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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Lucas»
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Mensaje 21

EL MINISTERIO DEL SALVADOR-HOMBRE SE LLEVA A CABO EN SUS VIRTUDES HUMANAS JUNTO CON SUS ATRIBUTOS DIVINOS EN GALILEA

(11)

  Lectura bíblica: Lc. 9:1-26

UN CUADRO DEL JUBILEO

  Hemos visto en el capítulo cuatro que el Señor Jesús comenzó Su ministerio proclamando el año agradable del Señor, es decir, proclamando el jubileo. Después de declarar esa proclamación, llamó a unos para que fueran Sus discípulos, y de entre ellos escogió a doce para que fueran Sus apóstoles. Después, en 9:1-6 el Señor envió a los doce a que propagaran el jubileo. En esta porción del Evangelio de Lucas vemos que se propaga el ministerio del Salvador-Hombre por medio de los apóstoles.

  Los apóstoles salieron a proclamar el reino de Dios. Proclamar el reino de Dios es anunciar el jubileo. El caso en que se alimenta a los cinco mil en 9:10-17 también está relacionado con el jubileo. Aquí el relato de Lucas indica que en el jubileo no existe ni la carencia ni la escasez. En el jubileo todos están satisfechos.

  Nos debe impresionar el hecho de que Lucas escribió su evangelio desde el punto de vista del jubileo. El ministerio del Salvador-Hombre comenzó en el capítulo cuatro con la proclamación del jubileo. Debemos tener esto en mente al leer los capítulos siguientes de Lucas. Sin embargo, muchos lectores de este evangelio, cuando vienen al capítulo nueve, tal vez se olviden del jubileo que se anunció en el capítulo cuatro. No debemos cometer este error, sino que debemos tener el jubileo en mente cuando leamos desde el capítulo cinco hasta el veinticuatro. El concepto del jubileo anunciado en el capítulo cuatro controla todos los capítulos posteriores. Por lo tanto, debemos considerar todo lo que se narra en estos capítulos como parte del jubileo declarado en Lucas 4.

  Si tenemos esta perspectiva al leer 9:10-17, querremos ver cómo el Salvador-Hombre trata con la multitud hambrienta. En el versículo 14 vemos que había “como cinco mil hombres”. Si se cuenta a las mujeres y a los niños, el número debe haber sobrepasado a diez mil. Supongamos que el Señor hubiera despedido a la multitud sin alimentarles, permitiendo que se quedaran hambrientos. En ese caso no habría habido el jubileo. Quizás algunos se hayan quejado y digan: “He estado aquí todo el día y tengo hambre. ¿Por qué se nos despidió? ¿A dónde iremos, y cómo encontraremos alimentos?” Si esto hubiera ocurrido, habría sido hambre en vez de jubileo. Ya que el Señor alimentó a la multitud, hubo una aplicación verdadera del jubileo. Todos estaban satisfechos y sobraron alimentos en abundancia.

  En 9:12 los apóstoles dijeron al Señor: “Despide a la multitud, para que vayan a las aldeas y campos de alrededor, y se alojen y encuentren alimentos”. Pero el Señor les dijo: “Dadles vosotros de comer” (v. 13). Los discípulos pidieron al Señor que despidiera a las multitudes para que ellas mismas se consiguieran alimentos, pero el Señor dijo a los discípulos que les dieran algo de comer. El concepto de los discípulos era pedir a la gente a que hiciera algo; esto es el principio de la ley. Pero el concepto del Señor es dar algo a la gente para que lo disfrute; esto es el principio de la gracia.

  Cuando el Señor dijo a los doce que deberían dar a la multitud algo de comer, contestaron: “No tenemos más que cinco panes y dos peces” (v. 13). Juan 6:9 nos dice que los cinco panes son panes de cebada. En el sentido figurado, la cebada representa al Cristo resucitado (Lc. 23:10). Así que, los panes de cebada representan a Cristo en resurrección como nuestro alimento. Los panes son de la vida vegetal, que representan el aspecto generador de la vida de Cristo, mientras que los peces son de la vida animal, que representan el aspecto redentor de la vida de Cristo. Necesitamos tanto la vida generadora de Cristo así como Su vida redentora, a fin de satisfacer nuestra hambre espiritual. Ambos aspectos de Su vida están representados por artículos pequeños: los panes y los peces. Esto indica que el Salvador-Hombre vino para ser pedazos pequeños de alimento a fin de alimentar a Sus seguidores.

