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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Levítico»
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Mensaje 17

LA OFRENDA DE PAZ: CRISTO COMO PAZ ENTRE DIOS Y EL PUEBLO DE DIOS PARA QUE AMBOS DISFRUTEN EN MUTUA COMUNIÓN

  Lectura bíblica: Lv. 3:1, 5-7, 12; 6:12; 7:37

  Todo lo dicho en Levítico referente a las ofrendas fue hablado por el Señor en una pequeña tienda, la Tienda de Reunión. En el desierto, lejos de millones de personas que se encontraban ocupadas en tantas cosas, el propio Dios que creó el universo entró en una pequeña tienda. Todo lo que el Dios Triuno habló allí fue dicho para la eternidad. Por medio de estas maravillosas palabras de Dios, aquella pequeña Tienda de Reunión poco a poco se convertirá en la Nueva Jerusalén. Cada aspecto de este hablar referente a Cristo y al disfrute que nosotros, juntamente con Dios, tenemos de Cristo se cumplirá en la Nueva Jerusalén. Allí, en la Nueva Jerusalén, sin duda comprenderemos que Cristo es nuestro holocausto, nuestra ofrenda de harina, nuestra ofrenda de paz, nuestra ofrenda por el pecado, nuestra ofrenda por las transgresiones, nuestra ofrenda mecida y nuestra ofrenda elevada. Al final, todas estas ofrendas redundarán en la Nueva Jerusalén.

  En Levítico, las ofrendas siguen una secuencia particular. Primero vemos el holocausto, luego la ofrenda de harina, y después la ofrenda de paz. El holocausto significa que debemos vivir absolutamente entregados a Dios, y la ofrenda de harina indica que Cristo es nuestro alimento diario. Cuando llevamos una vida de absoluta entrega a Dios y vivimos alimentándonos de Cristo, el resultado es paz. Tenemos paz con Dios y unos con los otros. Esto significa que cuando Cristo nos satisface, Él llega a ser la paz entre nosotros y Dios. Hoy estamos en esta paz, la cual es Cristo.

  Cristo es Aquel por el cual y mediante el cual llevamos una vida de absoluta entrega a Dios y delante de Dios. Cristo es también Aquel de quien nos alimentamos cada día. Él es nuestra comida diaria. Ahora este Cristo es la paz que disfrutamos con Dios y unos con otros. Así que, el holocausto, la ofrenda de harina y la ofrenda de paz son las ofrendas básicas que nos permiten disfrutar a Cristo como nuestra paz con Dios y unos con otros. Éste es el significado de la secuencia de estas tres ofrendas.

  Cuando nos salimos de Cristo, no tenemos paz. Si estamos escasos de paz, estamos escasos de Cristo. La medida de paz que tenemos depende de cuánto Cristo tenemos. Por consiguiente, la paz es un factor que nos muestra en qué grado disfrutamos a Cristo.

  No hay razón para que los miembros de la iglesia no tengan paz. No debemos intentar tener paz por nuestros propios esfuerzos. Cuanto más nos esforcemos por tener paz, menos paz tendremos. La única forma de tener paz consiste en disfrutar a Cristo cada día. Por la mañana, debemos tomar a Cristo como nuestro holocausto y ofrecerlo para satisfacer a Dios. Luego, debemos tomarlo como nuestro alimento diario para suplir las necesidades específicas de ese día.

  Debemos disfrutar a Cristo hoy y olvidarnos del día de ayer y del día de mañana. El día de ayer ya pasó, y aún no ha llegado el día de mañana. Puesto que el día de ayer ya pasó, ninguno de nosotros debe permanecer más en él. Si ayer fracasamos o tuvimos éxito, eso ya pasó. Como cristianos, no tenemos el día de mañana; sólo tenemos el día de hoy. No se preocupen por el día de mañana: ¡vivan hoy! ¿Qué tenemos hoy? Tenemos a Cristo. Cristo es el hoy.

  Hemos visto el significado de la secuencia de las primeras tres ofrendas. Consideremos ahora algunos asuntos relacionados con la ofrenda de paz.

I. ILUSTRADA POR EL BECERRO GORDO QUE ES DISFRUTADO APACIBLEMENTE POR EL PRÓDIGO QUE RETORNA Y EL DIOS QUE LO RECIBE EN LUCAS 15:23-24

  La ofrenda de paz está ilustrada en Lucas 15:23-24 por el becerro gordo que fue disfrutado apaciblemente por el hijo pródigo que retornaba, o sea, el pecador, y el padre que lo recibe, o sea, Dios. El hijo pródigo regresó en una condición lamentable, pero el padre fue amoroso y lo recibió inmediatamente. Después que el padre recibió al hijo pródigo, se le dio muerte al becerro gordo para el disfrute de ellos. Este becerro gordo muestra que Cristo es nuestra ofrenda de paz, la cual podemos disfrutar con el Dios que nos recibe. El padre y el hijo que regresaba disfrutaron ricamente de la ofrenda de paz.

