Mensaje 20
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Lectura bíblica: Lc. 9:1-26
Vimos que en 7:36—8:21 la vida cristiana comienza con el perdón de pecados y después, llega a un punto en el cual nos convertimos en los parientes de Cristo, los miembros de Su Cuerpo. Nosotros, como Sus parientes, estamos listos para hacer el viaje que El ordenó y para recorrer y visitar diferentes lugares con El.
Cuando llegamos a 9:1, vemos que los discípulos del Señor ya habían sido perfeccionados hasta cierto grado. Ahora necesitamos ver que fueron perfeccionados para que se propagara el jubileo.
Una vez que el Salvador-Hombre se preparó completamente, fue bautizado, puesto a prueba y ungido. El, al estar completamente capacitado y perfeccionado, comenzó Su ministerio. Conforme al capítulo cuatro, Su ministerio comienza cuando se proclama el jubileo.
Cuando el Señor proclamó el jubileo, El a solas llevaba a cabo el ministerio que Dios le dio. Después de que proclamó el jubileo, llamó a unos para Sí mismo. En 6:13 vemos que llamó a Sus discípulos y “escogió a doce de entre ellos, a los cuales también llamó apóstoles”. Podemos decir que en los capítulos del seis al ocho los apóstoles eran “aprendices” que siguieron al Señor para aprender cómo llevar a cabo Su ministerio. Como lo indica lo narrado en 7:36—8:56, se les perdonaron sus pecados y comenzaron a amar al Señor y a llevar una vida de paz. También comenzaron a crecer en vida, a alumbrar como lámparas, y a llegar a ser los parientes de Cristo. En el capítulo ocho caminaron con el Señor debido a Su palabra. En cierto lugar se encontraron con demonios y vieron cómo el Señor deshizo el negocio de criar cerdos. En otro lugar, se encontraron con una mujer que sufría del escape de vida y con una niña que resucitó de la muerte. Por lo tanto, al final del capítulo ocho estos seguidores del Señor fueron perfeccionados hasta cierto grado.
El capítulo nueve comienza con otra sección del Evangelio de Lucas, una sección que tiene que ver con la propagación del jubileo. ¿Qué es el jubileo? El jubileo es en realidad el evangelio del Nuevo Testamento. Como hemos visto, dicho evangelio consiste en que se proclama la libertad a los cautivos y el recobro de la primogenitura perdida. Ahora en el capítulo nueve tenemos el comienzo de la propagación de este jubileo. Antes, el ministerio fue llevado a cabo sólo por el Señor mismo. Pero en 9:1 tenemos la propagación por medio de otros doce. Por lo tanto, a partir de 9:1 vemos la propagación del ministerio, es decir, la propagación del jubileo por medio de los doce apóstoles.
La idea de que el jubileo se propague es la base del relato mencionado en 9:1-26. Algunos de los casos presentados en 9:1-26 se encuentran también en Mateo y Marcos. En Mateo se usan estos casos como evidencia para demostrar la doctrina del reino de los cielos, y en Marcos, para presentar al Señor Jesús como el fiel Siervo de Dios que lleva a cabo el ministerio ordenado por Dios. Sin embargo, en Lucas se usan estos tres casos para indicar la propagación del jubileo. El Salvador-Hombre ya había proclamado el jubileo y dicha proclamación continuó hasta el final del capítulo ocho. Ahora, la propagación del jubileo comienza en Lucas 9. Ya no hay solamente una persona que proclama el jubileo. Ahora se envían otros doce para propagar el jubileo. Por supuesto, en 9:1-26 no se mencionan las palabras jubileo ni el año agradable del Señor. Sin embargo, la idea implícita tiene mucho que ver con el jubileo.
En 9:1-6 vemos que se propaga el ministerio por medio de los doce apóstoles. La propagación de dicho ministerio es en realidad la propagación del jubileo.
Lucas 9:1 dice: “Habiendo convocado a los doce, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades”. El poder y la autoridad sobre los demonios y para sanar enfermedades tienen como fin liberar a los cautivos. Como consecuencia de la caída, el hombre fue capturado por Satanás, el pecado y la enfermedad, y ésta es producto del pecado. Todos los seres humanos caídos son tanto cautivos de los demonios como de las enfermedades. Por lo tanto, el Salvador-Hombre dio a los doce poder y autoridad sobre los demonios y las enfermedades. Este es el aspecto negativo del jubileo, o sea, que se liberan a los cautivos.
En 9:1 la autoridad sobre los demonios y las enfermedades es un anticipo del poder del siglo venidero (He. 6:5), es decir, del milenio, en el cual se echarán fuera todos los demonios y se sanarán todas las enfermedades (Is. 35:5-6).
Los demonios son los espíritus de los seres vivientes que existieron en la era preadamítica y que fueron juzgados por Dios cuando se unieron a la rebelión de Satanás (véase Estudio-vida de Génesis, mensaje 2). Los ángeles caídos obran con Satanás en el aire (Ef. 2:2; 6:11-12), y los demonios se mueven con él en la tierra. Ambos operan de modo maligno a favor del reino de Satanás. El hecho de que los demonios posean a las personas significa que Satanás usurpa al hombre, a quien Dios creó para cumplir Su propósito. Se necesita expulsar a los demonios de las personas poseídas para que éstas sean liberadas de la esclavitud de Satanás (Lc. 13:16), de la autoridad de tinieblas de Satanás (Hch. 26:18; Col. 1:13) y llevadas al reino de Dios.
Lucas 9:2 dice: “Y los envió a proclamar el reino de Dios, y a sanar a los enfermos”. Aquí tenemos la proclamación del reino de Dios como el aspecto positivo del jubileo. El reino de Dios comprende el recobro de los derechos de disfrutar a Dios en Cristo.
Revisemos lo que hemos dicho en los mensajes anteriores en cuanto al reino de Dios. El reino de Dios es el Salvador (17:21) como la semilla de vida, sembrada en Sus creyentes, el pueblo escogido de Dios (Mr. 4:3, 26), la cual se desarrolla hasta ser un dominio en el cual Dios pueda gobernar como reino Suyo en Su vida divina. La entrada al reino es la regeneración (Jn. 3:5), y su desarrollo es el crecimiento de los creyentes en la vida divina (2 P. 1:3-11). El reino es la vida de la iglesia hoy, en la cual viven los creyentes fieles (Ro. 14:17), y se desarrollará hasta ser el reino venidero, una recompensa que han de heredar (Gá. 5:21; Ef. 5:5) los santos vencedores en el milenio (Ap. 20:4, 6). Finalmente, tendrá su consumación en la Nueva Jerusalén como el reino eterno de Dios, un dominio eterno que contiene la bendición eterna de la vida eterna de Dios, la cual todos los redimidos de Dios disfrutarán en el cielo nuevo y la tierra nueva para la eternidad (Ap. 21:1-4; 22:1-5). Este reino, el reino de Dios, es lo que el Salvador predicó aquí como evangelio, como buenas nuevas (4:43).
Según 9:2, el Señor envió a los doce a proclamar el reino de Dios. Proclamar el reino de Dios es proclamar el jubileo. En particular, es proclamar el aspecto positivo del jubileo: el recobro de nuestro derecho perdido de disfrutar a Dios. Por lo tanto, al enviar a los doce, el Salvador-Hombre propagaba el jubileo por medio de ellos a las regiones del alrededor.
En 9:3 y 4 el Señor dijo a los doce: “No toméis nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero; ni tengáis dos túnicas cada uno. Y en cualquier casa que entréis, quedaos allí, y de allí salid”. ¿Por qué el Salvador dijo a los enviados que no tomaran nada para el camino? La razón por la cual El les dijo que no tomaran nada consiste en que en el jubileo, bajo la ordenación de Dios, los bienes son comunes. Así que, no había la necesidad de que los doce tomaran cosa alguna para ellos mismos. El retrato aquí indica que cuando venga el jubileo no habrá ningún egoísmo. Más bien, todos los bienes nos pertenecen tanto a nosotros como a los demás.
Lucas 9:6 dice: “Salieron, pues, y pasaban de aldea en aldea, anunciando el evangelio y sanando por todas partes”. ¿En qué consistía este evangelio? Este consistía en el reino de Dios. El evangelio ordenado por el Salvador-Hombre era la predicación del reino de Dios.
Lucas 9:6 nos dice que los apóstoles salieron “sanando por todas partes”. Esto indica que salieron para aplicar el jubileo. El jubileo fue declarado por el Salvador-Hombre en el capítulo cuatro, pero en el capítulo nueve fue aplicado por los doce a los que estaban en Judea.
Lucas 9:7-9 dice: “Herodes el tetrarca oyó de todo lo que sucedía; y estaba muy perplejo, porque decían algunos que Juan había resucitado de los muertos; otros que Elías había aparecido; y otros que algún profeta de los antiguos había resucitado. Y dijo Herodes: A Juan yo le decapité; ¿pero quién es éste de quien oigo tales cosas? Y procuraba verle”. Conforme a Marcos 6:14-29, Herodes hizo que Juan fuese decapitado. Esto indicó el odio de Satanás hacia el fiel precursor del Salvador-Hombre. Este odio se expresó en las tinieblas y en las injusticias de la gente mundana que estaba en poder. En el capítulo nueve de Lucas vemos que cuando Herodes oyó de lo que sucedía, estaba muy perplejo.