  Lucas 9:16 dice: “Y tomando los cinco panes y los dos peces, levantando los ojos al cielo, los bendijo, y los partió, y dio a los discípulos para que los pusiesen delante de la multitud”. Los panes eran de los discípulos, y éstos los llevaron al Señor. Después de que los panes fueron bendecidos y repartidos por el Señor, fueron devueltos a los discípulos para que los distribuyeran a la multitud, a la cual los panes se convirtieron en una gran satisfacción. Esto indica que los discípulos no eran la fuente de la bendición, sino solamente canales usados por el Señor, quien es la fuente de la satisfacción de la gente.

  Lucas 9:17 dice: “Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que les sobró, doce cestas de pedazos”. Esto no solamente exhibe el poder de la deidad del Salvador-Hombre como Creador, como Aquel que llama las cosas que no son, como existentes (Ro. 4:17), sino que también representa la abundante e inagotable suministración de Su vida divina (Ef. 3:8; Fil. 1:19). Además, las doce cestas de pedazos indican que el Cristo resucitado es ilimitado e inagotable, y que la provisión del Señor también nos es abundante, la cual es más que suficiente para satisfacer nuestra necesidad.

  El ministerio del Salvador-Hombre era el ministerio del jubileo. El comenzó a propagar el ministerio del jubileo por medio de los doce. En el jubileo nadie es pobre; más bien, todos están llenos y satisfechos. No hay cautivos en el jubileo; al contrario, todos ellos son liberados y llevados de nuevo a disfrutar a Dios. En la aplicación del jubileo en 9:12-17, tal vez las personas estaban fuera de sí llenas de gozo. Algunos de los discípulos podían haber dicho: “Este es el jubileo proclamado por el Señor. Ahora no hay pobres, sino que todos están satisfechos. ¡Mirad, incluso hay doce cestas que sobraron!” ¡Qué cuadro del jubileo!

ES RECONOCIDO COMO EL CRISTO, Y SE REVELAN SU MUERTE Y SU RESURRECCION POR PRIMERA VEZ

  Inmediatamente después del relato en que se alimenta a los cinco mil, se nos dice que el Señor estaba orando y después hizo a los discípulos una pregunta: “Aconteció que mientras Jesús oraba aparte, estaban con El los discípulos; y les preguntó, diciendo: ¿Quién dicen las multitudes que soy Yo?” (v. 18). Los discípulos respondieron: “Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, que algún profeta de los antiguos ha resucitado” (v. 19). Aquí vemos que la mayoría de las personas sólo se dan cuenta de que Cristo es un profeta. Sin la revelación celestial, nadie puede saber que El es el Cristo.

  En el versículo 20 el Señor añade: “¿Y vosotros, quién decís que soy?” En este momento Pedro respondió y dijo: “El Cristo de Dios”.

El Cristo y el jubileo

  Ver que Jesús es el Cristo también está relacionado con el jubileo. Sin Cristo, sin el que fue designado y ungido por Dios, no puede haber un jubileo. Se necesita a Cristo a fin de que el jubileo se lleve a cabo.

  En el Antiguo Testamento tenemos el jubileo. En el Antiguo Testamento también tenemos las palabras que están relacionadas con el Mesías venidero, el Ungido venidero de Dios. El verdadero jubileo no puede venir separado del Ungido de Dios. Cuando El vino, trajo el jubileo consigo. En realidad, Su venida en sí es el jubileo.

  ¿Ha pensado usted alguna vez que los sucesos mencionados en 9:1-26 están relacionados con el jubileo? Aunque he estado estudiando los evangelios muchos años, nunca he oído a nadie indicar que el caso en que se alimenta a los cinco mil en Lucas 9 esté relacionado con el jubileo que el Señor proclamó en Lucas 4. Ahora veo que el caso en que se alimenta a los cinco mil es una aplicación del jubileo. El jubileo que se declaró en el capítulo cuatro debe abarcar todo lo que sucede en los capítulos posteriores. Esto quiere decir que lo que sucede desde el capítulo cinco hasta el veinticuatro debe considerarse parte del jubileo.

