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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Los Salmos»
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Mensaje 19

EL DISFRUTE INTENSIFICADO QUE LOS SALMISTASTIENEN DE DIOS EN LA CASA Y LA CIUDAD DE DIOSPOR MEDIO DEL CRISTO SUFRIDO,EXALTADO Y REINANTE

(1)

LOS SALMISTAS ANHELAN A DIOS

  Lectura bíblica: Sal. 42; Sal. 43; Sal. 44

  El libro de los Salmos está compuesto de cinco libros. Hasta ahora, hemos abarcado el libro primero de los Salmos, que a su vez está compuesto de los primeros cuarenta y un salmos. En este mensaje comenzaremos nuestra comunión con el libro segundo de los Salmos. En este libro vemos el disfrute intensificado que los salmistas tienen de Dios en la casa y la ciudad de Dios por medio del Cristo sufrido, exaltado y reinante.

  Los salmos que constan en el libro primero fueron escritos principalmente por David. Sin embargo, el libro segundo contiene ocho salmos, Salmos 42—49, que fueron compuestos por los hijos de Coré. El nombre de David es glorioso en la nación de Israel, pero el nombre Coré es infame porque Coré se rebeló contra Moisés y contra Dios (Nm. 16:1-3). A pesar de esto, algunos de los descendientes de Coré compusieron varios salmos. Esto indica que en los cinco libros de los Salmos, la revelación es progresiva. Los cinco libros de los Salmos no están al mismo nivel. Los Salmos son como una escalera de cinco escalones, que nos lleva cada vez más alto en su revelación de una forma progresiva.

  El libro segundo de los Salmos empieza con el salmo 42:1 de una manera muy buena. El salmista dijo: “Como la cierva anhela las corrientes de las aguas, así suspira por Ti, oh Dios, el alma mía”. Nosotros podemos sentir la frescura del Señor en el deseo y aspiración del salmista aquí. Esto es muy diferente de lo expresado por el salmista en el salmo 1. El concepto humano del salmo 1 es que el hombre que se deleita en la ley de Dios prospera en todo. El salmista dijo que aquel que se deleitara y meditara en la ley sería como un árbol trasplantado a la vera de las corrientes de aguas (vs. 2-3). El árbol bebe agua por absorción.

  Sin embargo, en el salmo 42 el salmista dijo que su alma suspiraba por Dios, tal como la cierva anhela las corrientes de las aguas. Luego dijo: “Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?” (v. 2). El salmo 1, que es la palabra de apertura del libro primero, empieza con la ley. Pero el libro segundo empieza con Dios. ¿Cuál preferimos, la ley o Dios? ¿Nos gustaría ser como el árbol trasplantado junto a las corrientes de aguas por habernos deleitado en la ley, o como la cierva que anhela a Dios? Ciertamente no hay comparación entre Dios y la ley. Esto nos demuestra que el libro segundo de los Salmos es más elevado que el libro primero.

  Por lo tanto, tenemos que darnos cuenta de que los salmos van elevándose progresivamente en su revelación, desde el libro primero hasta el libro quinto. El libro quinto es el pico máximo de los salmos. La cumbre de este libro se expresa en la palabra ¡Aleluya!Aleluya significa alabado sea Jehová, alabado sea Dios. Entonces, el libro segundo empieza con Dios y el libro quinto termina con “Alabado sea Dios”.

  Cuando lleguemos a la Nueva Jerusalén, todos diremos: “¡Aleluya! ¡Aleluya!” Algunos me han preguntado cuál idioma usaremos en la Nueva Jerusalén. Yo no sé qué idioma hablaremos, pero probablemente diremos: “¡Aleluya! ¡Aleluya!” todo el tiempo. ¿Qué necesidad tendremos de hablar de otras cosas en aquel tiempo? Cuando estudiamos el libro de los Salmos, deberíamos alcanzar ciertos puntos donde cantaríamos “aleluya” espontáneamente. Aun al leer el salmo 1 podemos decir: “¡Aleluya! ¡Aleluya! Ya no tengo que amar la ley”.

