Lectura bíblica: Jon. 1; Jon. 2; Jon. 3; Jon. 4
En este mensaje consideraremos el libro de Jonás. Entre los libros de los Profetas Menores, Jonás constituye una unidad completa.
Las palabras de introducción a este libro se encuentran en Jonás 1:1-2.
En hebreo el nombre Jonás significa “paloma” (v. 1). Esto indica que Dios deseaba que Jonás saliera como una paloma a predicar el evangelio de la paz.
El período de tiempo en que transcurrió el ministerio de Jonás fue alrededor del año 862 a. C., en tiempos del profeta Eliseo (896-838 a. C.).
El ministerio de Jonás tuvo como su destinatario al pueblo de la gran ciudad de Nínive, la capital de Asiria.
El lugar donde Jonás desempeñó su ministerio también fue Nínive.
El tema del ministerio de Jonás fue que la salvación de Jehová llegó incluso a la ciudad gentil de Nínive.
El pensamiento central del libro de Jonás es que Dios se preocupó aun por los gentiles más malvados y los salvó en Su compasión por los hombres y el ganado.
En el libro de Jonás, la revelación con respecto a Cristo reside en el hecho de que Jonás tipifica a Cristo.
Cristo es revelado en el hecho de que Jonás tipifica al Cristo que predica el evangelio de la paz a los gentiles (3:2; Mt. 12:41). Jonás fue un profeta que se volvió de Israel a los gentiles; en esto él tipifica a Cristo, quien se volvió de Israel a los gentiles (Lc. 4:25-27; Mt. 21:43).
Cristo es revelado también mediante el tipo de Jonás, quien permaneció dentro del gran pez por tres días y tres noches (Jon. 1:17). Esto tipifica el hecho de que Cristo permaneció en el corazón de la tierra por tres días y tres noches (Mt. 12:40). Cristo murió y entró en el corazón de la tierra. Él salió de allí en resurrección, y en resurrección llegó a ser el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45) para la predicación, la propagación, del evangelio a todas las naciones gentiles, según es visto en el libro de Hechos.
El libro de Jonás tiene cinco secciones: palabras de introducción (1:1-2); la huida de Jonás para escapar de la comisión que Jehová le dio (1:2-17); el arrepentimiento de Jonás (cap. 2); la predicación de Jonás (cap. 3); y los prejuicios de Jonás (cap. 4).
La comisión dada por Jehová era que Jonás debía ir y clamar contra la maldad de Nínive (1:2). Dios se propuso juzgar a Nínive, la capital de Asiria, pero también tenía la intención de extender Su salvación de amor a aquella malvada ciudad gentil. Por esta razón, Él comisionó a Jonás para que fuera a Nínive a clamar contra la ciudad.
Jonás no estaba de acuerdo con Dios. Jonás sabía que Dios es un “Dios bondadoso y compasivo, longánimo, abundante en benevolencia amorosa” y que se arrepiente del mal (4:2), y que Dios cambiaría su decisión y no juzgaría a Nínive si esta ciudad se arrepentía. Puesto que anticipaba esto, Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová yendo por barco a Tarsis (1:3).
En los versículos del 4 al 17 vemos que Jehová interrumpió la huida de Jonás. En Su soberanía, Dios suscitó una tormenta; Él hizo que hubiera una gran tempestad en el mar, al grado que la nave estaba a punto de partirse (v. 4). Jonás había descendido al interior del barco, se había acostado y dormía profundamente (v. 5b). Finalmente, al echar suertes, se descubrió que Jonás era el responsable por semejante tempestad (vs. 7-14). A pedido de Jonás, los marineros lo echaron al mar (vs. 15-16). Jehová tenía dispuesto un gran pez para que se tragara a Jonás, y Jonás estuvo en el vientre del pez tres días y tres noches (v. 17).
Como ya hicimos notar, aquí Jonás tipifica a Cristo, quien fue enviado por Dios a predicar el evangelio a los gentiles, y que Jonás permaneciese en el vientre de ese gran pez por tres días y tres noches tipifica que Cristo permaneció en el corazón de la tierra por tres días y tres noches.
Después de tres días y tres noches en el vientre de aquel pez, Jonás oró y se arrepintió delante de Jehová. El capítulo 2 relata el arrepentimiento de Jonás.
Los versículos del 2 al 9 son la oración de Jonás a Jehová. Jonás oró de un modo muy extraño, diciendo cosas tales como: “Las aguas me rodearon hasta el alma; / me cercó el abismo; / el alga se enredó en mi cabeza” (v. 5).
Jehová dio orden al pez, y éste vomitó a Jonás expulsándolo a tierra seca (v. 10).
El capítulo 3 aborda el asunto de la predicación de Jonás.
Después de ser regulado, corregido y subyugado, Jonás estuvo dispuesto a hacerle caso a Dios y recibir Su comisión. “Vino entonces a Jonás palabra de Jehová por segunda vez, diciendo: Levántate, ve a Nínive, la gran ciudad; y proclama a ella el mensaje que Yo te hablaré” (3:1-2). Entonces se levantó Jonás y fue a Nínive, conforme a la palabra de Jehová, y allí predicó, clamando y diciendo: “¡Dentro de cuarenta días Nínive será trastornada!” (vs. 3-4).
El pueblo y el rey de Nínive creyeron a Dios, proclamaron ayuno y se arrepintieron (vs. 5-9). En su proclamación, el rey declaró: “Cúbranse de cilicio hombres y bestias, y clamen a Dios fuertemente. Y conviértase cada uno de su mal camino y de la violencia que hay en sus manos. ¿Quién sabe si Dios se volverá, se arrepentirá y se apartará del ardor de Su ira para que no perezcamos?” (vs. 8-9).
