Mensaje 34
Lectura bíblica: Sal. 85; Sal. 86; Sal. 87; Sal. 88; Sal. 89
En este mensaje abarcaremos los salmos del 85 al 89. A fin de poder entrar en el significado intrínseco de estos cinco salmos, necesitamos ver que la meta del libro de los Salmos es hacer volver al pueblo de Dios de muchas cosas que ellos consideran positivas y dirigirlos a Cristo. Por ejemplo, los salmos 1 y 2 muestran que debemos volvernos a Cristo de ciertas cosas que a nuestros ojos parecen positivas. De los cinco salmos que veremos en este mensaje, tres de ellos (Sal. 85, 86, 88) nos muestran un trasfondo especial y los otros dos (Sal. 87, 89) nos muestran la manera de seguir adelante a partir de este trasfondo.
El trasfondo de los salmos 85, 86 y 88 incluyen tres cosas: la restauración del pueblo de Dios, la salvación personal y el ser librado de los sufrimientos. A través de los siglos, el pueblo de Dios ha orado por avivamiento, por restauración corporativa. También el pueblo de Dios se ha preocupado por la salvación personal, no sólo de la perdición eterna, sino también de muchas cosas molestas y de los enredos de la vida diaria. Además, todos los cristianos oran por sus sufrimientos, pidiéndole a Dios que los libre de ellos. A nuestros ojos estas tres cosas son positivas, pero a los ojos de Dios no lo son.
Los salmos 87 y 89 presentan a Cristo con los santos de Dios, la casa de Dios, la ciudad de Dios y la tierra de Dios. El Cristo revelado en estos salmos está en contraste con la restauración del pueblo de Dios, la salvación personal y el ser librado de los sufrimientos mencionados en los salmos 85, 86 y 88. Por esta razón he titulado a este mensaje “Cristo en contraste con la restauración del pueblo de Dios, la salvación personal y el ser librado de los sufrimientos”. En la actualidad a muchos cristianos no les interesa nada que esté relacionado con Dios. Si realmente tienen interés, su mayor preocupación es principalmente la restauración, la salvación personal y el ser librados de los sufrimientos.
Pasemos ahora a los salmos del 85 al 89 y mirémoslos uno por uno.
En el salmo 85 vemos que los hijos de Coré buscan la restauración de Israel. En el versículo 4 el salmista ora: “Restáuranos, oh Dios de nuestra salvación, y haz cesar Tu indignación contra nosotros”. En el versículo 6 él pregunta: “¿No volverás a darnos vida, para que Tu pueblo se regocije en Ti?” En los versículos del 8 al 11 el salmista escribe acerca de que Jehová hable paz con Su pueblo, acerca de Su salvación, que está cerca de los que le temen, y acerca de la gloria, la benignidad, la verdad y la justicia. Los versículos 12 y 13 concluyen: “Ciertamente Jehová dará el bien, y nuestra tierra dará su fruto. La justicia irá delante de El, y Sus pasos nos pondrá por camino”.
Esta búsqueda de la restauración de Israel estaba basada en la promesa que Dios dio a los antepasados de Israel de darles a sus descendientes la tierra, la paz y muchas otras cosas buenas. Sin embargo, los hijos de Coré tuvieron la experiencia del castigo de Dios, de la desolación y de la degradación del pueblo de Dios. Por lo tanto, en su búsqueda, como lo narra este salmo, ellos oraron por la restauración. Ciertamente esto era bueno e importante, pero necesitamos ver qué es lo que Dios dirá acerca de eso.
El salmo 86 trata acerca de la búsqueda de David de su salvación personal. Al leer este salmo debemos prestar atención especial a los versículos 2, 11-13 y 15-16. En el versículo 2 David oró: “Guarda mi alma, porque soy piadoso; salva Tú, oh Dios mío, a Tu siervo que en Ti confía”. En el versículo 16 él dijo: “Mírame y seme propicio; da Tu poder a Tu siervo, y guarda al hijo de Tu sierva”. La búsqueda de David de su salvación personal era importante; no obstante, sólo era importante en sí misma para un fin más elevado. Podemos usar como ejemplo el acto de comer. Comer es importante no por el hecho en sí sino por una razón más importante. De la misma forma, es importante ser salvo, pero la salvación tiene un fin más elevado, y no es un fin en sí misma.
