Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
-
Mensajes del libro «Estudio-Vida de Levítico»
Чтения
Marcadores
Mis lecturas


Mensaje 48

CUIDAR DEBIDAMENTE DE LOS SACRIFICIOS Y LA SANGRE

  Lectura bíblica: Lv. 17:1-16

  En este mensaje consideraremos dos asuntos abarcados en Levítico 17 que son difíciles de entender: cuidar debidamente de los sacrificios y cuidar debidamente de la sangre. Si hemos de entender el capítulo 17, debemos ver que este capítulo es la continuación del capítulo 16.

  A fin de ver la conexión que existe entre Levítico 16 y 17, es preciso ver el orden dispuesto en este libro. Levítico es un libro que trata sobre los que sirven a Dios, los sacerdotes. En el libro anterior, en Éxodo, el tabernáculo fue erigido, el sacerdocio fue establecido y, en cierta manera, se dispuso lo relacionado con las ofrendas. Al final de Éxodo, el pueblo empezó a rendirle servicio a Dios. Después de Éxodo, se necesita un libro que nos hable acerca de los servidores que participan en el servicio a Dios, los sacerdotes, acerca de los detalles relacionados con todas las ofrendas y acerca de la clase de vida y conducta que deben tener los sacerdotes. La vida de los sacerdotes debe corresponder con lo que Dios es. Dios es santo, así que el vivir de los sacerdotes como servidores de Dios también debe ser santo. Los sacerdotes deben ser santos así como Dios es santo. Esto es indicado por la secuencia de los libros de Éxodo y Levítico.

  Los primeros diez capítulos de Levítico nos muestran las ofrendas con el sacerdocio. Los cinco capítulos subsiguientes nos muestran quiénes y qué son los servidores, cuál es su origen, condición y situación y qué es lo que emana de ellos. Todas estas cosas son negativas; sin embargo, el retrato negativo presentado en los capítulos del 11 al 15 constituye un fondo sobre el cual se nos presenta a Cristo como Aquel a quien necesitamos.

  El capítulo 16 nos presenta un tipo, una sombra, de la obra redentora de Dios, la cual, cuando se escribió este libro, aún estaba por venir. Según el concepto de Dios y conforme a Su economía divina, era necesaria la redención. Debido a que el tiempo del Antiguo Testamento no era el tiempo designado para que se efectuara tal redención, se hizo necesario un tipo, una sombra, de la redención venidera. Esta sombra es la expiación descrita en Levítico 16. En esta expiación se incluyen cuatro de las cinco ofrendas básicas presentadas en los capítulos del 1 al 7: el holocausto, la ofrenda de harina, la ofrenda por el pecado y la ofrenda por las transgresiones. La única ofrenda que no se incluía todavía era la ofrenda de paz. Más adelante, particularmente en el capítulo 19, veremos que el pueblo por el cual se hizo expiación disfrutó la ofrenda de paz. Así pues, en el capítulo 16 la expiación es aplicada plenamente; no obstante, el resultado de las cuatro ofrendas —la ofrenda de paz— todavía no es aplicado.

  Al final del capítulo 16, todo es maravilloso. En la tipología, este capítulo nos muestra que se ha hecho propiciación por nosotros y que ahora podemos disfrutar a Cristo como holocausto y alimentarnos de Él como ofrenda de harina. Además, hemos salido del campamento para seguirle a Él —Aquel que sufrió— llevando Su vituperio. ¿Qué más podríamos necesitar? Pareciera que no necesitamos nada más. Empleando los términos neotestamentarios, fuimos redimidos y, hasta cierto punto, reemplazados. Ahora vivimos a Cristo en calidad de vida que se entrega absolutamente a Dios, lo disfrutamos como nuestro diario suministro de vida y le seguimos fuera del campamento, llevando Su vituperio y viviendo una vida piadosa. En lo que se refiere a nosotros, todo está bien; no obstante la situación que nos rodea sigue siendo compleja. Es por esa razón que necesitamos el capítulo 17.

