Mensaje 4
Capítulos 2—16
(2)
Lectura bíblica: Jue. 3:7-31; Jue. 4; Jue. 5:1-31
Antes de abordar 3:7—5:31, tengo la carga de hablarles con respecto al significado intrínseco de este pasaje de Jueces.
Antes de la historia relatada en estos capítulos, el pueblo de Israel jamás había tenido como líder a una mujer. De improviso, Dios hizo surgir una mujer, Débora, como juez de Israel. Al respecto, debemos comprender que en la Biblia, siempre que Dios hace algo fuera de lo común, algo extraordinario, ello reviste gran significado. Esto indica, primero, el fracaso del hombre, y luego, la acción excelente realizada por Dios. En los tiempos en que transcurre Jueces 4, todos los hombres de Israel habían fracasado, así que Dios hizo surgir a una mujer; esto hizo que la condición general de Israel cambiara.
Según la Biblia, una mujer apropiada es aquella que está sujeta a Dios, aquella que guarda el orden establecido por Dios. Ésta debía ser la postura de Israel ante Dios, pero la situación que imperaba en Israel era completamente anormal. Los hombres habían dejado su posición delante de Jehová. Por tanto, Israel fue en contra del orden establecido por Dios dejando la posición que le correspondía como esposa de Dios y abandonándolo al ir en pos de cientos de ídolos. Esto condujo a Israel a una situación y condición deplorable.
Según la obra creadora de Dios, Débora era una persona muy capaz. Al leer su canción en el capítulo 5, podemos ver que ella tenía gran habilidad, capacidad, discernimiento y previsión. Sin embargo, tal persona excelente era muy sumisa. Dios la hizo líder, pero ella mantuvo el orden apropiado y tomó a Barac como su cobertura (4:6-9). Ella comprendió que era imprescindible que un hombre fuese su cobertura. En realidad, Barac hizo muy poco; aun así, Débora “cubrió su cabeza” con él. Cuando ella tomó tal posición, la nación entera cambió. Debido a la situación deplorable en que se encontraban, ninguno estaba dispuesto a tomar la delantera en cuanto a combatir por los intereses de Jehová, y ninguno de ellos estaba dispuesto a seguir a tal líder. Pero cuando esta mujer excelente y extraordinaria tomó la delantera en cuanto a practicar la sujeción al varón, la nación entera vino a estar en un orden excelente. Todos retornaron a la posición que les correspondía. Por tanto, Débora pudo decir en su canción: “Entonces un remanente de los nobles descendió; / el pueblo de Jehová descendió conmigo contra los fuertes” (5:13). Todos los líderes tomaron la delantera, y el pueblo les siguió; así se formó el ejército. Al inicio, apenas unos cuantos les siguieron, pero finalmente todo el pueblo les siguió. Esto nos permite ver que el país entero vino a estar en un orden excelente, asumiendo la posición apropiada ante Jehová.
Jueces 5:15-16 habla de “grandes resoluciones de corazón” y de “gran escudriñamiento de corazón”. Debido a la situación deplorable en la que se encontraba Israel, nadie escudriñaba su corazón. Pero el pueblo debía someter su corazón a gran escudriñamiento y debía hacer grandes resoluciones de corazón para levantarse y unirse a otros a fin de combatir por el reino de Dios.
Podemos aplicar esto a nuestra práctica de los grupos vitales hoy en día. Los grupos vitales requieren de mucha oración con arrepentimiento. Al orar, espontáneamente escudriñaremos nuestro corazón. Tal escrutinio resulta en la determinación de vivir para el Señor y de combatir por el Señor en conformidad con la necesidad actual en Su recobro. En particular, debemos tomar la firme determinación delante del Señor de ganar personas con miras a Su aumento. En esto consiste hacer “grandes resoluciones de corazón”.
Jueces 3:12-13 dice que Jehová fortaleció a los enemigos de Israel, pero Jueces 4:6-16 revela que Jehová combatía por Israel. Esto nos muestra que Dios es el Dios de la encarnación. Dios quiere que el hombre sea Su complemento a fin de que Él pueda efectuar Su mover. Si Israel no hubiese combatido, Dios no habría combatido por ellos. Sin embargo, debido a que Israel combatió bajo Débora en el orden apropiado, Dios combatió por ellos. Este principio también se aplica a nosotros hoy. Si no salimos a fin de ganar a los pecadores, Dios no saldrá tampoco; pero si salimos, Dios también saldrá con nosotros. No obstante, para salir de esta manera, debemos someter nuestro corazón a escudriñamiento y tomar resoluciones de corazón. Dios no trabajará hasta que seamos activos respecto a escudriñar nuestro corazón y tomar resoluciones de corazón. Ésta es la manera de pelear la batalla; ésta es la manera de predicar el evangelio; y ésta es la manera en que los pecadores serán ganados para llegar a ser miembros de Cristo.
Jueces 5:31b dice: “Pero los que aman a Jehová sean como el sol / cuando se levanta en toda su fuerza”. Que el sol se levante en toda su fuerza significa que resplandece deslumbrante, intensa y gloriosamente. Es indispensable que experimentemos tal escudriñamiento, tales resoluciones, y que nos levantemos para resplandecer como el sol. Si todas las iglesias fueran así, ciertamente disfrutarían la victoria. Que todos los amados santos en el recobro del Señor realicen gran escudriñamiento y grandes resoluciones, y que todos ellos, al amar al Señor, se levanten como el sol cuando sale para resplandecer de manera deslumbrante.
Consideremos ahora los tres primeros ciclos de la deplorable historia de Israel hallada en 3:7—5:31.
El primer ciclo es relatado en 3:7-11a.