Mientras que el salmo 85 habla de que los hijos de Coré buscan la restauración, y el salmo 86 habla de que David busca la salvación, el salmo 87 muestra que Dios desea a Sion con Cristo. Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, Sion siempre implica la casa de Dios y la ciudad de Dios. “Sion” es un título poético para la iglesia en un sentido universal y también local (He. 12:22; Gá. 4:22). Por lo tanto, Sion representa la iglesia universal y localmente. La Sion celestial es el lugar de descanso final para los vencedores (Ap. 14:1).
El salmo 87 hace referencia primero al cimiento de Sion, que se llama “Su (de Dios) cimiento” (v. 1). El cimiento divino, que tipifica a Cristo como único cimiento de Dios para la edificación de Su casa, la iglesia (1 Co. 3:11), está construida en “los montes santos”, que tipifican las iglesias locales. Jerusalén fue edificada sobre estos montes santos, y de entre estos montes el pico más elevado es aquel en el que se construyó a Sion, que tipifica la iglesia.
En Salmos 87:2 dice: “Ama Jehová las puertas de Sion más que todas las moradas de Jacob”. Las puertas sirven para entrar y salir, lo cual da a entender comunión. El hecho de que la Nueva Jerusalén tendrá doce puertas indica que la ciudad santa de Dios estará llena de comunión.
Hace poco, por causa de la comunión entre las iglesias, el Señor nos llevó a la práctica de agruparnos y mezclarnos. Sin embargo, algunos santos sólo se interesan por la jurisdicción de su iglesia local, y no quieren que nadie venga a ellos y toquen algo relacionado con su iglesia local. Esto significa que ellos cierran las puertas. Según las palabras del hermano Nee, ellos hacen de su iglesia local una “iglesia autóctona” y un “pequeño imperio”. Esto no es Sion, pues Sion tiene muchas puertas para la comunión.
El salmo 87 revela a Cristo con los santos como casa de Dios para la ciudad de Dios y para que Dios gane toda la tierra. Los versículos 5 y 6 dicen: “Y de Sion dirá: éste y aquél han nacido de ella, y el Altísimo mismo la establecerá. Jehová contará al inscribir a los pueblos: éste nació allí”. Las palabras “éste y aquél” que nacen en Sion muestran que Sion está llena de santos. El versículo 6 nos dice que “Este” (Cristo, el Unico) nació allí. Cristo mismo y todos los santos nacieron en Sion.
A parte de los que nacieron en Sion, el salmo 87 habla de la gente nacida en otros cinco lugares: Rahab, Babilonia, Filistea, Tiro y Cus. “Rahab” es un título poético que se refiere a Egipto. En la Biblia Egipto representa un lugar lleno de recursos, un lugar donde es fácil progresar y donde uno puede hacerse una fortuna para su disfrute. Cuando había hambre en Canaán y escaseaba la comida, la gente iba a Egipto, una tierra de riquezas, lo cual implica el mundo actual.
Babilonia era famosa por su gloria y sus logros humanos. Era la continuación de Babel, donde el hombre se esforzaba por glorificarse a sí mismo y construyó una torre que se erguía hacia el cielo. Nabucodonosor, rey de Babilonia, edificó un imperio grande y poderoso, un monumento a la gloria y los logros humanos.
Filistea estaba muy cerca a la tierra santa. Según la Biblia, los filisteos eran hábiles en manipular las cosas santas de una manera humana. Cuando ellos capturaron el arca de Dios y la llevaron a su país, ellos se ingeniaron una manera de transportarla. Al haber tenido contacto con la tierra santa y aprendido acerca de las cosas de la tierra santa, los filisteos aprendieron a manipular las cosas santas conforme a la sabiduría humana. En la actualidad hay mucha gente que no está metida en las cosas santas pero se acercan bastante a ellas y tienen su manera humana de manipularlas.