  Es impactante que el libro segundo comience con el suspiro por Dios que exhala el salmista. Suspirar por Dios es diferente de adorar a Dios en una manera ritual y religiosa. Dios es nuestra agua viva para beber. ¿Acaso necesitamos postrarnos ante el agua? Lo que necesitamos es anhelar esta agua y luego beberla. En el versículo 1 se usa la palabra suspira. En el versículo 2 se usa sed. Mi alma suspira por Dios y tienesed de Dios. Me encantan estas dos palabras. Necesitamos tener momentos con el Señor en los cuales suspiremos por El y tengamos sed de El.

I. EL LIBRO SEGUNDO DE LOS SALMOS REVELA EL DISFRUTE INTENSIFICADO QUE LOS SALMISTAS TIENEN DE DIOS EN SU CASA, Y AUN MAS, EN SU CIUDAD, POR MEDIO DEL CRISTO SUFRIDO, EXALTADO Y REINANTE

  En el libro primero de los Salmos los salmistas se han vuelto de la ley a Cristo, y Cristo los ha traído al disfrute de Dios en Su casa y en Su ciudad. Debemos venir a Dios por medio de Cristo. Cristo es la verdadera escalera que conduce a Dios. Cristo nos dijo que El es el camino. Tomás dijo: “Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino?” (Jn. 14:5). Luego Jesús dijo: “Yo soy el camino” (v. 6). El es la verdadera escalera que lleva a Dios.

  Por lo tanto, el libro primero de los Salmos puso a los salmistas en la dirección correcta, hacia Cristo. Luego Cristo los trajo al disfrute de Dios en Su casa y en Su ciudad. Digo esto por causa de los primeros dos versículos del libro segundo, que dicen: “Como la cierva anhela las corrientes de las aguas, así suspira por Ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo” (42:1-2). Este es el disfrute de Dios. El libro segundo comienza con el disfrute directo de Dios.

  El libro segundo revela el disfrute intensificado que los salmistas tienen de Dios en Su casa y aun más, en Su ciudad, por medio del Cristo sufrido, exaltado y reinante. El libro primero no habla del disfrute de Dios en la casa de Dios y la ciudad de Dios como lo hace el libro segundo. Podemos decir, en cierto sentido, que Dios estaba sin casa al principio del libro primero. La ley no es la casa de Dios. ¿Quién es la casa de Dios? Hemos visto que la casa de Dios es primeramente Cristo como el tabernáculo y el templo (Jn. 1:14; 2:2). La primera parte del Nuevo Testamento, los Evangelios, nos dice claramente que la casa de Dios es Cristo. El era el tabernáculo de Dios. En realidad, este tabernáculo era una casa portátil. Cristo era el tabernáculo de Dios, la tienda de Dios y también el templo de Dios.

  Más tarde, Cristo se mezcló con Sus creyentes, y Sus creyentes fueron Su extensión, Su expansión. Entonces, la iglesia es la casa de Dios en la segunda etapa (Ef. 2:22). Difícilmente encontraremos un versículo en el libro primero de los Salmos que hable de la ciudad de Dios. La ciudad de Dios representa el reino de Dios. Cristo como el tabernáculo de Dios finalmente se convirtió en un reino. Cristo no puede ser rey sin dominio. Cuando el tabernáculo se expande se convierte en el templo, y el templo es la iglesia (1 Co. 3:16). La iglesia es también el reino (Mt. 16:18-19; Ro. 14:17), el Rey con el reino. El reino en los Salmos es dado a entender como la ciudad.

  Sión era la cima de la cordillera donde la ciudad de Jerusalén fue construida. Jerusalén fue construida sobre una cadena montañosa, esa cordillera tenía una cima elevada, y sobre esa cima estaba el templo. Esa cima elevada se llamaba Sión. Sobre Sión fue construido un templo, y el templo era la casa de Dios. Alrededor de ese templo estaba la ciudad de Jerusalén. Jerusalén como ciudad representa el reino de Dios. En el libro segundo el salmista comienza hablando de la ciudad. Por lo tanto, tenemos el disfrute de Dios en Su casa y en Su ciudad.

