Mensaje 4
Lectura bíblica: Lm. 5:18-22
En este mensaje de conclusión al estudio-vida de Lamentaciones, quisiera hablar un poco más sobre 5:18-22.
Al final de las lamentaciones de Jeremías, en los últimos versículos del capítulo 5, podemos ver una comparación. Lamentaciones 5:18 y 19 dice: “A causa del monte Sion, que está desolado, / andan errantes las zorras por él. / Tú, oh Jehová, permanecerás para siempre; / Tu trono, de generación en generación”. Primero, Jeremías habla de las zorras que andan errantes por el monte Sion, y después él declara que Jehová y Su trono permanecen para siempre. La comparación que queremos hacer aquí es entre la desilusión de Jeremías al ver que las zorras andaban errantes por el monte Sion y su comprensión de que Jehová y Su trono permanecerán para siempre.
Cuando Jeremías escribió estos versículos, él se encontraba perplejo y desilusionado. Debido a su formación, él conocía los escritos de Moisés y sabía del pacto que Dios había hecho con Abraham y sus descendientes. Aun así, en sus cinco lamentaciones él no habló mucho en conformidad con la palabra de Dios; más bien, él habló en gran medida conforme a sus sentimientos humanos y personales. Al comienzo de su cuarta lamentación, él se refirió a Israel como oro puro que se oscureció. “¡Cómo se ha oscurecido el oro! / ¡Cómo ha cambiado el oro más puro!” (v. 1). Después, casi al final de su última lamentación, él dijo que las zorras andaban errantes por el monte Sion. Esto muestra la desilusión de Jeremías. Sion era la tierra santa. Para Dios, ella era el lugar más santo y sagrado en toda la tierra. ¿Cómo era posible que las zorras pudiesen entrar en esta ciudad santa e incluso andar errantes por la cumbre de Sion, donde el templo fue edificado? Esto hizo que Jeremías se lamentara.
Antes de Lamentaciones 5:19, Jeremías estaba escribiendo conforme a sus sentimientos humanos personales, pero en este versículo él deja atrás su sentimiento humano para internarse en Dios mismo. Después de hablar sobre las zorras que andan errantes por el monte Sion, él irrumpe con una declaración: “Tú, oh Jehová, permanecerás para siempre”. Las zorras no son lo único que hay en este universo. Jehová, el Señor del universo, permanece a fin de ejercer Su administración. Jerusalén fue derribada, el templo fue consumido por el fuego, el pueblo de Dios fue llevado al cautiverio, pero ¿qué acerca de nuestro Dios, Jehová? Jehová permanece para siempre, y Su trono no ha sido derribado y jamás será derribado.
El título divino Jehová significa “Yo Soy”. Él es Aquel que era, que es y que será por siempre (Ap. 4:8b). Jerusalén había llegado a su fin, el templo había llegado a su fin y la tierra de Israel había llegado a su fin, pero Jehová jamás llegará a su fin.
Cuando la posición y perspectiva de Jeremías cambiaron, de modo que dejó de centrarse en sí mismo para fijarse en Jehová, él pudo comprender que aun cuando todo se había perdido, Jehová permanece para siempre. Hoy en día es posible que las zorras anden errantes en Sion, y es posible que mañana ya no estén más; pero Jehová jamás se irá. El hecho de que nada perdura y de que todo llega a su fin manifiesta la verdad de que Jehová permanece para siempre. Puede ser que todo esté perdido, pero “Tú, oh Jehová, permanecerás para siempre; / Tu trono, de generación en generación”, sin principio ni fin. Los cielos y la tierra podrán pasar, pero Él jamás dejará de ser. Él es la única fuente, y todas las generaciones proceden de Él.Siento gran aprecio por el contraste en estos versículos, pues ello nos muestra qué es lo que permanece y qué es pasajero. Quizás hoy en día ciertas cosas aún anden errantes merodeando en el catolicismo, en el protestantismo, en el judaísmo y en el mundo. Pero nosotros no debemos creer que tales cosas permanecerán. Finalmente, todo “-ismo” llegará a su fin, pero Jehová permanecerá para siempre.
Cuando nos enfrentamos a una serie de cosas nocivas y personas malignas, con frecuencia no hay necesidad de que Dios intervenga. En lugar de hacer algo al respecto, Él hace lo mismo que Él desea que aprendamos, esto es: Él espera. En particular, Él espera que los malignos mueran. Debemos darnos cuenta, por tanto, de que la muerte es una herramienta muy útil en las manos de Dios. ¿Dónde están todos aquellos hombres malignos mencionados en la historia? ¿Dónde está Hitler? ¿Dónde esta Mussolini? Uno por uno, todos ellos han muerto. A lo largo de la historia humana, a toda persona maligna se le ha dado fin por medio de la muerte. Dios, quien permanece para siempre, simplemente esperó que la muerte se los llevara a todos ellos.
Aunque Jeremías llegó a comprender que el ser de Dios es eterno y que Su trono permanece para siempre, él todavía abrigaba algo en su interior que hizo que terminara sus lamentaciones planteando preguntas, e incluso, desafíos. En Lamentaciones 5:20-22 él le dijo a Jehová: “¿Por qué te olvidas de nosotros para siempre / y nos abandonas por tan largo tiempo? / Haznos volver, oh Jehová, a Ti, y nos volveremos; / renueva nuestros días como al principio. / O, ¿nos has desechado por completo? / ¿Estás airado en gran manera contra nosotros?”. Aquí Jeremías dirige a Jehová palabras de desafío, incluso palabras imperativas y de reproche. Sin embargo, Jehová no le respondió. En lugar de responderle a Jeremías o decirle que se calle, Jehová permaneció callado. Al final de Lamentaciones todavía no había llegado el tiempo para que Dios respondiera las preguntas de Jeremías.
Todos los desafíos y preguntas planteados por Jeremías son respondidos en los siguientes libros de la Biblia. La consumación de esta respuesta será la Nueva Jerusalén. Allí veremos todo claramente. Hasta entonces, Jeremías tiene que esperar en Jehová, conforme a lo que él dijo en 3:25: “Bueno es Jehová a los que en Él esperan”. Jeremías tiene que esperar hasta la era neotestamentaria, hasta la era del reino milenario y hasta la Nueva Jerusalén. Entonces él estará plenamente satisfecho.