En 9:10 y 11 Lucas añade: “Vueltos los apóstoles, le contaron todo lo que habían hecho. Y tomándolos aparte, se retiró a una ciudad llamada Betsaida. Pero las multitudes lo supieron, y le siguieron; y El les acogió, y les hablaba del reino de Dios, y sanaba a los que necesitaban ser curados”. Aquí vemos que debido a la oposición de Herodes, el Salvador-Hombre se retiró a una ciudad llamada Betsaida. En aquel lugar habló en cuanto al reino de Dios con la multitud que les seguía. También curó a los enfermos. Otra vez vemos la aplicación del jubileo que había sido proclamado en el capítulo cuatro. Lo que dijo el Señor en cuanto al reino de Dios era el aspecto positivo del jubileo: el recobro del derecho de disfrutar a Dios, y lo que hizo al curar al enfermo era el aspecto negativo del jubileo: la liberación de los cautivos. El Señor, aun cuando se retiró debido a la oposición de Herodes, siguió aplicando el jubileo.
En 9:12-17 Lucas relata que se alimenta a los cinco mil. En el Evangelio de Juan se usa este caso para demostrar que el Señor Jesús es el pan que suministra la vida, el pan vivo, el pan de Dios, que descendió del cielo para dar vida al mundo. Pero en el Evangelio de Lucas se usa este caso para demostrar algo más. En otras palabras, al narrar el caso en que se alimenta a cinco mil, Lucas tiene una perspectiva diferente a la de Juan 6. Otra vez vemos que la perspectiva de Lucas está relacionada con el jubileo. Lucas 9:12-17 indica que en el jubileo nadie carecerá de nada; no le faltará nada a nadie y no habrá pobreza alguna.
Según el versículo 13, la multitud alcanzaba como unos cinco mil hombres. Si añadimos a las mujeres y los niños, probablemente el número sería más de diez mil. Toda esta gente estaba sin alimento. Había definitivamente una gran carestía. Los doce, al considerar el asunto desde el punto de vista de su entendimiento natural, fueron al Señor y le dijeron: “Despide a la multitud, para que vayan a las aldeas y campos de alrededor, y se alojen y encuentren alimentos; porque aquí estamos en lugar desierto” (v. 12). Se ve la expresión del hombre natural en lo que los discípulos sugirieron al Señor, o sea, que despidiera a la multitud.
El Señor respondió a los discípulos diciéndoles: “Dadles vosotros de comer” (v. 13). Aquí es posible que el Señor dijera: “A los que son pobres y no tienen nada de que comer, debéis dar alimentos sin que les cueste nada, sin cobrarles”. En el jubileo, se alimenta a todos sin que les cueste nada.
La era neotestamentaria debe ser un tiempo de jubileo. Sin embargo, tristemente, debido a la situación degradante que existe entre los cristianos, se ha perdido el jubileo. Pero creo que el Señor ahora está recuperando dicho jubileo. En el jubileo que el Señor recobra no debe haber escasez alguna. Al contrario, siempre debe haber algo de sobra, tales como las doce cestas de pedazos que sobraron en 9:17. Esto quiere decir que siempre debe haber una expresión de la abundancia de la vida.
Cuando el Señor dijo a los discípulos que dieran algo de comer a la multitud, contestaron: “No tenemos más que cinco panes y dos peces, a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para todo este pueblo” (v. 13). Entonces el Señor dijo a los discípulos: “Hacedlos recostar en grupos, como de cincuenta en cincuenta” (v. 14). “Y tomando los cinco panes y los dos peces, levantando los ojos al cielo, los bendijo, y los partió, y dio a los discípulos para que los pusiesen delante de la multitud. Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que les sobró, doce cestas de pedazos” (vs. 16-17). Aquí vemos que todos estaban satisfechos y que la cantidad de sobras era mucho más al final que lo que tenían originalmente. Al leer esto podemos decir: “Esto es un milagro”. Ciertamente, es un milagro. No obstante, debemos ver el punto crucial, a saber: Lucas narra este milagro en su evangelio desde el punto de vista del jubileo. El relato en que se alimenta a los cinco mil indica que en el jubileo no existe la escasez. En el jubileo todos están satisfechos.