Mensaje 61
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Lectura bíblica: Lv. 26:21-46
Según las palabras de advertencia en Levítico 26, los obedientes serían bendecidos (Lv. 26:3-13), pero los desobedientes serían disciplinados para que se arrepintieran (Lv. 26:14-39). Esta disciplina se aplica en cinco niveles. Como hemos visto, el primer nivel es que se decretaría sobre ellos terror repentino (vs. 14-17). Este terror incluye la consunción y la fiebre así como el hecho de ser derrotados por los enemigos. La disciplina que corresponde al segundo nivel es séptupla, en la que el cielo sería hecho como hierro, pues no daría lluvia, y la tierra sería hecha como bronce, pues no daría su producto (vs. 18-20). En este mensaje veremos los otros tres niveles de la disciplina (Lv. 26:21-39) y después veremos el arrepentimiento del pueblo y el hecho de que Dios se acuerda de ellos (vs. 40-45).
La disciplina que corresponde al tercer nivel trae plagas séptuplas (Lv. 26:21-22).
“Si andáis en contra de Mí y no me queréis escuchar, traeré sobre vosotros siete veces más plagas según vuestros pecados” (v. 21). Estas plagas representan los problemas que se producen entre los creyentes en las iglesias (1 Co. 1:11; 2 Co. 12:20).
“Enviaré también en medio de vosotros animales salvajes, que os privarán de vuestros hijos, destruirán vuestro ganado y os reducirán en número, de modo que vuestros caminos queden desiertos” (v. 22). Esto significa que en la iglesia surgirán personas feroces (Hch. 20:29) que privarán a los creyentes del fruto de la vida divina, destruirán sus posesiones espirituales, conseguirán reducirlos en número y asolarán sus comunicaciones.
La disciplina que corresponde al cuarto nivel consiste en herirlos siete veces.
“Traeré sobre vosotros espada que ejecutará la venganza del pacto” (v. 25a). Esto significa que en la iglesia habrá disputas entre los hermanos. Las disputas entre los hermanos son una señal de la disciplina aplicada por Dios.
“Cuando os reunáis en vuestras ciudades, enviaré peste entre vosotros, y seréis entregados en manos del enemigo” (v. 25b). Esto significa que en la iglesia habrá una especie de enfermedad contagiosa. Los “gérmenes” de dicha enfermedad se propagan principalmente mediante los chismes y las vanas conversaciones.
“Seréis entregados en manos del enemigo” (v. 25c). Esto significa que los creyentes en la iglesia serán avasallados por el enemigo. Durante el tiempo que llevo en la vida de iglesia, me ha tocado ver esto en varias ocasiones.
“Cuando Yo os corte el sustento del pan, cocerán diez mujeres vuestro pan en un horno; y os devolverán vuestro pan por peso, y comeréis, y no os saciaréis” (v. 26). Esto significa que en la iglesia el suministro espiritual será limitado a cantidades grandemente reducidas, de modo que no habrá satisfacción entre los creyentes. También nos ha tocado ver esto en la vida de iglesia. En cierta iglesia no se suministró alimento espiritual por un largo periodo de tiempo, a causa de lo cual la iglesia pasó hambre.
En la disciplina que corresponde al quinto nivel, las personas son disciplinadas siete veces nuevamente (vs. 27-39).
“Comeréis la carne de vuestros hijos, y comeréis la carne de vuestras hijas” (v. 29). Esto significa que la iglesia se empobrece tanto que no puede satisfacer a sus miembros, sino que, más bien, los priva de su suministro alimenticio. En tales condiciones, la escasez de alimento llega a tal punto que no se encuentra nada para comer excepto los “hijos”, esto es, lo que los miembros de la iglesia produjeron en el pasado.
“Destruiré vuestros lugares altos, derribaré vuestros altares dedicados al sol, amontonaré vuestros cuerpos muertos sobre los cuerpos de vuestros ídolos, y Mi alma os aborrecerá” (v. 30). Esto significa que las iglesias carnales se posicionan —como cadáveres— sobre otras metas que no son Dios mismo y que estas metas son ídolos que ellos buscan, los cuales Dios destruyó. Aquí vemos que en tal iglesia, Dios interviene para destruir a los ídolos y también a quienes les rinden adoración. En tal iglesia no hay más que un montón de cadáveres.
“Dejaré en ruinas vuestras ciudades, desolaré vuestros lugares santos y no percibiré el olor de vuestros aromas destinados a satisfacerme” (v. 31). Esto significa que las iglesias han quedado en ruinas y su adoración desolada, por lo que en ellas no hay satisfacción que ascienda como fragancia a Dios.
