Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
-
Mensajes del libro «Estudio-Vida de Levítico»
Чтения
Marcadores
Mis lecturas


Mensaje 42

LA PURIFICACIÓN DEL LEPROSO

(1)

  Lectura bíblica: Lv. 14:1-9

  En este mensaje llegamos a un asunto muy maravilloso: la purificación del leproso. En los mensajes anteriores vimos un cuadro negativo de lo que somos. Dicho cuadro verdaderamente pone al descubierto nuestro ser, revelando lo que somos en nosotros mismos. Ahora llegamos al asunto de la purificación, la cual es la salvación todo-inclusiva que Dios ha preparado y efectuado por nosotros. Aquí podemos ver a un Cristo que es todo-inclusivo. Él tiene la sangre, el Espíritu y todo lo que necesitamos para ser limpios. En Él tenemos la provisión de la salvación efectuada por Dios, una provisión que es rica, completa y extensa. Todos debemos conocer esta purificación, esta salvación, y experimentarla en plenitud.

I. EL LEPROSO ES LLEVADO AL SACERDOTE

  “Ésta será la ley del leproso en el día de su purificación: será llevado al sacerdote” (Lv. 14:2). Que el leproso fuese traído al sacerdote significa que la persona inmunda es traída al Señor. Cuando predicamos el evangelio, en realidad estamos llevando personas inmundas, pecadores, al Señor.

II. EL SACERDOTE SALE FUERA DEL CAMPAMENTO PARA EXAMINAR AL LEPROSO

  Que el sacerdote saliera fuera del campamento para examinar al leproso (v. 3a) significa que el Señor Jesús dejó Su lugar original y se humilló a Sí mismo para estar cerca del pecador. El Señor vino de los cielos a la tierra para estar cerca de nosotros, los pecadores. Esto lo vemos en Mateo 8. “Cuando descendió Jesús del monte, le seguían grandes multitudes. Y he aquí se le acercó un leproso y le adoró, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante quedó limpio de su lepra” (vs. 1-3). Este leproso debía haber sido aislado, excluido, del pueblo de Dios. Nadie debía tocarlo para evitar que la contagiosa enfermedad le fuera transmitida. No obstante, el Señor Jesús, teniendo conmiseración del leproso en amor, se le acercó y lo tocó.

III. EL LEPROSO QUE HA DE SER SANADO TIENE QUE BUSCAR SER PURIFICADO DELANTE DE DIOS

  En Levítico 14:4-9 vemos que el leproso que había de ser sanado tenía que buscar ser purificado delante de Dios. Esto significa que quien está enfermo del pecado de la lepra, aun cuando haya sido sanado por la vida divina en su interior, todavía deberá tomar medidas con respecto a sus carencias e inmundicia delante de Dios para ser purificado. Para ser limpios de la lepra no sólo se requiere acción por parte de Dios, sino también cooperación de nuestra parte. Como leprosos, como pecadores, debemos buscar ser purificados. El que procuremos ser purificados es nuestra cooperación con la gracia y el amor de Dios.

  El que había sido sanado de la lepra aún necesitaba ser purificado. Una cosa es ser sanado, y otra, ser purificado. El proceso, el procedimiento, de purificación incluye muchos asuntos, de los cuales hablaremos ahora.

A. Con dos avecillas vivas y limpias

  “El sacerdote mandará tomar para el que ha de ser purificado dos avecillas vivas y limpias” (v. 4a). Estas dos avecillas, las cuales son limpias y están llenas de vida, son tipos de Cristo. Cristo es tipificado aquí por la vida de las aves, la vida que puede volar en el aire por encima de la tierra.

1. Las avecillas

  Las aves pueden trascender el ámbito terrenal. Las avecillas del versículo 4a representan a Cristo, quien vino desde los cielos, pero pertenece a los cielos y trasciende el ámbito terrenal.

2. Las avecillas vivas

  Las avecillas vivas representan que Cristo está lleno de vida. Él es viviente porque está lleno de vida.

3. Las avecillas limpias

  Aquí las avecillas limpias representan que únicamente Cristo está limpio, sin contaminación alguna. Al respecto, Cristo y nosotros somos lo opuesto. Todo lo que tiene que ver con nosotros es inmundo, pero todo lo que tiene que ver con Él es limpio. Nosotros somos la inmundicia misma, pero Él mismo es la limpieza.