Según la Biblia y la historia, Tiro era un país de comerciantes, de mercaderías y de una civilización avanzada. Su tráfico comercial era su gloria. Existen muchos “Tiros” hoy sobre la tierra.
Por último tenemos a Cus (Etiopía). Cus era un lugar de donde la gente venía para aprender acerca de la tierra santa. Por ejemplo, la reina de Saba vino de Etiopía para oír a Salomón. El eunuco etíope, en Hechos 8, también vino a la tierra santa para aprender. Así, en la historia Cus, o Etiopía, también ha tenido un nombre y una reputación.
La gente de estos cinco lugares representa toda la gente de la tierra. La gente de estos cinco lugares se jactaba de sus “gigantes”, diciendo: “Este nació allá” (v. 4b). Egipto podía decir que los faraones habían nacido en Egipto, y Babilonia podía decir que Nabucodonosor había nacido en su suelo. Pero ¿qué dice Dios acerca de Sion? El declara: “Este y aquél han nacido en ella”. Moisés, Josué, David, Elías, Pedro, Pablo, Lutero, Calvino, Wesley, Zinzendorf, Darby, Watchman Nee, y muchos otros, nacieron en Sion. Finalmente, el Unico, Cristo, quien es la totalidad de todos los santos como el que es todos los santos y está en todos los santos (Col. 3:11), nació allí. Esta es la contabilidad de Dios, la crónica de Dios, referente a Sion.
No todos los santos nacidos en Sion son famosos. Al contrario, entre los cantores y tañedores (v. 7), hay muchos desconocidos. Tal vez nosotros seamos los desconocidos hoy, pero podemos cantar y alabar al Señor, diciendo de Sion, la ciudad de Dios: “Todas mis fuentes están en ti”. Dejemos que Egipto se jacte del Nilo, y Babilonia del Eufrates. Ellos no tienen las fuentes, pero nosotros los que estamos en Sion sí las tenemos.
En el salmo 88 tenemos a Hemán, hijo de Coré, que busca ser librado de los sufrimientos. En los versículos del 14 al 17 el salmista dice: “¿Por qué, oh Jehová, desechas mi alma? ¿Por qué escondes de mí Tu rostro? He estado afligido y a punto de morir desde mi juventud; he llevado Tus terrores y estoy abatido. Sobre mí han pasado Tus iras, y me han aniquilado Tus terrores. Me han rodeado como aguas todo el día; a una me han cercado”. Hay muchos cristianos en la actualidad, como Hemán, que sufren, y para ellos no hay nada más importante que ser librados de los sufrimientos.
El salmo 89, especialmente los versículos 3-4, 19-29 y 34-37, revela la intención que Dios tiene para con Cristo, Su Ungido, de que posea toda la tierra. Este salmo, igual que el 88, es la oración del santo, pero en contraste con la oración del salmo 88 donde se pide liberación de los sufrimientos, la oración del salmo 89 se refiere a Cristo, el Unico. A Dios sólo le interesa Este, el que nació en Sion, no nuestros sufrimientos.
El Unico en la crónica de Dios del salmo 87 ha venido a ser el Ungido, el Santo de Dios, el Poderoso de Dios, en el salmo 89. El se ha convertido en el Primogénito y “el más alto de los reyes de la tierra” (v. 27). Su trono será como el sol delante de Dios; será establecido para siempre como la luna (vs. 36-37). Dios establecerá Su descendencia para siempre y “Su trono como los días de los cielos” (v. 29). Dios extenderá el territorio de este Unico para que posea toda la tierra, poniendo “Su mano sobre el mar, y sobre los ríos Su diestra” (v. 25). Yo creo que se refiere al mar Mediterráneo, el centro de la tierra habitada. La palabra “ríos” quiere decir que toda la tierra pertenecerá a Cristo. Las partes de la tierra están representadas por sus ríos, tales como Egipto por el Nilo y Babilonia por el Eufrates. Que el territorio de Cristo se extienda a todos los ríos, significa que Cristo poseerá todas las partes de la tierra y que El poseerá así toda la tierra.