“Asolaré también la tierra, de modo que se pasmen por ello vuestros enemigos que en ella habiten” (v. 32). Esto significa que el disfrute que la iglesia tenía de Cristo como su rica tierra ha sido asolado y robado por los enemigos. En tal iglesia se ha perdido el disfrute de Cristo, debido a que dicho disfrute ha sido robado por el enemigo. Una iglesia en la que esto sucede, es una iglesia que ha perdido por completo el disfrute de Cristo.
“A vosotros, sin embargo, os esparciré entre las naciones, y desenvainaré espada en pos de vosotros; vuestra tierra será una desolación, y vuestras ciudades quedarán en ruinas” (v. 33). La espada desenvainada representa el juicio de Dios que acarrea muerte. Que el pueblo fuese esparcido entre las naciones y perseguido por la espada desenvainada significa que la iglesia ha sido esparcida entre los gentiles y arrojada a causa del juicio de muerte ejecutado por Dios.
“Entonces la tierra disfrutará de sus Sábados durante todos los días de su desolación, mientras vosotros estéis en la tierra de vuestros enemigos; la tierra descansará entonces y disfrutará de sus Sábados. Durante todos los días de su desolación guardará el reposo que no guardó en vuestros Sábados cuando habitabais en ella” (vs. 34-35). Que la tierra disfrutase de sus Sábados durante el cautiverio del pueblo significa que el disfrute que la iglesia tenía de Cristo como su rica tierra fue arruinado cuando los creyentes fueron esparcidos entre los gentiles. Hasta ahora, en el tiempo que llevo en la vida de iglesia, no me ha tocado ver esta clase de situación.
“En cuanto a los que queden de vosotros, infundiré en sus corazones desfallecimiento en las tierras de sus enemigos; el sonido de una hoja que se mueva los hará huir, y huirán como ante la espada y caerán sin que nadie los persiga. Tropezarán los unos con los otros como si huyeran ante la espada, aunque nadie los persiga, y no podréis resistir ante vuestros enemigos. Pereceréis entre las naciones, y la tierra de vuestros enemigos os consumirá. Y los que queden entre vosotros se pudrirán a causa de su iniquidad en las tierras de vuestros enemigos; también a causa de las iniquidades de sus padres se pudrirán juntamente con ellos” (vs. 36-39). Esto significa que la iglesia en cautiverio padece sufrimientos y al final es consumida por los enemigos. Ésta es la conclusión de la disciplina divina, una disciplina que en cuatro niveles es séptupla. El hecho de que la disciplina sea séptupla significa que es intensificada.
Ahora abordaremos un asunto bastante alentador: el arrepentimiento del pueblo en cautiverio y el hecho de que Dios se acuerde de ellos (vs. 40-45).
Los versículos 40 y 41 dicen que el pueblo de Dios confesaría sus iniquidades, su corazón incircunciso se humillaría y ellos aceptarían el castigo que merecen por su iniquidad. Esto significa que la iglesia que está en cautiverio sujeta a los enemigos finalmente se arrepiente, confiesa sus pecados y acepta el castigo aplicado por Dios a causa de sus pecados.
“Entonces Yo me acordaré de Mi pacto con Jacob y asimismo de Mi pacto con Isaac, y también de Mi pacto con Abraham me acordaré, y haré memoria de la tierra” (v. 42). Esto significa que Dios, en beneficio de la iglesia en cautiverio, se acordará de Su nuevo pacto y de Cristo, la rica tierra. A menudo, cuando nos arrepentimos y confesamos nuestras faltas, experimentamos que Dios se acuerda del nuevo pacto y también de Cristo, quien nos fue dado como nuestra rica tierra.
“Aun con todo esto, estando ellos en tierra de sus enemigos, Yo no los rechazaré ni los aborreceré para destruirlos por completo, quebrantando Mi pacto con ellos, porque Yo soy Jehová su Dios” (v. 44). Esto significa que Dios, después de disciplinar severamente a la iglesia, no la rechazará ni la destruirá completamente ni quebrantará Su pacto con ellos. Independientemente de la situación en la que nos encontremos, seguimos bajo el pacto neotestamentario de Dios, y todavía tenemos nuestra porción.
A estas alturas cabe señalar que el capítulo 25 de Levítico trata sobre la gracia de Dios, representada por el jubileo, mientras que el capítulo 26 trata sobre la administración de Dios (disciplina, gobierno, reino). En el Nuevo Testamento, el ministerio de Pablo aborda el tema de la gracia de Dios, y el ministerio de Pedro aborda el tema de la administración de Dios. Tener esto presente nos ayudará en nuestra lectura del Nuevo Testamento.