4. Dos avecillas

  Las dos avecillas representan, por una parte, que Cristo murió por nosotros para quitar nuestra inmundicia, y por otra, que Él resucitó por nosotros para liberarnos de nuestra debilidad. Cristo murió en la cruz para quitar nuestros pecados. Esto lo tipifica la primera avecilla. Cristo resucitó de entre los muertos para liberarnos de nuestra debilidad por el poder, la fortaleza y la energía de la vida; esta vida es la vida de resurrección, la vida que está en resurrección. También es la vida divina, la vida eterna e increada de Dios. Nosotros recibimos esta vida de parte del Cristo resucitado, quien es tipificado por la segunda avecilla. Por tanto, estas dos avecillas representan dos aspectos de Cristo: Cristo en Su crucifixión y Cristo en Su resurrección.

B. Con madera de cedro

  La madera de cedro (v. 4b; cfr. 1 R. 4:33) representa la humanidad elevada y honorable del Señor, que le hace apto para ser nuestro Salvador. En el Antiguo Testamento, a menudo se usan plantas como tipos de la humanidad del Señor. La madera, en particular, es uno de esos tipos. La madera de cedro tipifica la humanidad elevada del Señor.

C. Con hisopo

  En 1 Reyes 4:33 Salomón “disertó sobre los árboles, desde el cedro del Líbano hasta el hisopo que brota en la pared”. El hisopo figura entre las plantas más pequeñas. El hisopo mencionado en Levítico 14:4b representa que el Señor estuvo dispuesto a humillarse al hacerse “semejante a los hombres” para estar cerca al hombre y ser su Salvador. Por una parte, según lo tipifica la madera de cedro, el Señor posee el nivel de humanidad más elevado; por otra, según lo tipifica el hisopo, Él estuvo dispuesto a humillarse para hacerse accesible a nosotros.

D. Con escarlata

  El color escarlata (v. 4b), un rojo oscuro, implica muchas cosas en la tipología. Aquí la escarlata significa que el Señor se humilló al hacerse hombre a fin de hacer la voluntad de Dios y derramar Su sangre en la cruz para nuestra redención, con lo cual llegó a ser el Rey honorable y encumbrado. El color escarlata representa el derramamiento de sangre; por tanto, representa la redención que Cristo efectuó al derramar Su sangre en la cruz. El color escarlata también implica realeza. Cristo fue inmolado, crucificado, para efectuar la redención, y por medio de dicha redención Él fue hecho Rey. El Salvador no se hizo Rey luchando, sino al morir, es decir, al ser crucificado.

E. Una avecilla es degollada en un vaso de barro sobre aguas corrientes

  El versículo 5 dice: “El sacerdote mandará degollar una de las avecillas en un vaso de barro sobre aguas corrientes”. La palabra hebrea traducida “corrientes” significa literalmente “vivas”. El vaso de barro lleno de aguas vivas, sobre el cual mandaban matar la avecilla, significa que al morir el Señor en la carne, Él se ofreció a Sí mismo a Dios mediante el Espíritu viviente y eterno (cfr. He. 9:13-14).

  El vaso de barro representa la humanidad del Señor, y las aguas vivas representan al Espíritu viviente y eterno de Dios. Una avecilla debía ser degollada en un vaso de barro sobre aguas vivas. Esto significa que Cristo fue inmolado en Su humanidad, la cual estaba llena del Espíritu viviente y eterno. En Hebreos 9:14 vemos el cumplimiento de este tipo. Este versículo dice que Cristo, mediante el Espíritu eterno, se ofreció a Sí mismo a Dios. Mientras moría en la cruz, Él se ofreció a Sí mismo a Dios mediante el agua viva —el Espíritu eterno y viviente de Dios— que lo llenaba. Cuando Cristo estaba en la cruz, Él no estaba solo, ya que el Espíritu eterno estaba en Él y con Él.

  Sin las palabras que Pablo expresa en Hebreos 9:14 no podríamos entender el tipo de Levítico 14:5. En el tipo se mencionan varios detalles de una manera muy sencilla. Aquí tenemos un vaso de barro, aguas corrientes y una avecilla que era inmolada. Cuando comparamos este tipo con Hebreos 9:14, vemos que cuando Cristo (la avecilla inmolada) estaba siendo crucificado, Él estaba en Su humanidad (el vaso de barro), pero en Él estaba el Espíritu eterno, el viviente Espíritu de Dios (las aguas vivas). Mediante el Espíritu, el cual lo llenaba, Cristo se ofreció a Sí mismo a Dios.