  Lucas 9:1 y 2 dice: “Habiendo convocado a los doce, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades. Y los envió a proclamar el reino de Dios, y a sanar a los enfermos”. Aquí vemos que cuando el Salvador-Hombre envió a los doce para que propagaran Su ministerio, les dio poder y autoridad sobre los demonios y las enfermedades. Les envió también para que predicaran, anunciaran, el reino de Dios. ¿Puede existir pobreza o hambre en el reino de Dios? Sin duda alguna, en el reino de Dios no existe ni la pobreza ni el hambre. Entonces, ¿qué tenemos en el reino de Dios? En el reino de Dios tenemos el jubileo, y en el jubileo existe la satisfacción y no el hambre, existe la plenitud y no la carencia. En el jubileo todos están satisfechos y hay sobras de alimento en abundancia. Esto está descrito por el relato de los cinco mil que fueron alimentados.

  Después de que el Señor alimentó a los cinco mil, los discípulos podrían haber estado animados. Sin embargo, el Señor estaba calmado. El versículo 18 nos dice que El estaba orando sólo. Con frecuencia cuando la gente está animada, el Señor Jesús calmadamente se retira y ora. El Señor al orar preguntó a los discípulos quién decía la multitud que era El. Le contaron de las varias respuestas disparatadas. Entonces Pedro tomó la iniciativa y dijo: “Tú eres el Cristo de Dios”.

  Aquí el relato es algo diferente al de Mateo 16. El relato en cuanto al hecho de que se reconoce al Cristo en Mateo 16 tiene que ver con el establecimiento del reino y la edificación de la iglesia. Aquí en 9:18-26 Lucas tiene un punto de vista diferente. La perspectiva de Lucas no tiene que ver con el establecimiento del reino y la edificación de la iglesia. Más bien, la perspectiva de Lucas es el jubileo. Por lo tanto, Lucas tiene la intención de demostrarnos que para el jubileo se necesita a Cristo, el Mesías, el que fue ungido. Esta es la razón por la cual Lucas recalca que Jesús es el Cristo y no incluye los detalles. Nos debe impresionar el hecho de que el propósito de Lucas es indicar que a fin de que se aplique el jubileo, necesitamos a Cristo, el Ungido de Dios.

La necesidad de la muerte y de la resurrección

  Inmediatamente después de que se reconoce al Señor como el Cristo, El habló a Sus discípulos en relación a Su muerte y Su resurrección. En el versículo 22 El dijo: “Es necesario que el Hijo del Hombre padezca muchas cosas, y sea rechazado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y que sea muerto, y resucite al tercer día”.

  Por muchos años no entendí el significado de la secuencia en el capítulo nueve. ¿Por qué después de que se alimenta a los cinco mil el Señor preguntó a los discípulos en cuanto a Sí mismo? Entonces, ¿por qué inmediatamente después que se le reconoce como el Cristo, les dijo que El estaba a punto de ser crucificado y debe resucitar? La respuesta a estas preguntas se halla en que no puede haber jubileo sin Cristo, sin Su muerte y sin Su resurrección. Ya hemos indicado que sin Cristo no podemos tener el jubileo. Ahora es necesario que veamos que no podemos tener el jubileo sin la muerte y la resurrección de Cristo. Sin la muerte de Cristo, los pecadores no podrían ser liberados. Sin la resurrección de Cristo, no hubiera habido el recobro del derecho perdido de disfrutar a Dios.

  La muerte de Cristo nos liberó del pecado y de Satanás. Según Hebreos 2:14, Cristo destruyó a Satanás por medio de Su muerte. Si El no hubiera destruido a Satanás, ¿cómo pudo liberarnos de la mano usurpadora de Satanás? Si el Señor no le hubiera destruido por medio de Su muerte, El no hubiera podido liberarnos de él. Nuestra liberación de la esclavitud se debe absolutamente a la muerte todo-inclusiva de Cristo, una muerte que nos liberó del pecado y de Satanás.

  El derecho que tenemos de disfrutar a Dios es recobrado sólo mediante la resurrección de Cristo. Cuando creemos en la muerte todo-inclusiva y victoriosa de Cristo nos liberamos del pecado, de Satanás y de nosotros mismos. Cuando permanecemos y vivimos en la resurrección de Cristo, tenemos el recobro del derecho de disfrutar a Dios. Esto es el jubileo. Cristo junto con Su muerte y Su resurrección trajo el jubileo.

IDENTIFICARNOS CON LA MUERTE DE CRISTO

  En 9:23-26 el Señor, basándose en lo que dijo en cuanto a Su muerte, enseña a los discípulos a que tomen su cruz y a que le sigan al negar la vida de su alma. Es necesario que hagamos esto a fin de participar en el jubileo. Este jubileo fue llevado a cabo por la muerte de Cristo. Ahora, debemos identificarnos con la muerte de Cristo a fin de que participemos en el jubileo. El murió para llevar a cabo el jubileo, y ahora morimos con El para participar en el disfrute del jubileo. Por un lado, se necesita la muerte de Cristo para que se lleve a cabo el jubileo. Por otro, se necesita que nos identifiquemos con Su muerte para que disfrutemos del jubileo.

Cargar la cruz y rechazar la vida del alma

  Identificarnos con la muerte de Cristo es cargar la cruz, y cargar la cruz es rechazar la vida del alma. Como veremos en un mensaje posterior, los discípulos estaban regidos por su ser natural. Fue necesario que ellos cargaran la cruz y rechazaran la vida de su alma a fin de participar del jubileo que la muerte de Cristo llevó a cabo.

  En 9:23 el Señor dice: “Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame”. La cruz aquí no es solamente un sufrimiento, sino también una muerte, es decir, mata y da fin al criminal. Cristo primero cargó con la cruz y luego fue crucificado. Nosotros, Sus creyentes, primero fuimos crucificados con El y hoy cargamos la cruz. Para nosotros, cargar la cruz consiste en permanecer bajo la operación de la muerte de Cristo, la cual da fin a nuestro yo, nuestra vida natural y nuestro viejo hombre. Al hacer esto, negamos así a nuestro yo para poder seguir al Señor.

  Antes de la crucifixión del Señor, los discípulos le siguieron de una manera externa. Pero después de Su resurrección, nosotros le seguimos de una manera interna. Puesto que en la resurrección El fue hecho el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45) quien mora en nuestro espíritu (2 Ti. 4:22), le seguimos en nuestro espíritu (Gá. 5:16-25).

Perder la vida de nuestra alma

  En Lucas 9:24 el Señor añade: “Porque el que quiera salvar la vida de su alma, la perderá; y el que la pierda por causa de Mí, éste la salvará”. Salvar la vida del alma es dejar que el alma tenga su disfrute y que no sufra. Perder la vida del alma es hacer que el alma pierda el disfrute. Si los seguidores del Salvador-Hombre dejan que su alma tenga el disfrute en este siglo, harán que su alma pierda el disfrute en el siglo del reino venidero. Si ellos dejan que su alma pierda el disfrute en este siglo por causa del Salvador-Hombre, harán que su alma tenga el disfrute en el siglo del reino venidero. Ellos compartirán el gozo del Señor al gobernar sobre la tierra (Mt. 25:21, 23).

  En Lucas 9:25 el Señor dice: “Pues ¿qué aprovecha al hombre, si gana todo el mundo, y se pierde o se malogra él mismo?” Mateo 16:26 habla de perder la vida del alma, pero Lucas 9:25 habla de la pérdida de uno mismo. Esto indica que la vida de nuestra alma es nuestro yo.

  En Lucas 9:1-26 vemos que para propagar el jubileo, el Salvador-Hombre envió a los doce a proclamar el reino de Dios, echar fuera los demonios y sanar a las personas sus enfermedades. Después el Salvador-Hombre hizo un milagro para indicar que El aplica el jubileo a todos los necesitados. Es probable que El haya aplicado el jubileo a más de diez mil personas. También hemos visto que se necesita a Cristo para que haya el jubileo. Cristo es el que lleva a cabo el jubileo. Además era necesario que Cristo muriese y resucitase. Después, nosotros los seguidores del Salvador-Hombre, necesitamos identificarnos con Su muerte todo-inclusiva y vivir en Su resurrección para participar en el jubileo y disfrutarlo.

LIBERADO DEL CAUTIVERIO E INTRODUCIDO EN EL DISFRUTE DEL JUBILEO

  La experiencia y disfrute mismo del jubileo por parte de los creyentes no se encuentran en los evangelios sino en los Hechos y en las epístolas. En el libro de los Hechos y en las epístolas vemos que los discípulos disfrutaron el verdadero jubileo. En particular, Pablo estaba en el disfrute del jubileo. Antes Pablo fue un cautivo, pero fue liberado del pecado, de Satanás, del mundo y de la religión judía, y fue introducido en el disfrute del Cristo todo-inclusivo, la corporificación de Dios. Pablo fue liberado de su cautiverio y fue introducido en el disfrute del jubileo por medio de Cristo junto con Su muerte y Su resurrección. Por lo tanto, sus catorce epístolas son una descripción, definición y explicación completa de su disfrute del jubileo por medio de la muerte y en la resurrección.

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