El cumplimiento de la promesa que Dios hizo a Su pueblo se puede ver en la historia de Israel. En la década de los veinte, estudiamos libros de profecía y adquirimos conocimiento acerca de las promesas dadas a Israel en Levítico y en Deuteronomio. Yo creía en Dios y creía en todas las profecías escritas en la Biblia; no obstante, me preguntaba cómo los judíos podrían llegar a formar una nación, puesto que habían perdido su tierra, la cual estaba en poder de los musulmanes. Aguardaba el momento en que los judíos serían formados como nación en la tierra de sus padres, la Tierra Santa, Palestina. De repente, en 1948, los judíos volvieron a la tierra de sus padres y formaron un gobierno y una nación allí.
Permítanme contarles brevemente la historia, según me acuerdo de lo que leí en los periódicos y libros.
Durante la primera Guerra Mundial, los británicos carecían de una sustancia química crucial para la fabricación de municiones. Un científico judío, que vivía en Gran Bretaña, sabía cómo producir esta sustancia química. El gobierno británico y este científico llegaron a un acuerdo, de que si él ayudaba a los británicos a producir la sustancia química que necesitaban, ellos devolverían Palestina a los judíos después de la guerra. (En aquel entonces Palestina estaba bajo el Imperio otomano, que se había unido a Alemania durante la guerra). Cuando terminó la guerra, el gobierno británico no cumplió su palabra. La Liga de las Naciones, que era dominada por Gran Bretaña y Francia, entregó el Líbano a Francia, y la tierra a ambos lados del río Jordán fue entregada a Inglaterra como protectorados.
Los judíos se sintieron muy desilusionados porque Gran Bretaña no había cumplido su promesa. Creo que esta falta fue una ofensa para Dios. A partir de entonces, la bendición de Dios se apartó de Gran Bretaña y siguió otro rumbo.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Hitler mató a seis millones de judíos. Esto conmovió los corazones del pueblo judío, y ellos comprendieron que mientras no tuvieran su propia tierra y gobierno, no tendrían ninguna protección. Creo que los judíos ortodoxos devotos deben de haber elevado muchas oraciones a Dios. Creo también que Dios escuchó estas oraciones.
Al final de la guerra, los Estados Unidos propuso que los judíos regresaran a la tierra de sus padres. Gran Bretaña estuvo de acuerdo, y se hicieron los preparativos para tal fin. En 1948, las fuerzas británicas se adelantaron a los judíos y sacaron a los palestinos de sus casas, y entonces los judíos se instalaron allí. Fue así como los judíos regresaron a su patria y formaron un gobierno.
Cuando me enteré de esto en el periódico de Shanghái, quedé muy sorprendido. Me tocó el privilegio de ver en mis días el cumplimiento parcial de una gran profecía bíblica. Esto confirmó mi fe en las profecías de la Biblia.
En 1948, los judíos no tomaron posesión de la antigua sección de la ciudad de Jerusalén, la cual aún era controlada por Jordania. Sin embargo, en 1967, durante la llamada Guerra de los Seis Días, Israel se apoderó del resto de Jerusalén y de Cisjordania.
Aunque los judíos han vuelto a reposeer la Tierra Santa, aún no se han arrepentido total y cabalmente ante Dios. La mayoría de ellos sigue en su incredulidad. Aunque el gobierno de Israel muestra interés por la religión, no muestra interés por Dios. No sé de ningún estadista judío que se haya conducido piadosamente. Con todo, a los judíos más devotos sí les interesa Dios, y algunos oran día y noche. Creo que ellos saben lo que dice Levítico 26 y, al menos en cierta medida, guardan estas palabras. Ciertamente Dios está contestando poco a poco sus oraciones conforme a Su promesa. Un indicio de esto es que Israel ha podido hacer frente a tantas naciones árabes y musulmanas. Israel aún permanece debido al respaldo de Dios.
Este breve repaso de la historia es un testimonio de que las palabras proféticas contenidas en la Palabra santa de Dios son verídicas. He visto el cumplimiento de estas palabras, las cuales se siguen cumpliendo hoy en día. Dios es Dios, y lo que Él dijo acerca de Israel se cumplirá completamente. Él resguardará a Israel hasta el regreso del Señor.
Hoy en día debemos acatar los principios espirituales de Levítico 26. Si hemos errado, debemos arrepentirnos. Entonces nos será devuelta la bendición para nuestro disfrute.