F. La otra avecilla, junto con la madera de cedro, los hilos escarlatas y el hisopo, son mojados en la sangre de la avecilla que fue degollada para que la sangre sea rociada siete veces sobre el que ha de ser purificado de la lepra

  “En cuanto a la avecilla viva, la tomará junto con la madera de cedro, los hilos escarlatas y el hisopo, y los mojará juntamente con la avecilla viva en la sangre de la avecilla que fue degollada sobre las aguas corrientes. Rociará siete veces sobre el que ha de ser purificado de la lepra y lo declarará limpio” (Lv. 14:6-7a). Esto significa que la redención perfecta efectuada por el Señor no sólo hace que el hombre sea lavado objetivamente en cuanto a su posición, sino también que el hombre experimente subjetivamente, en el Espíritu Santo, el sufrimiento padecido por el Señor al derramar Él Su sangre en Su humanidad —honorable y elevada, y a la vez humilde—, y además, que experimente Su muerte, resurrección, ascensión y glorificación. Todas estas cosas se hallan implícitas en este tipo.

  En 14:6 cuatro cosas —la otra avecilla, la madera de cedro, la escarlata y el hisopo— eran mojadas en la sangre de la avecilla muerta. Yo creo que estas cuatro cosas eran atadas, o sea, que la escarlata era el hilo con que se ataba a la avecilla, la madera de cedro y el hisopo, formando así un solo manojo. Este manojo entonces era mojado en la sangre de la avecilla muerta para después rociar siete veces con esa sangre al leproso que había de ser purificado.

  La obra redentora del Señor, Su humanidad noble, elevada y humilde, y Su resurrección, ascensión y glorificación, todo ello está implícito en este tipo. Hemos visto que la madera de cedro tipifica la humanidad noble y elevada de Cristo, y que el hisopo representa Su humanidad humilde. La avecilla inmolada, por supuesto, representa Su redención. ¿Qué es lo que representa Su resurrección, Su ascensión y Su glorificación? Su resurrección es representada por la otra avecilla, la avecilla viva. Estas dos avecillas representan a Cristo en dos aspectos: en Su muerte y en Su resurrección. Por una parte, Él fue inmolado, lo cual es representado por la avecilla muerta; por otra, Él fue resucitado, lo cual es representado por la avecilla viva. El Cristo que murió llegó a ser el Cristo viviente mediante la resurrección. La ascensión de Cristo es representada por la avecilla viva que vuela y se eleva en el aire. La glorificación del Señor es representada por la escarlata, que implica el reinado. Cristo es glorificado en Su reinado. Cristo fue humillado en Su encarnación, fue avergonzado en Su crucifixión y fue glorificado en Su reinado. Por consiguiente, en este tipo vemos al Cristo todo-inclusivo, puesto que aquí tenemos Su humanidad, la cual es elevada y a la vez humilde, Su redención y Su resurrección, ascensión y glorificación.

G. La avecilla viva es soltada en el campo abierto

  “Soltará la avecilla viva en el campo abierto” (v. 7b). Esto significa que el Cristo viviente hace que el pecador que ha sido purificado no sólo experimente la muerte y resurrección de Cristo, sino también Su ascensión. Cristo ha logrado todo esto por nosotros, y lo único que nos queda por hacer es experimentarlo y disfrutarlo. En el Cristo crucificado, quien es la avecilla muerta, nosotros morimos. Ahora, en el Cristo resucitado, quien es la avecilla viva, nos elevamos en ascensión. Hemos sido libertados, y ya no tenemos más impedimentos.

  Reitero una vez más que para exponer este tipo es necesario conocer toda la Biblia. Ésta es la teología apropiada, la teología bíblica. La teología bíblica tiene mucho que ver con la lepra en Levítico 13 y 14. Si esta teología no incluyera el tema de nuestra lepra, estaríamos completamente alejados de Dios. Él sería Dios, un Dios completamente ajeno a nosotros, y nosotros seríamos leprosos, leprosos que estarían separados de Él. Pero la teología bíblica incluye el asunto de nuestra lepra, y podemos ver a Dios en la tipología de Levítico 14:4-7. En este tipo vemos la obra redentora del Señor y el poder salvador en Su resurrección. Fuimos redimidos por el Cristo crucificado, y ahora estamos en el Cristo resucitado, elevándonos en el aire junto con Él.

