Mensaje 26
Capítulos 32—37
(2)
Lectura bíblica: Job 34; Job 35
Los capítulos 34 y 35 relatan la segunda y tercera ocasión en que Eliú corrige y refuta a Job.
La segunda ocasión en que Eliú corrige y refuta a Job es relatada en el capítulo 34.
Eliú pidió a los sabios y entendidos que oyesen sus palabras (vs. 1-4). Según Eliú, el oído prueba las palabras como el paladar prueba la comida. En el versículo 4 él dijo: “Escojamos para nosotros lo que es justo; / conozcamos entre nosotros lo que es bueno”.
Luego, Eliú corrigió a Job por haber afirmado: “Yo soy justo, / y Dios me ha quitado mi derecho”, y: “El hombre no saca provecho / de deleitarse en Dios” (vs. 5, 9).
Además, Eliú condenó a Job.
Primero, Eliú condenó a Job diciendo que él iba en compañía con los hacedores de iniquidad y que andaba con hombres malos (vs. 7-8).
Eliú también dijo que Job había hablado sin conocimiento y que sus palabras no eran perspicaces (v. 35). Eliú incluso declaró que era su deseo que Job fuese “examinado a fondo, / a causa de sus respuestas semejantes a las de los hombres malvados” (v. 36). Más aún, Eliú condenó a Job diciendo que él añadía rebeldía a su pecado y que en medio de ellos batía palmas y multiplicaba sus palabras contra Dios (v. 37).
A continuación, Eliú refutó a Job diciendo que Dios jamás haría el mal y que el Todopoderoso jamás cometería iniquidad (v. 10); más bien, Dios pagará al hombre según su obra y retribuirá a cada uno conforme a su camino (v. 11). En los versículos del 12 al 20 Eliú dijo más con respecto a que Dios no hace el mal ni tuerce el derecho. Del versículo 12 al 15 él declaró: “Sí, por cierto, Dios no hará el mal, / y el Todopoderoso no torcerá el derecho. / ¿Quién le ha encomendado a Él la tierra? / ¿O quién puso en orden todo el mundo? / Si Él sólo se tomara en cuenta a Sí mismo, / haría volver a Sí mismo Su espíritu y Su aliento; / toda carne perecería juntamente, / y el hombre volvería al polvo”.
En los versículos del 21 al 33 Eliú continuó refutando a Job al decir que Dios gobierna y juzga a las naciones y a los hombres, pero no conforme al parecer de Job, puesto que él lo había rechazado. Eliú dijo que los ojos de Dios están sobre los caminos del hombre, y Él ve todos sus pasos; que Él, conocedor de las acciones de los poderosos, los destroza sin indagar y pone a otros en su lugar; que Él los golpea como a malvados por cuanto se apartaron de seguirle y no consideraron ninguno de Sus caminos. Al final de su discurso, Eliú le preguntó a Job: “¿Acaso deberá Él dar la recompensa según tu parecer, puesto que tú la has rechazado?” (v. 33a).
Al leer el capítulo 34 podemos comprender que Eliú era una persona repleta del conocimiento del bien y del mal. Este joven debía haber tomado en cuenta que Job y sus tres amigos ya conocían todo aquello de lo cual él hablaba. Pero al estar repleto de conocimiento, él mismo reconoció que si no hablaba, reventaría.
Con frecuencia me he preguntado por qué este libro no nos dice que Job, sus tres amigos y Eliú se reunieron para orar, ejercitando sus espíritus a fin de tocar a Dios. No puedo entender cómo es que un grupo de hombres piadosos pueda reunirse sin orar. Ellos meramente ejercitaron sus mentes. Sus palabras formaban composiciones poéticas; incluso lo dicho por Eliú fue dicho de manera poética. Ello requiere gran ejercicio mental. ¿Por qué no oraron juntos buscando la mente del Señor, buscando el propósito del Señor? ¡Cuán lamentable es que ellos no hicieron esto!
En el capítulo 35 Eliú corrige y refuta a Job por tercera vez.
Eliú continuó corrigiendo a Job al indagar respecto a su respuesta (vs. 1-3). Eliú le preguntó a Job si consideraba que su respuesta era recta. Después, le preguntó: “¿Dices tú: Mi justicia es mayor que la de Dios, / así que dices: Qué ventaja es para mí, / qué provecho tengo, más que si hubiera pecado?” (vs. 2-3).
En el versículo 4, Eliú dijo: “Yo te responderé con palabras a ti, / y a tus compañeros contigo”. Esto indica que Eliú refutaba a Job en presencia de sus amigos.
Eliú encargó a Job a mirar hacia los cielos y contemplar las nubes, las cuales estaban más altas que él. “Si pecas, ¿qué habrás logrado contra Él? / Y si tus transgresiones se multiplican, ¿qué le harás? / Si eres justo, ¿qué le das a Él, / o, qué recibe Él de tu mano?” (vs. 6-7). Aquí Eliú le estaba diciendo a Job que ya sea que hubiese pecado o fuese justo, ello no influenciaría a Dios.
Eliú hablaba de manera vana. Ciertamente no era necesario exhortar a Job de este modo.
Eliú continuó enseñando a Job que los hombres claman a Dios por causa de las opresiones y gritan pidiendo socorro a causa del brazo de los poderosos (v. 9). A pesar de ello, según Eliú, ninguno dice: “¿Dónde está Dios mi Hacedor, / que da cánticos en la noche, / que nos enseña más que a las bestias de la tierra, / y nos hace sabios más que a las aves del cielo?” (vs. 10-11). Después, Eliú dijo que Dios no responde al clamor de los malvados a causa de su orgullo. Además, él dijo que Dios no escucha el clamor vacío ni le hace caso (vs. 12-13). ¿Por qué Eliú no encargó a Job y sus amigos que orasen? ¿Por qué no les encargó que alabasen a su Hacedor?
Eliú prosiguió diciendo que Job había afirmado que no contemplaba a Dios, que su causa estaba delante de Él y que esperaba en Dios. Según Eliú, debido a que Dios no había visitado a Job en Su ira ni había hecho caso de tanta arrogancia, Job había abierto su boca en vanidad y multiplicaba sus palabras sin conocimiento (vs. 14-16). Eliú acusó a Job de hablar vanidad, pero ¿qué acerca de sus propias palabras? Al leer este capítulo, podemos percibir que las palabras de Eliú carecían de realidad.
Al dirigirse nuevamente a Job, Eliú seguía siendo incapaz de responderle a Job tocante al propósito que Dios tenía al tratar con él, a diferencia del apóstol Pablo, quien declaró a los creyentes neotestamentarios que el sufrimiento de los creyentes produce en ellos un eterno peso de gloria, el cual es el Dios de gloria que llega a ser para ellos su porción gloriosa, porción que ellos ganan y disfrutan por la eternidad (2 Co. 4:17).