  Levítico 17 constituye un recordatorio y una advertencia en cuanto al abuso de los sacrificios. Abusar de los sacrificios es aplicarlos mal, aplicarlos indebidamente. Abusar de los sacrificios es aplicar los sacrificios según la elección humana, y no según la economía de Dios; es aplicarlos según nuestras preferencias, y no según el deseo de Dios. Deberían haber restricciones con respecto a la aplicación de los sacrificios. Tales sacrificios no debieran aplicarse en todas partes o en cualquier parte, ni en el lugar que más nos guste. No debemos aplicar los sacrificios según nuestra predilección, deseo, intención ni disfrute, sino según la intención, el deseo y la predilección de Dios. Dios ha determinado el uso, la aplicación, de los sacrificios que han sido preparados para Él. Ésta es la razón por la cual el tema de este mensaje trata sobre dos cosas: cuidar debidamente de los sacrificios y cuidar debidamente de la sangre.

  Primero, debemos cuidar debidamente de los sacrificios, y después debemos cuidar debidamente de la sangre. Los sacrificios (vs. 5, 7) hacen referencia a Cristo. En todo el universo, Cristo es el sacrificio único; no obstante, por causa de nuestras necesidades, este único sacrificio llega a ser muchos sacrificios. Es un sacrificio en muchos aspectos: la ofrenda por las transgresiones, la ofrenda por el pecado, el holocausto, la ofrenda de harina y la ofrenda de paz. Por consiguiente, Cristo es un solo sacrificio que llega a ser cinco sacrificios, o un sacrificio en cinco aspectos.

  Los sacrificios mencionados en el capítulo 17 se refieren a Cristo en Su persona. Cristo es el único sacrificio aplicado a nuestra situación. Como tal, Él satisface nuestras necesidades en cinco aspectos. Él es nuestra ofrenda por las transgresiones, nuestra ofrenda por el pecado, nuestro holocausto, nuestra ofrenda de harina y nuestra ofrenda de paz. Cristo lo es todo para nosotros. En particular, Él es todas las ofrendas. Por consiguiente, cuidar debidamente de los sacrificios significa cuidar debidamente de Cristo.

  En la Biblia, la sangre hace referencia a la obra redentora de Cristo. Mientras que los sacrificios hacen referencia a la persona de Cristo, la sangre hace referencia a la obra de Cristo. Nuestra fe neotestamentaria, la fe única, se basa en la persona y obra de Cristo. Cuando tenemos la persona y obra de Cristo, tenemos la fe cristiana. Nosotros creemos en Cristo, y creemos también en Su obra. Ésta es nuestra fe, la cual es conforme a la enseñanza del Nuevo Testamento y conforme a la economía eterna de Dios.

  Como creyentes en Cristo, valoramos mucho los dos elementos que constituyen la fe en la cual creemos. Valoramos la persona de Cristo y valoramos la obra redentora de Cristo. En Levítico 17, la persona de Cristo es tipificada por los sacrificios, y la obra de Cristo es tipificada por la sangre. Debemos cuidar debidamente de los sacrificios y la sangre, es decir, debemos cuidar debidamente de la persona de Cristo y Su obra redentora.

  En el capítulo 17 de Levítico se les mandó a los israelitas que no ofrecieran sus sacrificios en el lugar de su preferencia; más bien, era requerido que llevaran sus sacrificios a un lugar único, al único lugar que Dios había escogido y designado. El único lugar escogido por Dios era “la entrada de la Tienda de Reunión”, “delante del tabernáculo de Jehová” (v. 4). Este único lugar —la entrada de la Tienda de Reunión— representa la iglesia. Hoy en día la iglesia es el lugar del tabernáculo de Dios, el lugar de la Tienda de Reunión. El sacrificio debía ofrecerse únicamente en el lugar donde estaba el tabernáculo. Esto significa que hoy debemos aplicar a Cristo en la iglesia, el lugar donde Dios mora. En Levítico, la morada de Dios sobre la tierra era el tabernáculo. En la era neotestamentaria, la morada de Dios es la iglesia. Por tanto, según lo que significa ofrecer los sacrificios a la entrada de la Tienda de Reunión, debemos aplicar a Cristo en la iglesia, el lugar donde Dios mora hoy. Aplicar a Cristo fuera de la iglesia es abusar de Cristo.

