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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Levítico»
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Mensaje 51

LA SANTIDAD EN CUANTO A DISFRUTAR DE LAS COSAS SANTAS Y LA MANERA ACEPTABLE DE PRESENTAR UNA OFRENDA POR VOTO Y UNA OFRENDA VOLUNTARIA

  Lectura bíblica: Lv. 22:1-33

  El capítulo 22 de Levítico abarca dos cosas: la santidad en cuanto a disfrutar de las cosas santas (Lv. 22:2-16) y la manera aceptable de presentar una ofrenda por voto y una ofrenda voluntaria (Lv. 22:18-33).

I. LA SANTIDAD EN CUANTO A DISFRUTAR DE LAS COSAS SANTAS

  La santidad es necesaria para poder disfrutar de las cosas santas. Si deseamos ser aptos para disfrutar de las cosas santas, requerimos cierto grado de santidad. Requerimos alguna medida de santidad, santificación, separación ante Dios.

A. Las cosas santas que los hijos de Israel santifican para Jehová

  “Di a Aarón y a sus hijos que tengan cuidado con las cosas santas de los hijos de Israel, las cuales santifican para Mí, a fin de que no profanen Mi santo nombre; Yo soy Jehová. Diles: Si alguno de entre toda vuestra descendencia, en todas vuestras generaciones, se acerca a las cosas santas que los hijos de Israel santifican para Jehová, teniendo inmundicia sobre sí, tal persona será cortada de delante de Mí; Yo soy Jehová” (vs. 2-3). Aquí las cosas santas representan a Cristo, quien Dios da a Sus siervos para su disfrute. Todo lo que el pueblo ofrecía a Dios era un tipo de Cristo, a quien Dios nos da a nosotros, Sus siervos, para nuestro disfrute. Por tanto, las cosas santas son el Cristo que experimentamos y disfrutamos.

B. A toda persona inmunda se le prohíbe comer de las cosas santas —a menos que bañe su carne en agua— para que no peque y muera

  En los versículos del 3 al 9 vemos que a toda persona inmunda se le prohibía comer de las cosas santas —a menos que bañara su carne en agua— para que no pecara y muriera. Esto significa que no debemos disfrutar a Cristo mientras estemos contaminados con cosas inmundas hasta que hayamos tomado medidas exhaustivamente con respecto a tal contaminación, para no ser condenados y sufrir muerte espiritual. Esto significa que si hemos de disfrutar a Cristo, debemos tener cuidado con respecto a nuestra situación. Si somos inmundos o nos hemos contaminado de alguna manera, debemos purificarnos completamente, principalmente al bañarnos o lavarnos en el Espíritu Santo. De lo contrario, sufriremos cierta medida de muerte espiritual.

C. Ningún extraño, ni el peregrino que se hospede con el sacerdote ni el jornalero, puede comer cosa santa

  “Ningún extraño puede comer cosa santa; ni el peregrino que se hospede con el sacerdote ni el jornalero comerá cosa santa” (v. 10). Esto significa que el que no es salvo o el que no tiene parte en el servicio a Dios, no puede disfrutar a Cristo. Tales personas no tienen parte en el sacerdocio y se les prohíbe comer de las cosas santas.

D. Alguien adquirido por el sacerdote mediante su dinero y los nacidos en su casa pueden comer de las cosas santas

  “Mas si el sacerdote adquiere a alguien mediante su dinero, éste podrá comer de ella; y los nacidos en su casa podrán comer de su alimento” (v. 11). Esto significa que quienes fueron comprados por Cristo con Su sangre preciosa y nacieron de Dios en Su casa, pueden disfrutar a Cristo. Puesto que hemos sido comprados por Cristo y hemos nacido de Dios en Su casa, definitivamente somos aptos para disfrutar a Cristo.

E. A la hija del sacerdote que se casa con varón extraño se le prohíbe comer de la ofrenda elevada de las cosas santas, pero si ella queda viuda o es divorciada, no tiene hijo y vuelve a la casa de su padre, puede comer del alimento de su padre

  “Y si la hija del sacerdote se casa con varón extraño, no comerá de la ofrenda elevada de las cosas santas. Pero si la hija del sacerdote queda viuda o es divorciada, no tiene hijo y vuelve a la casa de su padre, como en su juventud, podrá comer del alimento de su padre; pero ningún extraño podrá comer de él” (vs. 12-13). Esto significa que un creyente que se aparte atraído por un extraño, no podrá disfrutar al Cristo ascendido. Pero si este creyente corta toda relación con aquel extraño, y no mantiene vínculo alguno con él sino que regresa a la iglesia, podrá recobrar su disfrute de Cristo.

