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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Levítico»
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Mensaje 55

LA DISPOSICIÓN DEL CANDELERO Y DE LA MESA DEL PAN DE LA PRESENCIA Y EL JUICIO DE MUERTE POR HABER BLASFEMADO EL NOMBRE SANTO

  Lectura bíblica: Lv. 24:1-23

  Levítico 24 constituye un paréntesis entre el capítulo 23, que habla de las fiestas, y el capítulo 25, que habla del jubileo, la fiesta de fiestas que debía celebrarse cada cincuenta años. De hecho, el capítulo 25 es la continuación del capítulo 23, pero en medio de ellos se halla insertado el capítulo 24. En este capítulo se abarcan primordialmente cuatro asuntos: atender a las lámparas en el tabernáculo, disponer el pan de la Presencia en el tabernáculo, blasfemar el nombre de Dios y cuidar de la vida humana y de la vida animal.

  A fin de servir a Dios como sacerdotes, debemos ocuparnos de dos asuntos apropiada y adecuadamente. Estos dos asuntos son la luz y el alimento. Por supuesto, no nos referimos a la luz y el alimento naturales y humanos, sino a la luz y el alimento divinos. Como sacerdotes que sirven a Dios, debemos vivir, actuar, conducirnos y servir bajo la luz divina. Si en el tabernáculo no hubiera habido luz, habría sido difícil entrar, actuar, andar y servir a Dios allí. Así que, lo primero que necesitamos es luz. En cierto sentido, la luz es más importante que el alimento.

  Además de la luz, necesitamos alimento. Necesitamos el alimento divino como nuestro suministro para poder actuar apropiadamente, movernos, conducirnos y servir a Dios con suficiente suministro y fuerza (véase el Estudio-vida de Éxodo, mensajes del 90 al 94, donde se aborda con más detalle la mesa del pan de la Presencia y el candelero).

  Debemos ocuparnos de estos dos asuntos: la luz y el alimento. Esto significa que necesitamos ser iluminados por la luz divina, la luz que es la luz de la vida (Jn. 1:4). Esta vida requiere de un suministro alimenticio. Por consiguiente, debemos recibir la debida suministración del Espíritu de Jesucristo en nuestro espíritu (Fil. 1:19) para obtener cada día el suministro de vida necesario. Con esta suministración, seremos fortalecidos. Entonces podremos andar adecuadamente, movernos y servir a Dios con suficiente fuerza bajo Su luz divina.

I. LA DISPOSICIÓN DEL CANDELERO Y DE LA MESA DEL PAN DE LA PRESENCIA

  Levítico 24:1-9 abarca la disposición del candelero y de la mesa del pan de la Presencia. Aquí la palabra disposición tiene el sentido de cuidar, atender.

A. La disposición del candelero

  Los versículos del 2 al 4 nos muestran cómo se disponía el candelero.

1. Traen aceite puro de olivas machacadas para el alumbrado

  “Manda a los hijos de Israel que te traigan aceite puro de olivas machacadas para el alumbrado” (v. 2a). El aceite puro de olivas machacadas que se usaba para el alumbrado representa al Espíritu Santo puro, tipificado por el agua que salió del costado de Cristo (Jn. 19:34), quien procede del Cristo crucificado, tipificado por las olivas machacadas, cuyo fin es que Cristo resplandezca como candelero en la morada de Dios.

  Las olivas, que son un tipo de Cristo, debían ser prensadas para que saliera el aceite. Esto significa que Cristo fue “prensado” al ser crucificado a fin de que el Espíritu Santo pudiera brotar de Él como agua viva y también como aceite que hace resplandecer a Cristo, el candelero.

2. Hacen arder las lámparas continuamente desde el anochecer hasta la mañana

  Los hijos de Israel debían “hacer arder las lámparas continuamente” (v. 2b). El versículo 3 añade: “Fuera del velo del Testimonio, en la Tienda de Reunión, Aarón las mantendrá en orden desde el anochecer hasta la mañana delante de Jehová continuamente. Estatuto perpetuo será por todas vuestras generaciones”. Esto significa que la luz divina de Cristo resplandece continuamente en la casa de Dios.

