Mensaje 22
Lectura bíblica: Fil. 3:8; Col. 1:24-29; 2:2; Ef. 3:4; 1 Ts. 5:17; Ef. 6:18
En este mensaje tengo la carga de hablar algo con respecto al mover de Dios en Cristo a fin de producir el Cuerpo.
Filipenses 3:8 y Colosenses 1:24 presentan dos clases de sufrimiento. En Filipenses 3:8 Pablo dice: “Ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo”. Esta clase de sufrimiento tiene como fin ganar a Cristo. En Colosenses 1:24 Pablo dice: “Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y de mi parte completo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por Su Cuerpo, que es la iglesia”. Esta clase de sufrimiento tiene como fin el Cuerpo. Por un lado, Pablo sufría para ganar a Cristo; por otro, él sufría para la edificación del Cuerpo de Cristo.
En 1:25 Pablo prosiguió diciendo que él había sido hecho ministro de la iglesia según la mayordomía de Dios para completar la palabra de Dios. La palabra griega que aquí se tradujo “mayordomía” es oikonomía, cuya transliteración vendría a ser “economía”. Por tanto, también podríamos afirmar que Pablo fue hecho ministro según la economía de Dios. Dios le había encomendado a Pablo una maravillosa labor en su ministerio: completar la palabra de Dios, es decir, completar la revelación divina hallada en la palabra escrita de Dios. Según la gramática griega, la frase “la palabra de Dios” en el versículo 25 es el misterio mencionado en el versículo 26: “El misterio que había estado oculto desde los siglos y desde las generaciones, pero que ahora ha sido manifestado a Sus santos, a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria” (vs. 26-27). Pablo anunció a Cristo, amonestando y enseñando en toda sabiduría a fin de presentar perfecto en Cristo a todo hombre; para esto Pablo trabajaba, luchando según la operación de Aquel que actuaba en él con poder (vs. 28-29).
El Nuevo Testamento nos revela el mover del Dios Triuno procesado y consumado. En el Antiguo Testamento no vemos el mover de Dios, sino únicamente el trabajo preparatorio realizado por Dios a fin de llevar a cabo Su mover. El mover de Dios se inicia en los cuatro Evangelios con la encarnación de Cristo, Su crucifixión, Su resurrección y Su ascensión. Éste fue el comienzo del mover de Dios en Cristo a fin de producir Su Cuerpo.
Cristo, el Dios encarnado, vino a la humanidad a fin de introducir la divinidad en la humanidad, haciendo de ambas entidades una sola, uniéndolas a fin de producir una sola entidad: el Dios-hombre. Ahora Dios y el hombre son uno en naturaleza, en vida, en esencia, en elemento e incluso en expresión. ¡Cuán maravilloso es que exista tal persona en el universo! Esta persona pasó por el vivir humano, entró en la muerte todo-inclusiva y después salió de la muerte en resurrección. Por medio de la resurrección y en resurrección, Él llegó a ser el Hijo primogénito de Dios (Ro. 8:29) y el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45), y regeneró a todos Sus creyentes para que llegasen a ser los hijos de Dios y miembros de Él. Como resultado de ello, surgió la iglesia.
Antes de esto, Dios realizaba Su mover únicamente en una sola persona: Cristo. Esto quiere decir que el mover de Dios se realizaba sólo en Sí mismo. Ahora, debido a que Cristo —al ascender y descender— produjo la iglesia, el mover de Dios ha entrado en una segunda etapa: la etapa del mover de Dios realizado en un vaso corporativo. Primero, Dios realizó Su mover en Cristo como vaso individual; ahora Dios realiza Su mover en la iglesia como vaso corporativo. Por ser tal vaso, la iglesia es el agrandamiento de Cristo, la expansión de Cristo. Ahora, el mover de Dios se realiza de manera corporativa. Esta manera corporativa es simplemente el Cuerpo de Cristo, la iglesia, el nuevo hombre, el organismo del Dios Triuno.
Esta etapa del mover corporativo de Dios es revelada desde Hechos hasta Apocalipsis. Esta sección de la Biblia es la sección más profunda, insondable, celestial, divina, espiritual y orgánica de toda la Biblia. Esta sección trata sobre la economía eterna de Dios con respecto a Cristo como el misterio de Dios (Col. 2:2) y la iglesia, el Cuerpo, como el misterio de Cristo (Ef. 3:4, 6). Cristo es el misterio de Dios, y el Cuerpo de Cristo es el misterio de Cristo. Estos dos misterios constituyen el contenido de la economía divina.
En esta sección de la Palabra tenemos una revelación completa con respecto a la vida cristiana. La sustancia, la esencia, el elemento y la expresión que caracteriza a esta sección de la Palabra es simplemente el propio Dios Triuno procesado y consumado, como Espíritu compuesto y todo-inclusivo, quien mora en nuestro espíritu para ser nuestra vida, nuestra naturaleza, nuestra esencia y nuestro todo, a fin de que lleguemos a ser igual al Dios Triuno en vida y naturaleza con miras a ser Su plenitud, Su plena expresión de manera corporativa.
El Dios Triuno procesado, como Espíritu consumado, está en nuestro espíritu. Por tanto, como cristianos que somos, debemos permanecer en nuestro espíritu. No debemos salir a visitar nuestra carne ni tampoco debemos hacer amistad con nuestra alma. Nuestro espíritu es un lugar maravilloso. Para la gente mundana el espíritu es una prisión, pero para nosotros es un palacio. Aquí, en nuestro espíritu, podemos disfrutar al Dios Triuno procesado.
Debemos aprender a ejercitar nuestro espíritu. El ejercicio de nuestro espíritu es parecido a la respiración. Aun cuando descansamos, seguimos respirando. Podemos decir que respirar equivale al ejercicio de nuestro espíritu. Así como respiramos sin cesar, también necesitamos orar sin cesar (1 Ts. 5:17). Cada vez que oramos, debemos orar en nuestro espíritu (Ef. 6:18). En esto consiste respirar espiritualmente.
Al respirar espiritualmente mediante el ejercicio de nuestro espíritu, nosotros disfrutamos, recibimos y absorbemos la sustancia divina con la esencia divina, el elemento divino y la expresión divina. Esto hará que seamos deificados, es decir, que el Dios Triuno procesado llegue a ser nuestro elemento constitutivo para que seamos hechos Dios en vida y naturaleza, mas no en la Deidad. En este sentido podemos hablar de la deificación de los creyentes, un proceso que alcanzará su consumación en la Nueva Jerusalén.
¿Saben ustedes qué es la Nueva Jerusalén? La Nueva Jerusalén es una entidad compuesta por aquellas personas —las cuales Dios escogió, redimió, regeneró, santificó, transformó y glorificó— que han sido deificadas. En cuanto a Dios se refiere, el Dios Triuno se encarnó para hacerse hombre; en cuanto a nosotros se refiere, somos deificados, constituidos con el Dios Triuno consumado y procesado, para que seamos hechos Dios en vida y naturaleza a fin de ser Su expresión corporativa por la eternidad. Ésta es la verdad más elevada, y éste es el evangelio más elevado.
