Mensaje 17
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Lectura bíblica: Sal. 37; Sal. 38; Sal. 39
En este mensaje queremos ver las expresiones mezcladas de los sentimientos del salmista en los salmos 37—39. El salmo 37 revela los sentimientos del salmista en su lógica acerca de los tratos de Dios con los justos y con los impíos, basado en el principio de guardar la ley. David no podía evitar el principio de guardar la ley. El salmo 37 es esencialmente una repetición ampliada del salmo 1. Puede decirse que es el salmo 1 aumentado, ampliado y explicado. El salmo 38 revela los sentimientos del salmista al sufrir los tratos de Dios, y el salmo 39 nos muestra que el salmista se daba cuenta de la vanidad de su vida.
En el salmo 37:1-2 David dijo: “No te irrites por causa de los malignos ... porque como hierba pronto se secarán, y se marchitarán como hierba verde”. Los versículos 7 y 8 dicen: “Guarda silencio ante Jehová, y espera en El. No te irrites con motivo del que prospera en su camino, por el hombre que lleva a cabo sus intrigas malignas. Deja la ira, y desecha el enojo; no te irrites; que al mal sólo conduce”.
David también dijo que uno debe confiar en Jehová, hacer el bien, apacentarse de Su fidelidad, deleitarse en Jehová y encomendar a Jehová su camino. Entonces El nos concederá las peticiones de nuestro corazón y hará resplandecer nuestra justicia como la luz y nuestro derecho como el mediodía (vs. 3-6).
Los versículos 9-40 señalan que, según el concepto de David, los malhechores serán destruidos, pero los que esperan en Jehová heredarán la tierra. David dijo: “Porque los malhechores serán destruidos, pero los que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra. Pues de aquí a poco no existirá el malo; observarás su lugar, y no estará allí” (vs. 9-10). Según la lógica de David, dentro de poco no existiría ningún impío. Si no hubiera impíos, no habría necesidad de tener la policía, las cortes ni el gobierno. Pero ése no es el caso en la tierra hoy.
Una y otra vez por todo el salmo 37, David dice que los justos heredarían la tierra y que los impíos serían cortados. Este es un principio establecido por la lógica de David según el principio de guardar la ley. Sin embargo, esta lógica es totalmente incorrecta. Tal lógica pertenece al árbol de la ciencia del bien y del mal.
En el próximo mensaje hablaremos de los salmos 40 y 41. El salmo 40 dice que Cristo vendrá para hacer la voluntad de Dios (vs. 6-8), y que la voluntad de Dios es que Cristo reemplace a todas las personas, todas las cosas y todos los asuntos. En todo el universo, Dios no quiere nada más que a Cristo. Dios quiere tener una sola persona: Cristo. Quiere que Cristo reemplace todas las ofrendas, todas las cosas, todos los asuntos y a todos los hombres.
En Gálatas 2:20a Pablo dijo: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”. Pablo indicó que había sido terminado y que había alguien más que lo podía reemplazar: Cristo. Pablo había sido crucificado y sustituido por Cristo. Cristo vivía en él. Pablo dijo lo que está en Gálatas 2:20 cuando estaba hablando de que Cristo reemplaza la ley (vs 11-21). Les dijo a los gálatas que era necio tratar de guardar la ley (3:1-3). David animaba a la gente a que guardara la ley, pero Cristo crucifica, es decir termina, a todo aquel que guarde la ley. Cristo no quiere que nadie se esfuerce para guardar la ley. Por el contrario, quiere ver que todos los que guardan la ley sean terminados por la cruz.
El concepto expresado en salmo 37 está en un extremo, y el concepto expresado en salmo 38 está en el otro. El concepto de David en este salmo contradice la lógica del salmo 37.
En Salmos 38:1-8 vemos que el castigo de Dios obliga a David a confesar sus pecados e iniquidades. David dijo que en su carne no había nada sano a causa de la ira de Dios, y que en sus huesos no había salud debido a sus pecados (v. 3). Por el lado de Dios había ira, y por el de David, pecado.