3. Aarón, el sumo sacerdote, mantiene en orden las lámparas delante de Jehová continuamente

  “Sobre el candelero puro mantendrá en orden las lámparas delante de Jehová continuamente” (v. 4). Esto significa que Cristo, nuestro Sumo Sacerdote, siempre cuida de Su luz divina, haciendo que ésta resplandezca para Dios continuamente.

  Muchos de nosotros hemos tenido la experiencia en la que Cristo cuida de la luz en nuestro interior. Por la mañana, tocamos al Señor, el Sumo Sacerdote. Al tener contacto con Él, Él cuida de la luz en nuestro interior. Si por la mañana no tenemos contacto con el Señor, nos hará falta la luz durante todo el día. Aunque quizás no estemos en tinieblas, tendremos la sensación de que dentro de nosotros no hay luz. Sin embargo, si pasamos tiempo con el Señor por la mañana, la luz aparecerá espontáneamente. Algo brillará dentro de nosotros durante todo el día. Este resplandor es el propio Cristo a quien experimentamos y disfrutamos por la mañana, el cual se manifiesta como luz resplandeciente en nosotros.

B. La disposición del pan de la Presencia

  Levítico 24:5-9 nos muestra cómo se disponía el pan de la Presencia.

1. Cuecen con flor de harina doce tortas; cada torta es de dos décimas de efa

  “Tomarás flor de harina y cocerás con ella doce tortas; cada torta será de dos décimas de efa” (v. 5). Esto significa que el Cristo resucitado, el Cristo que produjo la iglesia (tipificado por las dos décimas de un efa de flor de harina, 23:13, 17), es el pleno elemento constitutivo del alimento (tipificado por el número doce) destinado a ser disfrutado por todo el pueblo de Dios y por Dios mismo.

  El número doce mencionado en 24:5 ciertamente se refiere a las doce tribus de Israel. Esto indica que esta clase de suministro alimenticio es suficiente para nutrir a todo el pueblo de Dios.

  El hecho de que Cristo sea nuestro alimento está relacionado con la vida de iglesia. Esto indica que si deseamos ser debidamente nutridos, debemos llevar una vida que esté relacionada con la vida de iglesia.

2. Ponen las doce tortas en dos hileras, seis en cada hilera, sobre la mesa de oro puro delante de Jehová

  “Y las pondrás en dos hileras, seis en cada hilera, sobre la mesa de oro puro delante de Jehová” (v. 6). Esto significa que los creyentes disfrutan a Cristo de forma paralela para testimonio (tipificado por el número dos) basado en el hecho de que Cristo nos sostiene (representado por la mesa) con Su naturaleza pura y divina (representada por el oro puro).

3. Ponensobre cada hilera olíbano puro, a manera de memorial para el pan, una ofrenda por fuego a Jehová

  “Pondrás también sobre cada hilera olíbano puro, a manera de memorial para el pan, una ofrenda por fuego a Jehová” (v. 7). Esto significa que es con la fragancia de Su resurrección como porción conmemorativa que Cristo llega a ser alimento para Dios y para nosotros.

  De hecho, las tortas de pan servían de alimento para el sumo sacerdote y para los sacerdotes. Sin embargo, el versículo 7 nos dice que éstas eran ofrenda por fuego para alimentar a Dios. Esto nos muestra que lo que nosotros comemos es lo que Dios come, y que lo que Dios come es lo que nosotros comemos. Esto indica que nosotros, como servidores de Dios, los sacerdotes, somos uno con Dios. Lo que nosotros disfrutamos es lo que Dios disfruta, y lo que Dios disfruta es lo que nosotros disfrutamos. Dios y nosotros, nosotros y Dios, somos uno en Su servicio. Lo que tenemos aquí es a Cristo como alimento.

  Si profundizamos en todos estos asuntos, comprenderemos la clase de vida que debemos vivir. Uno de los elementos de esta vida es la fragancia de la resurrección de Cristo. Esta clase de disfrute siempre es un memorial, algo digno de recordar.

4. Cada Sábado Aarón continuamente lo dispone en su debido orden delante de Jehová

  “Cada Sábado Aarón continuamente lo dispondrá en su debido orden delante de Jehová; pacto perpetuo será para los hijos de Israel” (v. 8). Esto significa que nuestro disfrute de Cristo como alimento debe ser dispuesto en su debido orden de manera fresca a fin de que continuamente podamos reposar junto con Dios.

