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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Los Salmos»
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Mensaje 9

EL CONCEPTO DE DAVID ACERCA DEL HOMBREY ACERCA DEL REINADO DE DAVID DELANTEDE DIOS BASADO EN LA OBSERVANCIA DE LALEY Y EL PRINCIPIO DEL BIEN Y DEL MAL

  Lectura bíblica: Sal. 17; Sal. 18; Sal. 19; Sal. 20; Sal. 21

  En este mensaje hablaremos de los salmos 17—21. Podemos decir que estos cinco salmos son muy parecidos. El sabor, el gusto, el espíritu y la actitud en estos salmos son iguales.

  En el mensaje anterior vimos las líneas, los principios y el espíritu de la Biblia. Las dos líneas de la Biblia son la línea del árbol de la ciencia del bien y del mal y la línea del árbol de la vida. Vimos que Caín estaba en la línea del conocimiento y que Abel estaba en la línea de la vida. Nosotros podemos estar en el grupo de Caín o en el grupo de Abel.

  En el salmo 1 no hay indicación alguna de que David estuviese en el grupo de Abel. En ese salmo todos los aspectos y todos los puntos indican que David permanecía al lado de Caín en la línea del conocimiento. Sin embargo, en los primeros dieciséis salmos también hubo tres situaciones en las cuales David estaba en el grupo de Abel en la línea de la vida. Estas tres situaciones son el salmo 2, el salmo 8 y el salmo 16. Estos salmos son extraordinarios y grandiosos en cuanto a la revelación del secreto tocante a la centralidad y la universalidad de Cristo en la economía de Dios. Después de los primeros dieciséis salmos, podemos ver que David tuvo cierto progreso y mejoró en su concepto.

  En Salmos 17—21 David se apartó varias veces de la línea del conocimiento. En esos salmos, David gustó al menos un poco de la línea de la vida. Salmos 22—24 componen la cuarta estación de la línea de la vida en los salmos. Estos tres salmos nos revelan a Cristo. El salmo 22 revela la muerte de Cristo, el salmo 23 hace ver cómo Cristo pastorea en Su resurrección y el salmo 24 muestra que Cristo será el Rey vencedor que viene en la era de la restauración.

  Salmos 17—21 muestra el concepto de David con respecto a dos cosas: acerca del hombre ante Dios y acerca del reinado de David delante de Dios. Tal concepto estaba basado en la observancia de la ley y en el principio del bien y del mal. Podemos ver esto a la luz de la revelación divina en la Biblia, particularmente en el Nuevo Testamento.

  La revelación divina de la Biblia es progresiva. En Gálatas 2:20 Pablo dijo: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”. En Filipenses 1:21a Pablo dijo: “Porque para mí el vivir es Cristo”. Estos versículos revelan un gran paso en el progreso de la revelación divina. En la totalidad de los treinta y nueve libros del Antiguo Testamento, no es posible encontrar una sola palabra tocante a que Cristo viva en nosotros ni tocante a que nosotros podamos vivir a Cristo. El concepto de David en el salmo 1 era que aquel que medita en la ley es bienaventurado, pero Pablo dijo: “Para mí el vivir es Cristo”. Querer recibir alguna bendición en el salmo 1 equivale a ser rudimentario y atrasado. Nuestro entendimiento de la revelación divina debe ser progresivo.

  En el Antiguo Testamento no es posible ver las misteriosas expresiones de Pablo. Esto se debe a que el ministerio de Pablo tenía la meta de complementar la palabra de Dios, el misterio tocante a Cristo y la iglesia (Col. 1:25-26). Si las catorce epístolas de Pablo fueran quitadas de la Biblia, no conoceríamos la economía de Dios (1 Ti. 1:4), el misterio de Dios, Cristo (Col. 2:2), ni el misterio de Cristo, la iglesia (Ef. 3:4; 5:32). No hay versículo alguno en el Antiguo Testamento que diga: “Para mí el vivir es Cristo”. Al estudiar Salmos, debemos hacerlo a la luz de la plena revelación de la economía neotestamentaria de Dios.

I. EL CONCEPTO DE DAVID ACERCADEL HOMBRE DELANTE DE DIOS

  En Salmos 17—19 vemos el concepto de David tocante a un hombre delante de Dios.

A. La mejoría en el concepto de David

  El salmo 17 muestra una mejoría en el concepto de David. El concepto de David mostró una mejoría, ya que él pasó de hablar de su justicia (vs. 1-6) a hablar de las maravillosas bondades de Dios y a pedir que Dios lo escondiese bajo la sombra de Sus alas (vs. 7-9). En el versículo 3 David dijo: “Tú has examinado mi corazón, me has visitado de noche; me has puesto a prueba, y nada hallaste; mis pensamientos no llegan a mi boca”. David dijo que sus pensamientos no llegaban a su boca y que su oración había sido hecha de “labios sin engaño” (v. 1). En el Nuevo Testamento, Santiago dijo que lo más difícil de controlar para nosotros es nuestra lengua (Stg. 3:1-12). En cambio, en el salmo 17 David le dijo a Dios que él había tenido éxito en controlar su boca. En el versículo 5 David dijo: “Mis pasos se han mantenido firmes en Tus veredas, mis pies no han resbalado”. David decía que él todavía estaba en la vereda de Dios, como una locomotora que aún estuviera sobre los rieles.

  En los versículos 7-9 el concepto de David se apartó de su autojustificación y se volvió a las maravillosas bondades de Dios y a la petición de que Dios lo escondiese bajo la sombra de Sus alas. En el versículo 8 él oró así: “Guárdame como a la niña de Tus ojos; escóndeme bajo la sombra de Tus alas”. David disfrutaba la sombra de las alas de Dios y hasta disfrutaba ser guardado como la niña de los ojos de Dios.

  En los primeros seis versículos él estaba en su justicia. Ahí él se jactaba de su justicia. Santiago dijo que nadie era capaz de controlar su propia lengua, pero David decía que Dios lo había examinado y no había hallado nada. En los versículos 7-9, sin embargo, él se apartó de su justicia. Entró en los ojos de Dios y se puso bajo las alas de Dios para disfrutar la sombra. Su jactancia conforme a su justicia estaba en la línea del árbol de la ciencia, pero los ojos de Dios y las alas de Dios están en la línea del árbol de la vida. Esto muestra una mejoría en el concepto de David.

  Enseguida, sin embargo, David volvió a poner su atención en sus enemigos. Los versículos 10-14 comprenden una acusación contra sus enemigos. Después de haber mencionado su disfrute en los ojos de Dios y bajo las alas de Dios, él no podía olvidarse de sus enemigos. Acusar a nuestros enemigos y pedirle a Dios que los haga postrarse (v. 13a) no es una oración conforme a la economía de Dios. En la economía de Dios, El nos pide que amemos a nuestros enemigos (Mt. 5:44).

  Al final del salmo 17, podemos ver la mejoría de David en cuanto a que él estaba satisfecho con la semejanza (presencia) de Dios, pero aún así él todavía permanecía en su propia justicia ante Dios (v. 15). ¿Cómo es posible que David se jactara de su justicia cuando había cometido un acto tan pecaminoso como tomar a Betsabé y matar a su marido, Urías? Dios le perdonó a David este gran pecado, pero no olvidó lo que David había hecho. En 1 Reyes 15:5 dice que David había hecho lo recto a los ojos de Dios todos los días de su vida, excepto en el caso de Urías el hitita. Mucho más tarde, en el Nuevo Testamento, la genealogía de Cristo presentada en el libro de Mateo dice: “David engendró a Salomón de la que fue mujer de Urías” (1:6).

  La Biblia dice que en el nuevo pacto Dios perdona nuestros pecados y ya no se acuerda más de ellos (He. 8:12). ¿Por qué entonces Dios escribió en la genealogía de Cristo el fracaso de David? Esto comprueba que la Biblia no es fácil de entender. El salmo 51 muestra que Dios perdonó a David, pero en Mateo 1 Dios todavía mencionó a Urías, lo cual quiere decir que Dios no había olvidado. Urías era hitita, era pagano. Mateo 1:6 dice que David engendró a Salomón “de la que fue mujer de Urías” para recalcar el gran pecado de David, mostrando así que Cristo, el Rey Salvador, está relacionado no sólo con los paganos, sino también con los pecadores.

  A pesar de su gran pecado, David dijo en Salmos 17:15: “En cuanto a mí, veré Tu rostro en justicia”. El todavía permanecía en su justicia delante de Dios, sin embargo, por lo menos en un sentido, él no estaba en justicia. Santiago dijo: “Cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos” (Stg. 2:10). Ya hemos visto antes que David, por su única transgresión, quebrantó directamente los cinco últimos mandamientos, dado que asesinó, cometió adulterio, robó, mintió y codició (Ex. 20:13-17). David debió haber dicho que vería el rostro de Dios por causa de la misericordia y las bondades de Dios. Las compasiones de Dios están en contraste con la justicia de David. ¿Qué es más confiable: la justicia de David o las bondades de Dios? Si Dios nos examinara detenidamente, ¿cómo podríamos resistir? No podríamos permanecer ante el rostro de Dios en nuestra justicia. Tenemos que escondernos bajo la sombra de Sus alas.

  En el salmo 17 vemos el concepto humano de David, pero también vemos que éste concepto mejoró. Vemos esta mejoría en el hecho de que de ser “Caín-David” él pasó a ser “Abel-David”.

B. Un salmo de Davidque expresa el concepto de éste

  El salmo 18 es un salmo de David que expresa el concepto de éste. El título del salmo dice que David dirigió a Jehová las palabras de este cántico el día que Jehová le liberó de las manos de todos sus enemigos y de la mano de Saúl. Este salmo no es simplemente una oración o una alabanza, sino una plática con Dios.

  Me gustaría preguntar si ha habido ocasiones en que hayamos hablado con el Señor. Hablar quiere decir abrir nuestro ser y liberar nuestras opiniones. ¿Alguna vez hemos tenido una plática así con el Señor Jesús? El salmo 18 es la plática de un ser humano con el Dios divino. Es maravilloso. Simplemente tener la oportunidad y el privilegio de hablar con Dios es una gran bendición. Hablar con alguien denota intimidad. Tenemos que estar cara a cara, viendo a los ojos de la persona con quien hablemos. Necesitamos una plática íntima y humana con el Dios divino. En las palabras que David dirigió a Dios, él comienza así: “Te amo, oh Jehová, fortaleza mía” (v. 1). Estas palabras son muy dulces.

  El salmo 18 revela la mejoría del concepto de David en su disfrute del Dios salvador que era para él su fortaleza, su peña, su libertador, su Dios, su roca, su escudo, su cuerno de salvación y su alto baluarte, en quien se refugiaba (vs. 1-5). Una peña es una roca escarpada y saliente. David decía que Jehová era su peña y su roca, en quien él se refugiaba. David amaba a Dios porque Jehová era tantas cosas para él. David disfrutaba a Jehová como su Dios de salvación.

  En el versículo 6 David comprendió que el hecho de que Dios escuchara su voz desde Su templo no se debía a su propia justicia. Esto representa una mejoría en el sentido de que David se apartó de la confianza en lo que él era y tenía a la confianza en lo que Dios es y tiene.

  Aunque David comprendía que Dios oía su voz desde Su templo, él presentaba a Dios no como si estuviera en Su templo, sino en Su furor y en Su majestad aterradora (vs. 7-15). Esto muestra que David había mejorado en cuanto a su concepto, pero que luego había vuelto a su concepto natural.

  En los versículos 16 al 28 David volvió a su justicia y a su limpieza debido a la cual Dios lo había liberado de sus enemigos. ¿Podemos creer que Dios liberaba a David de sus enemigos debido a la justicia y a la limpieza de éste? David se equivocaba al pensar así. Dios no es bondadoso para con nosotros debido a nuestra justicia. El es bueno para con nosotros debido a Su propia compasión. Para ser preservados no sólo necesitamos Su misericordia, sino también Su extensa compasión.

  De todos modos, David reconocía que Dios era Aquel que lo fortalecía, lo escudaba, lo sostenía y lo adiestraba para la guerra, Aquel que hacía sus pies como de ciervas y Aquel cuya condescendencia lo había engrandecido (vs. 29-36). Dios es trascendente, pero en Sus bondades El es condescendiente. Dios está en el trono, pero El muestra Su bondad descendiendo a nosotros. Así que, David testificaba que era mediante este Dios que él podía subyugar a sus enemigos y aniquilar a quienes lo aborrecían (vs. 27-42). Esto nos muestra de nuevo la mezcla del concepto de David.

  Al final, David alababa a Dios porque Dios lo había liberado de las contiendas del pueblo y lo había hecho cabeza de naciones, las cuales le servían, le obedecían y se sometían a él; además, David bendecía a Dios, su roca, y exaltaba al Dios de su salvación, quien lo había exaltado por encima de sus enemigos (vs. 43-49). Por un lado, vemos aquí una gran mejoría en el concepto de David. Por otro lado, vemos una mezcla en su concepto.

  La conclusión del salmo 18 dice que Dios daba grandes triunfos a David, el rey de Dios, y que era benigno con él, Su ungido, y también con la descendencia de David para siempre (v. 50). Que Dios le diera grandes triunfos a David no era solamente para salvarlo, sino para salvarlo con miras a que fuera el rey. David no era digno de ser el ungido de Dios por medio de su propia justicia. La realidad era que Dios lo había ungido debido a Sus bondades. Cristo es la simiente de David para heredar el pacto que Dios hizo con David.

C. La alabanza de David respecto al testimonio representado por la proclamación del universo,y su aprecio por la ley, le guían a buscar más profundamente la perfección delante de Jehová

  El salmo 19 es la alabanza de David respecto al testimonio representado por la proclamación del universo y su aprecio por la ley, lo cual le guía a buscar más profundamente la perfección delante de Jehová.

  Los versículos 1-6 representan la alabanza de David tocante a la proclamación del universo que Dios creó. Sin duda, en estos versículos David estaba en la línea de la vida. Todo el universo habla día tras día y cada momento. “Los cielos pregonan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de Sus manos” (v. 1). En los versículos 4b-5 el sol representa a Cristo como novio y como valiente. Sabemos que Cristo es tipificado por el sol debido a que David se refiere al sol como a un novio. Cristo es el Novio que tiene a la novia. La subida de Cristo, tipificada por el sol, es una órbita que circunda la tierra, y no hay nada que se esconda de Su calor (v. 6). La palabra órbita denota que la tierra es redonda.

  Después de la alabanza de David tocante a la proclamación del universo en los versículos 1-6, él muestra un alto aprecio por la ley en los versículos 7-11. En los versículos 1-6, él era “Abel”; en los versículos 7-11 era “Caín”. Tenemos que darle a David el crédito en la línea de la vida y la deuda en la línea de la ciencia del bien y del mal.

  David apreciaba sumamente la ley. El versículo 7 dice: “La ley de Jehová es perfecta: restaura el alma; El testimonio de Jehová es fiel: hace sabio al sencillo”. La ley de Dios es el testimonio de Dios (Ex. 31:18; 32:15). En el versículo 11 David dijo que había un gran galardón en guardar los mandamientos de Dios. Este concepto no va de acuerdo con el concepto divino de la economía neotestamentaria de Dios.

  David dijo en el salmo 1 que aquel que se deleitase en la ley de Jehová sería como árbol trasplantado junto a corrientes de agua (vs. 2-3). En cambio, en los evangelios Juan el bautista dijo: “Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego” (Mt. 3:10). En Lucas 13:6-9, el Señor dijo una parábola que indica que Dios vino en el Hijo a buscar fruto del pueblo judío, asemejado a una higuera. Si no se arrepentían y producían fruto, serían cortados. Israel era como un árbol plantado por la ley, las aguas, pero Dios los cortaría si no se arrepentían y recibían a Cristo. Hemos visto que el espíritu de la Biblia no exalta la ley. Solamente exalta a Cristo. En toda la Biblia no hay ninguna otra porción que exalte la ley tan elevadamente como lo hace Salmos 19:7-11.

  Después de que David exaltase la ley, ofreció a Jehová una oración en la cual lo considera su roca y su redentor (vs. 12-14). En el versículo 12 él le pide a Dios que lo librase de sus errores ocultos. Todos tenemos errores ocultos que sólo nosotros conocemos. David también pidió en oración ser guardado de pecados de soberbia (v. 13). Ser soberbio significa ser demasiado atrevido y no tener consideración.

  David pidió en oración que él pudiera ser aceptable ante Jehová en sus palabras exteriormente y en su meditación interiormente (v. 14). A veces uno puede ser aceptable por fuera sólo en palabras, ¿pero qué se puede decir respecto a las meditaciones internas? Tal oración prueba que David se estaba esforzando por guardar la ley hasta tal grado que aceptaría ser juzgado en sus errores ocultos, en sus pecados de soberbia, en las palabras de su boca y en las meditaciones de su corazón. El quería ser perfecto y puro.

  El asunto no es si David llegaría o no a tal perfección. Aunque él hubiera podido ser perfecto, ¿habría hecho eso feliz a Dios? Al considerar esto debemos poner atención al principio de la Biblia. Todo el principio de la Biblia nos dice que Dios no quiere nada que provenga del hombre. A pesar de lo bueno que algo pueda ser, si es humano, Dios lo hará a un lado. Lo que Dios desea no es un buen hombre, sino un Dios-hombre. El deseo de Dios era encarnarse como hombre mediante el nombre de Jesús, morir en la cruz, ser resucitado, y, en la resurrección, llegar a ser el Espíritu vivificante para permanecer en nosotros, para vivir en nosotros y para expresarse en nuestro vivir. Cuando Cristo vive por nosotros, nuestra conducta no es nuestra bondad, sino la de Cristo. “Para mí el vivir es Cristo”. Tenemos que interpretar el salmo 19 a la luz de todo el principio de la Biblia.

  Si David hubiera podido ser una persona perfecta, él podría haber sido altamente exaltado. Pero la Biblia no exalta a nadie sino a Cristo. Cristo debe tener la preeminencia en todo. Por eso Pablo dijo: “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gá. 2:20). En conformidad con el concepto divino, podemos ver que David estaba equivocado. Abel fue aceptado por Dios, no debido a que sus errores ocultos y sus pecados de soberbia hubiesen sido tratados, sino porque él se dio cuenta de que era un pecador. El necesitaba que Cristo fuese su ofrenda. El le ofreció a Dios, no lo que él era, sino a Cristo. Por tanto, él fue aceptado en Cristo. Abel fue aceptado por Dios, no en Abel mismo, en lo que él hizo, ni en lo que él levantó, sino totalmente en Cristo. Al final del salmo 19, no obstante, David no estaba en la línea de Abel, sino en la línea de Caín.

  Tal vez no habríamos estado de acuerdo con lo que Caín hizo en Génesis 4, pero sin duda habríamos estado de acuerdo con la oración de David al final del salmo 19. Esta es una oración muy profunda. Hace más de cincuenta años, todas las mañanas, durante mucho tiempo, oraba yo la oración de David en el salmo 19. Podemos orar esa oración, pero nadie puede lograr el estándar de esa oración. En los versículos 12-14 David ora de este modo: “¿Quién podrá discernir sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Preserva también a Tu siervo de pecados de soberbia; que no se enseñoreen de mí; entonces seré irreprochable y quedaré libre de gran transgresión. Las palabras de mi boca y la meditación de mi corazón sean gratos delante de Ti, oh Jehová, roca mía, y Redentor mío”. Esta oración parece maravillosa, pero en realidad David estaba en la línea de Caín. Al igual que Caín, él estaba haciendo lo posible por llevar ante Dios el producto de su cosecha. En otras palabras, él estaba llevando ante Dios sus obras, sus esfuerzos y su producto, mientras hacía a Cristo a un lado. En Salmos 51, sin embargo, David aplicó a Cristo a lo sumo porque comprendía que había pecado grandemente y que necesitaba a Cristo.

II. EL CONCEPTO DE DAVID EN CUANTO ASU REINADO DELANTE DE DIOS

  Los salmos 20 y 21 revelan el concepto de David en cuanto a su reinado delante de Dios.

A. La bendición de David en su reinado

  El salmo 20 nos muestra la bendición de David en su reinado. En los versículos 1-9 David bendijo a su pueblo. Según el principio de la Biblia, el mayor bendice al menor (He. 7:7).

  David bendijo a su pueblo pidiendo que Jehová les respondiese, pusiese en alto, ayudase desde Su santuario, fortaleciese desde Sión, recordase todas sus ofrendas de harina y aceptase sus holocaustos (vs. 1-3). Esto tenía el fin de que Jehová les diese conforme al deseo del corazón de ellos y cumpliese todos los designios de ellos, para que ellos aclamasen por Su salvación y levantasen estandarte en el nombre de su Dios (vs. 4-5). David tenía la certeza de que Jehová salvaría a Su ungido (el rey David) y le respondería desde Su santo cielo con la potencia salvadora de Su diestra (v. 6).

  David dice a continuación que nosotros nos gloriamos en el nombre de Jehová nuestro Dios en vez de gloriarnos en carros y en caballos; y que nosotros, no nuestros enemigos, nos levantamos y nos mantenemos en pie (vs. 7-8). La conclusión de su bendición es el versículo 9, el cual dice: “¡Salva, oh Jehová! Que el Rey nos responda el día en que lo invoquemos!” En este versículo, “el Rey” se refiere a David.