El versículo 4 dice: “Porque mis iniquidades han sobrepasado mi cabeza; como carga pesada gravitan sobre mí”. Si no nos gusta este versículo, estamos equivocados. Debemos apreciarlo al máximo.
En los versículos 5-8 se dice: “Hieden y supuran mis llagas, a causa de mi necedad. Estoy encorvado, estoy humillado en gran manera, ando enlutado todo el día. Porque mis lomos están llenos de ardor, y nada hay sano en mi carne. Estoy entumecido y molido en gran manera; rujo a causa del gemido de mi corazón”. Que uno gima indica que tiene la carga de orar sin saber qué decir. En el salmo 37 parece que David lo entendía todo y tenía palabras para orar acerca de todo. Pero en el salmo 38 lo único que pudo hacer fue rugir por causa del gemido de su corazón. A veces es posible que tengamos alguna carga y algún sentir sin saber cómo expresarlos. No sabemos cómo expresar la oración. Así que, lo único que podemos hacer es gemir y decir: “Oh Señor Jesús; oh Señor Jesús”.
En Romanos 8:26 Pablo dijo: “Y de la misma manera, también el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad: porque no sabemos orar como debiéramos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles”. La debilidad mencionada es nuestra ignorancia con respecto a cómo orar. No sabemos qué clase de oración desea Dios, ni tampoco comprendemos cómo orar, según la carga que sentimos, para ser conformados a la imagen del Hijo de Dios; así que, gemimos (v. 23). En nuestros gemidos el Espíritu también gime, intercediendo por nosotros. Principalmente intercede pidiendo que experimentemos la transformación en vida para llegar a la madurez de hijos a fin de ser totalmente conformados a la imagen del Hijo de Dios (v. 29).
Salmos 38:9-20 muestra que las circunstancias de David le obligaron a gemir delante de Dios y a declarar su iniquidad y su pecado. En el versículo 18 David dijo: “Por tanto, confesaré mi iniquidad, y me acongojo por mi pecado”. Este es un buen versículo que todos debemos apreciar. Siempre debemos decir: “Yo confieso mi iniquidad, y me acongojo por mi pecado”. Este pensamiento está en contraste con la lógica que David expresa en el salmo 37 donde dice que mientras uno sea justo y no impío, le irá bien. Pero en el salmo 38, David dijo que sufría, y declaraba su iniquidad. Este salmo es mucho más alto que el salmo 37. Sería bueno leer el salmo 38 en oración una y otra vez, aun arrodillados.
En Salmos 38:21-22 David dijo: “No me desampares, oh Jehová; Dios mío, no te alejes de mí. Apresúrate a ayudarme, oh Señor, mi salvación”. En el salmo 37 parece que David no necesitaba que Dios le salvara. Pensaba que era justo y que por eso le iría bien. Pero en el salmo 38 lo único que pudo hacer fue rugir a causa del gemido de su corazón. Por fin clamó pidiendo que el Señor le ayudara como su salvación. Le rogó a Dios que no lo abandonara sino que se apresurara a ayudarlo y a salvarlo.
Me gustaría preguntar cómo contestaría Dios a la petición de David. Cuando el apóstol Pablo le pidió al Señor que le quitara el aguijón de su carne, la respuesta del Señor fue: “Bástate Mi gracia” (2 Co. 12:9). El Señor puede decirle a David: “No voy a contestar tu oración a tu manera. Más bien, te permitiré sufrir porque cuanto más sufres, más conoces tu pecado. Cuanto más estés bajo sufrimientos, más declararás tu iniquidad, y no tu justicia, como lo hiciste en salmo 37”.