  La palabra Sábado comunica la idea de reposo. Sábado tras sábado, es decir, reposo tras reposo, se disponían las tortas como alimento para Dios y también para nosotros.

5. Aarón y sus hijos comen el pan en lugar santo, porque es cosa santísima para él del alimento ofrecido a Dios

  “Será para Aarón y para sus hijos, los cuales lo comerán en lugar santo, porque es cosa santísima para él, de las ofrendas de Jehová presentadas por fuego; es estatuto perpetuo” (v. 9). Esto significa que quienes servimos a Dios debemos disfrutar a Cristo como porción santísima del alimento ofrecido a Dios, en la iglesia como lugar santo.

  Es necesario interpretar que el lugar santo mencionado en el versículo 9 se refiere a la iglesia. Es en la iglesia donde ofrecemos Cristo a Dios como alimento para Su disfrute. Entonces nosotros disfrutaremos de este alimento. Disfrutaremos de lo que Dios disfruta. Cristo es lo que Dios disfruta y también lo que nosotros disfrutamos.

  Aquí observamos que 24:1-9 revela que nosotros, el pueblo santo de Dios, para llevar una vida santa, necesitamos que Cristo sea dispuesto —de manera fresca— como luz divina que nos alumbre y como alimento divino que nos nutra.

II. EL JUICIO DE MUERTE POR HABER BLASFEMADO EL NOMBRE SANTO

  La segunda sección principal de Levítico 24 (vs. 12-23) habla del juicio de muerte sobre el que blasfemaba el Nombre santo. Esto es muy importante, porque además de ser alumbrados y alimentados, siempre debemos honrar el Nombre divino. Debemos respetar el Nombre de nuestro Dios.

A. El relato concerniente a blasfemar el Nombre santo viene después de la descripción de cómo debe ser dispuesto el pan de la Presencia

  El relato concerniente a blasfemar el Nombre santo viene después de la descripción de cómo debe ser dispuesto el pan de la Presencia. Esto significa que a fin de disfrutar a Cristo en Su plenitud, debemos santificar el Nombre santo y no profanarlo.

  En la oración de Mateo 6:9-11, la primera petición es: “Santificado sea Tu nombre” (v. 9). Santificar el nombre del Señor es separarlo como algo único. El nombre del Señor es único, y no debe ser considerado igual que los demás nombres. Santificar, separar, el nombre del Señor de los nombres comunes equivale a honrar y respetar el Nombre santo.

B. El relato del hijo de una mujer israelita que también era hijo de un egipcio

  En Levítico 24:10 y 11 se nos dice que “el hijo de una mujer israelita, que también era hijo de un egipcio [...] blasfemó el Nombre, y maldijo”. Este relato denota que la unión de un hombre de Dios con alguien del mundo produce algo que profana a Dios, lo cual hace que esta persona que profana sea privada del disfrute de Cristo en Su plenitud. Según este capítulo, si profanamos el nombre de Dios, haciéndolo común y no santificándolo, estaremos acabados en lo referente al disfrute de Cristo como luz que nos ilumina y como alimento que nos nutre.

  En Levítico 24 vemos que la responsabilidad de ser iluminados y alimentados recae sobre nosotros. A fin de disfrutar a Cristo como nuestra luz y alimento, tenemos que santificar el Nombre santo. Esto significa que debemos llevar una vida que siempre santifique a nuestro Dios, una vida que siempre considere que nuestro Dios es el Dios único, cuyo Nombre es completamente distinto de cualquier otro nombre.

  Este capítulo también revela que debemos cuidar de la vida humana y de la vida animal. La vida humana tiene como finalidad expresar a Dios, y la vida animal, principalmente, tiene como finalidad ser ofrecida a Dios. La vida humana debe expresar a Dios, y la vida animal es el recurso dado a nosotros para adorar a Dios. Por consiguiente, debemos cuidar de la vida humana y de la vida animal, a saber, la vida que es útil para expresar Dios y la vida que es útil para rendirle adoración a Dios.

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