Mensaje 7
Capítulos 4—11
(3)
Lectura bíblica: Job 8
Antes de referirnos a la refutación de Bildad en el capítulo 8, quisiera decir algo más sobre la vindicación que Job hizo de sí mismo en los capítulos 6 y 7. La vindicación que Job hace de sí mismo en esos capítulos es un extracto de todo este libro. En realidad, todo el libro de Job es una especie de vindicación.
Al vindicarse, Job presentó sus reclamos, desafió a Dios, culpó a sus amigos, se justificó a sí mismo y manifestó poseer el común conocimiento de la vanidad y el fin de la vida humana. Job desafió a Dios y a sus amigos a darle una respuesta. En realidad, todo el libro de Job, el cual se ha convertido en un gran escollo para muchos cristianos, requiere una respuesta. Como veremos, la respuesta al libro de Job no se halla en este libro, sino en el Nuevo Testamento.
Después de presentar sus reclamos, anhelando que su aflicción fuese debidamente pesada y que su desdicha fuese puesta en la balanza junto con ella (6:2), Job desafía a Dios con respecto a cuánto Él le exigiría. Es como si Job estuviese diciendo: “Dios, hice lo que Tú requerías de mí. ¿Qué más quieres? ¿Quién quieres que yo sea y qué quieres que yo haga? Debido a que Tú no me dices nada al respecto, estoy perplejo”. Cuando lleguemos al capítulo 9, veremos que Job buscaba ocasión para presentar “su caso” delante de Dios en los “tribunales”, donde él sería el demandante y Dios el demandado. Sin embargo, de antemano Job aceptó que Dios, por ser todopoderoso y sabio, habría de ganar tal litigio. Como resultado de ello, Job sentía que no tenía una vía de escape.
Después de desafiar a Dios, Job se volvió a sus amigos para culparlos por no haberse mostrado bondadosos con él, quien se encontraba abatido a causa de los golpes de Dios. Era como si Job les dijera: “Vuestra manera de proceder no es correcta. Vosotros me reprendéis, me condenáis y me despreciáis. Esto no es amor ni tampoco es bondad. Yo necesito dirección. Ustedes deberían decirme qué camino debo tomar. Díganme dónde debo ir y qué debo hacer”.
Luego, Job comenzó a hablar de sí mismo, justificándose al afirmar no haber errado en nada. Él manifestó poseer el común conocimiento de las penalidades, la vanidad, las aflicciones, el sufrimiento y el fin de la vida humana. Al respecto, a Job le parecía incluso superar a sus amigos en tal conocimiento. Finalmente, Job dijo que aborrecía la vida e indicó que no tenía interés en seguir viviendo. Puesto que la situación en la que se encontraba no tenía explicación, Job concluyó que lo único que le quedaba por hacer era morir.
Job y sus amigos estaban en el ámbito equivocado. Ellos estaban en la esfera del bien y del mal, promoviendo la integridad humana. Era necesario que ellos entraran en la esfera correcta, la esfera correspondiente al árbol de la vida. Ellos debían regresar al árbol de la vida. El árbol de la vida era su respuesta.
En lugar de intentar llegar a la cumbre de la integridad humana, Job debía esforzarse al máximo por ir en pos de Dios, yendo en pos de la persona de Cristo directamente. Job debía haberse dirigido a alcanzar esta cumbre, no la cumbre de la integridad humana. Ésta es la respuesta que Job y sus amigos buscaban con respecto al propósito que tenían los sufrimientos de Job.
Pasemos ahora a considerar cómo Bildad refuta a Job en el capítulo 8.
En la primera ronda de debates entre Job y sus amigos, el segundo en tomar la palabra para refutar a Job fue Bildad, quien se quejó de que Job habló en demasía, como viento impetuoso (8:1-2). Las palabras de Bildad refutaban la vindicación que Job hizo de sí mismo.
Bildad adujo que la plaga y todos los desastres acaecidos a Job no significaban que Dios hubiese pervertido el derecho ni que el Todopoderoso hubiese pervertido la justicia (v. 3). Bildad dio a entender que Job había condenado a Dios, pues Job argumentó que, en su caso, Dios había pervertido el derecho (v. 3). Bildad le dijo a Job que Dios jamás haría algo así.
Bildad pensaba que tal vez los hijos de Job habían pecado contra Dios y que, por eso, Dios los había entregado en manos de su transgresión (v. 4). Para ser justos, tal vez Bildad dijo esto con alguna base, puesto que los hijos de Job murieron mientras celebraban un banquete y bebían vino.
Bildad creía que si Job buscaba con diligencia a Dios y suplicaba al Todopoderoso, y que si Job era puro y recto, entonces ciertamente Dios se despertaría por él y restauraría el bienestar a su morada de justicia, que incluía a su familia. Aunque su principio haya sido pequeño, su postrer estado sería muy grande (vs. 5-7). Es difícil determinar cuál era el estándar de rectitud y pureza de Bildad. Lo dicho por él correspondía al árbol del conocimiento del bien y del mal. Mientras Bildad hablaba, el árbol del conocimiento del bien y del mal crecía.
Después, Bildad le enseña a Job a inquirir de las generaciones pasadas y a prestar atención a lo que averiguaron sus padres, para ser instruido por ellos (vs. 8-10). Las palabras de Bildad fueron palabras insolentes y despectivas.
Bildad le advirtió a Job que todo el que se olvida de Dios se marchita como el papiro y como el junco. Le dijo también que perecerá la esperanza del impío, cuya confianza es cortada y cuya seguridad es una tela de araña. Se apoyará él en su casa, mas ésta no permanecerá en pie; se asirá de ella, pero ésta no perdurará (vs. 11-19). Éstas no eran palabras procedentes de una persona instruida, sino las palabras de una persona inmadura, necia y sumida en tinieblas.
Bildad continuó declarándole a Job que Dios no rechazará al hombre perfecto ni sostendrá a los malhechores. Bildad le dijo a Job que Dios habría de llenar su boca de risa y sus labios de gritos de júbilo. Aquellos que le aborrecen serían vestidos de vergüenza, y la tienda de los malvados no existiría más (vs. 20-22). Una vez más, Bildad profirió palabras vanas.
La lógica de Bildad respecto a la relación entre el hombre y Dios se basaba en lo bueno y lo malo, lo correcto e incorrecto, lo cual correspondía por completo al principio del árbol del conocimiento del bien y del mal, o sea, estaba completamente en conformidad con el concepto humano y ético del hombre caído. En la refutación que Bildad hace no se percibe que él hubiera sido iluminado en la revelación divina ni hay sabor alguno de que fuese espiritual en la vida divina. Él estaba por completo sumido en oscuridad y en la vanidad de la ética humana. Tal refutación era absolutamente incapaz de convencer a Job, quien sobrepasaba a sus contemporáneos en las cosas de Dios.
Aunque Job sobrepasaba a Bildad en estos asuntos, Bildad actuó con presunción al reprender a Job, hacerle advertencias, enseñarle, instruirle y decirle lo que debía hacer. Bildad llegó a hacer todo esto debido a que estaba sumido en oscuridad. Job también estaba sumido en oscuridad, pues había osado desafiar a Dios, lo cual dio lugar a que también sus amigos hablaran sumidos en oscuridad. Por consiguiente, tanto Job como sus amigos estaban sumidos en oscuridad.