Dios vio sus obras y se arrepintió del mal que había dicho que les haría (v. 10). Como resultado de ello, toda la ciudad fue salva.
El capítulo 4 de este libro pone al descubierto los prejuicios de Jonás. Cuando Dios cambió de idea y perdonó al pueblo de Nínive, Jonás se enojó.
Que Jehová se volviera atrás para no hacer mal a Nínive le disgustó en extremo a Jonás, y Jonás oró a Jehová en su enojo (4:1-4). Al orar, Jonás dijo: “Ah Jehová, ¿no es esto lo que yo decía estando aún en mi tierra? Por eso me anticipé a huir a Tarsis, porque sabía yo que Tú eres Dios bondadoso y compasivo, longánimo, abundante en benevolencia amorosa y que te arrepientes del mal” (v. 2). Jonás no podía tolerar el hecho de que Dios, habiéndole encargado predicar que la ciudad de Nínive sería trastornada, hubiera cambiado de idea. Jonás no podía concordar con Dios a este respecto, sino que estaba verdaderamente enojado con Dios a causa de ello.
¿Cómo es posible que un hombre ose enojarse con Dios? Jonás podía haber dicho: “Dios es soberano, y lo que le suceda a Nínive depende de Él. Él dijo que destruiría Nínive, pero que Nínive sea destruida o no depende de Él. No me concierne si Él se arrepiente, si Él cambia de idea”. Sin embargo, en lugar de tener tal actitud, Jonás estaba tan enojado que llegó a decir: “Ahora, Jehová, te ruego que me quites la vida, porque mejor me es morir que vivir” (v. 3). Cuando él dijo esto, Jehová le respondió: “¿Haces bien en enojarte?” (v. 4).
En los versículos del 5 al 11 tenemos la lección del árbol de ricino. Jonás salió de la ciudad, se hizo un cobertizo y se sentó debajo de él a la sombra para ver qué acontecería en la ciudad. Entonces Dios preparó un árbol de ricino, el cual creció sobre Jonás y le dio sombra a su cabeza. Jonás se alegró mucho por aquel árbol. Pero Dios preparó un gusano, el cual hirió el árbol de modo que éste se secó. Además, cuando el sol salió, Dios preparó un sofocante viento solano. El sol hirió la cabeza de Jonás, al grado que él pedía morir. Cuando Dios le preguntó a Jonás si hacía bien en enojarse tanto por aquel árbol que murió, Jonás le respondió afirmativamente diciéndole que hacía bien en enojarse hasta la muerte. Entonces Jehová le dijo: “Tuviste tú piedad del árbol por el cual no trabajaste, ni al cual hiciste crecer, que en espacio de una noche llegó a existir y en espacio de una noche pereció; y Yo, ¿no tendré piedad de Nínive, la gran ciudad, en la cual hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y mucho ganado?” (vs. 10-11).
En el versículo 11 vemos la compasión de Dios por la ciudad más malvada de los gentiles; Él se preocupó incluso por su ganado. Nínive había sido edificada por Nimrod en Asiria (Gn. 10:8-11). Asiria es el país que invadió y vituperó a Israel alrededor del año 713 a. C. (Is. 36), después de los tiempos de Jonás. Dios tuvo compasión de una ciudad tan malvada.
En Mateo 12:40 el Señor Jesús le dijo a los fariseos, un grupo de “Jonases”, que Él estaría en el corazón de la tierra por tres días y tres noches, así como Jonás estuvo en el vientre del gran pez; esto tenía por finalidad extender la salvación de Dios de los judíos a los gentiles. Esto indica que Dios no solamente es el Dios de los judíos, sino también el Dios de todas las naciones. Los judíos pensaban que ellos eran el único pueblo de Dios. Ellos se consideraban el hijo primogénito (Lc. 15:25-32) que tiene derecho a ser el primero en disfrutar de todo lo que es de Dios. Pero debido a que los judíos respondieron equivocadamente a Dios, fueron los gentiles, y no los judíos, quienes llegaron a ser los primeros en disfrutar a Dios en Su salvación.
El libro de Jonás indica de manera particular que Dios no es únicamente el Dios de cierto pueblo, sino que Él es el Dios de todos los pueblos. Después de la resurrección de Cristo y de Su ascensión así como del derramamiento del Espíritu Santo, en Hechos 13 Dios le dijo a Pablo y Bernabé que fuesen a los gentiles (vs. 46-47). Ellos no fueron como Jonás; más bien, recibieron la comisión de Dios y fueron y predicaron el evangelio en toda Asia menor. Entonces el Espíritu los guió a ir de Asia a Europa, a Macedonia (16:6-10). El libro de Jonás indica que si bien Dios estaba enojado con Asiria, todavía sería bondadoso y compasivo con una gran ciudad tan pecaminosa como Nínive. Esto indica que en Su economía Dios opera valiéndose de estos dos factores —el factor de la consumición y el factor del sufrimiento— a fin de extender Su salvación a todos los pueblos de la tierra.
La economía de Dios en pro de manifestar a Cristo implica que Su salvación en Cristo sea extendida incluso a las ciudades más distantes, grandes y malvadas de los gentiles. Considero a Rusia como la Nínive de hoy. Lo que estamos haciendo en Rusia se encuentra por completo dentro de lo abarcado por la economía de Dios. Creo que recibiremos mucha bendición debido a que esto es acorde con la economía de Dios. Por tanto, la langosta que consume todavía continúa consumiendo, el sufriente Israel continúa sufriendo y el Señor continúa avanzando en Su recobro.