H. El leproso que ha de ser purificado lava sus vestidos, se afeita todo el pelo y se baña en agua

  “El que ha de ser purificado lavará sus vestidos, se afeitará todo el pelo y se bañará en agua, y quedará limpio” (v. 8a). Esto significa que, por una parte, un pecador que ha de ser purificado necesita experimentar la muerte, resurrección y ascensión de Cristo, y que, por otra, tendrá que asumir personalmente la responsabilidad de tomar medidas respecto a todo lo relacionado con su vivir viejo y su vida natural y, así, eliminarlo.

1. El pelo de la cabeza

  El leproso que había de ser purificado tenía que rasurarse todo el pelo. El pelo de la cabeza representa la gloria del hombre. Casi toda persona encuentra algo de que jactarse, algo de lo cual pueda gloriarse en sí misma, algo de lo cual pueda hacer alarde ante los demás. Esto es lo que tipifica el pelo de la cabeza.

2. La barba

  La barba, que también debía ser afeitada, representa la honra del hombre. Por lo general, las personas se consideran dignas de ser honradas y se sienten superiores a los demás. Esto tiene que ver con la honra del hombre, lo cual es tipificado por la barba.

3. Las cejas

  La belleza del rostro humano radica principalmente en las cejas. Así que, las cejas representan las características excelentes, méritos y virtudes del hombre. Éstos son los aspectos buenos y fuertes que el hombre tiene por naturaleza, los cuales no provienen de la experiencia que tenemos de la salvación de Dios, sino de nuestro nacimiento natural.

4. Todo el pelo del cuerpo

  Todo el pelo del cuerpo representa la fortaleza y capacidad del hombre. Como seres humanos, tenemos fortaleza y capacidades naturales. Esto significa que tenemos pelo en todo nuestro cuerpo, y este pelo debe ser afeitado.

5. Bañarse en agua

  Bañarse en agua significa tomar medidas con respecto a todo nuestro ser. Esto equivale a sepultar todo nuestro ser en agua.

  Estos cinco aspectos, en conjunto, nos hablan de deshacernos del yo con toda su gloria, honra, características excelentes, méritos, virtudes, fortaleza y capacidad. Si nos deshacemos de nosotros mismos en esta manera, ciertamente seremos limpios; no habrá más lepra. Sin embargo, mientras exista el yo, tendremos lepra en alguna forma: en nuestro cabello, en nuestra barba, en nuestras cejas, en el pelo de nuestro cuerpo, en nuestro yo. Por tanto, todo nuestro ser debe ser lavado, sepultado, aniquilado, en aguas profundas. Cuando no tengamos nada ni seamos nada, entonces seremos limpios.

I. El leproso que ha de ser purificado mora fuera de su tienda siete días

  “Después podrá entrar en el campamento, pero morará fuera de su tienda siete días” (v. 8b). Esto significa que el pecador que ha de ser purificado todavía no puede recobrar la comunión con los hermanos; antes bien, él tendrá que velar, esperar y tomar medidas más profundas. Aun después que el leproso se afeitaba todo el pelo y se bañaba en agua, él debía esperar, observarse a sí mismo y tomar medidas más profundas. Esto indica que tomar medidas con respecto a nuestro pecado, nuestra lepra, nuestra rebelión, que procede de Satanás, reviste gran seriedad delante de Dios. Debido a que el pecado es algo tan serio, no debemos tratar con ello a la ligera, ni de manera liviana ni descuidada.

J. El séptimo día, el leproso que ha de ser purificado se afeita la cabeza, la barba y las cejas —aun todo el pelo—, lava sus vestidos y baña su carne en agua

  Levítico 14:9 dice: “Al séptimo día se afeitará todo el pelo; se afeitará la cabeza, la barba y las cejas, es decir, todo su pelo. Luego lavará sus vestidos y bañará su carne en agua, y quedará limpio”. Después de velar y esperar siete días, él se afeitaba todo el cuerpo una vez más, lavaba su ropa y bañaba su carne. Esto significa que el pecador que ha de ser purificado tiene que asumir la responsabilidad de tomar medidas respecto a todo lo relacionado con su vida natural y su andar diario. Ésta es la manera de purificarnos según lo muestra la revelación divina. Aquí vemos que Dios desea que nosotros tomemos medidas respecto a nuestro pecado y nuestro yo pecaminoso con la debida seriedad. Si tomamos medidas con respecto a nosotros mismos de una manera definida, cabal y exhaustiva, seremos limpios.

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración