Mensaje 42
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Lectura bíblica: Sal. 128; Sal. 129; Sal. 130; Sal. 131; Sal. 132; Sal. 133; Sal. 134
En el mensaje anterior abarcamos los ocho primeros Salmos de ascensión. En este mensaje consideraremos los siete restantes, los salmos 128 al 134.
La secuencia de estos siete salmos es muy importante. El salmo 128 habla de la bendición de Jehová para con Israel desde Sion y la prosperidad de Jerusalén en el disfrute de Israel. El salmo 129 se refiere a la justicia de Dios para con los que persiguen a Israel y los que aborrecen a Sion. Sobre la faz de la tierra existe un pueblo escogido por Dios como Sus elegidos, y este pueblo siempre ha sido perseguido. Hoy en día, lo mismo se aplica a los creyentes, quienes pueden ser perseguidos por predicar el evangelio y enseñar tocante a la Biblia. Además, Sion, el monte más alto de ese grupo de montañas, tipifica a los vencedores en la iglesia, los más elevados de los creyentes. Tal como Sion fue aborrecido, así también los vencedores son aborrecidos. Pero Dios trata con justicia a los que persiguen a Israel y aborrecen a Sion. Israel es el elegido de Dios, y Dios se hace cargo de los que persiguen a Su pueblo, pero esto no significa que Israel sea perfecto y sin pecado. Al contrario, Israel tiene muchos pecados e iniquidades. Por eso, en el salmo 130 tenemos un salmo de perdón y redención.
El salmo 131 indica que después de experimentar el perdón de Dios, llegamos a ser humildes. Antes de ello éramos orgullosos y altaneros, y pensábamos que sólo nosotros teníamos la razón y que los demás estaban equivocados. Sin embargo, luego de ser iluminados con respecto a nuestra verdadera situación, hacer una confesión cabal y recibir el perdón de Dios, nos volvemos humildes. Humillamos nuestro corazón, bajamos nuestros ojos, y nuestra alma se calma como “como un niño destetado en el regazo de su madre” (v. 2). Muchas veces he tenido esta experiencia, he comprendido que no soy nada, que no tengo nada, y que no puedo hacer nada. Cuando nuestro corazón se humilla y nuestra alma se calma, estamos en una condición que le permite a Dios venir a descansar. En tal situación Dios puede tener un lugar de reposo, una morada. Sin embargo, cuando somos orgullosos y nuestros ojos son altivos, Dios no tiene reposo, no tiene morada, en nosotros. Solamente cuando somos humildes, serenos y tranquilos, la condición es adecuada para que Dios se levante, entre en nosotros y nos tome como Su lugar de reposo. De este modo Sion viene a ser la habitación de Dios, Su lugar de reposo, tal como se revela en el salmo 132.
Luego, el salmo 133 nos muestra que Sion es el único lugar donde los hermanos pueden reunirse en unidad. Sion es el centro de unidad. En cualquier otro lugar estamos dispersados y divididos. Cuando Dios tiene Su lugar de reposo, Su morada, en Sion, podemos venir a El en Sion y morar allí en unidad con los hermanos. ¡Qué bueno y delicioso es esto! Es como el buen óleo, que tipifica la unción, sobre Aarón, y también es como el rocío de la mañana, el cual tipifica la gracia, la cual desciende desde el monte Hermón hasta los montes de Sion. Esto significa que, como el pueblo de Dios, necesitamos la unción y el rocío. Además, en Sion Dios tiene un lugar a donde puede mandar Su bendición. Por lo tanto, en Sion, recibimos la bendición enviada por Dios, la vida eterna.
Finalmente, en el salmo 134 los hijos de Israel primero exhortan a los sacerdotes a que alaben a Dios por las noches, y después los bendicen. Por lo regular los sacerdotes enseñaban y bendecían a los hijos de Israel, pero aquí los hijos de Israel enseñan y bendicen a los sacerdotes. Esto indica que los hijos de Israel llegaron a ser más altos que los sacerdotes.
La secuencia de los salmos 128 al 134 es lógica y razonable. Nosotros disfrutamos la bendición que Dios envía desde Sion y la prosperidad de Jerusalén, y luego Dios se encarga de los que nos persiguen y nos aborrecen. Sin embargo, somos pecaminosos y necesitamos el perdón de Dios. Cuando recibimos Su perdón, nos volvemos humildes, calmados y serenos y Dios viene a reposar, a morar, en nosotros. Luego subimos a El para morar en unidad. Como resultado, venimos a ser el monte Sion; es decir, llegamos a ser los más elevados, incluso más elevados que los sacerdotes.
Ahora que hemos visto la secuencia de estos siete salmos, consideremos cada salmo en particular.
El salmo 128 es la alabanza de un santo al subir a Sion, con respecto a la bendición que Jehová envía a Israel desde Sion (que representa a los vencedores en las iglesias) y a la prosperidad de Jerusalén (que representa a la iglesia como el reino de Dios) en el disfrute de ellos. Esto indica de nuevo cuan preciosas son Sion y Jerusalén en las experiencias y las alabanzas de los santos.
“Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, que anda en sus caminos. Comerás el trabajo de tus manos, bienaventurado serás, y te irá bien” (vs. 1-2). Ellos comerán y tendrán paz. La comida y la paz son dos elementos básicos para nuestra vida diaria. Si nos falta comida, no tendremos paz.
Según el versículo 3, sus mujeres serán como vides que llevan fruto en las partes más interiores de la casa, y sus hijos serán como plantas de olivo alrededor de sus mesas. Así será bendecido el hombre que teme a Jehová (v. 4).
Jehová los bendecirá desde Sion y ellos verán la prosperidad de Jerusalén todos los días de su vida. También verán a los hijos de sus hijos bajo la paz de Dios sobre Israel (vs. 5-6).
El salmo 129 es la alabanza de un santo al subir a Sion, con respecto a los que persiguen a Israel y a los que aborrecen a Sion. Aquí, Israel representa a los creyentes neotestamentarios, y Sion representa a los vencedores en la iglesia. Cuanto más amemos al Señor Jesús, más seremos aborrecidos. En algunos casos, ha habido padres que han aborrecido a sus hijos por causa de que sus hijos amaban mucho al Señor Jesús.
Muchas veces los perseguidores han atribulado a los creyentes desde el comienzo de su vida cristiana, mas no prevalecieron contra ellos. Los perseguidores araron como aradores sobre la espalda de los creyentes, haciendo largos surcos; pero Jehová es justo y corta las coyundas de los perseguidores malvados (vs.1-4).
Todos los que aborrecen a Sion serán avergonzados y vueltos atrás como hierba sobre los tejados, que se seca antes que crezca, sin multiplicación en gavillas para el segador (vs. 5-7), ellos no tendrán bendición de los que pasan, diciendo: “Bendición de Jehová sea sobre vosotros; os bendecimos en el nombre de Jehová” (v. 8). Esta es la manera en que Dios trata con los perseguidores y aborrecedores.
En el salmo 130 vemos la manera en que Dios trata a Su pueblo escogido. Este salmo es la alabanza de un santo al subir a Sion, por haber perdonado Dios a Israel y por haberle redimido de su iniquidad. No somos mejores que los perseguidores y aborrecedores. Necesitamos el perdón de Dios.
El salmista clamó a Jehová, orando que Sus oídos estuvieran atentos a su voz y a sus súplicas (vs. 1-2). Luego el salmista dijo: “Jehová, si Tú tuvieras en cuenta las iniquidades, ¿quién, oh Señor, podría permanecer?” (v. 3).
Casi todas las mañanas comienzo así mi oración: “Señor, gracias que has perdonado todas mis transgresiones, errores y fracasos. Señor, te agradezco también porque me has purificado de toda inmundicia con Tu sangre purificadora”. No tengo otra manera de comenzar mi oración, porque me doy cuenta de que cada día mis imperfecciones necesitan el perdón de Dios y mi inmundicia necesita Su purificación.
“Pero en Ti hay perdón para que seas temido” (v. 4). Cuanto más nos perdona el Señor, tanto más le tememos.
En los versículos 5 al 8 el salmista habla de esperar al Señor más que los centinelas a la mañana y de tener nuestra esperanza en El y en Su palabra por Su abundante redención, la cual redimirá a Israel de todas sus iniquidades.
El salmo 131 es la alabanza de un santo al subir a Sion, con respecto a su corazón humilde y a su alma callada delante de Jehová.
En el versículo 1 el salmista dice que su corazón no es soberbio, ni sus ojos altivos. También dice que no anda en grandezas ni en cosas demasiado sublimes para él. Ciertas cosas son muy grandes y sublimes para nosotros, y no debemos ir tras ellas.
El salmista dice también que calmó y acalló su alma dentro de él, como un niño destetado en el regazo de su madre (v. 2). El había sido destetado, o despojado, de todo, excepto del Señor.
Luego, el salmista aconseja a Israel, el pueblo escogido de Dios, que espere en Jehová desde ahora y para siempre (v. 3). Cuando llegamos a ser como el salmista, humildes, calmados, serenos, y destetados, podemos aconsejar a otros que esperen en Dios.
El salmo 132 es la alabanza de un santo al subir a Sion, con respecto a la habitación de Jehová y al reposo en Sion por medio de David, (un tipo de Cristo), Su ungido.
En el versículo 1, el salmista le pide a Jehová que se acuerde de todas las aflicciones de David, las cuales tipifican todas las aflicciones de Cristo.
Los versículos 2 al 5 nos muestran que David deseaba la habitación de Dios (cfr. 69:9a). David juró a Jehová y prometió al Fuerte de Jacob que no entraría en la tienda que habitaba, que no subiría al lecho de su estrado, y que no daría sueño a sus ojos ni adormecimiento a sus párpados, hasta que hallara “lugar para Jehová, tabernáculo para el Fuerte de Jacob” (132:5). Aquí, “tabernáculo” significa habitación.
David buscó el arca, y la encontró en Jaar. Después deseó que Jehová se levantara y entrara en Su arca al lugar de Su reposo en Sion (vs. 5-9; 13). Hoy día, este lugar de reposo es los vencedores en las iglesias.