  Con respecto al tema de aplicar a Cristo en la iglesia, les pido que consideren por qué no tenemos un nombre que designe lo que somos como iglesia. Nosotros simplemente somos la iglesia. A menudo nos vituperan porque no usamos un nombre para designar la iglesia, como por ejemplo, Episcopal, Luterana, Metodista, Presbiteriana o Bautista. Denominarnos de esa manera equivaldría a ofrecer sacrificios en cualquier lugar, según nuestro gusto. Eso está tipificado en Levítico 17 por el ofrecimiento de los sacrificios de una manera indebida.

  Aplicar a Cristo de manera indebida equivale a aplicarlo sin seguir ningún tipo de norma, restricción o limitación. Hoy en día a muchos les gusta adoptar nombres para designar la iglesia. Pero designar la iglesia de esa manera es denominarla, y ello equivale a aplicar indebidamente los sacrificios.

  Hace muchos años conversé con algunos cristianos que criticaban nuestra posición en cuanto a la iglesia. Me dijeron: “Ustedes son demasiado estrechos. Cristo es omnipresente. Él está en todas partes. Él está presente en China, en Gran Bretaña, en los Estados Unidos. Cristo está en cada iglesia: Luterana, Anglicana, Metodista, Bautista o Presbiteriana”. A esto les contesté, diciendo: “Sí, es cierto que Cristo está en todas partes. ¿Pero por qué le ponen tantos nombres? ¿Hay acaso un Cristo chino?, ¿un Cristo británico?, ¿un Cristo estadounidense? ¿Hay acaso un Cristo luterano o un Cristo wesleyano?”. Contestar a estas preguntas con un “no” significaba perder el argumento.

  Ponerle a la iglesia otro nombre además del nombre de Cristo es abusar de Cristo. Usemos el matrimonio como ejemplo. Una señora casada debe tener un solo marido y un solo apellido. Supongamos que Mary Jones se casa con el señor Smith. Su nombre llegaría a ser Mary Jones de Smith. Si además del apellido de su esposo ella se pusiera el apellido de otro hombre, estaría usando indebidamente el nombre de su marido. De hecho, ella se estaría prostituyendo. El principio es el mismo con respecto a abusar de Cristo al aplicarlo fuera de la iglesia, es decir, al aplicarlo en cualquier lugar de nuestra elección conforme a nuestra preferencia. Esta clase de abuso, esta manera de prostituirse, es tipificada en Levítico 17, donde se usa de manera enfática la expresión “se prostituyen” (v. 7).

  Según Levítico 17, la adoración a Dios debe limitarse al lugar que Dios ha escogido. Éste es el lugar donde Dios mora en la tierra. Cada sacrificio debe ser traído a ese lugar. Esto significa que Cristo debe ser aplicado en la iglesia. Sin embargo, muchos obreros cristianos de hoy no tienen este concepto; en vez de aplicar a Cristo en el lugar que Dios escogió, aplican a Cristo en cualquier lugar. Hacer esto equivale a abusar de Cristo.

  Consideremos ahora detalladamente en Levítico 17 estos dos asuntos: cuidar debidamente de los sacrificios y cuidar debidamente de la sangre.

I. CUIDAR DEBIDAMENTE DE LOS SACRIFICIOS

  Los versículos del 3 al 9 hablan respecto a cuidar debidamente de los sacrificios. Cuidar debidamente de los sacrificios equivale a cuidar debidamente de Cristo y a valorarlo como nuestros sacrificios que ofrecemos a Dios.

A. Ofrecer los sacrificios a Dios únicamente a la entrada de la Tienda de Reunión delante de Jehová, y derramar su sangre sobre el altar

  Según los versículos del 3 al 6, los sacrificios debían ser ofrecidos a Dios únicamente a la entrada de la Tienda de Reunión delante de Jehová, y su sangre debía ser derramada sobre el altar. Esto significa que nuestra aplicación del Señor Jesús como sacrificio que ofrecemos a Dios y nuestra participación en Su sangre redentora, debe realizarse a la entrada de la morada de Dios (la iglesia) en la tierra y mediante la cruz.

B. Ofrecer sacrificios de las ofrendas de paz a Jehová

  El versículo 5b habla respecto a ofrecer sacrificios de las ofrendas de paz a Jehová. Esto representa a Cristo como nuestra paz con Dios para que disfrutemos de Cristo junto con Dios y con el hombre en mutua comunión y gozo, de la misma manera en que disfrutamos a Cristo al partir el pan para hacer memoria de Él (1 Co. 10:16).