  El Dios universal está localizado en Su casa, Su morada. La casa de Dios es Cristo como el tabernáculo y templo de Dios, y la iglesia como la expansión de Cristo, el templo agrandado. Por un lado, Dios en Cristo es nuestro hogar, nuestra morada (Sal. 90:1), y por otro, nosotros, la iglesia, somos Su hogar, Su morada. Todos los pecadores incrédulos necesitan ver que si ellos están sin hogar, Dios también lo está. Cuando creemos en el Señor Jesús, volvemos a casa. Cuando entramos en esta casa, en Cristo, Dios también está en casa con nosotros. Cuando yo era joven, predicábamos el evangelio diciéndoles a los incrédulos que ellos estaban sin hogar y que no tenían descanso; y al estar ellos sin descanso y sin hogar, Dios también estaba sin hogar. Pero cuando creemos en el Señor Jesús, volvemos a casa. Cuando estamos en casa, Dios también lo está. Ya no estamos sin descanso, ni tampoco Dios.

  Muchos creyeron en el Señor por esta clase de predicación. No deberíamos meramente decirle a la gente que ellos son pecadores y que Jesús murió por ellos. Muchos han escuchado esta palabra y no están abiertos a recibirla. Sin embargo, ellos se abrirían al ver que como seres humanos están sin hogar fuera de Dios. En el libro segundo de los Salmos, Dios está en casa. Nosotros disfrutamos a Dios en Su casa. Esto quiere decir que disfrutamos a Dios en Cristo y en la iglesia. Efesios 3:21 dice que Dios es glorificado en Cristo y en la iglesia. Dios es glorificado en Su casa y en Su ciudad, en Cristo y en la iglesia.

  Los salmistas disfrutaron a Dios por medio del Cristo sufrido, exaltado y reinante. Tal Cristo es el camino para que nosotros los pecadores entremos en Dios. Ahora disfrutamos a Dios como nuestro Dios en Cristo, el hogar y en la iglesia, la ciudad. El disfrute que tenemos de Dios lo recibimos por medio de una escalera, y esta escalera es Cristo: el sufrido, el exaltado y el reinante. En el libro segundo de los Salmos se recalca el sufrimiento de Cristo, la exaltación de Cristo y el reinar de Cristo.

II. LOS SALMOS 42—49, 84, 85, 87 Y 88SON LOS ESCRITOS SANTOS DE LOS HIJOS DE CORE

  Los salmos 42—49, 84, 85, 87 y 88 son los escritos santos de los hijos de Coré. Coré fue el líder de la rebelión contra Moisés y contra Dios (Nm. 16:1-3). Después de unos cuatrocientos setenta años, en los tiempos de David, vivieron el profeta Samuel, el cantor Hemán y otros salmistas, descendientes del rebelde Coré (1 Cr. 6:31-39). Aun los descendientes de un líder rebelde fueron piadosos escritores de salmos, y alababan a Dios en sus escritos santos como constancia para las siguientes generaciones. ¡Vaya gracia!

  Es maravilloso que los descendientes de Coré escribieran algo que se convirtiera en parte de la Santa Biblia. Sus escritos santos han venido a ser una constancia para las generaciones. Ellos también fueron fieles en decir a la gente que ellos eran los hijos de Coré, aquel que se había rebelado contra Dios. Esto nos demuestra que todos los salmos fueron escritos basados sobre la gracia infinita de Dios. Los hijos de Coré eran los descendientes, los hijos, de aquel gran pecador y rebelde, Coré; sin embargo ellos se convirtieron en gente santa y escribieron salmos para alabar a Dios. Hoy en día nosotros somos como los hijos de Coré. En un sentido, aún somos pobres pecadores y rebeldes, pero podemos ser aquellos que hablan la santa Palabra.

III. SUSPIRAN POR DIOS

  El punto crucial de Salmos 42—44 es que el salmista suspira por Dios.

A. Después de que Dios los despojó

  El salmista suspiraba por Dios en un tiempo cuando él y su pueblo habían sido despojados y vencidos por las naciones vecinas.

B. Como la cierva anhela las corrientes de aguas

  El suspiraba por Dios como la cierva anhela las corrientes de aguas (Sal. 42:1-2).