  Que alguien sea la hija del sacerdote significa que tal persona pertenece al sacerdocio. Si nosotros, que pertenecemos al sacerdocio, somos atraídos por un extraño, quedaremos anulados en lo referente al sacerdocio y al disfrute de Cristo. Sin embargo, si esa atracción muere y regresamos a la vida de iglesia, nuestro disfrute de Cristo será recobrado.

F. El varón que en ignorancia coma cosa santa debe añadir a ella una quinta parte de su valor y dar la cosa santa al sacerdote

  “Si en ignorancia un varón come cosa santa, añadirá a ella una quinta parte de su valor, y dará la cosa santa al sacerdote” (v. 14). Aquí vemos que si alguien comía cosa santa sin saber que era santa, tenía que hacer restitución añadiendo la quinta parte de su valor a lo santo y dándoselo al sacerdote. Esto significa que el disfrute que tenemos de Cristo a la ligera no debe ser considerado un verdadero disfrute de Cristo, sino que, más bien, debemos tomar medidas con respecto a ello delante de Dios.

  Es posible engañarnos a nosotros mismos con respecto al disfrute que tenemos de Cristo. Tal vez pensemos que disfrutamos a Cristo, cuando en realidad ese disfrute no sea el verdadero disfrute de Cristo. Debemos tomar medidas delante de Dios con respecto al falso disfrute de Cristo.

II. LA MANERA ACEPTABLE DE PRESENTAR UNA OFRENDA POR VOTO Y UNA OFRENDA VOLUNTARIA

  Hemos hablado brevemente de que la santidad es necesaria para disfrutar al Cristo que es las cosas santas. Ahora, en los versículos del 18 al 33, consideraremos cuál es la manera aceptable de presentar una ofrenda por voto y una ofrenda voluntaria.

  Un voto es mucho más firme que una ofrenda voluntaria. Una vez que se hace un voto, éste es muy estable, y tenemos que guardarlo. En cambio, una ofrenda voluntaria guarda relación con nuestro libre albedrío. Es posible que presentemos una ofrenda voluntaria y que luego no llevemos a cabo lo prometido o incluso nos olvidemos de ello. Podríamos tener cierta ofrenda voluntaria para Dios, y más tarde querer cambiarla. Por tanto, la ofrenda voluntaria equivale a un acto de consagración que no es estable ni seguro. Un voto, en cambio, es como un juramento hecho a Dios del cual no es posible retractarse, pues tiene que ser cumplido. Un santo puede consagrarse a Dios voluntariamente, y después de cierto tiempo, olvidar lo que hizo. Pero un voto no puede ser anulado. Por tanto, las ofrendas por voto son más firmes que las ofrendas voluntarias. Además, hay ciertas ofrendas que son aceptadas como ofrenda voluntaria, mas no como ofrenda por voto.

A. La ofrenda por voto, la ofrenda voluntaria o la ofrenda de paz presentada en holocausto a Jehová, para que sea aceptada, debe ser macho sin defecto de entre el ganado, de entre las ovejas o de entre las cabras

  En Levítico 22:18-21 vemos que la ofrenda por voto, la ofrenda voluntaria o la ofrenda de paz presentada en holocausto a Jehová, para que fuese aceptada, debía ser macho sin defecto de entre el ganado, de entre las ovejas o de entre las cabras. Esto significa que nuestro ofrecimiento del Cristo que hemos experimentado, que ofrecemos a Dios como alimento Suyo, tiene que ser sin defecto para que sea aceptado.

  La ofrenda por voto, la ofrenda voluntaria y la ofrenda de paz, todas ellas podían ser presentadas en holocausto. El holocausto significa que vivimos absolutamente entregados a Dios. Debemos llevar una vida de absoluta entrega a Dios, pero a menudo no vivimos así. Por tanto, podríamos tomar la decisión de hacer un voto con Dios de que viviremos absolutamente entregados a Él por el resto de nuestra vida. Con el tiempo, este voto que ofrecemos a Dios llega a ser un holocausto, en el sentido de que llevamos una vida absolutamente entregada a Dios por el resto de nuestros días.