  La mayor parte de la bendición de David es correcta, pero todavía podemos ver que él hasta cierto grado sostenía su antiguo concepto. Salmos 20, con todo, aún muestra que David había mejorado y progresado en su concepto con respecto a los tres salmos precedentes. Bendecir es más elevado que orar. Una persona que bendice a otros requiere un estado y una estatura en vida que sean más elevados. Ningún niño pequeño puede bendecir a otros. Una niñita no puede decirle a su padre: “Papá, yo te bendigo”, pero bien podría decirle: “Papá, voy a orar por ti”. Los niños pueden orar por sus padres y de hecho lo hacen. Sin embargo, un niño no puede bendecir a sus padres porque bendecir requiere cierta estatura en vida.

  Debemos crecer en vida para llegar a la estatura en la cual se puede bendecir a otros. El hecho de que David pudiera bendecir a su pueblo significa que él tenía la estatura en vida. Después de que Jacob llegó a ser Israel y llegó a la edad madura, bajó a Egipto y bendijo a la gente. Sus manos no eran para trabajar, sino para bendecir (Gn. 47:7, 10; 48:15, 20). Cuanto más avanzada la edad de uno, más puede uno bendecir a otros. Sin embargo, poder bendecir a otros requiere no sólo edad sino también estatura en vida. Bendecir es también más elevado que agradecer o alabar. Un niñito puede alabar a Dios, pero no puede bendecir a otros.

  La bendición de David en el salmo 20 incluía a David mismo, a Dios y a su pueblo. Esto quiere decir que en el salmo 20 David es más elevado, más profundo y más rico que en los salmos anteriores. El concepto de David tocante a su reinado muestra una mejoría, habiendo pasado él de su propia justicia al santuario de Dios, al monte Sión, a las ofrendas de harina y al holocausto ofrecido a Dios, a la poderosa salvación que Dios efectúa y al nombre de Dios. Su bendición no menciona su propia justicia. Si permaneciéramos en nuestra justicia, tal vez podríamos orar, pero no podríamos bendecir. Para bendecir a otros debemos permanecer en todo lo que Dios es. No podemos bendecir a otros con nuestra justicia. Debemos bendecir a otros con lo que Dios es y tiene.

B. La alabanza de David a Jehová por su reinadoy cómo Dios en Su furor se encargade los enemigos de David

  En Salmos 21, David alaba a Jehová por su reinado y habla de cómo Dios en Su furor se encargó de los enemigos de David. David alabó a Jehová por su reinado, logrado porque Dios lo fortaleció, lo salvó, lo bendijo, lo coronó, le prolongó la vida, lo llenó de gran gloria, puso sobre él esplendor y honra, y mostró benignidad para con él (vs. 1-7). En este punto David no hace mención de su justicia. Si dependemos de nuestra justicia, nuestro reinado jamás podrá ser edificado. Esforzarnos por guardar la ley nos hace esclavos en vez de reyes. Según Gálatas 4, todos los hijos que la ley engendra son esclavos (vs. 24-25). En cambio, los hijos que la gracia engendra llegan a ser reyes. Depender de la benignidad de Dios edifica el reinado.

  En los versículos 8-12 David habló de cómo Dios en Su furor se hizo cargo de los enemigos de David, devorándolos y destruyendo a sus descendientes. Esto es el concepto de David. Para su reinado él dependía de la benignidad de Dios. Con respecto a sus enemigos, no obstante, él recurría al furor de Dios.

  En el versículo 13 David bendijo a Jehová a fin de que El se ensalzara en Su fortaleza para que David, el rey, y su pueblo, cantasen y entonasen salmos de Su señorío. Este versículo deja entrever un hombre que no solamente bendice a su pueblo, sino también a Dios. Como rey, él bendecía a su pueblo. Como el ungido de Dios, él bendecía al Dios que unge. La conclusión del salmo 21 es muy buena.

  En estos cinco salmos podemos notar una gran mejoría en David. El mejora gradualmente desde el salmo 17 hasta el final del salmo 21. Esto nos conduce al salmo 22, el cual habla de la muerte de Cristo, al salmo 23, tocante a cómo Cristo pastorea en Su resurrección, y al salmo 24, que habla del reinado de Cristo como el rey venidero.

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