II. LA OFRENDA DE PAZ EN RELACIÓN CON EL HOLOCAUSTO Y CON LA OFRENDA DE HARINA

A. La ofrenda de paz se basa en que Dios es satisfecho por el holocausto

  La ofrenda de paz se basa en que Dios es satisfecho por el holocausto. La ofrenda de paz, de la cual Dios y nosotros disfrutamos hoy, tiene como base que Cristo es el holocausto. Esto lo indica Levítico 3:5 y 6:12. Refiriéndose a la ofrenda de paz, 3:5 dice: “Los hijos de Aarón quemarán esto en el altar, sobre el holocausto, el cual estará sobre la leña que habrá encima del fuego; es ofrenda por fuego, aroma que satisface a Jehová”. Aquí vemos que el holocausto provee la base sobre la cual Dios recibe la ofrenda de paz. Basado en el holocausto consumido por el fuego, Dios recibe la ofrenda de paz.

B. La ofrenda de paz es fruto del mutuo disfrute que la ofrenda de harina proporciona tanto a Dios como al hombre

  La ofrenda de paz es fruto del mutuo disfrute que la ofrenda de harina proporciona tanto a Dios como al hombre (7:37). Por una parte, la ofrenda de paz se basa en el holocausto; por otra, la ofrenda de paz es fruto del disfrute que se tiene de la ofrenda de harina.

  Esto no guarda relación con la doctrina, sino con la experiencia. Si hemos de disfrutar a Cristo como nuestra paz de una manera práctica y diaria, primero tenemos que tomarlo como nuestro holocausto para satisfacción de Dios, y después tenemos que alimentarnos de Él como ofrenda de harina al disfrutarlo como nuestro alimento. Entonces Cristo se convertirá en nuestra ofrenda de paz. Creo que todos hemos experimentado esto.

  Aunque hemos experimentado a Cristo como las ofrendas, tal vez no hayamos tenido el conocimiento que comunican los cuadros en Levítico. Al presentarnos estos cuadros, Levítico usa muchos términos técnicos. Muchos de nosotros hemos experimentado a Cristo sin conocer estos términos técnicos. Uno de estos términos es holocausto. Por la mañana, podemos orar así: “Padre Dios, amo a Tu Hijo, y quisiera ofrecértelo”. Disfrutamos a Cristo de una manera muy dulce y presentamos este Cristo a Dios para complacerlo. En esto consiste presentar Cristo a Dios como holocausto.

  Después de presentar Cristo a Dios como holocausto, podemos decir: “Oh Señor, Tú eres mi suministro diario. Sin Ti, no podría vivir”. Esto es tomar a Cristo como ofrenda de harina, como nuestro suministro de vida. Ofrenda de harina es el término técnico que equivale a suministro de vida.

  Cuando tomamos a Cristo como nuestro holocausto y como nuestra ofrenda de harina, tenemos paz. En lo profundo de nuestro ser tenemos una sensación de gozo y de que estamos bien con Dios y que Él nos acepta. Quizás unos momentos antes usted había tenido un problema, y debido a ello no se sentía en paz con Dios; pero ahora ya no hay problemas, y usted está en paz. Esto es disfrutar a Cristo como ofrenda de paz. Todos podemos experimentar y disfrutar esto cada día.

III. LAS DIFERENTES CLASES DE OFRENDA DE PAZ

  En Levítico vemos que hay diferentes clases de ofrenda de paz. Así como hay diferentes tamaños de holocausto, también existen diferentes clases de ofrenda de paz.

A. No es debido a Cristo, sino a que el disfrute de Cristo experimentado por el oferente puede encontrarse en diferentes condiciones

  El hecho de que haya diferentes clases de ofrenda de paz no es debido a Cristo mismo, sino a que el disfrute de Cristo experimentado por el oferente puede encontrarse en diferentes condiciones. A veces disfrutamos a un Cristo grande. En otras ocasiones algo sucede, quizás algún problema en nuestra vida familiar, que limita el disfrute que tenemos de Cristo. Esto no significa que Cristo se haya hecho más pequeño; más bien, significa que la condición en la cual disfrutamos a Cristo se ha vuelto estrecha y pequeña. Satanás busca limitar el disfrute que tenemos de Cristo y hacer más estrecha la condición en la cual disfrutamos a Cristo. Por consiguiente, debemos aprender a vencer toda clase de dificultades, incluso orar en nuestro “aposento” (Mt. 6:6) para evitar interrupciones, a fin de estar en una condición más propicia y más elevada en la cual podamos disfrutar a un Cristo de mayor tamaño.