  Levítico 16 habla de la ofrenda por el pecado, la ofrenda por las transgresiones, el holocausto y la ofrenda de harina, pero no hace mención alguna de la ofrenda de paz. Encontramos la ofrenda de paz en el capítulo 17. La ofrenda de paz es el resultado de las cuatro ofrendas principales. En otras palabras, el capítulo 17 es el resultado del capítulo 16. Así que, los sacrificios mencionados en 17:5 son el resultado de la ofrenda por el pecado, la ofrenda por las transgresiones, el holocausto y la ofrenda de harina.

1. Rociar la sangre sobre el altar

  “El sacerdote rociará la sangre sobre el altar de Jehová a la entrada de la Tienda de Reunión” (v. 6a). Esto significa que la sangre de Cristo fue derramada en la cruz.

2. Quemar la grosura como aroma que satisface a Jehová

  El sacerdote también debía quemar “la grosura como aroma que satisface a Jehová” (v. 6b). Esta grosura tipifica las características excelentes de Cristo. El aroma que satisface es un aroma que satisface a Dios. Quemar la grosura como aroma que satisface a Jehová significa que las características excelentes de Cristo ascienden como ofrenda a Dios por medio del fuego santo de Dios en calidad de aroma que satisface a Dios.

3. Ya no sacrificarán sus sacrificios a los demonios en forma de machos cabríos, tras los cuales se prostituyen

  “Ya no sacrificarán sus sacrificios a los demonios en forma de machos cabríos, tras los cuales se prostituyen. Esto será para ellos estatuto perpetuo por todas sus generaciones” (v. 7). Esto significa nunca más tener comunión con los demonios ni cometer, así, fornicación espiritual (1 Co. 10:20-21).

  La palabra hebrea traducida “demonios en forma de machos cabríos” también puede traducirse “ídolos cabríos”. Aquí el verbo prostituirse indica que cuando un israelita hace uso indebido de los sacrificios al ofrecerlos en el lugar elegido por él, se prostituye. Esto implica prostitución espiritual, fornicación espiritual.

  Si somos estrechos al decir que la iglesia es el único lugar donde Cristo debe ser aplicado, entonces Dios mismo es estrecho en cuanto a este asunto, pues nosotros simplemente le seguimos. Únicamente el lugar que Dios ha escogido es el lugar correcto. Él exige que los sacrificios sean ofrecidos únicamente en el lugar de Su morada. Al respecto, tenemos que ser tan santos como Él y tan estrechos como Él. Dios es nuestro modelo, y nosotros tenemos que seguirlo. De lo contrario, en lugar de ser una virgen pura que ha de ser presentada a Cristo (2 Co. 11:2), nos comportaremos como la gran ramera descrita en Apocalipsis 17. Levítico 17 indica que en lo referente a los sacrificios, Dios es estrecho, y nosotros tenemos que ser como Él, aun cuando esto nos cueste tener que llevar el vituperio del Señor (He. 13:13).

C. Ofrecer un sacrificio como holocausto

  En Levítico 17:8 se menciona el holocausto. El holocausto representa a Cristo como holocausto que ofrecemos a Dios, por cuya vida podemos llevar una vida de absoluta entrega a Dios.

1. Ofrecerlo a la entrada de la Tienda de Reunión

  El holocausto debía ofrecerse a Jehová a la entrada de la Tienda de Reunión (v. 9a). Esto equivale a tomar a Cristo como holocausto que ofrecemos a Dios a la entrada de la morada de Dios (la iglesia).

2. El que no ofrece el holocausto a la entrada de la Tienda de Reunión es cortado de su pueblo

  El versículo 9b nos dice que todo aquel que no trajera el holocausto a Jehová a la entrada de la Tienda de Reunión sería cortado de su pueblo. Que un hombre sea cortado de su pueblo significa ser separado de la comunión del pueblo de Dios. Si aplicamos a Cristo como holocausto en una denominación y no en la iglesia, seremos cortados de la debida comunión del pueblo de Dios.

