Mensaje 64
En los veintiocho mensajes anteriores abarcamos los últimos diecisiete capítulos de Levítico. Estos diecisiete capítulos constituyen la segunda sección de este libro. Ahora, en estas palabras de conclusión, quisiera hablar sobre seis asuntos que son los puntos principales en los capítulos del 11 al 27 de Levítico.
Los primeros cinco capítulos de esta sección de Levítico revelan nuestra situación. Según estos capítulos, nuestro contacto con los demás podría ser inmundo, y nuestra fuente, nuestro origen, es la inmundicia. Además, nuestra condición es una de lepra, y todo lo que sale de nosotros como flujo es inmundo. Ésta es nuestra situación según se nos revela claramente en los capítulos del 11 al 15.
El segundo asunto principal es la redención efectuada por Cristo. En lugar de la palabra redención, la palabra que se usa en Levítico es expiación, o propiciación. La redención de Cristo, Su propiciación, resolvió nuestros problemas y nos trajo de vuelta a Dios. No solamente fuimos redimidos y traídos a la presencia de Dios, sino que fuimos introducidos en Dios mismo. Ahora estamos en el Dios Triuno consumado, y aquí, en Él, el disfrute es completo.
Después de haber sido conducidos a Dios e introducidos en Él mediante la redención efectuada por Cristo, ahora podemos disfrutar todas las riquezas del Dios Triuno procesado y consumado. Esto se revela plenamente en Levítico 23, un capítulo que habla sobre las siete fiestas, que son siete festivales celebrados para que disfrutemos todas las riquezas de nuestro Dios. Es en Dios mismo que disfrutamos Sus riquezas. Al disfrutar las riquezas del Dios Triuno procesado y consumado, llegamos a ser Su expresión. Esto significa que llegamos a ser el Cuerpo de Cristo como agrandamiento de Cristo que lo expresa a Él.
El disfrute que tenemos de las riquezas del Dios Triuno procesado y consumado nos conduce al cuarto punto: el jubileo. El jubileo es lo que completa y da consumación al disfrute que, en Dios mismo, tenemos de las riquezas del Dios Triuno. Una vez que hayamos disfrutado al Dios Triuno en todas Sus riquezas y dicho disfrute tenga lugar en el propio Dios Triuno, habremos llegado a la etapa del jubileo, la cual durará por toda la eternidad.
El quinto punto consiste en comprender que tres asuntos son de crucial importancia para nosotros.
Dios mismo debe ser nuestra única meta, nuestro único objetivo. Aparte de Él, no debemos tener ninguna otra meta. No debemos ir en pos de nada que no sea Dios mismo. Nuestra meta es el Dios Triuno que fue procesado, completado y consumado para ser nuestro pleno disfrute.
Todos debemos respetar la obra que Dios acabó, la obra que Dios efectuó para nuestro bienestar y nuestro reposo. La obra de Dios ya fue realizada, y fue realizada para nuestro reposo. Por tanto, debemos tener en alta estima a Dios y la obra que Él efectuó para nuestro bienestar.
La obra de Dios tiene un resultado, y éste es Su agrandamiento, Su extensión. Este agrandamiento es el Cuerpo de Cristo, el cual es la mezcla del Dios Triuno procesado con Su pueblo escogido y redimido como una sola entidad. Esta entidad es la morada de Dios, la corporificación de Dios y la expresión de Dios. Al final, dicha entidad será la manifestación de Dios por la eternidad.
Con base en que Dios es nuestra única meta y en que respetamos Su obra consumada, nosotros obedecemos a Dios. Obedecer a Dios simplemente significa seguirle. Obedecer a Dios significa estar de acuerdo con todo lo que Él es y ha logrado. Cuando obedecemos a Dios, estamos de acuerdo con Dios y Su obra. También estamos de acuerdo con el resultado de la obra de Dios, que es Su agrandamiento. Una vez que estamos de acuerdo con Dios y le seguimos, le obedecemos espontáneamente, y al obedecerle, recibimos Su rica bendición.
Por último, debemos ver que existe la necesidad de personas que deseen y puedan disfrutar a Dios, disfrutar Su obra y disfrutar el resultado de Su obra. Si hemos de ser personas que disfrutan a Dios, Su obra y el resultado de Su obra, debemos responder a este deseo de Dios haciendo un voto. Nuestra respuesta al deseo que Dios tiene de que le disfrutemos no debe ser una respuesta ordinaria, sino muy especial. Esto significa que nuestra respuesta debe ser un voto. Debemos hacer un voto en el que le digamos a Dios que le disfrutaremos conforme a lo revelado en el libro de Levítico. Debemos decirle que deseamos disfrutarlo reverenciando Su persona, respetando Su obra y honrando el resultado de Su obra. Este voto consiste en disfrutar al Dios Triuno procesado, completado y consumado. Este Dios Triuno está corporificado en Cristo, y Cristo es uno con Su Cuerpo, el cual es Su expresión.
Todos debemos tener en alta estima a Dios, Su obra y el resultado de Su obra, seguirlo a Él, y ser personas que lo disfrutan. Para ello, debemos responder a Dios haciendo un voto. ¿Están ustedes dispuestos a hacer esto? Los invito a todos a que hagamos este voto hoy.