  Una ofrenda voluntaria también puede convertirse en un holocausto. De nuestra propia voluntad podríamos escoger llevar una vida absolutamente entregada a Dios. Esa ofrenda voluntaria también puede ser presentada a Dios en holocausto.

  Resulta difícil explicar cómo una ofrenda de paz puede ser presentada a Dios en holocausto. Creo que muchos de entre nosotros hemos experimentado esto en la mesa del Señor. Mientras disfrutábamos al Señor como ofrenda de paz en Su mesa, nos dijimos a nosotros mismos: “En el pasado no he vivido absolutamente entregado al Señor. Pero en este momento, mientras lo disfruto, decido que de hoy en adelante llevaré una vida absolutamente entregada al Señor”. De este modo, la ofrenda de paz llega a ser un holocausto.

  En ocasiones, puede ser que tomemos la firme decisión de llevar una vida absolutamente entregada a Dios. Esto constituiría un voto que llega a ser un holocausto. En otras ocasiones, puede ser que de manera espontánea ejercitemos nuestro libre albedrío y decidamos vivir absolutamente entregados a Dios. Esto constituiría una ofrenda voluntaria que llega a ser un holocausto. Otras veces, mientras disfrutamos a Cristo en Su mesa, puede ser que tengamos el pensamiento de que debemos llevar una vida de absoluta entrega a Dios. Esto constituiría una ofrenda de paz que llega a ser un holocausto. Vemos así que tres ofrendas distintas —la ofrenda por voto, la ofrenda voluntaria y la ofrenda de paz— pueden llegar a ser un holocausto en el que nosotros vivimos absolutamente entregados a Dios.

  Según 22:18-21, cada una de estas ofrendas debía consistir en un macho sin defecto de entre el ganado, de entre las ovejas o de entre las cabras. Aquí el macho representa a un Cristo fuerte. De cualquier manera en que ofrezcamos el holocausto a Dios, nuestra ofrenda debe ser un Cristo fuerte sin defecto, al cual hayamos experimentado.

B. Ningún animal ciego, lastimado o mutilado, o que tiene supuración, eccema o erupción, debe ser presentado por fuego como alimento a Jehová

  “No presentaréis éstos a Jehová: ciego, lastimado o mutilado, o que tiene supuración, eccema o erupción, ni de ellos haréis ofrenda por fuego sobre el altar a Jehová” (v. 22). Esto significa que el Cristo que experimentamos no debe ser presentado a Dios como alimento para Su satisfacción si tiene alguna de las faltas tipificadas por los seis defectos mencionados en este versículo. En lugar de ello, debemos disfrutar a un Cristo perfecto, que no tenga ningún defecto y cuyo aspecto sea siempre agradable; entonces podremos presentarlo a Dios como alimento. Esto significa que podremos alimentar a Dios con Cristo para Su satisfacción.

C. El buey o carnero que tenga algo superfluo, o que le falte algo, puede ser presentado como ofrenda voluntaria, pero como voto no será aceptado

  “Buey o carnero que tenga algo superfluo, o que le falte algo, lo podréis ofrecer como ofrenda voluntaria, pero como voto no será aceptado” (v. 23). Las palabras hebreas traducidas “tenga algo superfluo, o que le falte algo” también podrían traducirse “deforme o atrofiado”. Que el animal tuviera algo superfluo denota sobrepasar los límites, y que le falte algo denota deficiencia con respecto a la medida apropiada. El versículo 23 significa que, de una manera general, podemos ofrecer como alimento a Dios al Cristo que hemos experimentado con excesos o deficiencias; pero si con ello presentamos una ofrenda más firme, ésta no será aceptada.