II. CUIDAR DEBIDAMENTE DE LA SANGRE

  Levítico 17:10-16 habla respecto a cuidar debidamente de la sangre. Cuidar debidamente de la sangre equivale a cuidar debidamente de la sangre de Cristo y valorarla. Más adelante veremos que las distintas sangres tipifican las distintas creencias. Cada tipo de sangre representa una creencia particular. No debemos cuidar de ninguna sangre que no sea la sangre de Cristo. Hay una sola clase de sangre que podemos beber (Jn. 6:53-56), o sea, recibir, y ésta es la sangre de Cristo. Éxodo 12 indica esto. Los hijos de Israel tenían que rociar la sangre del cordero pascual sobre los dinteles de las puertas (vs. 7, 13). Ellos tenían que aceptar únicamente esa sangre.

A. Dios ha dado la sangre, en la cual está la vida de la carne, para hacer expiación sobre el altar por las almas del pueblo de Dios

  “Porque la vida de la carne está en la sangre; y Yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas, pues es la sangre, en virtud de la vida, la que hace expiación” (Lv. 17:11). Esto significa que la sangre del Señor Jesús fue derramada en la cruz por nuestra redención.

B. Cubrir con tierra la sangre de un animal o ave cazados

  “Cualquiera de los hijos de Israel o de los peregrinos que peregrinan entre ellos, que cace un animal o un ave que sea de comer, derramará su sangre y la cubrirá con tierra” (v. 13). Esto significa que toda sangre que pudiera ser obtenida por los hombres pero que no fuera la sangre del Señor Jesús, jamás podrá redimir al hombre de sus pecados, por lo cual deberá ser enterrada, esto es, desechada, abandonada, rechazada. Nosotros rechazamos las demás sangres; las “sepultamos”. La única sangre que aceptamos y valoramos es la sangre de Jesús que fue derramada en la cruz como altar.

C. La sangre de lo que ha muerto en forma natural o ha sido despedazado por fieras, no es buena para comer

  El versículo 15a habla de “lo que ha muerto en forma natural o ha sido despedazado por fieras”. Al igual que los demás versículos del capítulo 17, debemos entender esto según la tipología.

1. La sangre de lo que muere en forma natural

  La sangre de lo que muere en forma natural representa la sangre de quien se sacrifica por el bien de los demás, sangre que no puede redimirnos de nuestros pecados. Únicamente la sangre de Jesucristo, a quien Dios quebrantó en la cruz (Is. 53:10), puede limpiarnos de todo pecado (1 Jn. 1:7).

  A lo largo de la historia, muchos héroes han derramado su sangre por otros. Pero esta clase de sangre no puede redimirnos. Por consiguiente, debemos rechazarla.

2. La sangre de lo que ha sido despedazado por fieras

  La sangre de lo que ha sido despedazado por fieras representa la sangre de quien muere como mártir a manos de personas salvajes, que se comportan como fieras, sangre que tampoco puede redimirnos de nuestros pecados. Únicamente la sangre de Jesucristo, a quien Dios juzgó en la cruz (Is. 53:8), puede lavarnos de nuestros pecados (Ap. 1:5). En la cruz, Dios quebrantó a Cristo y lo juzgó por nosotros. Por consiguiente, la sangre de Cristo es la única sangre redentora. Únicamente Su sangre puede redimirnos de todos nuestros pecados.

  Las religiones del mundo actual han sido formadas principalmente sobre la base de una de las dos cosas tipificadas en Levítico 17:15a; se basan en alguien que se sacrificó a sí mismo por el bien de otros, o en alguien que sufrió el martirio. En los Estados Unidos existen diversas religiones que se basan en alguna persona. Formar una religión sobre semejante base equivale a recibir una sangre diferente. Por ejemplo, los que forman una religión basada en Buda, beben de la sangre de Buda. Asimismo, los que basan su religión en Mahoma, beben de la sangre de Mahoma. Esto nos muestra que las distintas creencias, las distintas religiones, se basan en distintas personas, o sea, en distintas sangres.

D. Cualquier persona que coma de lo que ha muerto en forma natural o ha sido despedazado por fieras, queda inmunda hasta el anochecer

  “Cualquier persona, tanto de los nativos como de los peregrinos, que coma de lo que ha muerto en forma natural o ha sido despedazado por fieras, lavará sus vestidos y se bañará en agua, y quedará inmundo hasta el anochecer; entonces será limpio” (Lv. 17:15). Esto significa que aquel que haya tomado cualquier otra sangre, esto es, acepte cualquier creencia que no sea la creencia en la sangre del Señor Jesús, será inmundo hasta que el asunto sea aclarado y se le ponga fin definitivamente.