B. Del ganado vacuno, sea macho o hembra

1. Macho

  Levítico 3:1 dice: “Si su ofrenda es un sacrificio de ofrendas de paz, si la presenta del ganado vacuno, sea macho o hembra, sin defecto la presentará delante de Jehová”. El macho representa a un oferente fuerte, quien disfruta a Cristo como macho del ganado vacuno.

  No es que Cristo sea fuerte o débil; más bien, nosotros somos fuertes o débiles. Si somos fuertes, disfrutaremos a un Cristo más fuerte. Si somos débiles, disfrutaremos a un Cristo más débil; no es que Cristo sea débil en Sí mismo, sino que es más débil en nuestra experiencia a causa de nuestra debilidad. Cuando estamos débiles o nos sentimos desilusionados, tenemos un disfrute más débil del Cristo fuerte. Debido a que somos débiles, Él es débil en nuestra experiencia.

2. Hembra

  La hembra representa a un oferente débil, quien disfruta a Cristo como hembra del ganado vacuno.

  De hecho, todos los animales del ganado vacuno son fuertes. Cristo en Sí mismo es fuerte. Si disfrutamos a un Cristo fuerte o a un Cristo débil depende de nuestra condición. Si según nuestra condición somos fuertes, disfrutaremos a un Cristo fuerte; pero si estamos débiles, disfrutaremos a un Cristo débil.

C. Del rebaño, un cordero o una cabra

1. Un cordero

  Levítico 3:6 y 7 dicen: “Si su ofrenda para el sacrificio de ofrendas de paz a Jehová es del rebaño, presentará un macho o una hembra sin defecto. Si presenta un cordero como su ofrenda, lo presentará delante de Jehová”. Un cordero significa que el oferente disfruta a Cristo en Su perfección y belleza como cordero. Creo que todos nosotros hemos tenido esta clase de experiencia, en la cual disfrutamos a Cristo en Su perfección y belleza.

2. Una cabra

  El versículo 12 dice: “Si su ofrenda es una cabra, la presentará delante de Jehová”. Aquí la cabra significa que el oferente disfruta a Cristo como cabra, no tanto en Su perfección y belleza.

  Según Mateo 25, las ovejas son buenas y las cabras no son buenas. ¿Cómo, entonces, podríamos experimentar a Cristo a veces como oveja y a veces como cabra? Si nuestra condición es lamentable, no disfrutaremos a Cristo como oveja en Su perfección y belleza; más bien, lo disfrutaremos como cabra sin perfección ni belleza. Supongamos que un hermano intenta disfrutar a Cristo después de altercar con su esposa. En ese momento, el disfrute que él tiene de Cristo será pobre; por tanto, disfrutará a Cristo no como oveja, sino como cabra. Esto indica que según nuestro sentir, Cristo varía conforme a nuestra condición. Por supuesto, no es que Cristo en Sí mismo varíe, sino que somos nosotros los que tenemos un sentir distinto según la condición en que nos encontremos.

IV. SIN DEFECTO

  La ofrenda de paz que se ofrecía debía ser sin defecto (3:1, 6). Esto significa sin pecados ni transgresiones. Cristo, nuestra ofrenda de paz, es perfecto. Él no tiene defecto alguno.

V. PONER LA MANO SOBRE LA CABEZA DE LA OFRENDA

  El que presentaba la ofrenda de paz debía poner su mano sobre la cabeza de la ofrenda (3:2, 8, 13). Esto representa la unión del oferente con la ofrenda. En lugar de usar la palabra unión, tal vez debiéramos usar la palabra identificación. Al poner su mano sobre la ofrenda, el oferente se identifica con la ofrenda.

  Al respecto, debemos tener cuidado respecto a decir que Cristo nos reemplaza. Nuestra relación con Cristo no es una cuestión de reemplazo, sino de identificación. Identificación es más que unión. La palabra unión no comunica plenamente la verdad en cuanto a nuestra comunión con Cristo. Nuestra comunión con Cristo es una cuestión de identificación, es decir, consiste en que nosotros llegamos a ser lo que Él es, y en que Él llega a ser lo que nosotros somos. Nosotros y Cristo somos uno solo. Nosotros llegamos a ser Él, y Él llega a ser nosotros. Por consiguiente, debemos cambiar nuestro concepto acerca del reemplazo. Ser reemplazados por Cristo significa que nosotros desaparecemos por completo. La relación que tenemos con Cristo no es una cuestión de reemplazo, sino de ser uno con Él.