C. Bajo el vituperio y la opresiónde los adversarios

  El salmista también estaba bajo el vituperio y la opresión de los adversarios (42: 3, 9b-10). Salmos 42:3 dice: “Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche, mientras me dicen todo el día: ¿Dónde está tu Dios?”

D. Recuerda el pasado glorioso y agradablecuando conducía las multitudesa disfrutar a Dios en Su casa con Su pueblo

  Por un lado, el salmista suspiraba por Dios, por otro, él recordaba el pasado glorioso y agradable cuando conducía las multitudes a disfrutar a Dios en Su casa con Su pueblo. Salmos 42:4 dice: “Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí; de cómo yo fui con la multitud, y la conduje hasta la casa de Dios, con voz de alegría y alabanza, la muchedumbre en fiesta”.

  Este es un muy agradable recuerdo del pasado. Pero me gustaría que consideráramos si hacer esto estaba bien o no. En el cautiverio del salmista, él anhelaba a Dios. Pero por lo menos en su pensamiento, en su consideración, él dejó de anhelar a Dios y fue en pos de otra cosa: el recuerdo del pasado. ¡Qué bueno fue eso, cuán glorioso fue aquello y qué agradable era! El recordó lo maravilloso que era cuando conducía a las multitudes a ascender la cima de Sión para disfrutar a Dios con el pueblo de Dios a fin de festejar juntos con El.

  Este era un cuadro agradable del pasado, pero ¿debía él recordar su pasado de esta manera mientras anhelaba a Dios? En realidad, esto era alejarse del anhelo de Dios. El debería haber permanecido en el estado de anhelar a Dios. Es posible que tengamos un tiempo con el Señor en el cual suspiramos por Dios, pero luego algún pensamiento en nosotros nos alejara de suspirar por Dios. Tal vez recordemos cuán maravillosa y placentera era la vida de la iglesia hace muchos años. Esta consideración y recuerdo de nuestro pasado nos distrae del disfrute del Señor.

  Salmos 42:4 es un buen versículo, pero se ve que allí hay una mezcla en los sentimientos del escritor de este salmo. No debería haber ninguna mezcla. En vez de eso, sólo debería haber suspiros por Dios y cánticos de “¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!” Nuestras consideraciones y pensamientos no deberían alejarnos de anhelar a Dios. No deberíamos ser distraídos de Dios por valorar nuestro pasado. Por haberse apartado de anhelar a Dios, los pensamientos del salmista que constituían sus sentimientos, fueron expresados.

E. Animados por la esperanza que tenía en Diospor la salvación de Su rostro

  El versículo 5 dice: “¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarte, por la salvación de Su rostro”. El salmista estaba animado por la esperanza que tenía en Dios por la salvación de Su rostro. El salmista animaba a su alma, o sea, se animó a sí mismo. Le dijo a su alma que no estuviera decaída sino que esperara en Dios. El dijo que seguiría alabando a Dios por la salvación de Su rostro.

  En ese momento el salmista había sido despojado de casi todo. Había perdido su casa y estaba en cautiverio. ¿Qué podría disfrutar? El podría disfrutar el rostro de Dios. El perdió su casa, su tierra y había sido despojado de su disfrute terrenal. Ahora estaba en cautiverio, pero pudo disfrutar la presencia de Dios, el rostro de Dios. El rostro de Dios se convirtió en su disfrute en el cautiverio. Sin embargo, mientras él disfrutaba la presencia de Dios al anhelar a Dios, él se distrajo con pensamientos diversos. Nosotros también somos así. En el tiempo que pasamos con el Señor es posible que estemos suspirando por El, pero que luego seamos alejados de Dios con pensamientos distrayentes.

