza, los amigos de Job ya sabían acerca de temer al Señor y apartarse del mal. Toda persona piadosa sabe estas cosas; no había necesidad de que Job volviera a repetirlo. Sin embargo, Job habló así porque era altanero y pensaba que, en cuanto a conocimiento, superaba a sus amigos.