El salmo 89 es un salmo largo que revela que a Dios no le interesa nada más que Cristo como el Poseedor único de toda la tierra. Sin embargo, nosotros damos importancia a ciertas cosas espirituales: restauración, salvación personal, liberación de los sufrimientos; como muy positivas. Pero si descuidamos a Cristo, sufriremos una gran pérdida. Nuestra búsqueda y oración no tocarán el corazón de Dios porque el corazón de Dios está inclinado sólo a Cristo con Sion, donde hay muchos santos cuyo único interés es la casa de Dios y la ciudad de Dios, con el fin de que Cristo posea toda la tierra.
El deseo de Dios es este Cristo que nació en Sion con muchos santos para el beneficio de la casa de Dios y la ciudad de Dios, para que Dios pueda ganar toda la tierra. Esta es la economía de Dios. A Dios no le interesan la restauración, la salvación personal ni la liberación de los sufrimientos como a nosotros. A Dios no le interesa el tipo de restauración o de salvación que buscamos para nosotros mismos. Dios salva a la gente para Su economía. Dios salva al hombre para Su Cristo, para Su Sion, y para Su casa y Su ciudad a fin de que un día gane toda la tierra por medio de Cristo con Sus vencedores. Esto es lo que Dios busca.
En el Libro Tercero de los Salmos hay cinco salmos sobresalientes.
El salmo 73 revela a Dios como nuestra única porción. Ahí el salmista declara: “¿A quién tengo yo en los cielos sino a Ti? Y fuera de Ti nada deseo en la tierra” (v. 25).
El salmo 80 revela a Cristo como Aquel que tiene la preeminencia. En el versículo 17 el salmista ora: “Sea Tu mano sobre el varón de Tu diestra, sobre el hijo de hombre que para Ti fortaleciste”. Este salmo revela que Cristo tiene la preeminencia en todo el universo.
El salmo 84 revela a Cristo como la casa de Dios con los dos altares para “los gorriones” y “las golondrinas”, o sea, para los débiles. Podemos ser “gorriones” y “golondrinas” débiles, pero disfrutamos al Dios Triuno encarnado con los dos altares como Su gran consumación.
El salmo 87 revela a Sion con Cristo, cómo es amado por Dios. Esto se refiere a la iglesia con Cristo y con tantos santos amados por Dios, pues Sion será la casa de Dios y también la ciudad de Dios como el reino para que Dios pueda ganar toda la tierra.
El salmo 89 revela a Cristo como el Ungido de Dios que posee toda la tierra, con Su territorio, el cual se extiende desde el mar hasta los ríos.
De los diecisiete salmos del Libro Tercero de los Salmos, estos cinco son sobresalientes, pues nos muestran a Cristo, los santos, la casa de Dios y la ciudad, la iglesia local y universal llena de puertas, llena de comunión, para que Dios se pueda mover para así cumplir Su economía eterna. Este es el significado intrínseco del Libro Tercero.
Finalmente, estos cinco salmos sobresalientes del Libro Tercero muestran al Dios Triuno procesado y consumado como el disfrute todo-inclusivo de Su pueblo escogido en el Cristo encarnado, crucificado, resucitado y exaltado. El Dios Triuno procesado y consumado se revela en los Salmos, y el disfrute del pueblo escogido de Dios también se revela allí. Su disfrute está en el Cristo encarnado, crucificado, resucitado y exaltado. Estas cuatro cosas referentes a Cristo (Su encarnación, Su crucifixión, Su resurrección y Su exaltación) son reveladas repetidas veces en los Salmos. El único interés de Cristo es el cumplimiento de la economía de Dios para que podamos disfrutar en plenitud al Dios Triuno procesado y consumado.