¿Cuál salmo tomaría usted como oración, el salmo 37 o el salmo 38? Todos debemos aprender a no orar en nuestra manera natural. La lógica que David expresa en salmo 37 es muy natural. Debemos abandonar nuestra lógica natural. En vez de esto, debemos aprender a orar en la revelación de Dios. Debemos aprender a orar cuando estamos bajo los tratos de Dios, en circunstancias desagradables (Sal. 38:5). Entonces seremos bendecidos, y llegaremos a ser una bendición.
Podemos decir que el título del salmo 38 puede ser “Pecado e iniquidad”, y el título del salmo 39 puede ser “El vacío y la vanidad”. El salmo 39 revela los sentimientos del salmista al comprender la vanidad de su vida. Este salmo nos muestra que somos un vacío y vanidad.
En los versículos 1-3 David dijo que atendía a sus caminos guardando con mordaza su boca.
David reconoció el vacío y la vanidad de su vida y le pidió a Dios que quitara de él Su castigo (por las transgresiones cometidas), y que apartara de él Su mirada, pues era forastero y peregrino (vs. 4-13). Siempre pensamos que somos algo o alguien, pero David fue llevado por el Señor a una situación donde reconoció que en realidad el estaba vacío y lleno de vanidad. David dijo que todo hombre es completa vanidad (v. 5). Dijo que sus días eran como palmos. Un palmo es muy corto, como de diez centímetros. David dijo que un hombre anda como una sombra, una exhibición vacía, y que la gente se afana en vano; amontona riquezas y no sabe quién los recogerá (v. 6).
Al final del salmo 39, David le pidió a Jehová que escuchara su clamor (v. 12). Pero no creo que Dios lo contestara inmediatamente. Dios guardaría a David en esa situación más tiempo para que se viera forzado a comprender su verdadera situación y condición. Necesitamos comprender que nuestra condición es pecaminosa y que nuestra situación es vanidad.
En el salmo 37 David tenía mucho que decir. Parece que en este salmo lo sabía todo y podía decirlo todo. Pero en el salmo 38 se dio cuenta de que su condición era pecaminosa, y en el salmo 39 comprendió que su situación estaba llena de vanidad. Muchos de nosotros todavía estamos en el salmo 37. En una reunión cierto hermano hizo una oración larga. En su oración parecía que lo sabía todo, lo entendía todo y podía decirlo todo. Sin embargo, una oración así mata a todos. En lugar de eso debemos ser personas que oren diciendo: “Oh Señor, no sé qué decir y no sé qué hacer. Ni siquiera sé lo que soy. Mi vida es como nada delante de Ti. Señor, ten misericordia de mí”.
Finalmente David dijo que era forastero para Dios, un peregrino, como todos sus padres (Sal. 39:12). Un forastero es uno que no sabe nada acerca del lugar donde está. En el Nuevo Testamento, todos los creyentes deben ser extranjeros y peregrinos (1 P. 1:1; 2:11) que van de paso como forasteros en esta tierra. Esto significa que todos hemos sido reemplazados por Cristo. Todos hemos sido crucificados con El. Entonces es un hecho que ya no vivimos nosotros, sino que Cristo vive en nosotros. Necesitamos ver el concepto humano en los Salmos para salir de dicho concepto y entrar en el concepto divino que se expresa en las Epístolas de Pablo.
La Biblia nos dice que la palabra del Señor es la verdad, la realidad (Jn. 17:17), y que también es la luz (Sal. 119:105). Espero que, por la verdad y la luz liberadas en estos mensajes, podamos ver lo que Dios quiere que seamos. Dios quiere que no seamos nada. El quiere que seamos reemplazados por Cristo. Por lo tanto, lo que Dios quiere lo expresó Pablo al decir: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gá. 2:20a). Cristo me ha crucificado y Cristo ha entrado en mí para reemplazarme. Ahora tengo una unión orgánica con El. El vive y obra, y yo vivo y obro con El. Cristo me reemplaza para vivir Su vida a través de mí. Este es el concepto divino de Dios según la revelación divina del Nuevo Testamento.