Mensaje 2
Lectura bíblica: Jue. 1
En este mensaje consideraremos el primer capítulo de Jueces. Este capítulo describe la hermosa escena en la que Israel pone su confianza en Dios.
Del versículo 1 al 21 vemos que Judá es valiente y victorioso.
Después de la muerte de Josué, los hijos de Israel consultaron a Jehová con respecto a quién subiría primero contra los cananeos para pelear contra ellos (v. 1). Jehová les respondió y les hizo una promesa, diciéndoles: “Judá subirá; he aquí que Yo he entregado la tierra en sus manos” (v. 2). Este maravilloso cuadro que retrata la unidad del hombre con el Señor, la unión orgánica de Dios con Su pueblo, da continuación a la unidad descrita en el libro de Josué cuando el pueblo de Israel entró por primera vez a la buena tierra.
“Y Judá dijo a Simeón, su hermano: Sube conmigo a la parte que me ha tocado en suerte, y pelearemos contra los cananeos, y yo también iré contigo a la parte que te ha tocado a ti. Y Simeón fue con él” (v. 3). Aquí vemos la maravillosa coordinación entre dos tribus: la tribu de Judá, la tribu más fuerte, y la tribu de Simeón, una tribu débil.
Según lo indicado desde el versículo 4 al 10, Judá subió, y Jehová entregó en sus manos a los cananeos y ferezeos, de modo que derrotaron a diez mil hombres en Bezec. Luego, los hijos de Judá pelearon contra Jerusalén y la tomaron, hiriéndola a filo de espada y prendiéndole fuego. Después, ellos descendieron para pelear contra los cananeos que habitaban en la región montañosa, en el sur y en la tierra baja.
Este capítulo también habla sobre la victoria de Caleb en Hebrón por medio de su yerno Otoniel (vs. 11-15, 20). El nombre Otoniel significa “león de Dios”. Caleb declaró que a aquel que atacara a Quiriat-sefer y la tomara, él le daría a su hija Acsa por mujer. Otoniel tomó a Quiriat-sefer, y Caleb le dio a su hija Acsa por mujer. Ella le dijo, entonces, a su padre: “Dame una bendición, ya que me has dado la tierra del Neguev, dame también manantiales de aguas” (v. 15a). Así que Caleb le dio los manantiales de arriba y los de abajo. El versículo 20 nos dice que Hebrón fue dada a Caleb, tal como Moisés había dicho, y que Caleb desposeyó a los tres hijos de Anac expusándolos de allí.
Judá combatió, junto con Simeón su hermano, y destruyó por completo a los cananeos; y Jehová estaba con Judá. Ellos tomaron posesión de la región montañosa, pero no pudieron desposeer a los habitantes del valle, pues éstos tenían carros de hierro (vs. 16-19).
Los hijos de Benjamín no desposeyeron a los jebuseos, que habitaban en Jerusalén; más bien, los jebuseos continuaron morando con los hijos de Benjamín en Jerusalén (v. 21). Esto indica que aun cuando Judá fue valiente y victorioso, su victoria no fue completa, pues le faltó expulsar a los habitantes del valle y a los jebuseos.
La casa de José subió a combatir contra Bet-el, y Jehová estuvo con ellos. Ellos primero enviaron espías a Bet-el. Cuando los espías vieron a un hombre que salía de Bet-el, le dijeron que si les mostraba la entrada a la ciudad, tendrían misericordia de él. Él les mostró la entrada de la ciudad, y ellos hirieron la ciudad a filo de espada, pero dejaron ir a aquel hombre con toda su familia (vs. 22-26).
Si bien este capítulo presenta una hermosa escena en la que Israel pone su confianza en Dios, no obstante, ya en este capítulo se nos describen algunas deficiencias (vs. 27-36).
Cuando Israel se hizo fuerte, sometieron a los cananeos a trabajos forzados, pero no los desposeyeron por completo (v. 28). Manasés, Efraín, Zabulón, Aser y Neftalí no desposeyeron a los cananeos, quienes persistieron en habitar en aquella tierra y fueron sometidos a trabajos forzados (vs. 27, 29-33).
Los amorreos empujaron a los hijos de Dan hasta la región montañosa y no los dejaron descender al valle. Los amorreos persistieron en habitar con ellos, pero la casa de José prevaleció de modo que fueron sometidos a trabajos forzados (vs. 34-36).