En los versículos 14 al 18 está el hablar de Jehová en cuanto a Sion. “Este es para siempre el lugar de mi reposo; aquí habitaré, porque la he querido” (v. 14). Espero que un día Dios le diga a usted lo mismo. Jehová continúa y dice que bendecirá abundantemente la provisión de Sion, y saciará de pan a sus pobres, que vestirá de salvación a sus sacerdotes, que sus santos darán voces de júbilo, que allí hará retoñar el poder de David, que ha dispuesto lámpara a Su Ungido, que vestirá de ignominia a los enemigos de Su Ungido y que sobre El resplandecerá Su corona.
En este salmo tenemos siete puntos relacionados con los vencedores: el reposo, la habitación, el alimento, el vestido, el poder, la lámpara encendida, y la corona resplandeciente. Estos puntos son los más elevados de la vida de la iglesia. Cuando estamos en lo más alto de la vida de la iglesia, tenemos reposo con Dios, la habitación, y el alimento. Sin embargo, cuando Dios no tiene dónde morar, tampoco nosotros tenemos dónde morar. Cuando El no está satisfecho, tampoco nosotros lo estamos. Pero cuando Dios reposa y mora en Sion, tenemos abundante alimento. Además, tenemos buen vestido, el poder, la lámpara y la corona. Esta es la mejor vida de iglesia. Esta es la situación de los vencedores en Sion, la cima más alta del monte de Dios.
El salmo 133 es la alabanza de un santo al subir a Sion, con respecto a la bendición que Jehová manda por habitar los hermanos juntos en unidad. Antes de llegar al salmo 133, debemos llegar al salmo 132. Esto significa que si Dios no reposa y mora en Su habitación, no tenemos lugar dónde reunirnos. No tenemos Sion, no tenemos centro dónde reunirnos. Cuando Sion es edificado y cuando Dios reposa allí y mora en Jerusalén, entonces tenemos un lugar donde podemos reunirnos, donde podemos morar juntos en unidad. Si esta es nuestra situación en las reuniones de la iglesia, disfrutaremos la bendición que Dios manda.
“¡Mirad, cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en unidad!” (v. 1). Creo que la frase “cuán bueno” se refiere al óleo mencionado en el versículo 2 y “cuán delicioso” se refiere al rocío mencionado en el versículo 3.
“Es como el buen óleo sobre la cabeza, el cual descendió sobre la barba, la barba de Aarón, y bajó hasta el borde de sus vestiduras” (v. 2). Que el aceite descendiera desde la cabeza hasta el borde de las vestiduras, significa que la Cabeza y el Cuerpo, Cristo y la iglesia, están bajo la unción del buen óleo de Dios.
El versículo 3a dice que es como “el rocío de Hermón, que descendió sobre los montes de Sion”. El viento del norte hacía que el rocío descendiera desde Hermón hasta los montes de Sion. Este rocío tipifica la gracia fresca y refrescante de Dios. Tal rocío, tal gracia, nos riega.
“Porque allí mandó Jehová bendición: La vida eterna” (v. 3b). Creo que al decir “vida eterna” el salmista pensaba en una vida larga. Sin embargo, en nuestra interpretación, entendemos que aquí la palabra “vida” no significa una vida larga, sino vida eterna. Mientras habitamos juntos en la vida de la iglesia, disfrutamos la vida eterna que El nos manda como bendición. En esto consiste la vida de la iglesia.
En el salmo 132 tenemos la vida de la iglesia, y en el salmo 133 tenemos el modo de vivir de la iglesia. El modo de vivir de la iglesia es el modo más elevado de vivir: un modo de vivir en el cual los hermanos habitan juntos en unidad. Tal modo de vivir hace que Dios nos bendiga con el buen óleo y con el rocío fresco.
Al final de los Salmos de ascensión, el salmo 134 es la alabanza de un santo al subir a Sion, con respecto al mandato y la bendición de los hijos de Israel a los sacerdotes que prestan servicio en la casa de Dios. Este salmo indica que el pueblo más alto, los que están en Sion, pueden bendecir y enseñar a todos.
“Bendecid a Jehová, vosotros todos los siervos de Jehová, los que estáis de pie en la casa de Jehová por las noches. Alzad vuestras manos en el santuario, y bendecid a Jehová” (vs. 1-2). Este es el mandato de los hijos de Israel a los sacerdotes que prestan servicio. Aunque estos sacerdotes prestan servicio en la casa de Dios, ellos están más abajo que los de Sion. Por lo tanto, los de Sion pueden dar tal mandato a estos siervos de Jehová.
“Jehová, que hizo los cielos y la tierra, te bendiga desde Sion” (v. 3). Aquí vemos que la bendición viene desde Sion, es decir, desde el pueblo más alto. Si usted lee la historia de la iglesia, verá que en cada era y siglo la bendición de Dios ha llegado a la iglesia por causa de los vencedores. Siempre que haya vencedores, habrá bendición de Dios. Dios siempre bendice a Su pueblo desde Sion, desde la cumbre más alta, desde aquellos que han llegado a la cima, la posición de los vencedores. Desde esta posición Dios bendice a todo Su pueblo.