  El versículo 23 indica que es posible no ser equilibrados aun en la experiencia que tenemos de Cristo. A veces nuestra experiencia de Cristo puede rebasar el límite de lo normal, y otras veces puede encontrarse por debajo de la medida normal. Por ejemplo, algunos santos insisten mucho en que hay que disfrutar a Cristo, pero ellos mismos no llevan ningún fruto. Juan 15 habla acerca de disfrutar a Cristo. “Permaneced en Mí, y Yo en vosotros” (v. 4a). Si permanecemos en el Señor, absorberemos de Él la rica savia. Entonces Él permanecerá en nosotros a fin de impartirnos el suministro y sostenernos con todas Sus riquezas. El resultado de esto es que llevaremos fruto. Permanecer en Cristo da por resultado que llevemos fruto. Sin embargo, algunos santos recalcan el disfrute de Cristo que obtenemos al permanecer en Él, pero ellos mismos no llevan fruto. Esta manera de experimentar a Cristo es tipificada en Levítico 22:23 por el miembro que tiene algo superfluo. La falta de fruto demuestra que la experiencia que ellos tienen de Cristo no es equilibrada.

  El Señor Jesús dijo: “Todo pámpano que en Mí no lleva fruto, lo quita [...] El que en Mí no permanece, es echado fuera como pámpano, y se seca; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden” (Jn. 15:2a, 6). Esto no significa que uno perezca, sino que pierde el disfrute de Cristo. Si un pámpano es cortado de la vid, pierde el disfrute de la vid. Hemos visto que esto ocurrió a algunos santos que afirmaban que lo único que les interesaba era disfrutar a Cristo, pero no llevaban fruto, aun después de pasados varios años. Ellos se extralimitaban en su disfrute; esto es semejante al miembro que tiene algo superfluo. Su experiencia de Cristo no producía ningún fruto.

  Otros santos no disfrutan a Cristo lo suficiente, y como resultado, tampoco llevan fruto. En lo que se refiere experimentar a Cristo, estos santos están por debajo de la norma. Aquellos que se exceden en su medida respecto a la experiencia de Cristo así como los que están por debajo de la norma, ambos tienen en común que no llevan fruto.

  En Juan 15 vemos la manera apropiada y equilibrada de experimentar a Cristo. Si bien necesitamos permanecer en Cristo a fin de disfrutarlo, con todo, tenemos que llevar fruto. Debemos comprobar si nuestro disfrute de Cristo es verdadero o no, preguntándonos si llevamos fruto. Llevar fruto es la prueba de que el disfrute que tenemos de Cristo está dentro del límite de lo normal.

  En Juan 15:16 el Señor Jesús dice: “No me escogisteis vosotros a Mí, sino que Yo os escogí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca”. El Señor no dice que simplemente debemos permanecer en Él, sin hacer nada más, ya que ello significaría exceder el límite y, por ende, extralimitarnos en el disfrute de Cristo. Debemos visitar a otros para poder llevar fruto. Entonces seremos equilibrados en cuanto a permanecer en Cristo y llevar fruto. El objetivo de permanecer en Cristo es llevar fruto, y llevar fruto es una prueba de que verdaderamente disfrutamos a Cristo. Si realmente disfrutamos a Cristo, iremos y llevaremos fruto.

D. Todo lo que tenga los testículos heridos, magullados, quebrados o cortados, no debe ser presentado a Jehová

  “Todo lo que tenga los testículos heridos, magullados, quebrados o cortados, no lo presentaréis a Jehová; no haréis esto en vuestra tierra” (Lv. 22:24). Esto significa que no debemos ofrecer a Dios como alimento al Cristo que hemos experimentado cuya función espiritual haya sido dañada de algún modo. Debemos disfrutar a Cristo como Aquel cuyo órgano reproductor no ha sido dañado. Esto significa que el Cristo que experimentamos debe poseer un órgano reproductor perfecto y completo, de modo que podamos producir más y más de Cristo. Conforme a Juan 15, esto equivale a llevar fruto.

E. Dios no acepta como alimento nada de mano de extranjero, porque hay en ellos corrupción y defecto

  “Ni de mano de extranjero presentaréis el alimento de vuestro Dios de ninguno de éstos, porque su corrupción está en ellos. Hay en ellos defecto; no os serán aceptados” (v. 25). Esto significa que Dios no aceptará la ofrenda del Cristo que experimentamos y que le ofrecemos como alimento a la manera de los incrédulos. En cuanto a ofrecer Cristo a Dios, no debe hacerse nada de una manera extraña. No debemos disfrutar a Cristo y ofrecerlo a Dios conforme al proceder de los incrédulos. Si lo hacemos, Dios no aceptará nuestra ofrenda.