Los hijos de Israel hicieron lo malo al olvidarse de Jehová para servir a los Baales y a las Aseras (v. 7).
Debido a que Israel hizo lo malo ante los ojos de Jehová, la ira de Jehová se encendió contra ellos (v. 8a).
Jehová vendió a Israel en manos de Cusan-risataim, rey de Mesopotamia, a quien Israel sirvió por ocho años (v. 8b).
Los hijos de Israel clamaron a Jehová (v. 9a).
Jehová les levantó un salvador, a Otoniel, el hijo del hermano menor de Caleb. El Espíritu de Jehová vino sobre él, y él salvó a Israel de manos de Cusan-risataim (vs. 9b-10).
Al final del primer ciclo, la tierra reposó cuarenta años (v. 11a).
En 3:11b-31 consta el segundo ciclo de la deplorable historia de Israel.
El versículo 11b dice que Otoniel, el juez, murió.
Después de la muerte de Otoniel, los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos de Jehová (v. 12a).
Debido a que Israel había hecho lo malo ante Su ojos, Jehová fortaleció a Eglón, rey de Moab, contra Israel. Eglón juntó consigo a los hijos de Amón y de Amalec, y fue y atacó a Israel, tomando posesión de la ciudad de las palmeras (vs. 12b-13).
Israel sirvió a Eglón, rey de Moab, dieciocho años (v. 14).
Israel clamó a Jehová, y Jehová les levantó un salvador, a Aod, hijo de Gera, benjamita (v. 15a).
Aod mató a Eglón, rey de Moab, valiéndose de un ardid; luego, apoyado por los hijos de Israel procedentes de la región montañosa de Efraín, derrotó a los moabitas, matando como a diez mil moabitas (vs. 15b-29).
Moab fue subyugado bajo la mano de Israel, y la tierra reposó ochenta años (v. 30).
Después de Aod, surgió Samgar, hijo de Anat, quien mató a seiscientos filisteos con una aguijada de bueyes. Samgar también salvó a Israel (v. 31).
En los capítulos 4 y 5 consta el tercer ciclo.
Después de la muerte de Aod, los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos de Jehová (4:1).
Jehová vendió a Israel en manos de Jabín, rey de Canaán, cuyo ejército tenía por capitán a Sísara. Jabín tenía novecientos carros herrados y había oprimido duramente a Israel por veinte años (vs. 2, 3b).
Los hijos de Israel clamaron a Jehová (v. 3a).
Débora, una profetiza, fue levantada como juez de Israel. Ella acostumbraba sentarse bajo la palmera de Débora, y los hijos de Israel subían a ella a pedir juicio (vs. 4-5).
Débora, junto con Barac y los hijos de Neftalí y de Zabulón, derrotaron a Jabín, rey de Canaán, y al capitán de su ejército, Sísara, debido a que Jehová combatió por ellos (vs. 6-16). El versículo 15a dice: “Y Jehová sembró confusión, en todos sus carros y en todo su ejército, a filo de espada delante de Barac”.
En el versículo 9, Débora profetizó que Jehová entregaría a Sísara en manos de una mujer. Los versículos del 17 al 22 relatan que Sísara, el capitán del ejército del rey Jabín, fue muerto por Jael, la esposa de Heber, el ceneo, tal como Débora lo había predicho.
Dios sometió a Jabín, rey de Canaán, delante de los hijos de Israel. Y la mano de ellos se hizo cada vez más pesada sobre Jabín, hasta que lo destruyeron (vs. 23-24).
Jueces 5:1-31a es la canción de Débora y Barac.
Los versículos 4 y 5 dicen: “Cuando saliste de Seir, oh Jehová, / cuando partiste marchando del campo de Edom, / la tierra tembló, y los cielos destilaron; / sí, las nubes gotearon aguas. / Los montes temblaron ante la presencia de Jehová, / aquel Sinaí, ante la presencia de Jehová, el Dios de Israel”. Aquí, Débora y Barac celebraron triunfantes su victoria sobre Jabín, rey de Canaán, la cual les fue dada por Dios.
Débora y Barac mostraron su aprecio por los líderes de Israel que se pusieron al frente y por el pueblo de Israel que se ofreció voluntariamente, entre los cuales hubo grandes resoluciones de corazón y gran escudriñamiento de corazón (vs. 2, 9, 13-18).
La canción de Débora y Barac también elogia las estrellas que pelearon contra Sísara desde los cielos, desde sus órbitas, y elogia al antiguo río Cisón, que arrastró a los reyes de Canaán (vs. 20-21).
“Maldecid a Meroz, dice el Ángel de Jehová; / maldecid amargamente a sus habitantes. / Porque no vinieron en ayuda de Jehová, / en ayuda de Jehová contra los fuertes” (v. 23). Aquí la canción alaba al Ángel de Jehová, Cristo, quien se hizo cargo de la batalla.
Del versículo 24 al 27 la canción de Débora y Balac bendice a Jael, la esposa de Heber, el ceneo, quien mató a Sísara, capitán del ejército de Jabín, rey de Canaán. El versículo 24 dice: “Bendita entre las mujeres será Jael, / mujer de Heber, el ceneo; / bendita entre las mujeres en la tienda será ella”.
Del versículo 28 al 30 la canción se burla con ironía de las imaginaciones de la madre de Sísara con respecto a la buena fortuna de su hijo.
El versículo 31a es una bendición para Israel: “Perezcan así todos Tus enemigos, oh Jehová; / Pero los que aman a Jehová sean como el sol / cuando se levanta en toda su fuerza”.
El capítulo 5 concluye diciendo que la tierra reposó cuarenta años (v. 31b).