  Si estudian las estadísticas relacionadas con el crecimiento de la religión, descubrirán que en los Estados Unidos resulta muy difícil hacer que un verdadero pagano se convierta al Señor. La razón es que casi toda la gente se encuentra ocupada con alguna especie de creencia o religión. Usando el lenguaje de la tipología, casi toda la gente ha bebido de alguna sangre que no es la sangre del Señor Jesús. No es fácil deshacerse de esa sangre y reemplazarla con la sangre de Jesucristo.

  Dios ha establecido que bebamos de una sola sangre, que recibamos una sola creencia. La sangre única dispuesta por Dios es la sangre que Jesucristo derramó en la cruz. La creencia única es creer en el Cristo que murió en la cruz por nosotros. Sin embargo, los modernistas predican a un Cristo distinto del Cristo que murió en la cruz por nuestra redención. Esto significa que tienen otra creencia. Además, hoy en día se ofrecen sacrificios en todas partes, según las preferencias personales.

  En el recobro del Señor ofrecemos a Cristo en el lugar que Dios escogió, pues estamos firmes sobre el terreno único de la unidad del Cuerpo de Cristo en pro de la vida de iglesia. No tenemos ninguna otra posición. No tomamos como base ninguna otra cosa ni persona que no sea la unidad del Cuerpo de Cristo. Así, al reunirnos sobre este terreno, el lugar que Dios escogió, aplicamos debidamente a Cristo. Esto es lo que significa ofrecer los sacrificios, aplicar a Cristo, conforme a la elección de Dios.

  Si aplicáramos a Cristo en otro lugar, nos prostituiríamos, convirtiéndonos en una ramera que tiene más de un solo marido. Esto sería cometer fornicación espiritual.

  En el pasado, bebimos distintas sangres. Ahora, en la vida de iglesia en el recobro del Señor, bebemos de una sola sangre. Esto lo hacemos especialmente en la mesa del Señor. Bebemos de la única sangre, la sangre de Jesucristo. Aplicamos a Cristo conforme a la elección de Dios.

  El recobro del Señor consiste en cuidar debidamente de Cristo en Su persona y en Su obra redentora. Hoy practicamos la vida de iglesia cuidando debidamente de Cristo en estos dos aspectos. Cuidamos debidamente de Su persona única y de Su obra única. No tenemos ninguna otra persona ni ninguna otra obra. Estamos aquí en pro de Cristo con Su obra redentora.

  Después de estudiar detenidamente este capítulo, siento plena paz de declarar que aquí encontramos un tipo que nos muestra cómo debemos cuidar debidamente de Cristo en Su persona y en Su obra redentora. Este tipo revela que debemos ofrecer a Cristo únicamente en el lugar que Dios escogió y que sólo debemos creer en la obra redentora de Cristo, y no en ninguna otra cosa que lo reemplace.

1. Cualquier persona que coma de lo que ha muerto en forma natural o ha sido despedazado por fieras, lava sus vestidos y se baña en agua, y si no lo hace, lleva su iniquidad

  Levítico 17:15 dice que cualquier persona que comiera de lo que ha muerto en forma natural o ha sido despedazado por fieras, debía lavar sus vestidos y bañarse en agua. Luego, el versículo 16 añade: “Pero si no los lava ni baña su cuerpo, llevará su iniquidad”. Esto significa que aquel que haya tomado cualquier otra sangre que no sea la sangre del Señor Jesús, tiene que tomar medidas con respecto a su antiguo comportamiento y a todo cuanto él era en el pasado concerniente a la religión y deberá depurarse. De otro modo, será condenado.

2. Este aspecto del tipo es crucial

  Este aspecto del tipo en la revelación divina es crucial con relación a las personas que viven en un mundo como el de hoy, un mundo lleno de confusión en lo que tiene que ver con la religión. Todo pecador debe creer únicamente en Jesucristo y aceptar Su sangre para ser redimido a fin de ser salvo delante de Dios. Todas las demás creencias y religiones deben ser abandonadas y sepultadas.

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración