Mensaje 5
Capítulos 4—11
(1)
En el capítulo 4 se da inicio a la primera de tres rondas en los debates sostenidos entre Job y sus tres amigos. Al responder a Job, Elifaz no le muestra conmiseración sino que lo reprende.
Elifaz comenzó a hablar después de un silencio forzado (4:2). La fuerte persona y carácter de Job había forzado a sus amigos a guardar silencio. Después que Job rompió este silencio, Elifaz comenzó a reprenderle.
En primer lugar, Elifaz le recordó a Job lo positiva que era su condición en el pasado. Él le dijo a Job: “He aquí, has dado instrucciones a muchos, / y has fortalecido las manos débiles. / Al que tropezaba tus palabras han levantado, / y has afirmado las rodillas que decaían” (vs. 3-4).
En el versículo 5, Elifaz reprendió a Job respecto a la condición negativa en que se encontraba. “Mas ahora que te ha llegado a ti, te fatigas por ello; / te toca a ti, y te turbas”. Según Elifaz, Job había dejado de ser una persona fuerte, pues había sido derrotado por los desastres y la plaga.
Las palabras de Elifaz se basaban en la perfección, la rectitud y la integridad de Job (vs. 6-11). En el versículo 6, Elifaz le pregunta a Job: “¿No es tu temor a Dios tu confianza, / y la integridad de tus caminos tu esperanza?”.
La respuesta de Elifaz a Job correspondía al principio del árbol del conocimiento del bien y del mal. Él dijo que los inocentes y los rectos (los buenos) jamás perecen (v. 7), y que los que aran iniquidad y siembran aflicción (los malos), eso mismo siegan (v. 8). Valiéndose de expresiones poéticas, Elifaz continúa diciendo: “Perecen por el aliento de Dios, / y por el soplo de Su ira son consumidos. / Los rugidos del león, los bramidos del león feroz / y los dientes de los leoncillos son quebrantados; / el león fuerte perece por falta de presa, / y los cachorros de la leona se dispersan” (vs. 9-11).
Después de reprender a Job, Elifaz lo corrige (vs. 17-21).
Job tenía el concepto de que estaba en lo correcto, y sus amigos lo corrigieron. Refiriéndose a Job, Elifaz preguntó: “¿Puede el hombre mortal ser más justo que Dios? / ¿Puede ser más puro el varón que su Hacedor?” (v. 17).
“Si en Sus mismos siervos Él no confía, / y a Sus ángeles imputa errores, / ¡cuánto más a los que habitan en casas de barro, / cuyos cimientos están en el polvo, / que son aplastados como la polilla! / Desde la mañana hasta la tarde son pulverizados; / sin que nadie se dé cuenta, perecen continuamente. / Si en ellos es arrancada la cuerda de su tienda, / mueren, mas sin sabiduría” (vs. 18-21). Aquí Elifaz le aconseja a Job que no sea tan insensato como para ser pulverizado y ser completamente aniquilado.
La lógica de Elifaz con respecto a la posición del hombre delante de Dios estaba basada en la ética conforme a enseñanzas superficiales, las cuales él había recibido en su tiempo. Estas enseñanzas no llegaban a la norma de la revelación divina en el Nuevo Testamento, es decir, que la posición del hombre delante de Dios está determinada por cuánto de Dios éste haya ganado. Elifaz debió haberle preguntado a Job cuánto de Dios había ganado, pero en aquel tiempo la revelación divina no había llegado a tal nivel. Por tanto, debemos compadecernos de Elifaz por su comprensión limitada de estos asuntos.
Elifaz le advirtió a Job que no fuese como el necio que muere por el enojo y la envidia (5:1-2), cuyo fin es miserable (vs. 3-7). Job sufría y esperaba recibir alguna ayuda de su amigo Elifaz, pero éste no le ministró nada. Esto debe servirnos de advertencia con respecto a nuestro hablar con los santos y a nuestro profetizar en las reuniones de la iglesia. Nuestras palabras no deben ser vanas, sino que deben ministrar el suministro de vida.
Elifaz dio a entender que Job debería seguirlo en lo referente a buscar a Dios y encomendar su causa a Dios, a fin de que prosperara al beneficiarse con las grandes cosas que Dios hace (vs. 8-16). Elifaz dijo: “Yo, por mi parte, buscaría a Dios / y encomendaría a Dios mi causa; / Él hace cosas grandes e inescrutables, / maravillas que no se pueden contar” (vs. 8-9). Al hablarle de esta manera, Elifaz no le impartía suministro alguno a Job en medio de sus sufrimientos. Job estaba en una esfera, y Elifaz estaba en otra esfera. Por tanto, las palabras de Elifaz eran vanas y constituían un desperdicio.
Elifaz consideraba que Job estaba siendo disciplinado por Dios. Él le exhortó a que no rechazara la disciplina del Todopoderoso a fin de que Job pudiera ser bendecido por Dios en Sus caminos (vs. 1-17). Elifaz le dijo a Job: “He aquí, bienaventurado es el hombre a quien Dios corrige; / no rechaces, pues, la disciplina del Todopoderoso. / Pues Él es quien hace la llaga, pero la venda; / Él hiere, pero Sus manos curan” (vs. 17-18).
El diagnóstico que hizo Elifaz acerca de la situación en la que se encontraba Job fue completamente equivocado; él era un médico inútil. Después, el propio Job les diría a sus tres amigos: “Sois todos vosotros médicos nulos” (13:4b). Por ser tal médico, Elifaz era incapaz de diagnosticar la verdadera condición en la que se encontraba Job.
Me alegra que hoy podamos estudiar el libro de Job. Sin embargo, me preocupa que algunos todavía lean este libro meramente para obtener más conocimiento. Quizás condenemos el árbol del conocimiento del bien y del mal, pero en los hechos contribuyamos al crecimiento del árbol del conocimiento al simplemente estudiar Job para acumular mero conocimiento.
Debemos ver que toda la Biblia es un libro sobre la economía eterna de Dios. En Su economía, Dios se ha propuesto impartirse en nosotros para ser nuestra vida y naturaleza a fin de que seamos igual a Él en vida y naturaleza con miras a expresarle. ¿Y qué acerca del ser despojados y consumidos? Dios nos despoja y consume para demolernos. Nosotros somos personas caídas y naturales; por ello, necesitamos ser demolidos. Dios tiene que demolernos. Luego, teniendo la base, el camino, Él podrá reedificarnos.
Muchos cristianos piensan que el hombre caído necesita ayuda para poder ser restaurado. Sin embargo, la intención de Dios en Su economía no es restaurar al hombre caído; más bien, la intención de Dios es demolernos y reedificarnos con Él mismo como nuestra vida y naturaleza a fin de que seamos personas absolutamente uno con Él.
El libro de Job nos muestra que Dios, usando a Satanás como una horrible herramienta, demolía a Job de dos formas: al despojarlo y al consumirlo. Dios permitió que Job fuese despojado y consumido a fin de demoler a Job de modo que Dios pudiera obtener tanto un fundamento como la manera de reedificar a Job con Dios mismo para que Job pudiera llegar a ser un Dios-hombre. Esto es lo que debiéramos recibir al estudiar el libro de Job.