VI. DEGOLLADA A LA ENTRADA DE LA TIENDA DE REUNIÓN

  La ofrenda de paz era degollada a la entrada de la Tienda de Reunión (vs. 2, 8, 13). Esto significa que Cristo fue inmolado en la tierra y delante de Dios.

  Hoy en día podemos disfrutar a Cristo aquí en la tierra. No espere ir al cielo para disfrutar a Cristo. Disfrútelo aquí en la tierra, donde usted se encuentra ahora mismo. Hay un proverbio que dice que el agua que está lejos no puede apagar nuestra sed. Si Cristo estuviera únicamente en el cielo, no tendría nada que ver con nosotros. Hoy disfrutamos a Cristo en la tierra, en el lugar donde nos encontramos.

VII. LA SANGRE ES ROCIADA SOBRE EL ALTAR Y ALREDEDOR DEL MISMO

  La sangre de la ofrenda de paz era rociada sobre el altar y alrededor del mismo (vs. 2, 8, 13). Esto indica que la sangre hace que la conciencia del oferente esté en paz.

  Esta sangre no se llevaba al Lugar Santísimo para apaciguar a Dios, sino que era rociada sobre el altar y alrededor del altar, donde estaba el oferente. Esto nos muestra que la sangre de la ofrenda de paz nos da paz y seguridad. Cuando vemos la sangre de la ofrenda de paz, tenemos la certeza de que nuestros pecados han sido lavados. La sangre de la ofrenda era derramada por causa de nosotros, y ahora está ante nuestros ojos. Así que, podemos decir: “Gracias, Señor. Mis pecados han sido perdonados. Esto lo sé porque veo Tu sangre. La sangre es la prueba de que Dios ha perdonado mis pecados”.

VIII. TODA LA GROSURA QUE CUBRE LAS PARTES INTERNAS, LOS DOS RIÑONES Y LA GROSURA QUE ESTÁ SOBRE ELLOS, EL LÓBULO DEL HÍGADO Y LA COLA GORDA ENTERA SON QUEMADOS SOBRE EL ALTAR

  Toda la grosura que cubría las partes internas, los dos riñones y la grosura que estaba sobre ellos, el lóbulo del hígado y la cola gorda entera debían ser quemados en el altar (vs. 3-5, 9-11, 14-16). Esto significa que Dios debe ser el primero que disfruta, Aquel que disfruta de lo primero, lo mejor, de la ofrenda. La mejor parte de la ofrenda de paz es la porción de Dios.

IX. ALIMENTO DE LA OFRENDA POR FUEGO

  “El sacerdote lo quemará sobre el altar. Es el alimento de la ofrenda por fuego como aroma que satisface a Jehová” (v. 16). Esto significa que la ofrenda de paz era una especie de holocausto (1:9, 13, 17) por ser alimento para Dios que le trae satisfacción y disfrute.

X. EL PECHO Y EL MUSLO DERECHO DE LA OFRENDA SON PORCIÓN DE LOS SACERDOTES

  Los sacerdotes tenían el pecho y el muslo derecho de la ofrenda como porción suya (7:30-34). Esto significa que todos los creyentes que sirven a Dios como sacerdotes pueden disfrutar a Cristo con Dios y pueden disfrutarlo como Aquel que los capacita para amar y que los fortalece para estar firmes. Cuando comemos el pecho de Cristo, poseemos Su capacidad de amar. Amamos a los demás y sentimos una preocupación amorosa por ellos. Cuando comemos el muslo de Cristo, poseemos la fuerza para estar firmes.

XI. A LOS SACERDOTES NO SE LES PERMITE COMER LA GROSURA NI LA SANGRE DE LA OFRENDA

  A los sacerdotes no se les permitía comer la grosura ni la sangre de la ofrenda. “Estatuto perpetuo será por todas vuestras generaciones, dondequiera que habitéis: no comeréis ninguna grosura ni ninguna sangre” (3:17). No comer la grosura ni la sangre significa que la mejor parte de Cristo está destinada a satisfacer a Dios y que Su sangre para nuestra redención satisface los requisitos de Dios. Por tanto, en el universo los creyentes de Jesús pueden ingerir únicamente la sangre de Jesús.

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