F. Se acuerda de Dios desde lejos

  El salmista recordó a Dios desde lejos; desde la tierra del Jordán y de los hermonitas, desde el monte de Mizar, muy lejos de Sión y de Jerusalén, donde estaban la casa y la ciudad de Dios. Salmos 42:6 dice: “Dios mío, mi alma está abatida en mí; por eso me acuerdo de Ti desde la tierra del Jordán y de los hermonitas, desde el monte de Mizar”. Esto quiere decir que el salmista estaba lejos de su casa, de su tierra, de su nación. El no recordaba al Señor desde la puerta del templo ni desde la entrada a Jerusalén, sino desde muy lejos. Esto se debía a que él estaba en cautiverio. Esto ocurrió durante el tiempo cuando el pueblo de Israel, incluyendo a aquellos que servían en el templo, habían sido vencidos y capturados por sus enemigos invasores. El salmista era uno de los servidores. Los hijos de Coré eran levitas. Coré era uno de los líderes de los levitas que servían en el templo (Nm. 16:8-10). Los invasores vencieron a Israel y capturaron al pueblo; lo cual indica que el salmista estaba en una tierra muy lejana.

G. Reconoce la soberanía de Diosen su entorno

  En Salmos 42:7-9 se muestra que el salmista reconoció la soberanía de Dios en su entorno. El versículo 7 dice: “Un abismo llama a otro a la voz de sus cascadas; todas Tus ondas y Tus olas pasan sobre mí”. Algunas versiones traducen “cascadas” como “cataratas”. Esta expresión poética describe los sufrimientos por los que el salmista pasó.

  El versículo 8 dice: “Pero de día manda Jehová Su benignidad, y de noche Su cántico está conmigo, la oración al Dios de mi vida”. Desde luego, mientras él pasaba por tal sufrimiento, lo único que el salmista podía hacer era orar. En el día él disfrutaba la benignidad de Dios; en la noche él disfrutaba el cántico de Jehová que estaba con él, una oración al Dios de su vida.

  Los versículos 9 y 10 dicen: “A Dios, mi roca, digo: ¿Por qué te has olvidado de mí? ¿Por qué ando yo enlutado por la opresión del enemigo? Como quien hiere mis huesos, mis adversarios me afrentan, diciéndome todo el día: ¿Dónde está tu Dios?” Sus adversarios le preguntaban dónde estaba su Dios, siendo que él se hallaba en cautiverio.

  Todos estos pensamientos fueron traídos a colación para distraer al salmista de anhelar a Dios. Aquí vemos las expresiones mezcladas de los sentimientos del escritor. Cuando él estaba escribiendo tal salmo, toda clase de pensamientos venían a su mente, distrayéndolo de anhelar a Dios y de la salvación del rostro de Dios. En el versículo 11 él dijo: “¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, El es la salvación de mi rostro y mi Dios”.

H. Las expresiones mezcladasde los sentimientos de los salmistasen el disfrute que tienen de Diosen Su casa y en Su ciudad

  Mientras el salmista disfrutaba a Dios en Su casa y en Su ciudad, muchas cosas vinieron a sus pensamientos para distraerlo. Esto constituía una especie de sentimiento, que expresó tumultuosamente. En Salmos 43:1-2 se nos muestran las expresiones mezcladas de los sentimientos del salmista en el disfrute que tuvo de Dios en la casa de Dios y en Su ciudad.

  Suspirar por Dios y tener sed de Dios es maravilloso, admirable y bueno. Deberíamos permanecer en esto, pero perdemos el control. Los pensamientos vienen como dardos para distraernos. Estos pensamientos constituyen nuestros sentimientos, y los pronunciamos en expresiones. Expresiones mezcladas como éstas son el contenido de muchos de los salmos.

I. Pide a Dios que le dé luz y verdadpara ser guiado y conducidoal santo monte de Dios

  El salmista le pidió a Dios que le diera luz y verdad para que lo guiara y condujera al santo monte de Dios y a Sus tabernáculos, a fin de poder entrar al altar de Dios, al Dios en quien se regocija grandemente (43:3-4). Esto significa que él estaba lejos del santo monte y del templo. El pidió a Dios que le enviara luz y verdad. Cuando tenemos luz y verdad, hemos encontrado el camino, pero en ese tiempo el pueblo de Israel no tenía manera de salir del cautiverio. No tenían la manera, la guía, para volver al monte de Sión, al santo monte, para volver a la casa de Dios.

