Mensaje 29
Lectura bíblica: Job 38; Job 41
Los capítulos del 38 al 41, los cuales consideraremos en este mensaje, relatan que Dios se aparece a Job trayéndole revelaciones divinas.
En 38:1-3 y 40:1-14 vemos que Dios se aparece a Job.
Job 38:1 y 40:6 dicen que: “Jehová respondió a Job desde el torbellino”. Este torbellino inspiraba gran temor; no era ninguna expresión de gracia. Lo que aquí vemos ciertamente no corresponde con alguien que viene al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
Jehová encargó a Job que ciñera como hombre valiente sus lomos para que respondiera las preguntas de Dios (38:3; 40:7). Ciertamente, tal encargo no era nada placentero.
Al interrogar a Job, Jehová primero preguntó: “¿Quién es éste que oscurece el consejo / con palabras sin conocimiento?” (38:2). ¿Les gustaría que alguien les hable así? Esta clase de pregunta no es ni placentera ni apacible; más bien, es amenazante. A la postre, Job tendría que admitir que era él quien oscurecía el consejo al hablar tonterías, palabras carentes de revelación.
En 40:2 Jehová le dijo a Job: “¿Ha de contender con el Todopoderoso el que censura? / El que discute con Dios responda a esto”. La pregunta que aquí plantea Jehová indica que Él consideraba a Job como alguien que censura, alguien que contiende con el Todopoderoso. Job había estado discutiendo con Dios e incluso lo había estado condenando. Job no podía negar que era precisamente esto lo que él estaba haciendo.
¿Quisiera usted que Dios se le apareciese como el Todopoderoso? Yo prefería que en lugar de venir a mí como el Todopoderoso, Él viniera a mí como Aquel que está lleno de misericordia y benevolencia amorosa.
En 40:8 Jehová le hizo más preguntas a Job: “¿Acaso anularás tú también Mi juicio? / ¿Me condenarás a Mí para que tú quedes justificado?”. Job había condenado a sus amigos por hablar tanto acerca del juicio de Dios, pero aquí Dios vindica Su juicio. Si no existiera el juicio divino, el mundo estaría sumido en un estado de anarquía.
En mensajes anteriores enfatizamos el hecho de que Dios no aplica Su trato a Su pueblo a fin de juzgarlos o castigarlos; sin embargo, esto no significa que Dios no vaya a ejercer juicio sobre nosotros. Con respecto a este asunto del juicio, no debiéramos ser descuidados; más bien, debemos saber distinguir entre el gobierno de Dios con Su juicio y el trato que Dios aplica a Su pueblo. Con frecuencia, los tratos de Dios se relacionan con el juicio gubernamental de Dios. Dios no permite que nadie anule Su juicio.
Finalmente, Jehová le preguntó a Job si tenía un brazo como el de Dios y si truena con voz como la de Dios (v. 9).
El libro de Job es un libro de argumentos. Al leer este libro debemos aprender de Job, de sus tres amigos y de Eliú, a permanecer en silencio y dejar que Dios sea el único que hable.
Job respondió a Jehová diciendo: “He aquí que yo soy indigno; ¿qué te responderé? / Mi mano pongo sobre mi boca. / Una vez he hablado, y no responderé; / aun dos veces, mas no añadiré nada” (40:4-5). Estas palabras indican que Job había sido adiestrado, disciplinado, por Dios a restringirse en su hablar.
Muchos de los problemas en la vida matrimonial surgen a raíz de nuestras palabras. Si los esposos y las esposas no argumentaran ni discutieran entre sí, no habría divorcios ni separaciones. Gran parte de lo que se dice procede de la carne. Si aplicamos la cruz a nuestra carne, ello hará que dejemos de hablar de esa manera.
Mucho de lo que se dice en este libro es ambiguo. Ello no solamente sucede con lo dicho por Job, sus amigos y Eliú, sino que, en cierto grado, esto también sucede con lo que Jehová dice en 40:10-14. Aquí Jehová encargó a Job a adornarse de majestad y de excelencia y a vestirse de honra y de esplendor (v. 10); más aún, Dios encargó a Job a derramar los torrentes de su ira, a mirar a todo altivo para abatirlo y mirar a todo soberbio para humillarlo, a fin de encubrirlos juntos en el polvo y encerrar sus rostros en el lugar oculto.
Entonces Jehová le dijo a Job que Él también lo alabaría, porque su propia mano derecha lo podía salvar (v. 14).
En 38:4—39:30 y 40:15—41:34 constan las revelaciones divinas con las cuales Dios se apareció a Job.
En Job 38:4-38 consta la revelación divina con respecto al universo, que incluye asuntos relacionados con la astronomía y la geografía. Al impartirle esta revelación, Jehová le planteó a Job una serie de preguntas. Por ejemplo, le preguntó: “¿Dónde estabas tú cuando Yo eché los cimientos de la tierra? / Dímelo, si tienes entendimiento. / ¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes? / ¿O quién extendió sobre ella cuerda de medir? / ¿Sobre qué se asentaron sus bases, / o quién puso su piedra angular, / cuando cantaban juntas las estrellas de la mañana / y daban gritos de júbilo todos los hijos de Dios?” (vs. 4-7).
En 38:39—39:30 y en 40:15—41:34 consta la revelación divina con respecto a los animales.
En las revelaciones divinas que Job recibió, no fue revelado nada respecto al propósito que Dios tenía al tratar con Job; por tanto, no encontramos en este libro el conocimiento adecuado sobre este asunto. La revelación respecto al propósito de Dios en el trato que aplicó a Job debía esperar a que Cristo viniera y a que el apóstol Pablo surgiera.