F. Cuando nazca buey u oveja o cabra, siete días quedará con su madre; y desde el octavo día en adelante será aceptado como ofrenda por fuego a Jehová

  “Cuando nazca buey u oveja o cabra, siete días quedará con su madre; y desde el octavo día en adelante será aceptado como ofrenda, es decir, una ofrenda por fuego a Jehová” (v. 27). Esto significa que nuestra experiencia de Cristo tiene que crecer hasta llegar al nivel propio de la resurrección para poder ser aceptada como ofrenda que alimenta a Dios.

  Si la experiencia que tenemos de Cristo no llega al nivel de la resurrección, eso indica que todavía nos queda algún elemento natural. Tal experiencia es en cierto modo infantil. Por tanto, debemos crecer en la experiencia de Cristo.

  Me agrada oír a los jóvenes testificar de su experiencia de Cristo; no obstante, puesto que su experiencia de Cristo aún no ha llegado al octavo día, ellos necesitan crecer en cuanto a la experiencia de Cristo. Aun cuando nuestra experiencia de Cristo se encuentre en el séptimo día, aún no hemos llegado al nivel apropiado. Nuestra experiencia de Cristo debe llegar al octavo día; es decir, debe llegar al nivel de la resurrección.

  Si nuestra experiencia de Cristo ha de llegar al nivel de la resurrección, debemos aprender a rechazar nuestra vida natural y abandonar todo lo natural que haya en nuestro ser. Por ejemplo, aunque los nuevos creyentes han empezado a amar al Señor, su amor por Él es natural. Debemos amar al Señor, pero no debemos amarlo con nuestro amor natural; más bien, debemos amar al Señor permitiendo que nuestra vida natural sea crucificada. Por una parte, debemos amar al Señor; por otra, debemos negarnos totalmente a nuestra vida natural. Esto nos ayudará a crecer hasta alcanzar el nivel de la resurrección en lo referente a amar al Señor. Cuando amamos al Señor de esta manera, ningún aspecto de nuestro amor por Él permanece en una condición natural. Al hacer cualquier cosa por el Señor, todos debemos negarnos a nuestro amor natural, a nuestra capacidad natural y a nuestra fuerza natural. Entonces llevaremos una vida entregada a Cristo según la norma de Su resurrección.

G. Sea vaca u oveja, no es degollada junto con su cría en un mismo día

  “Sea vaca u oveja, no la degollaréis junto con su cría en un mismo día” (v. 28). Esto significa que el Cristo que ofrecemos a Dios como alimento debe concordar con nuestra medida en la vida divina. El Cristo que ofrecemos a Dios debe concordar con la medida de la vida divina que hemos experimentado.

  Si hemos crecido en la vida divina, podremos ofrecer algo de Cristo a Dios como alimento; pero si somos demasiado inmaduros en la vida divina, no podremos ofrecerle nada a Dios que Él pueda aceptar como alimento.

H. Para que seamos aceptados, el sacrificio de acción de gracias que es sacrificado a Jehová debe ser comido en el mismo día en que se sacrifica, sin dejar de él para la mañana siguiente

  “Cuando sacrifiquéis a Jehová un sacrificio de acción de gracias, lo sacrificaréis para que seáis aceptados. En el mismo día se comerá; no dejaréis de él para la mañana siguiente. Yo soy Jehová” (vs. 29-30). Esto significa que al ofrecerle Cristo a Dios en acción de gracias, tenemos que hacerlo de manera fresca y nueva, sin dejar que ninguna parte de esta ofrenda se vuelva rancia. Si nuestra ofrenda es rancia, todavía se le considerará una ofrenda, pero no será aceptable a Dios. Todo lo que ofrecemos a Dios debe ser fresco y nuevo. Nuestra experiencia de Cristo deber ser calibrada, equilibrada, fresca y nueva.

  Debemos tener experiencias frescas y nuevas de Cristo. Esto hará que en nosotros surjan acciones de gracias. Entonces, lo que ofrezcamos a Dios del Cristo que hemos experimentado no será rancio, sino fresco y nuevo.

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