  Los salmistas que escribieron los salmos 42—44 verdaderamente amaban a Dios. Ellos anhelaban a Dios, tenían sed de Dios y deseaban volver a Jerusalén para llegar al monte de Sión a fin de alcanzar al altar. Luego podrían entrar en el templo para encontrarse con el Dios de su alegría y de su gozo. Esta es la razón por la cual ellos oraron pidiendo que Dios les diera la luz y la verdad para poder saber cómo salir de su cautiverio y volver a la morada de Dios.

J. Las expresiones mezcladasde los sentimientos de los salmistasen el disfrute que ellos tienen de Diosen Su casa y en Su ciudad

  El salmo 44 nos muestra las expresiones mezcladas de los sentimientos de los salmistas en el disfrute que tienen de Dios en Su casa y Su ciudad.

1. Valoran el pasado

  En los versículos del 1-8 los salmistas valoran la historia de sus antepasados. El versículo 1 dice: “Oh Dios, con nuestros oídos hemos oído, nuestros padres nos han contado la obra que hiciste en sus días, en los días antiguos”. Valorar el pasado era una distracción que era parte de sus sentimientos mezclados.

2. Suspiran por el presente

  Además de valorar el pasado, los salmistas suspiraban por el presente (Sal. 44:9-26). Salmos 44:9 dice: “Y con todo nos ha desechado, y nos has hecho avergonzar; y no has salido con nuestros ejércitos”. Este versículo comienza con las palabras ycontodo. Los salmistas estaban diciendo que aunque Dios había sido muy bueno y amable con sus antepasados, ahora ellos habían sido rechazados. Así que ellos, culpaban a Dios.

  El versículo 17 dice: “Todo esto nos ha venido, pero no nos hemos olvidado de Ti, ni hemos faltado a Tu pacto”. Los salmistas sostenían que aunque les habían ocurrido todas estas cosas malas, como por ejemplo, su derrota y cautiverio, no habían olvidado a Dios ni habían faltado a Su pacto. ¿Era esto cierto? En el Antiguo Testamento, especialmente en los libros de los profetas, Dios frecuentemente le dijo a Su pueblo que ellos lo habían abandonado (Jer. 2:13) y roto Su pacto (Jer. 11:10; Os. 6:7). Por lo tanto, era falso que los salmistas dijeran que no habían olvidado a Dios y que no habían faltado a Su pacto.

  Salmos 44:18 dice: “No se ha vuelto atrás nuestro corazón, ni se han desviado de Tus caminos nuestros pasos”. Dios dijo en el libro de los Profetas que el pueblo de Israel había alejado su corazón de El. ¿Quién tiene razón, la palabra de Dios o la de los salmistas? En el libro de los Profetas Dios también dijo claramente que el pueblo de Israel había dejado Su camino. A pesar de esto, los salmistas buscadores discutían con Dios de esta manera. Esto nos demuestra que no deberíamos pensar que todos los salmos son maravillosos. De nuevo necesitamos darnos cuenta de que en los salmos están tanto el concepto humano como el divino.

  Podemos ver otra vez que el anhelo de los salmistas por Dios fue interrumpido, y su sed de Dios fue quitada por todos estos pensamientos varios. Los salmistas hablaron de lo bueno que Dios había sido con sus antepasados, y de lo malo que El había sido con ellos. Ellos le dijeron a Dios que aunque El los rechazara, ellos no lo rechazarían a El. Se estaban justificando, pero ¿dónde estaba su anhelo por Dios y su sed de Dios? Habían desaparecido. Todos nosotros hemos tenido experiencias similares. Muchas veces hemos anhelado a Dios, pero después nos distrajimos con muchos pensamientos. Muy a menudo somos distraídos de anhelar a Dios y de disfrutarle.

  Espero que esto nos ayude a entender cómo estudiar el libro de los Salmos. Los versículos 1-2 y 5 del salmo 42 son muy buenos porque concuerdan con el concepto divino. Los versículos 1 y 2 hablan de anhelar a Dios y de tener sed de Dios, y el versículo 5 habla de la salvación del rostro de Dios. Igual que los salmistas, tal vez lo hayamos perdido todo, habiendo sido despojados de todo, pero no hemos perdido a Dios. Aunque tal vez lo hayamos rechazado a El, no lo hemos perdido. Su presencia está con nosotros, y esa presencia es Su rostro. Su rostro es nuestra salvación.

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